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Theo.

El gran día había llegado por fin, después de tantos problemas, dificultades, diferencias, entre muchas cosas más. Nosotros uniríamos nuestras vidas, convirtiéndola en una sola por segunda vez, pero esta vez frente a muchas personas interesadas en nuestra unión y otras en nuestra felicidad.

Admito que cuando la conocí me aterraba la idea de su mera existencia, y era entendible porque había pasado toda vida negando la existencia de seres sobrenaturales, que prácticamente toparme con ella fue como una patada de la vida en la cara, como si la vida me estuviera diciendo a gritos: ¡Cállate, maldito ignorante!

Y definitivamente me calló.

El mito hecho mujer, caminaba hacia el altar con un vestido blanco, largo y hermoso, que brillaba entre la luz de la luna acompañada con un hermoso velo igualmente de largo, pero igual de sublime y transparente. Ese vestido resaltaba sus ojos azules, hermosos, relucientes y brillantes. Tal fue el impacto, que sentí que mi corazón se detuvo cuando sonrió con su bonita y tierna sonrisa que me daba cada vez que me miraba. Aquel vestido brillaba tanto como mi sonrisa de felicidad, blanco e impecable como nuestro amor.

Pareciera que las perlas más bellas del mundo se hubieran juntado para vestirla, las cuales se acentuaban perfectamente sobre sus curvas y dejaban a la vista partes de su piel a la altura de hombros y brazos. Se deslizaba sobre su figura hasta caer en forma abundante, pero bien distribuida, era lo más precioso que se ha visto jamás, el velo se asemeja al más tierno y bello rayo de luz en noche de luna llena desplegando destellos y encantando miradas. Y cuando caminaba ¡por Zeus y Poseidón! No ha sido descubierta aún ninguna palabra que pudiese siquiera acercarse a la descripción que le haga justicia, ni la misma perfección la alcanzaba.

Miré hacia el cielo con el corazón estrujado, anhelando tanto que una de las mujeres que tanto amé estuviera aquí para que viviera conmigo este precioso momento.

"Sí, Nini. Cumplí mi palabra. Encontré a la mujer perfecta para ser mi compañera de vida."

—¿Tan preciosa me veo? — me preguntó ella con brillos en los ojos.

—Extravagante, pero hermoso. Digno de una reina como tú — la elogie.

—No soy una reina — me aclaró con una sonrisa —. Soy una princesa de Melusina.

—Para mí, eres una reina, Sophia — repliqué con sinceridad.

Urian Scarlett me miró con suspicacia, aclaró su garganta y dijo:

—Te entrego a lo más preciado que tengo. A una las mejores cosas que he hecho en mi vida. Cuídala — calló por varios segundos, tomó aire y continuo—. Más que a tu propia vida. Porque te juro que, si algo le llegase a pasar a ella o a mis nietos, te lanzaré a donde ni siquiera Poseidón ni Zeus tienen dominio.

Le sostuve la mirada con seguridad.

—Eso jamás pasara, señor Scarlett. Primero me mato antes de que a ellos les pase algo. Ellos son el motor de mi existencia.

—No eres el primero que profesa amor por una de mis hijas. Y quizás, el primero me tomo de imbécil, pero esta vez no será igual — espetó.

La madre de Sophia se acercó al altar mirando al público algo avergonzada, al igual que Sophia.

—Padre, no es el momento — le dijo con disimulo, mi avergonzada prometida.

AMAR ENTRE REINOS [02]Where stories live. Discover now