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Theo.

Los años han sabido como ayudarme a cicatrizar mis heridas y continuar con mi vida luego de ... Cierto recuerdo, que ahora no quiero evocar. Logré salir del psiquiátrico hace algunos años con ayuda de lo que me quedaba de familia, me dejaron ir cuando logré entender que no podía hacer nada para cambiar el pasado, que solo podía aceptarlo y seguir. Y retomar la empresa fue una de las cosas más difíciles, no tenía la confianza de los accionistas por los múltiples escándalos que mancharon mi reputación, pero eso no me detuvo. Trabajé día y noche para demostrarles mi capacidad, que no había perdido mi habilidad para los negocios y mucho menos mi perseverancia para conseguir lo que quiero.

Demostré que Kim Theo seguía siendo el mismo hombre competente, líder innato, visionario y la mejor opción para asumir la presidencia del grupo Kim. Después de todo, mucho antes de ella, yo ya era alguien poderoso, inteligente y exitoso. Y sin ella seguí siéndolo.

— ¿Todo listo, Hun? — le pregunté a mi secretario sin despegar los ojos de mi laptop.

— Sí, señor Kim. Los encargados del evento ya me confirmaron que todas las invitaciones fueron enviadas y de ellas un 97% confirmaron su asistencia. La prensa está informada del evento y están honrados en ser partícipe de la fiesta de cumpleaños heredera de los Kim — manifestó. Levanté la mirada para centrarme en él.

El castillo inflable no podía faltar o la pequeña mandona me asesinaría con esa miradita y puchero.

— ¿El castillo...?

— Sí, está listo. El castillo rosa, lleno de pelotas y ponys — asentí, convencido.

Su fiesta debía quedar perfecta o ella era capaz de encerrarse en el baño o pedirle al chofer que la regrese a casa, así de caprichosa era.

— ¿Conseguiste que Blackpink cante en su fiesta? — inquirí, volviendo a manipular mi laptop.

Hun buscó algo en su tablet, la levantó a mi dirección para que pueda observar el vídeo. Era uno en donde salían las cuatro integrantes de la banda, su favorita, saludándola por su cumpleaños y diciéndole que estarían en su fiesta y anhelaban volverla a ver como en sus cumpleaños anteriores.

— Fue lo primero que conseguí — respondió algo asustado —. No quiero lidiar con su mini versión femenina. Aunque puedo arriesgarme a asegurar que ella es más intimidante que usted — su comentario me hizo reír.

Meneé la cabeza con una sonrisa en el rostro.

— Es cierto, señor. Todos los colaboradores de la empresa siempre están alertas a la puerta en caso venga, para que le den su batido de fresa — rodé los ojos. Qué exagerado—. No es broma, señor. La última vez que no la recibimos con su batido amenazo con despedirnos a todos.

— Toda una Kim — solté, lleno de orgullo. Hun me dedicó una mirada aterrada.

— Desde ahora empezaré a rezar por el alma que le toque ser su secretario o secretaria.

Su cumpleaños sería el sábado. A pedido de la princesa de la casa, sería con temática de Disney, todos sus invitados debían ir vestidos como príncipes y princesas, caso contario, no entrarían a la fiesta.

El día paso como de costumbre, entre papeleos, reuniones, firmas y conferencias. Era hora de ir a casa, cerré mi laptop, coloqué mi saco en mi brazo izquierdo y con la mano derecha cogí mi café. Salí de la oficina, despidiéndome de los empleados con los que me cruzaba. Hun ya había sacado mi auto a la entrada del edificio, me subí y le agradecí antes de irme.

El tráfico de Seúl era agobiante a esta hora de la tarde, a pesar de ser las 7 de la noche. Miré mi reloj para verificar cuanto tiempo me quedaba para llegar a cenar y hacerla dormir.

AMAR ENTRE REINOS [02]Where stories live. Discover now