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Al oírlo gritar de tal forma, Theo saltó de la cama para cambiarse y buscar el arma que desde cierto incidente con su familia siempre lleva consigo, me cambié a la velocidad de la luz y de lo que me permitía mi embarazo. Tomé mi bolso de mano en donde tenía cosas indispensables.

—A penas salga, tú corres a la puerta trasera — me ordenó—. Y tomas el primer taxi que veas, ¿entendido? Necesito que subas al primer avión que puedas — me dijo serio y decidido.

Fruncí el entrecejo. Yo no dejaría solo aquí. Jamás.

—No me pienso ir sin ti — afirmé. Él me encaró.

—No es el momento para discutir, Sophia. ¡Necesito que te subas a ese puto avión!

—¡Y yo necesito que entiendas, que no soy una inútil! — grité.

—Está en riesgo la vida de nuestros hijos y la tuya. No pienso exponerlos ¡De ninguna manera! — espetó.

El sonido de una espada blandiéndose en el aire, me pronosticó lo que estaba sucediendo allá afuera. Alguien había venido en busca de nosotros, para ser más específica de las llaves de la cárcel de los demonios, pero lo que no sabía era de quien se trataba. ¿Quizás solo un humano? ¿Un ser sobrenatural? ¿El mestizo inmortal?

—Su alteza, ¡corra! — gritaba Ian agitado por su intento de controlar a lo que fuera que estaba intentando llegar a mí.

Theo quitó el seguro de su arma y con toda la intención de salir a disparar a quemarropa, sin embargo, me adelanté y salí primero por la puerta. Me quedé patidifusa por lo que veía mis ojos por primera vez en mi vida. Eran dos bestias... quizás mestizos... Tenían garras en sus manos y pies, la ropa desgarrada en algunas partes, sus rostros tenían facciones humanas y animales, tenían colmillos... Uno de ellos era más intimidante que el otro, era de gran tamaño y parecía endemoniado, mientras que la otra era una muchacha, más pequeña, que aparentemente solo seguía al más grande por temor.

—Yo los detendré ¡Corran! — gritó, Ian eufórico.

—¡Quiero las llaves! — decía entre gruñidos, la bestia más grande.

Estaba por responderle y preguntarle quien lo había enviado. Inconvenientemente, Theo me haló de mí hacía la salida. Corrimos mientras que Ian caminaba atrás de nosotros moviendo su espada en contra de las bestias.

—Necesito un lago, río o laguna ¡Lo que sea! ¡Pero necesito agua! — le exigí a Theo, mientras corríamos a la salida.

¿Y saben lo más raro de todo esto? Es que nadie más del hotel salía de sus habitaciones, era como si no oyeran el alboroto que estábamos causando en los pasillos. Me sentía en una pesadilla, conté mis dedos y había 10, lo que quería decir que no estaba soñando.

—¡Una laguna está muy lejos! ¡O no lo sé! — exclamó exasperado.

—¿Cómo? ¿O sea traes a una sirena y ni siquiera sabes dónde está mi elemento? — cuestioné incrédula.

—Sophia, creo que no es el momento para que ustedes tengan su primera pelea de casados. Tenemos compañía, si no lo recuerdan — acotó Ian sin perder de vista a las bestias.

—¡La piscina! — gritó Theo corriendo hacia ella conmigo.

Theo se puso delante de mí, como símbolo de protección, y con su arma apuntaba a las bestias. Ian llegó poco después hasta donde estábamos, se puso en guardia para protegerme. Una pistola y una espada, ¡me siento taaaan protegida! (Nótese mi sarcasmo).

Me moví rápidamente, y me coloqué al frente de ellos. Nadie tocaría a ninguna persona que me importe.

—Sophia, retrocede... Yo te protegeré — me dijo Theo, desesperado. Negué con la cabeza, porque sabía lo que tenía que hacer.

AMAR ENTRE REINOS [02]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora