Volviendo a mí

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Recomendaciones: tener agua a mano y colocar Good 4 u de Selena Gomez ;)

***

—Te admiro mucho Sara, atreverte a criar no a uno, sino dos niños —comento. Sara frunce el ceño y Harrison mira sin entender.

—¿Cómo que dos? —pregunta Harrison. Lo miro y sonrío con burla.

—Dos. Al que está esperando, y a ti —replico. La sala estalla en risas, excepto por Harrison, que me fulmina con la mirada.

—Tan simpática —dice entre dientes. Me encojo de hombros y carcajeo. Mira a Sara—. ¿En serio quieres que sea la madrina?

—Realmente no quiero herir tus sentimientos, así que omitiré comentario —responde Sara, vuelvo a reír. Harrison la mira con odio.

—Yo soy el padre —insiste.

—Y ya es suficiente desgracia —comenta Tuwaine, y carcajea como un cerdito, haciéndonos reír a todos. Todos menos Harrison.

—Les cuento que seré padre y ustedes solo se burlan de mí —murmura enfurruñado.

—Tienes razón, no deberíamos burlarnos —coincide Harry—. Deberíamos darle las condolencias a ese bebé.

Harrison coge un puñado de palomitas y se las lanza a la cara. Y pronto la batalla de comida explota. Daya les lanza bombones a los gemelos, quienes intentan afirmarla de los brazos para molestarla con un pedazo de jamón. Tuwaine y Paddy se intentan meter algodón de azúcar en las orejas (iugh). Aidan está aislado hacia un lado, pensativo, mirándonos, aunque no me ha pasado desapercibido lo mucho que me observa. Al principio, asustado de que me fuera a quebrar en cualquier minuto. Lo entiendo, sobre todo con la noticia de Sara y Harrison. Pero la felicidad que siento por mis amigos no puede ser opacada por el dolor, no me lo permitiré. Les deseo lo mejor a ellos, y no dejaré que mi experiencia, mi miedo y mi sufrimiento les quite aquella satisfacción.

Mientras intento meterle a la boca de Harrison un pedazo gigantesco de fresa bañada en chocolate, ayudada por Sara por supuesto, unos brazos envuelven mi cintura por mi espalda y me toman en volandas. Caigo sobre el pecho de Tom y sus dedos comienzan a hacerme cosquillas. Me remuevo y río de manera incontrolable, sintiendo su aliento contra mi oreja.

De pronto, una corriente conocida, pero que hacía mucho tiempo no sentía, me atraviesa. Levanto la cabeza y miro a sus ojos castaños. Sus manos dejan de hacerme cosquillas, y en cambio comienza a acariciarme. La electricidad que recorre mi columna, y la intensidad de su mirada, me hacen sentir aquel fuego de deseo puro. Tal vez era el alcohol, sonrojando mis mejillas y haciéndome perder un poco el control, desinhibiéndome. O tal vez era el ambiente, relajado, sin presiones.

No sé cuál era la causa, solo sé que de pronto el aire se sentía pesado, y no me parecía apto estar frente a tantas personas con aquella sensación en la parte inferior de mi vientre, con mis piernas temblorosas, y sus dedos erizando mi piel al recorrerla.

Me acomodé sobre sus piernas, restregándome un poco sobre su entrepierna, haciéndole saber que también lo deseaba. Sus manos se cuelan bajo mi blusa, rasguñando con delicadeza mi piel, aumentando el fuego en mi interior. Miro al frente y trago grueso. Su nariz roza la piel sensible de mi cuello y deposita un beso en mi hombro descubierto. Muerdo mi labio. Su boca recorre mi cuello, haciéndome estremecer. Muerde ligeramente el lóbulo de mi oreja y entierro mis uñas en sus piernas en respuesta. Pega sus labios a mi oreja.

—¿Qué tal si subimos? —pregunta.

Sin poder hablar, asiento rápidamente. Me levanto junto a él, observo a mí alrededor, nadie parece estar prestándonos atención. Caminamos hasta las escaleras, Tom besa mi cuello y me remuevo entre sus brazos que abrazan mi cintura. Mordisquea mi hombro y suelto una risita.

¿Cuánto dura un para siempre? (Tom Holland y tú)Where stories live. Discover now