Domingo 2 de Agosto, 2015
DANIELLE
Ángel respira hondo. Se pasa una mano por el pelo y concentra toda su atención en el folio que tiene delante. Vuelve a arrugar la frente. En estas dos semanas me he dado cuenta de que es un gesto que hace cada vez que no sabe qué decir. Al final, levanta la cabeza para mirarme.
—¿En serio era necesario que me hicieras un esquema con todo lo que podemos y no podemos hacer? —pregunta con incomodidad.
—Así te lo puedes poner en la nevera para que no se te olviden las normas que tienes que seguir —le digo sonriente.
—No puedo salir contigo, no puedo hacerte sexo oral, tengo que ponerme el preservativo hasta para respirar y encima me tiene que parecer bien que te tires a otro mientras estás conmigo. Estas normas son una mierda, Danielle —anuncia echándose hacia atrás en su silla—. No te estoy diciendo que cambies hasta la última de ellas, podemos llegar a un acuerdo, se supone que era eso lo que íbamos a hacer, ¿no?
—Muy bien, dame tu versión. Soy toda oídos —digo cruzando los brazos sobre mi pecho.
—No, no lo eres. Estás en una postura defensiva —responde Ángel señalando mis brazos cruzados—. Y no tienes por qué estarlo. Antes de que pasara nada entre tú y yo, estabas cómoda conmigo. Tú misma dices que tienes rollos para estar libre de sentimientos y ataduras, ¿no?
Lo miro con los ojos entrecerrados.
—Libérate entonces del miedo y la desconfianza —dice Ángel en voz baja—. Confía en mí. Sé que no tienes por qué hacerlo, pero déjame demostrarte que las cosas conmigo pueden ser diferentes.
—Es que no quiero que sean diferentes —insisto—. Y no quiero que intentes convencerme.
—¿Y tú sí puedes intentar convencerme a mí de que esto es lo mejor para ambos? —pregunta escéptico.
—Yo nunca he dicho que esto sea bueno para ninguno de los dos —le digo muy despacio—. No soy una buena chica, Ángel.
—Mientes —afirma seguro.
—No lo hago.
—Demuéstramelo entonces.
Sonrío, pero mi sonrisa es una clara muestra de que se avecina una catástrofe.
—No deberías haberme retado —digo, antes de humedecerme los labios.
La mesa está ocupada por folios, bolígrafos y varios trastos que me traen sin cuidado. Con un brazo, lo aparto todo de golpe y provoco que las cosas caigan al suelo. Antes de que Ángel reaccione, me subo a la mesa. Despacio, empiezo a avanzar hasta él, deslizando mis manos y mis rodillas por la suave superficie de madera. Cada uno está en una punta, la recorro despacio.
YOU ARE READING
Alguien que te ame ✔️
RomanceDanielle no cree en el amor, no quiere depender de nadie y tiene unos cuantos demonios que no está dispuesta a compartir. Lo único que se plantea tener con los hombres es sexo. Se ha acostumbrado a protegerse bajo una coraza, pero esta se ve amenaza...