Detenerse y respirar

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Sara se sienta a mi lado y me tiende una taza de té. Saco mis manos de la manta en la que me encuentro envuelta y la tomo, resoplo un poco, ya que está caliente, y bebo un sorbo.

—Harrison ya llego a tu casa —me informa Sara, y deja el teléfono en la mesa de café—, dice que Tom está bien, dentro de todo.

—Gracias —replico.

—Sara, ¿Dónde guardas los pañales? Creo que Laura ha hecho popo —dice Zendaya con la pequeña en brazos.

—Pásamela yo la cambio, de todas maneras le toca comer —se levanta Sara. La toma en brazos y se va con ella escaleras arriba. Zendaya se sienta a mi lado, yo continúo tomando mi té, de a poco.

—Realmente creo que deberías ir a hablar con Tom —insiste.

—Daya, te quiero, pero en este momento necesito... espacio —replico. Ella suspira. Toma la taza de entre mis manos y me la quita—. ¿Pero qué...?

—______, eres mi amiga, has estado ahí para mí en mi peor momento, y te debo mucho —comienza a decir, y toma mis manos entre las suyas—, pero Tom también es mi amigo. Y en el último tiempo, he de reconocer que me he apoyado mucho en ti, y mi amistad con él ha sido negligente, lo sé. Y es hora de que eso cambie.

—Puedes ir con él si quieres, no me sentiré mal —le digo. Ella niega con la cabeza.

—No se trata de eso. Necesitas una dosis de "amor duro", y voy a ser pesada, pero quiero que sepas que te lo digo porque te quiero. Los quiero a ambos —explica—. Estás haciendo lo mismo que hiciste hace cinco años atrás, lo mismo que hiciste incluso antes de eso, cuando se conocieron. Estás escapando. Habías dejado de hacerlo pero ahora has vuelto a ello. No te enfrentas a tus problemas, los evades, y eso no está bien.

—No estoy escapando, simplemente necesito espacio, y tiempo. Necesito pensar —me defiendo. Ella niega con la cabeza.

—Necesitas hablar. Con Tom. Porque esto es un tema que les concierne a los dos. ______, él es tu esposo, y sí, has sufrido mucho, y hay miedo porque viviste lo impensable. Pero él también. Sé que es tu cuerpo, y es tu decisión. Pero esto no es algo que solo te concierne a ti, y lo sabes.

Me quedo en silencio. Zendaya suelta mis manos y se levanta.

—Voy a ir con Tom ahora. Pero espero que recapacites y hagas lo correcto —dice, y se marcha.

Me quedo mirando la puerta por donde se ha ido. Sus palabras han sido duras, pero no puedo evitar pensar en que son verdad. Antes, cuando Tintin estaba vivo, él era quien se encargaba de esto. Y en estos años sin él, no he tenido a nadie que lo haga. Es duro, como recibir una cachetada, pero también necesario.

—Tiene razón, ¿lo sabes, no? —dice Sara a mis espaldas. La miro y asiento.

—¿Puedo estar sola un rato? —pregunto. Ella asiente y vuelve a subir las escaleras.

Me envuelvo más en la manta y me recuesto en el sillón, mirando la taza de té humeante. Extrañaba a mi mejor amigo más que nunca, sobretodo en estos momentos. Extrañaba nuestra amistad. Él hubiese sabido perfectamente que decir.

Pienso en lo mucho que lo he necesitado estos años, en lo mucho que lo he necesitado este último tiempo. Perder a Martin fue la gota que rebalsó el vaso. Pero si Tintin hubiese estado allí... tal vez, tal vez el dolor hubiese sido un poco más soportable. Tal vez no estaría tan rota. O tal vez él me habría ayudado a colocar cada pieza, cada pedazo de mí, de vuelta en su lugar.

Me volteo y quedo boca arriba, mirando las vigas de madera del techo. El recuerdo de Tintin jugando en estás, pero en su casa, me hace reír. Casi puedo escuchar los gritos de su madre regañándolo cuando lo hacía.

Mis ojos se llenan de lágrimas. No puedo quedarme allí, pensando en lo mucho que lo necesito, en lo que hubiera sido si él siguiera vivo. De nada sirve llorar sobre la leche derramada. Lo que ha pasado, no es posible de deshacer. Pero si puedo intentar arreglar el presente, al menos, conversar sobre ello.

Me levanto, me deshago de la manta y saco mi teléfono del bolsillo. Marco a Tom y me acerco al ventanal. La brisa nocturna me ayuda a encontrar las palabras cuando contesta.

—______ —me dice, suena como aliviado. Muerdo mi labio.

—Lo siento. Salí corriendo de nuevo —susurro.

—Está bien, está vez he aprendido la lección. Si tu escapas, yo te sigo —replica. Río.

—Suena algo psicopático —bromeo.

—Un poco —admite—, pero no volveré a cometer los mismos errores de hace cinco años.

—Ni yo —afirmo—. Voy a casa.

—No te preocupes, Harrison ya me está llevando a la suya, espérame allí —responde.

—¿No estás enojado? —pregunto.

—Los viejos hábitos son difícil de olvidar —replica. Sonrío con amargura—. No, no estoy enojado. Además, ya has demostrado que no eres la misma chica que huye de sus problemas, me has llamado.

Sonrío, y limpio una lagrima que se me ha escapado de mis ojos.

—Necesité un empujón de una amiga —admito.

—Todos necesitamos un empujón de vez en cuando —sentencia.

El sonido de una bocina me obliga a alejar un poco el teléfono de mi oreja. Luego, sonidos metálicos, alguien maldice. Más bocinas, y luego, nada.

—¿Tom? —le llamo. Nada—. ¡Tom!

Y se corta.

***

... ¿Creían que esto no podía empeorar? Recuerden que soy la Diosa del Drama ;)

Les leo, lectores insaciables <3

¿Cuánto dura un para siempre? (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora