Fear and passion

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Suspiro mirando como Jack Sparrow lucha contra el personaje de Penelope Cruz, cuyo nombre no recuerdo. Estoy haciendo una maratón de Piratas del Caribe. ¿Por qué? Porque me encanta. No tengo excusas para mis gustos tóxicos. Muchos tal vez preferían a Will Turner, y no los culpo, pero Jack... Uf. ¿Por qué siempre resulta tan atractivo el chico malo? Loki, Hardin Scott, H... Ese afán que tenemos algunos por lo que sabemos que es malo es masoquista.

Pero como alguna vez escuché, para ser un trabajador del área de la salud, eres un puto masoquista empedernido. Y aunque me gustaría negarlo, sé que no es cierto. Es un dilema, una dicotomía entre el querer que los demás estén bien, pero también soñar con que te llegue alguien empalado.

Tal vez sea una psicópata. O más bien una sociópata. Ya ni se, no me gustaba mucho psiquiatría.

—¿Estás sentada? —pregunta Tom. Levanto la cabeza, saliendo de mi trance, y lo miro.

Con una bandeja en sus manos, entra a nuestra habitación con su pantalón de pijama gris y una sudadera blanca. Cojo en control remoto para pausar la película y acomodarme bien en la cama. Sonrío y él deposita la bandeja sobre mis piernas. Observo las tostadas recién hechas, con la mantequilla aun derritiéndose sobre estas. Una taza de té humeante y un omelette recién hecho se encuentran también en la bandeja. Levanto la cabeza.

—Me vas a mal acostumbrar si sigues trayéndome desayuno a la cama —bromeo. Se encoge de hombros—. ¿Hasta cuándo me tendrás en abstinencia de café? —pregunto. Resopla.

—Aidan me explicó que...

—Cuando a Aidan le crezca un útero puede comenzar a opinar y decir que es mejor o no —le interrumpo, ligeramente molesta. Mi adicción al café se puede comparar con la adicción a la heroína.

—Sabes tan bien como él que no es bueno consumir café durante el embarazo —replica Tom, cruzándose de brazos, como si eso le diera más fuerza a sus palabras. Arqueo una ceja.

—Los estudios dicen que no hay nada malo con tomar una taza de café al día —argumento. Tom se inclina ligeramente.

—Y ambos sabemos que en el trabajo ya tomas una. A mí no me engañas —responde. Suelto un bufido.

—Voy a matar a Leo —susurro.

—No lo culpes a él. No necesito que me lo diga para saberlo, te conozco muy bien —dice, sonriendo con suficiencia.

Le fulmino con la mirada y volteo para concentrarme en mi desayuno. Tomo la taza y bebo un sorbo, Tom se aleja y a los pocos segundos llega con una bandeja para él. Vuelvo a colocar la película y comemos tranquilamente.

Cuando acabamos, Tom recoge las bandejas y las va a dejar a la cocina. Me acurruco entre las sabanas y miro atentamente a Sam Clafin, con su espectacular torso al descubierto. Tom entra por la puerta y se sienta junto a mí. Pasa su brazo por mi espalda, atrapando mi cintura y acercándome a él. Apoyo mi cabeza en su pecho y continúo mirando embelesada la película.

—Si lo sigues mirando así me pondré celoso —me advierte. Río y le miro.

—Lo siento, pero tienes que admitir que es muy guapo —me defiendo. Rueda los ojos.

—Lo sé —sonríe, se inclina y deposita un beso en mi frente.

Vuelvo a apoyar mi cabeza en su pecho y abrazo su torso. Se siente tan bien estar así con él, después de pasar por unas semanas en el infierno. Su mano acaricia mi espalda, y la otra mi brazo. Es una paz que hace mucho me hacía falta.

—________ —me llama Tom. Levanto la cabeza y le miro.

—¿Sí? —pregunto. Tom me mira unos segundos, noto que está compungido por algo.

¿Cuánto dura un para siempre? (Tom Holland y tú)Where stories live. Discover now