¿Martin o Tobias?

384 53 20
                                    

—Era un desastre. Todo era caótico, apenas y podían entregarte información. Solo a algunos los dejaron despedirse en persona, pero gran parte tuvo a familiares y cercanos que murieron sin que pudieron haberlos vistos aunque sea una vez más.

»Me llamaron cuando Martin estaba mal. Había salido de un paro cardiorespiratorio y no creían que sobreviviría la noche. Cuando lo vi, era mas cables y tubos que persona, además, lo tenían boca abajo, prono creo que le decían, para tratar de que respirara mejor. No me di cuenta de que no era mi novio sino hasta que le iban a dar el alta. Sufrió una encefalopatía hipoxica y quedo con secuelas neurológicas. Además tuvieron que hacerle una cricotiroidotomía de emergencia, y tiene parálisis en sus cuerdas vocales. Perdió la memoria, no podía hablar y era prácticamente un niño de ocho años o menos. Entonces lo vi y me di cuenta, él no era mi novio.

Sofía, la chica de cabelllo negro y de labios grandes que ha llegado con Martin, nos está contando que fue lo que sucedió. Y yo intento seguirle el ritmo, pero no puedo dejar de verlo. Como si fuera un fantasma. Es todo demasiado surreal.

—Hablé con los médicos, con administración, con todo quien pudiese. Pero era todo caos, y nadie estaba realmente prestando atención. Todo colapsaba, todo era salvar de la muerte, y una vez ya estaban recuperados, necesitaban sacarlos deprisa para poder ocupar su lugar con otro enfermo —prosigue—. Su única respuesta era decirme que entonces lo enviarían a una residencia sanitaria, pero no le otorgarían los cuidados que necesitaba de kinesioterapia, no habría un fonoaudiologo, terapeuta ni fisiatra acompañándolo. Se perdería. Asi que decidí llevarlo a casa, ayudarlo, mientras seguía en la búsqueda de mi novio, y de su familia, por supuesto. Creía que solo serían unos días, una semana a lo sumo. —Voltea a mirarlo y le toma la mano, Martin sonríe. Vuelve a mirarnos a mí y a Sara—. Claramente estaba equivocada.

—¿Como... como no sabías quien era él? —pregunta Sara, como leyéndome la mente.

—Vivo en Montana, en un campo con poca señal y casi sin televisión. Somos una pequeña comunidad, aislada de la sociedad. Íbamos muy de vez en cuando a la ciudad. Fue en una de esas visitas que Exequiel, mi novio, se enfermó. Eso, y la falta de comunicación por el problema de Martin... —se calla y lo mira. suspira—. Lo traje apenas me dijo, a su modo, que te conocía a ti y a Tom Holland. Busqué en internet y entonces lo encontré. No sabía como contactar a su familia, o si debía ir a la policía, también tenía miedo de que dijeran que lo había secuestrado, asi que busqué donde trabajabas y vinimos. Les juro que si hubiera sabido antes...

—Está bien —le tranquilizo. Me sonríe a medias.

—Estos cinco años hemos avanzado. Puede hablar bastante mejor, su motricidad está avanzado cada vez más y ahora ha recuperado su memoria. No sé si totalmente. Ya no parece un niño de ocho años, aunque si pierde la paciencia con bastante rapidez.

La quedo mirando. Durante cinco años ella ha cuidado de mi mejor amigo sin recibir nada a cambio, sin otro motivo mas que ser buena persona. ¿Es demasiado real para ser verdad?

—¿Qué paso con tu novio? —pregunta Sara. Sofía hace una mueca y aparta la mirada.

—No lo sé. Después de un año y unos meses presenté una demanda contra el hospital. La investigación sigue en curso en el hospital, tanto por mi novio como por Martin, pero por lo visto no ha sido fructífera. Escuche que este problema lo han tenido en otros dos hospitales del país. Y mi familia, que es de Colombia, dicen que allá han pasado algunos casos excepcionales. Es solo que tu no esperas ser la excepción. Solo puedo asumir que intercambiaron a mi novio por Martin, y... —su voz se apaga. ¿eso quiere decir que entonces su novio...?

—Está muerto —susurro, no como una pregunta, pero aún así, ella asiente. ¿intercambiaron sus cuerpos?—. Él... fue cremado...

Los ojos de Sof se vuelven vidriosos. Saco mi teléfono y busco rapidamente las conversaciones que he tenido esporádicamente con la madre de Martin. Muestro la foto.

—Plantaron un árbol, con sus cenizas —explico. Sofía coge el teléfono y lo observa, en silencio. Martin coloca una mano en su hombro, como consolándola.

—Gracias —dice después de un tiempo, devolviéndome el teléfono.

Miro a Martin. Su cabello está mas corto de lo que a él le gustaba. En la parte baja de su cuello se observa una cicatriz redondeada donde probablemente estuvo la cricotiroidotomía. Sus manos llevan aquellas férulas que requieren los pacientes que sufrieron daño axial posterior a estar tanto tiempo en prono. Esas son las diferencias físicas que noto con el Martin que yo conocí. Pero su sonrisa... sus ojos, su nariz. Todo igual, todo como el Martin que recordaba.

Pero me aterra pensar que, a pesar de que se ve casi igual, él haya cambiado. Porque significa que, aun así, perdí a mi mejor amigo.

De igual forma, ahora lo importante y en lo que debo enfocarme es en él, y lo que es lo mejor para él.

—Llamaré a tu mamá y les diré que vengan cuanto antes. Y por favor, quedense en mi casa —les digo.

—Eres muy amable, pero...

—Por favor —insisto, mirando a Sofía. Ella lo mira.

—P-por favor —tartamudea él, y mi corazón se encoge, su voz...

Minutos mas tarde después de haber cancelado mi turno en el trabajo y estar en camino a casa, con mi guardaespaldas muy enojado ya que cree que esto es una trampa, Tom se encuentra shockeado en el teléfono, preguntando una y otra vez lo mismo. Cuando por fin llegamos y nos encontramos con Tom, acomodamos sus cosas en la habitación de invitados y los dejamos a solas. Esto debe ser igual de abrumador para Martin y para Sofía. Nos sentamos al borde de la terraza y me coge de la mano.

—¿Como te sientes? —pregunta. Sacudo la cabeza y resoplo largo y tendido.

—Como si un tsunami hubiese tirado por la borda mi cerebro. No puedo pensar. O mas bien, no puedo parar de pensar.

—¿Que te dijeron sus padres?

—Estoy segura que le he provocado un infarto a todos —respondo—. Van a llegar mañana a medio día, iré a buscarlos, pero creo que sola.

—¿Le has dicho a Zendaya?

La pregunta que estaba evitando. O mas bien, la persona que estaba evitando. A esta altura Harrison y los hermanos de Tom ya deben estar enterados. Pero Zendaya...

—No. No sé que decirle. No sé si sea bueno. Tipo llamarla y decirle "Hola Z, ¿como estas? ¿Te acuerdas de Tintin, tu novio muerto? Bueno pues resulta que no esta muerto, está vivo, pero no como lo recordábamos, no. Tuvo amnesia, casi no habla y tiene la personalidad de un niño de diez años. Que estés muy bien, adiós" —replico.

—Bueno definitivamente no le dirás por teléfono —comenta Tom. Suspiro.

—No, pero la otra opción es decirle en persona, lo cual, de manera egoísta, es peor para mi. No podría con sus emociones. Apenas puedo con las mías. ¿Soy muy mala si no quiero decirle porque no puedo yo acabar de entender y procesar todo esto? —regunto angustiada. Tom niega con la cabeza y acaricia mi mejilla.

—Eres humana. Y Martin era su novio, pero también era tu mejor amigo. Por supuesto que también es muy difícil para ti. No tienes que hacer nada ahora. Procesalo.

Procesalo.

Procesar que Martin está vivo. Que nunca murió. No es como que pudiera eliminar el dolor, la tristeza, la amargura, su ausencia, los planes que no fueron. Pero ¿Es él Martin? ¿O es Tobias? ¿Es ambos? ¿No es ninguno? ¿Le gusta Marvel y Harry Potter? ¿Sigue siendo un Hufflepuff o ha cambiado?

Porque al mirarlo, pareciera ser el mismo. Y una parte de mi no menor, añora que lo sea. Y que todo vuelva como antes. Pero para eso yo también tendría que ser la de antes. Y después de todo, de perder a mi padre, perderlo a él, y perder a nuestro hijo, no soy la misma. ¿Me reconocerá él?

__________________________________________

No, no están alucinando. Sé que soy lo peor, pero aqui estamos, de vuelta

¿Cuánto dura un para siempre? (Tom Holland y tú)Where stories live. Discover now