Capítulo 34.*

31.7K 1.6K 144
                                    

Después de un largo viaje, llegué a España, los chicos se quedaron el Londres. ¿El problema? No sabíamos donde estaba ni por donde empezar a buscar.

Cuando recibí la llamada de Bianca, pensé que me moría, en el buen sentido. Al fin la habíamos encontrado.

Nos dió la dirección de en donde se encontraba. Nos perdimos un par de veces pero conseguimos llegar a primera hora de la mañana.

La abuela de Bianca es agradable. Nada más llegar me hizo subir a la habitación de ella para despertarla, en cambio Mario se negaba a que fuera yo.

Al abrir la puerta la vi durmiendo tranquilamente. Me senté en el borde de la cama y le acaricié el pelo.

Al rato se despertó y le sonreí, ella hizo lo mismo.

-Hola.-se desperezó sin dejar de sonreír.- Te eché de menos.

-Y yo a tí.

Me incliné y la abracé con todas mis fuerzas. Era un alivio que estuviese bien.

-¿Y Annabet? ¿Está bien?- nos separamos.

-Sí. Está en el hospital con mi madre y las chicas.

-Lo siento. Todo esto es mi culpa.

Negué con la cabeza y la volví a abrazar. Sé que lo ha pasado mal estos días y, que la navidad no volverá a ser lo mismo.

- No es tu culpa. Han detenido a Marcos y no volverá a acercarse a tí o a Annabet.

-Esta bien. ¿Eso que estoy oliendo son galletas? - sonrió como una niña pequeña.

-Si, según tu abuela son tus favoritas.

Apartó las mantas de un golpe y se levantó de un salto.

-Vamos, son las mejores galletas del mundo.

-Lo sé, ya las probé. - me levanté para ir con ella.

- Pues vamos. - me cogió de la mano y empezó a correr hasta la cocina.

-¡Buenos días!

-Hola Bianca, ¿Quieres galletas? - dijo la abuela de Bianca alegremente.

- Si, si que quiero galletas.

Se sentó en la mesa junto a su tía y cogió las galletas que le ofrecía su abuela, y yo me senté a su lado.

La verdad es que las galletas estaban muy buenas.

Mientras Bianca se duchaba, yo estaba en el salón descansando, ya que había llegado por la mañana.  Mi madre me había mandado un mensaje para avisarme de que le habían dado el alta a Annabet, cosa que me alegró bastante. Un grito me sacó de mis pensamientos, y en la puerta del salón estaba una chica de unos quince años con cara de sorprendida. Se sentó a mi lado y volvió a gritar, por lo que Bianca bajó.

- Lara, ¿Por qué gritas?

- Por nada. - dijo seria e intentando parecer tranquila.

- Si gritas por Zayn tienes un problema muy grande. No es para gritar, si fuese otro sería más lógico. - Se tiró en un sillón. - Por cierto, es mi prima Lara.

Asentí y le sonreí.

-Y... ¿Es verdad lo de que una fan dejó un bebé en tu casa?

Iba a contestar pero Bianca se me adelantó.

- Lara, vete. Tengo que hablar con Zayn.

Ella se fué sin decir nada y Bianca se sentó donde antes estuvo su prima.

-¿De qué quieres hablar?

- De Annabet. No quiero que te enfades, pero a Annabet no la dejo una fan en tu puerta, fui yo.

- No lo entiendo.

- El sobre que me trajo el otro día Liam tiene los papeles de la adopción de Annabet. Yo la adopté y te la dejé a ti haciéndome pasar por una fan.

No sabía qué pensar. Si me había enfadado con ella, no por lo que hizo, si no porque me mintió.  La miré a los ojos y ví que estaba muy arrepentida, pero eso no quita que hubiese cambiado mi vida.

-¿Por qué? - susurré aún sin creerme lo que me estaba contando.

-No lo sé, fuí a ayudar, y al verla la quise adoptar. Lo hice sin pensar. Lo siento.

- ¡¿Y me la tenías que dejar a mí?! - exclamé enfadado.

-¡Lo siento, pero me pareció cruel devolverla, pero si quieres mañana la devuelvo al centro de adopción! - gritó enfadada.

-No. Solo quiero que me expliques por que no me lo has dicho desde el principio. - dije esta vez más calmado.

-Me dió pena. Los demás bebés no jugaban con ella.- miró al suelo.

-Vale.

Me crucé de brazos y miré por la ventana. Sentí la mano de Bianca en mi hombro, pero no me giré, se merece que la ignore.

- No me ignores.- sollozó.

-Te lo mereces.

Me abrazó y no tardé ni cinco segundos en responderle. No puedo estar enfadado con ella, la quiero demasiado.

-No te puedo ignorar, y mucho menos enfadarme contigo.

-Lo sé. Soy adorable.

Cogí un cojín y le dí con el en la cara.

-Eso por egocéntrica.

Los dos reímos a la vez que empezábamos una guerra de cojines. El salón estaba completamente desordenado, seguro que la abuela de Bianca nos mataría. ¿Cómo se llamará? Llevo aquí un día y aún lo sé.

- Tonta, ¿Cómo se llama tu abuela?

-Mari, y no me llames así, idiota. 

Me tiró un cojín a la cara que hizo que cayese al suelo. Bianca lo único que hizo fue reírse, pero a mí no me hizo gracia, me dolía el trasero. Seguro que estaría días sin sentarme.

- ¿Se puede saber qué le habéis hecho al salón?

Nos giramos hacia la puerta y, Érica, la tía de Bianca estaba de brazos cruzados apoyada en el marco de la puerta. Me puse rápidamente en pie.

-Cuando venga tu abuela se va a enfadar, sabes que no le gusta en desorden. ¿Que tal si recoges todo esto y vais al parque? O a dar una vuelta

-Vale tía. Pero no le digas nada a la abuela que es capaz de dejarme sin galletas.- dijo con cara de preocupación.

-Bien, mientras me llevo a este chico a hablar. - pasó un brazo sobre mis hombros y sonrió. - Vamos.

Fuimos a la cocina y me hizo una seña para que me sentase mientras ella recogía.

-Y cuéntame, ¿Cómo es tu relación con mi sobrina?- dijo mientras guardaba unos vasos.

Suspiré.

- Complicada, y muy extraña.

-Explícate.

-Pues, se supone que somos mejores amigos, pero sé que le gusto y yo, bueno, yo estoy enamorado de ella.

Érica se rió y miró hacia la puerta en donde estaba Bianca, esta negó con la cabeza mientras tenía una sonrisa en los labios y se acercó a mí, dándome un beso y abrazándome.

- Yo también estoy enamorada.- me susurró al oído Bianca.

Un bebé inesperado. (UBI #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora