Secuelas

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El mundo es caótico.

Pensamos que porque algo nos sacude nuestro mundo, el resto se detiene. Pero ello no puede ser más falso.

Una semana después de que nos enteráramos de que Martin/Tobias estaba vivo, la prensa anuncio su reaparición al mundo. Aparentemente los paparazzis lo habían visto saliendo de nuestra casa cuando insistimos en que fuera visto por un especialista en el hospital en que trabajábamos Aidan, Sara y yo.

Desde entonces el mundo no nos ha dado respiro.

—Nunca se había juntado tanta prensa fuera de tu casa —comenta Aidan que ha traído almuerzo, ya que no tengo ganas de cocinar y Tom está grabando.

—Eso pasa cuando la realidad supera la ficción —replico, ayudándolo a abrir las bolsas con comida china. Saco de una bolsa una empanadita de camarón queso y muerdo un trozo—. Heehihiohoo.

Me quita la bolsa llena de empanaditas y me mira mal.

—Espera a que nos sentemos —me regaña. Ruedo los ojos y le saco la lengua.

—Perdón, conde, por olvidar mis modales —refunfuño, sonrío al ver la arruga en su entrecejo.

—Eres insoportable.

—Y tu eres peor —comento, encogiéndome de hombros.

—¿Disculpa? —voltea a mirarme, ligeramente ofendido.

—Siempre con tus reglas y tu forma correcta de hacer las cosas, es odioso —explico. Levanta las cejas y suelta un bufido.

—Pues al menos no soy un desastre con patas como tú —me dice. Me cruzo de brazos y frunzo el ceño.

—¿De que hablas? Soy perfectamente ordenada —me defiendo. Señala el respaldo de la silla donde hay tres abrigos míos colgados.

—Esos abrigos llevan ahí dos semanas. Es más, se han ido acumulando más —muestra. Ruedo los ojos.

—No he tenido tiempo de ordenar —respondo.

—Ese vaso —señala el vaso en el fregadero—, ya casi le salen algas.

—Eso es por el calor de Los Angeles, no porque lleve mucho tiempo —miento.

—Olvidas donde estacionas, siempre, y tengo que recordártelo a cada rato —continúa.

—Eso es culpa del covid —muerdo mi labio.

—Deja de culpar al covid de tu cerebrito desastroso. Trabajas en urgencias. Admítelo, te gusta el caos —finaliza.

Pongo los ojos en blanco, abro la boca para defenderme, pero entonces somos interrumpidos por un carraspeo. Volteamos a ver a Sofía.

—Lo siento —se disculpa—, Tobias... Martin, quiere comer, y se pone de mal humor si tiene hambre.

Miro el suelo. Suena como el Martin del pasado. Ese que llevaba desayuno a mi casa con un café extra fuerte para aplacar mi malhumor al despertar.

—Enseguida servimos —responde Aidan. Sofia sonríe y se marcha, probablemente a ayudar a Martin/Tobias a sentarse en la mesa—. ¿Estas bien?

Lo miro y levanto la ceja. Aidan asiente.

—Claro, pregunta estúpida. Comamos —dice.

—Mejor.

Mientras comenzamos a servir en platos la comida, mi telefono suena. Lo saco de mi bolsillo y miro quien es. Suspiro.

—Vuelvo enseguida —le digo a Aidan, y sin esperar respuesta, me voy en dirección a la terraza.

Una vez afuera contesto, de no muy buena gana.

—Hola —saludo cortante.

—Hola ______, ¿como estás? —pregunta Adriana—. ¿Como va todo?

—Va andando —me limito a responder, porque sé lo que se viene.

—Me imagino que es bastante caótico —comenta.

—Mmm —me limito a murmurar.

—Las ventas de tus libros se han disparado, han aumentado un cuarenta y siete porciento —continúa.

—La gente adora el morbo —le respondo a secas.

—Les gustan las historias increíbles —me intenta corregir. Ruedo los ojos—. Y tu historia es increíble. La tuya y la de Martin.

—Tengo que almorzar, Adriana —le apuro, aunque ya sé lo que quiere.

—No puedes dejar pasar esta oportunidad. Tienes que escribir sobre esto, va a vender como pan caliente —dice finalmente.

—No —replico.

—Es una oportunidad única en la vida. ¿Quien puede volver a tener a su ser querido a su lado? ¡Nadie! Pero tu si pudiste. Tienes que escribirlo, como se siente, como es no poder borrar el dolor pero también sentir que todo fue en vano —prosigue.

—Adriana, no. En primer lugar, no es mi historia. Y en segundo lugar, él... no es Martin, no como antes —insisto.

—Es tu historia si cuentas como te sientes tú. Además, no es como que el pudiese escribirla. Y eso que dices, de que no es Martín, es justamente lo que podrías explicar si escribes un nuevo libro —dice.

—No voy a usar la no muerte de mi mejor amigo solo para ganar dinero que ni siquiera necesito. Una cosa era relatar mi duelo, y otra muy distinta es realizar una autopsia de esta pesadilla. No lo haré, Adriana —respondo firme—. Adios.

Antes de que pueda seguir, cuelgo. Respiro hondo, tratando de calmarme. Sin embargo, no puedo.

—¡AAAHHH! —grito con rabia hacia la nada.

Me quedo en silencio, respirando agitada, mirando el pasto del jardín. A la mezcla de emociones que esto me hace sentir ahora debo añadir la furia. Resoplo y volteo para toparme con Sofía, quien abre aun más sus grandes ojos y se sonroja.

—Lo siento, no quería entrometerme —se disculpa. Niego con la cabeza.

—Tranquila, no lo has hecho —le digo, esbozando el mejor intento de sonrisa que puedo. Asiente.

—Solo venia a decirte que la comida está servida —dice. Voltea para dirigirse dentro de la casa.

—Sofía —le llamo. Voltea a mirarme—. Deja de disculparte. No es necesario.

Me observa en silencio.

—Sé que en realidad no te estás disculpando por escuchar sin querer mi conversación con Aidan, o por teléfono. Estás disculpándote por...

Me quedo en silencio, sin saber como decirlo.

—Todo —termina ella. Levanto la cabeza y la miro—. Si yo... hubiese visto las noticias antes, si hubiese leído las revistas, tal vez...

—Y tal vez si la gente hubiese hecho bien su trabajo en el hospital, o si el puto virus no hubiese existido... Pero no podemos llorar sobre la leche derramada. Creeme, he estado en esa situación. Solo logras amargura. Nada de eso puede arreglar el pasado. Lo único que podemos hacer es avanzar.

Nos quedamos en silencio.

Avanzar en el caos. Avanzar cuando quieres que el mundo se detenga.

Aun cuando la pandemia termino oficialmente hace dos años, las secuelas se viven diariamente. Y no hay nada que podamos hacer al respecto, mas que continuar viviendo. Porque nosotros si podemos.

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Nos comenzamos a acercar a la recta final 🙊

¿Cuánto dura un para siempre? (Tom Holland y tú)Where stories live. Discover now