Unroyal - Mr. Darcy

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—Tienes que beber el vaso pequeño. Moja el popote, para que no se queme —me ordena Renae.

—No me quiero quemar —le repito. Rueda los ojos.

—No seas tonto. Vamos —insiste.

Sacudo la cabeza y le obedezco. Mojo el popote y luego lo introduzco en el pequeño vaso, a través del fuego. Bebo rápidamente el licor, apagando el fuego. Renae aplaude.

Hemos pasado estas últimas semanas viéndonos de manera intermitente, ya que desaparece por unos días para visitar alguna ciudad. Ha sido algo inesperado, Renae me saca de mi zona de confort como nadie. Es impulsiva, no tiene pelos en la lengua, y aunque a veces creo que cruza el límite de la cordura, no puedo evitar sentir que eso me agrada.

—Otro —dice ella. Abro los ojos como platos.

—¿Qué? De ninguna manera, hemos bebido mucho —replico. Pone los ojos en blanco.

—Tú siempre dices que bebemos demasiado.

—Tal vez porque es así —digo. Chasquea la lengua y niega con la cabeza. Mira al bartender.

—Dos cervezas por favor —le pide. El chico asiente. Renae voltea a mirarme—. ¿Mejor?

—No realmente —digo, sonriendo. Rueda los ojos—. ¿Y cuál es tu siguiente plan, Renae?

—¿Plan? Ninguno. Tu sabes que yo voy a donde me lleva el viento —responde.

—Más bien la tarjeta de crédito —le contradigo. Se encoge de hombros.

—Detalles.

—¿Entonces aún no te vas de Londres? —pregunto. El bartender nos sirve las cervezas. Renae toma la suya y da un gran sorbo.

—No —responde. Le doy un sorbo a mi cerveza.

—¿Y qué te parecería ir a una fiesta de la nobleza? —pregunto. Arquea una ceja.

—¿De la nobleza? ¿Con los códigos de conducta ridículos y arcaicos?

—Y la vestimenta, prepárate, especial para celebrar alguna estupidez que se les ocurrió: Pride and Prejudice —agrego. Se ríe.

—¿Quieren disfrazarse de una novela que prácticamente bota a la basura aquellos estándares de realeza y apoya la unión entre "plebeyos" y nobles?

—Más bien es una fiesta ambientada en la época —explico.

—Estás loco, ni en un millón de años iría a aquella ridiculez —afirma.

—Vamos, ¿Cuándo has dicho que no a algo? —pregunto. Suelta un bufido.

—¿Si te das cuenta que yo no paso por noble, no? Mira mi cabello, y mis hábitos de alcohol —replica.

—Los nobles son bastante buenos para beber alcohol, aunque del caro.

—Y yo que pensé que bebían té —bufa. Sonrío.

—No en las reuniones sociales. Allí el espumante y el vino abundan —explico. Rueda los ojos.

—Y de disfrace —se burla—. Dejame adivinar, tu irás de Mr. Darcy, ¿no?

Frunzo el ceño.

—¿Por qué lo dices? —pregunto. Arquea una ceja.

—Aidan, mírate. Eres como un Mr. Darcy moderno, aunque no tan apático como él —explica.

—¿Gracias?

—Soy temeraria, pero no estúpida —finaliza.

Renae niega con la cabeza. Da otro gran sorbo a su cerveza. Deja su vaso en la mesa. Me rio al ver que le ha quedado espuma en la comisura izquierda de sus labios. Frunce el ceño.

—¿Qué? —pregunta. Me rio a carcajadas—. Pero qué coño.

—Tienes... —Carraspeo—. Es... espuma. —Suelto otra carcajada.

Levanta las cejas y pasa su mano sobre su boca, sin rozar si quiera el lugar donde tiene espuma. Me rio con más ganas.

—¡Aidan! —me reclama ella, pasando su mano por la mejilla.

Me rio más fuerte. Refunfuña y se cruza de brazos, volteando hacia la barra. Suelto una carcajada. Tomo una de sus manos y la obligo a voltear en el taburete. Sus dedos fríos me recuerdan de la enfermedad que padece, aplacando un poco mis risas. Me mira molesta.

Me acerco a ella. Con mi pulgar limpio la espuma de la comisura de sus labios. Observo sus grandes ojos cafés, que me miran atenta mientras limpio su rostro. Mi pulgar roza su labio inferior. Me quedo quieto, mi mano acunando su mejilla.

Siento mi corazón latir desbocado, y como, aunque sé que no es cierto, me siento completamente alejado del resto. Solo estamos ella y yo. Mis ojos se posan en sus labios, algo morados, pero suaves. Sin pensarlo, me inclino lentamente hasta unir sus labios con los míos, cerrando los ojos, disfrutando de aquella nueva sensación. Son fríos, igual que sus dedos, y sin embargo, me hace sentir que algo hierve dentro de mí.

Comienzo a mover mi boca y ella me responde, profundizando el beso. Tomo su rostro entre mis manos mientras que ella apoya las suyas en mis antebrazos. Es extraño. Me negué por mucho tiempo a esta posibilidad. Ella era mi paciente. Pero ahora que la beso, me doy cuenta de las muchas ganas que tenía de hacerlo.

Me separo cuando siento que su respiración se acelera, recordando su frágil estado de salud. Abro los ojos, ella sigue con los suyos cerrados, y respira agitada.

—Demonios Aidan —susurra. Abre los ojos, la miro sin entender—. Los chicos buenos no besan así.

—¿Soy un chico bueno? —pregunto.

—Eres un Mr. Darcy —explica. Humedezco mis labios.

—Entonces sé mi Elizabeth Bennet. Mañana —insisto. Muerde su labio.

—No puedo...

—Si puedes. Renae, di que sí —le suplico. La veo dudar y luego, finalmente, cerrar los ojos.

—De acuerdo —acepta. Sonrío.

***

Yo sé, mucho tiempo sin actualizar. Pero es que la maldita universidad es como un parasito succionador de energía.

Nuestro Aidan está empezando a sentir cosas por Renae, ¿cómo creen que va a terminar eso?

Les leo, lectores insaciables <3

¿Cuánto dura un para siempre? (Tom Holland y tú)Where stories live. Discover now