Capítulo 7: Hermético

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El problema es que no me merezco que me traten así, no cuando mi papá es el responsable de todo su dolor.

Por eso he estado trabajando con Gael, quiero encontrar lo que sea que perjudique a mi padre e iniciar un juicio contra él. Quiero que vaya a la cárcel, quiero... ni siquiera estoy seguro de qué, pero como sea tiene que pagar el dolor que ha causado.

—Intentaré viajar en estos días y hablaré con ella, pero insisto en que es algo que deberías hacer tú.

Él ignora mi sugerencia, simplemente pasa a otro tema aun marcando la distancia en su tono de voz. No es porque esté molesto, es porque todo lo que está diciendo le cuesta trabajo, de hecho solo puede hablarlo conmigo.

—Mamá quiere volver a la casa... —continúa—. Tenemos que ir a... sacar las cosas de papá y limpiar un poco.

La simple idea me genera un nudo en el pecho, aún no estoy seguro de haber podido procesar todo, y aún no logro que se me quiten las ganas de llorar cuando pienso en eso, sin embargo, si Pau habla conmigo es porque soy sincero, le digo cuando pienso en él, cuando se me viene un recuerdo, que me gustaría que todo fuera diferente... Y cuando yo me abro con ella, ella simplemente hace lo mismo.

Es bastante simple si lo ves así, y creo que Santi está intentando llevar una carga que no le corresponde.

—De acuerdo, haré lo posible por que sea en estos días —acepto, dejando ir el tema de una vez.

—¿Cómo estás tú? —me pregunta cambiando completamente su actitud por una más amigable.

—Mal —respondo de inmediato—. Llevo meses sin ver a mi mejor amigo, y ahora que lo veo no me dio ni un abrazo, y eso que pensé que el frío era yo...

—Idiota. —Se ríe dándome un golpe en el brazo—. Igual me acerco y dicen que somos novios, prefiero que piensen que soy un empleado más.

—¿Te avergüenzas de mí? —me indigno regresándole el golpe—. Qué masculinidad frágil... te acusaré con Aimée.

—Eres el novio de los dos amigos que me quedan, lo siento Elai, en otra vida será.

—Lo recordaré —aseguro entre risas de los dos.

De pronto mi mirada se centra en Aidan, está a unos metros de nosotros y le toca salir a cantar la siguiente. Parece nervioso, lo cual se me hace raro porque este chico está frente a las cámaras y sobre los escenarios desde que tenía como cinco años. Me acerco a él con la intención de hablar, pero su nerviosismo lo empuja a hacerlo primero.

—Ya no quiero... —niega mostrándose muy inseguro.

—¿Qué? Pero si tú naciste sobre los escenarios, lo dominas por completo.

—Actuar, eso es todo lo que yo sé hacer, debí quedarme solo con eso... —insiste intentando huir de la escena.

—Tu voz es increíble, ¿por qué dudas de eso?

—¿La ves? —pregunta señalando a Aimée, que está sentada sobre el borde del escenario cantando una de sus canciones más melódicas— ¿La escuchas? Ella es perfecta, es hermosa, su voz parece de un ángel y tiene tanto carisma sobre el escenario... No llego a su altura, y eso se notará.

—Nadie llega... —opina Santiago, que ha estado pendiente a la conversación. Le lanzo una mirada de reproche por ser tan poco colaborativo en un momento de crisis, y él la capta de inmediato—. ¿Qué? Es la verdad... tengo la misma sensación cuando canto con ella, nadie le llega a los talones, pero cuando dos personas están en el escenario no es para comparar, es para complementar. A Aimée le caes bien, y si te invitó a cantar con ella es porque vio conexión, ¿puedes confiar en su visión? Es lo que todos nosotros hacemos.

Nubes de tormenta [LCS #2]Where stories live. Discover now