84.

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Capítulo 84.

Día 1.

Despierto sobre un colchón dentro de una habitación oscura. El pánico se apodera de mí mientras grito con todas mis fuerzas.
Todas mis pertenencias me las han quitado, incluso mi ropa.
Me han dejado con mis bragas y una camiseta rosa pastel que no es mía.
Tengo mucho miedo, lloro con desesperación mientras golpeo la puerta para que me dejen ir, pero es inútil, nadie viene por mi.

Día 5.

Niall, mamá, papá, mis amigas.
Lo único que puedo hacer es pensar en ellos y en lo preocupados que deben estar por mi. ¡Esto es tan terrible!
No quiero estar aquí, el olor a humedad se impregna en mi piel e inunda mis fosas nasales, provocandome repulsión.
Mi cuerpo se siente cansado, sucio y apenas puedo derramar lágrimas porque estoy deshidratada.
¿Vendrá alguien a buscarme?.

Día 9.

Alguien abre la puerta con un fuerte golpe provocando que mi cuerpo automáticamente se encoja.
Es él, el hombre que me capturó.
Sobre el suelo deja una bandeja y luego se va.
Los músculos de mi cuerpo ya no reaccionan correctamente.
Es por eso que debo arrastrarme sobre el suelo y tomar el pan y el agua que a dejado.
Me los devoro en cuestión de segundos, y ni eso logra aplacar el dolor en mi vientre.

Día 13.

Estoy enferma.
Me duele el pecho tan fuerte que puedo sentir la muerte rondando cerca de mi.
Ya no puedo moverme del colchón, me duele tanto el cuerpo, que adopto la misma posición por horas, provocando que el dolor sea más intenso.
Hoy no han traído nada para mi, y está bien.
No creo que pueda comer nada, ya no deseo hacerlo.
Siento que las esperanzas se están yendo y eso me asusta.

Día 14.

Quisiera ver por última vez el rostro de Mamá, poder sentir sus brazos rodeandome. Dándome su calor y diciéndome que todo estará bien, que debo ser fuerte.
Quisiera poder sentir los brazos de Papá, susurrandome en el oído que soy su niña.
Quisiera ver la sonrisa de Niall, quisiera sentir sus labios sobre los míos, quisiera escuchar su risa, quisiera verlo enfadado, quisiera tenerlo junto a mi.

Día 15.

Es de día.

Lo sé por los pequeños rayos de luz que se filtran a través de las tablas de madera, proporcionando un poco de claridad en este pequeño y húmedo cuarto.
Intento incorporarme pero mis débiles piernas apenas me lo permiten, ya que se han convertido en huesos visibles, al igual que cada parte de mi cuerpo.
No tengo más opciones que quedarme sobre el putrefacto colchón mirando como aquel pequeño rayo de luz me trae tanta paz en un lugar como este.

También pienso en él. Esta presente en mi mente todo el tiempo, no quiero dejar de recordarlo porque temo olvidar su rostro, olvidar su sonrisa, y las palabras que llenaban mi corazón.

Es lo único que me da esperanzas.

Día 18.

Llueve.

El viento golpea con fuerza las tablas provocando que un sonido constante se escuche por todas partes. No sé si es de día o si es de noche, supongo que ya me da igual.
Mi cuerpo esta entumecido a pesar de que me han dejado una manta.
Lo que ellos no saben es que este frío viene desde el fondo de mi alma.
Cada día las esperanzas se desvanecen, mi cuerpo ya no puede soportar.
Estoy lastimada, mis costillas cada día más expuestas, y una tos horrible raspa mi garganta a tal magnitud de hacerme sangrar.

Me estoy muriendo.

Día 20.

Ya no tengo esperanzas.
Dejé de comer porque mi cuerpo ya no lo tolera, y deseo morir.
Nadie vendrá por mi, me moriré en este cuarto oscuro, húmedo y putrefacto.
Quizás nadie encuentre mi cuerpo, quizás nunca nadie sepa que ocurrió conmigo.
Quizás mis secuestradores nunca sean encontrados.

Día 26.

Alguien grita afuera. Es la voz de una mujer.
Apenas puedo abrir mis ojos, mi cabello enmarañado y sucio cubre mi rostro.
Si tan solo tuviera las fuerzas para alzar mi mano y sacarlo, lo haría.
Pero solo puedo ver a través de éstos mientras la puerta se abre y ella da un grito tan fuerte que provoca que me haga un ovillo sobre el colchón.

-¡¿Estás loco maldito hijo de perra?!. —Le grita ella.

-¡Es lo que tú querías!

-¡No, no, no imbécil!. —La mujer vuelve a gritar. —¿Está muerta?.

-No. Pero lo estará pronto si no decides que hacer.

-¡Eres un maldito!. —Ella vuelve a gritar y noto como su figura se avalanza sobre mi captor.

Segundos después aparece otro hombre, la toma en sus brazos y la saca de la habitación. El silencio vuelve a reinar.
Y yo vuelvo a esperar poder perder el conocimiento y morir.

Día 28.

Vuelvo a escuchar la voz de la mujer una vez más.
Ella ya no grita, desea verme.
La puerta se abre y la luz me ciega, por lo que cierro mis ojos con fuerza.
Ella menciona algo sobre un olor putrefacto, pero yo no siento nada, el olor es parte de mi.

Ella se acerca a mi, puedo sentir sus pasos cerca y un sollozo escapa de sus labios.

Día 30.

Después de varias horas sin escuchar a nadie, la voz de un hombre llena todo el lugar.
Él habla con alguien más, está asustado.
No sabe qué hacer conmigo, el menciona algo sobre hacerme desaparecer.

Creo que al fin han decidido matarme.

UNA GRAN MENTIRA - BY NATH 🥀Where stories live. Discover now