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La pequeña castaña no sabía que decirle a su esposo que lo miraba expectante. Él no quitaba los ojos de encima, y hoy tendría una respuesta sí o sí; no le importaba si tenía que botar a todos para poder hablar con su esposa.

— Theo no es el momento — acotó Alexander. Su mejor amigo se acercó a él, agarrándole el brazo —. Primero deben comprobar si sus palabras son ciertas.

Aitanay miró fijamente al rubio que intentaba desacreditar su versión.

— Alexander, me pareces un tipazo. De hecho, me caes de maravilla. Y no quiero lastimarte, así que no te metas, por favor — le soltó Aitanay.

Baker observaba atentamente a la pelinegra, quería anticipar los movimientos de la supuesta hermana de Sophia, y así poder proteger a la castaña embarazada. Él dudaba de las intenciones de Aitanay e incluso sospechaba que su salvador y verdugo fuera el mestizo inmortal.

— Si eres mi hermana. Pruébalo.

Sophia se irguió dispuesta a enfrentar a la mujer que tenía enfrente. Ya que, si bien era cierto, la mujer había revelado varios datos confidenciales de su familia, pero ¿Qué le asegura que el enemigo no la haya enviado? Al fin y al cabo, al ser que se enfrentaba era mitad demonio, ¡quién podría saber de sus alcances!

— ¿Qué quieres que te diga? ¿Una frasecita estúpida como la hizo nuestra madre? No seas ridícula.

Sophia frunció el entrecejo. Otro dato importante de su familia, y aquella vez, solo estuvieron su madre, padre, Aitanay y ella. Era imposible que un infiltrado los haya escuchado. Ni que su padre fuera el mestizo inmortal, ¿o sí? ¡Por Dios! Ya ni siquiera sabía en quién confiar aparte de su esposo.

Aitanay al no obtener respuesta de su hermana, comenzó a masajearse el puente de la nariz para intentar disipar su estrés. Luego apoyó su mano en su cadera, mientras observaba a su hermana con incredulidad.

— ¿Estás de broma? — soltó una sarcástica sonrisa.

— No.

— Ya que lo pides... — la pelinegra contempló a su hermana por breves segundos con esperanza de que se arrepienta. Pero no sucedió. Ella sonrió con picardía—. Hace algunos años en la ceremonia en honor al espíritu del Mar — Aitanay miró a todos los chicos con cierta mofa, mientras que Sophia trataba de evocar esos recuerdos—. Para ponerlos en contexto. Una ceremonia de ese calibre, implica un silencio absoluto durante veinticuatro horas.

» A una sirena de aproximadamente 12 años se le escapó una flatulencia en plena ceremonia silenciosa. Obviamente nadie dijo nada para no ofender a la joven princesa. Pero recibió tremendo regaño por parte de su institruz — la mayor, soltó una sonora carcajada. Mientras que su hermana menor no podía controlar el color rojizo de su cara por la vergüenza.

— ¡Prometiste jamás decirlo! — espetó la castaña furiosa.

Aitanay controló sus ganas inmensas de explotar a carcajadas.

— Y yo jamás pensé que moriría, reviviría y tendría que estar maldita a ser una humana por el resto de mi vida— soltó con simpleza, como si no le doliera lo último que acababa de decir.

"Estar maldita a ser una humana común y corriente". Esa era su condena y uno de los precios que tuvo que pagar para regresar a la vida, renunciar a naturaleza, a su reino y a su familia, entre otras cosas más. Además, Aitanay Scarlett no podía volver a tocar el océano, de lo contario moriría. Pues lo que antes era su líquido vital, ahora era veneno mortal para ella.

AMAR ENTRE REINOS [02]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang