Calma y tormenta

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—Realizaremos un ecocardiograma, el electrocardiograma salió bien —dice la doctora Vergara.

—¿Qué hay del marcapasos? —pregunta Tom.

—Está funcionando perfectamente. No es un tema eléctrico, es otra cosa. Podría incluso no ser tu corazón, sino tu embarazo —replica la doctora. Suspiro, ambas sabemos que eso es mentira.

—Siempre he visto que algunas embarazadas se desmayan —asiente Harrison, esperanzado. Sara, que está del otro lado de la camilla y de brazos cruzados, pone los ojos en blanco.

—Si, en las películas —bufa con sorna. Harrison la fulmina con la mirada.

—¿Cuándo harán el ecocardiograma? —pregunto, intentando calmar los humos. Ya veo que se lanzan el uno contra el otro y yo quedo en medio de la batalla. Tom le da un apretón a mi mano.

—En unos minutos traerán al doctor Fell, por mientras quisiera hacerte una ecografía, he visto que aún no tienes una —replica la doctora.

—Suena como una buena idea —afirma Tom. La doctora mira a Sara y Harrison.

—Sí, aunque tal vez sea mucho público —comenta. Ninguno de los dos se percata de la indirecta, están mirándose con odio. Juro que pareciera que de sus ojos salen filosas cuchillas.

—Chicos —les llama Tom. Ambos le miran—. ¿Pueden salir un momento?

Se dan una mirada asesina pero se van, sin rechistar. Miro preocupada.

—¿Estás seguro que es una buena idea que estén los dos solos allí afuera? —pregunto.

—Es un hospital —replica Tom. Arqueo una ceja.

—Llamaré a Zendaya —dice, yo asiento.

La doctora acerca el aparato con que realiza ecografías. Alguien golpea la puerta, interrumpiéndonos. Tom se acerca a abrir. Por el marco de la puerta se asoma una atareada Adriana, con el cabello desordenado, recogido en un moño. Abro los ojos como platos. Tras ella entra Harrison, que la mira asustado, y Sara, que mira a Harrison suspicaz.

—Ay dios, estás bien —suspira aliviada. Tom me mira y luego a ella—. Está en todas las noticias que has venido al hospital.

—Demonios —musita Tom molesto. Resoplo.

—No es nada, no deberías molestarte —le digo amablemente, mientras rezo porque Sara no se dé cuenta que esta es la chica que beso a Harrison.

—Tonterías, soy tu editora, por supuesto que me preocupo —replica Adriana.

Mierda.

Saraa abre los ojos y la mira boquiabierta, y luego mira a Harrison.

—¡¿Es ella?! —exclama.

—Ay dios —susurro. La doctora Fell mira sin entender.

—¿Qué? —pregunta Harrison, haciéndose el desentendido. Para ser un buen actor, es un pésimo mentiroso.

—Oh, lo siento, no me he presentado —se voltea Adriana. Esto es como ver un accidente de auto, y los coches siguen y siguen chocando—. Soy Adriana, la editora de ________. ¿Y tú eres...?

Adriana no tiene idea que está chocando contra un camión lleno de gasolina.

—Sara, la prometida de Harrison —replica esta entre dientes.

La sonrisa de Adriana desaparece y mira a Harrison.

—La prometida... —susurra Adriana.

Podía haber previsto lo que ocurrió a continuación, pero realmente creí que Sara se comportaría.

¿Cuánto dura un para siempre? (Tom Holland y tú)Where stories live. Discover now