Unroyal - She

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El sonido del monitor. La bomba de infusión con su suave sonido indicando que iba entregando el suero, el oxígeno saliendo de la mascarilla. Fuera de la habitación, el ajetreo normal de una sala de cuidados intensivos. Dentro, la frágil paciente cuya vida estaba en un punto crítico.

La paciente cuyo corazón estaba fallando y daba sus últimos suspiros. La paciente que llevaba el cabello teñido de rosa anteriormente, y ahora era verde. La paciente de piel cetrina y fría, labios morados y contextura escuálida. La paciente de la que me había enamorado.

Dejé a Rachael en el momento en que supe que Renae estaba en el hospital. Era como si las últimas semanas no hubiesen pasado. Simplemente me levanté, balbuceé algo que no recuerdo, y corrí. Corrí porque no sabía si era demasiado tarde. Corrí porque tengo esperanza. Porque la quiero.

Allí estaba ella, aún viva, pero apenas. Sostengo su mano con suavidad pero firmemente. Quiero que despierte. Necesito que despierte. Tengo que convencerla. El tiempo está en nuestra contra, pero aún puedo hacer algo, aún puede salvarse. Ella tiene que vivir, aunque no termine conmigo, ella tiene que vivir.

No dejo de observar su pecho moverse, indicando que aun respira. Creo que nunca habia estado tan concentrado en la respiración de alguien. Bueno, con una excepción.

El monitor se acelera un poco, levanto la cabeza preocupado. No me he movido de ahí desde que llegué, siento mi cuerpo algo entumecido, pero no me importa. Renae se remueve un poco. Me levanto de golpe y me inclino para mirarla de cerca. Abre los ojos lentamente, su vista divaga por el techo hasta toparse con mis ojos.

—Aidan —susurra con voz rasposa—, ¿Qué haces aquí?

—Soy doctor ¿recuerdas? —bromeo, aunque la preocupación se mantiene intacta. Ella sonríe.

—Sabes a lo que me refiero —replica, mirándome fijamente. Suspiro.

—No importa cuánto intentes alejarme, no me iré, aunque no me quieras acá.

Levanta su mano temblorosa y la coloca en mi mejilla.

—Por supuesto que quiero, Aidan —susurra, traga saliva—. Sé lo que dije, pero... creí que era lo mejor.

—¿Mejor para qué? —pregunto, me acerco más a ella—. Renae no te dejaré sola. Nunca.

Ella sonríe y sus ojos se humedecen. Acerco su mano a mi cara y deposito un beso en sus nudillos. Cierra los ojos y observo como unas lágrimas se escapan y se deslizan por sus mejillas. Vuelvo a sentarme y me acerco más a la camilla.

—Renae —la llamo. Abre los ojos y me observa—. Por favor... déjanos tratarte. Aún podemos hacer algo, aun puedes salvarte.

Suspira.

—Hay muchas cosas que podemos intentar. Si lo aceptas, voy ahora mismo a llamar a aquellos doctores en Alemania. Te colocaran en la lista de trasplantes de inmediato y te daremos medicamentos que te harán sentir mucho mejor, te lo prometo.

Los ojos de Renae se colocan vidriosos, y a través de la mascarilla, puedo ver que su labio inferior tirita.

—Solo dilo. Por favor —ruego, le doy un beso en el dorso de su mano—. Por favor —suplico. Las lágrimas se deslizan por mis mejillas, los dedos de Renae las atajan, ella también llora—. Quédate conmigo.

Apoyo mi cabeza en la baranda de la camilla y dejo que mi cuerpo se libere, llorando todo lo que no lloré en aquellas semanas infernales. La impotencia de no poder hacer nada me carcome. Renae acaricia mi pómulo y me mira fijamente, sorbiéndose la nariz de vez en cuando. Tras unos minutos, me calmo. Me sonríe y deja caer su mano sobre la mía. La miro esperanzado.

—Lo siento Aidan —comienza a decir—. He aceptado esto desde hace mucho tiempo. No quiero seguir luchando contra lo inevitable, es inútil.

Sus palabras hacen añicos mi corazón, como si miles de vidrios se enterraran en mi pecho.

—No quiero tratamiento —continúa. Cierra los ojos, conteniendo un sollozo—. Tienes que dejarme ir.

Cierro los ojos y aprieto los dientes. Quiero gritar y romper en llanto, pero no puedo. Desde el primer momento supe que esto pasaría, y aun así, la esperanza es como un parasito que crece a expensas de ilusiones. Y ahora me destrozaba.

No puedo quebrarme. Debo mantenerme fuerte. No por mí, sino por ella. En sus ojos puedo ver que, a pesar de todo, aquello le asusta. No voy a dejarla sola, me quedaré. Aunque su decisión me destruya.

Me levanto de la silla. Renae me mira asustada. Aprieto los botones y bajo la baranda de la camilla. Sonríe entre lágrimas. Se hace a un lado y me siento, acurrucándola entre mis brazos. Su cuerpo está al borde de la hipotermia, su respiración es dificultosa. Puedo sentir los huesos bajo su piel, ha enflaquecido bastante desde la última vez que la vi.

Comienza a relatarme de su viaje por Amsterdam y Berlin, dos lugares que quería visitar antes de que fuera demasiado tarde. Le pregunto porque ha vuelto a Londres, y me alegro al darme cuenta que ha vuelto a contactar con su familia y que iba a volver a casa. Iba, porque en el aeropuerto, mientras hacía escala, colapsó.

No sé si ella lo nota, pero puedo escuchar como los pitidos del monitor comienzan a enlentecerse poco a poco. Somnolienta, cierra los ojos y apoya su cabeza en mi pecho. Parece dormida, pero al ver el monitor, veo que sus pulsaciones han bajado a 35 latidos por minuto. Está muriendo.

El tiempo se detiene para mí. Observo su cabello y aparto algunos mechones de su rostro. Su bello rostro. Pienso en todo el tiempo que perdimos. Tal vez si no hubiese insistido habríamos aprovechado más el último mes. Pero si no se hubiese ido, no habría conocido más lugares. Y aunque me extrañó, sé que disfruto su viaje. Lo noté por la forma en que hablaba, por las fotografías que me mostró.

Los segundos pasan en nuestra contra. La abrazo y en su oído susurro una de sus canciones favoritas: Give me love de Ed Sheeran.

Los pitidos se hacen más lentos.

Su pecho deja de moverse.

En el monitor aparece la línea continua.

Y recién ahí, dejo salir todo el dolor que hasta ese momento había aguantado. La aprieto entre mis brazos y lloro desconsoladamente mientras un enfermero y la doctora de turno entran. La doctora coloca una mano en mi hombro y me abraza.

Ella está muerta.

Renae está muerta.

***

Búnker cerrado porque ya veo que salen con sus horcas

Les leo, lectores insaciables <3

¿Cuánto dura un para siempre? (Tom Holland y tú)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ