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Sophia

Mis manos sudaban, mis piernas no dejaban de temblar, mis uñas no dejaban de golpearse unas a otras, estaba demasiado ansiosa por noticias nuevas de Baker y mi hermana, ellos salieron como hace unas dos horas junto a Noah a la fortaleza del fallecido jerarca de Asia. Sin embargo, ninguno de los tres ha llamado a dar información sobre el portal que Baker planea invocar.

"Ese era su grandioso plan", que si bien es cierto, no dudó de su habilidades — Si incluso le confié mi vida—, pero el tiempo que toma realizarlo me exaspera en demasía. Las personas que quiero están en riesgo por mi culpa, por haber descuidado de todo, por mi egoísmo de querer tener una dosis de felicidad con el hombre que amo. Me giré levemente para observarlo de reojo, él estaba sentado a mi lado en la sala de la residencia de mi familia.

— Theo ... — él seguía absorto en sus pensamientos — Cariño, hey.

Alzó la vista con un ligero sobresalto.

— ¿Qué pasó, Soph? — me preguntó algo asustado — ¿Estás bien? ¿Te duele algo? — negué con la cabeza —. Entonces, ¿qué pasa?

— No puedo quedarme aquí de brazos cruzados cuando ellos están en peligro allá fuera. ¡Y para colmo no tenemos noticias de Baker ni de mis hermanos! — me levanté angustiada —. No me puedo quedar aquí.

Caminé hacia la cómoda en donde había dejado mi bolso para ir tras mis hermanos y Baker. Necesitaba hacer algo, incluso mis padres estaban haciendo algo y yo no, ellos se fueron con los brujos y elfos para crear un plan de contingencia antes de partir a Melusina. Puesto que, debían viajar mañana mismo a nuestra nación y enlistar al ejército para proteger al pueblo en el peor de los casos.

— Sophia — la voz de Poseidón me alertó. Me giré hacia la puerta.

— ¡Madre mía, Poseidón! ¿Podrías tener entradas normales? No sé, por la puerta, por ejemplo — dije sobresaltada, tocándome el pecho.

— Es normal en mi hermano — una voz ronca y desconocida me asustó aún más.

Miré en dirección de la voz en busca del rostro de quién decía ser el hermano de Poseidón. Era un Dios alto y fornido como el Dios de los mares, pero este era de cabello rubio y largo, barba tupida de un tono más oscuro que su cabello, mirada azulada, penetrante y envolvente. Era un Dios muy apuesto a pesar de su edad. Supuse que sería Zeus, por descarte.

— Zeus... — lo mencioné casi en un susurro.

Theo tragó en seco disimuladamente al ver a ambos dioses frente a nosotros, al fin y al cabo nunca terminaría de adaptarse a este mundo sobrenatural a lo que él conocía.

— Theo Kim, un gusto verte por fin en persona — lo saludó Zeus.

Mi esposo... ¡Rayos! ¿Por qué me siento rara por llamarlo así? Bueno, Theo se reverenció ante su creador como lo dicta su cultura y lo saludó. Zeus lo miró con cierta satisfacción al ver el respeto que mostraba su protector asignado para su reino.

— ¿Qué los trae por aquí? — pregunté. Los aludidos se miraron entre sí.

— Encontraste al mestizo inmortal, ¿no es así? — preguntó Poseidón.

El peso de mi culpa por ignorancia durante tantos años cayó en mí. Lo había tenido durante más de cinco años frente a mis narices, bajo mi techo y en mi reino, incluso estuve a punto de casarme con él por Adele.

¡Claro, Adele! ¡Mierda!

Esa sensación de sentir que todo encaja en tu mente por lo general resulta ser liberadora, pero a mí me hacía sentir estúpida. Todo estaba planeado desde un inicio ¡Todo, maldita sea! La maldita boda a la fuerza con un desconocido, mi padre aceptando ese matrimonio arreglado a pesar de conocer nuestro deber con el tratado entre reinos. ¡Mierda! ¿Cómo pude ser tan ciega?

AMAR ENTRE REINOS [02]Where stories live. Discover now