Capítulo 13.*

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Cuando me levanté por la mañana, Annabet seguía durmiendo plácidamente. Me giré aún estando en la cama y los rayos del sol me dieron directamente en los ojos. Yo creo que el sol debería de tener un botón de apagado, así no toca tanto los huevos por las mañanas. Me levanté para ir al baño, me quité el pijama y me metí en la ducha. Mientras me relajaba debajo del agua escuche unos llantos, suspiré cerrando el grifo, me puse una toalla alrededor de la cintura y fui hasta Annabet. En cuanto me vio, su llanto cesó y movió los brazos alegremente. 

La miro unos segundos y sonrío; no lleva aquí ni un a semana y ya es importante para mi, la verdad es que le cogí cariño muy rápido. La cojo y la vuelvo a tumbar a los pies de la cama, y le quité el pijama  a la vez que le hacía cosquillas. La cogí en brazos y volvía al baño, por que nadie, y cuando digo nadie, también incluyo a la bebé, me quita el poder relajarme en la ducha, bueno, en este caso en la bañera. Esperé a que se llenase, me metí en el agua junto a la pequeña. Annabet chapoteaba en el agua hasta que apareció Luk, mi patito de goma, ella lo cogió y se lo metió en la boca, como hacen todos los bebés.

-¡No! Luk no es comida.- lo tiré fuera de la bañera y la giré a la vez que empezaba a llorar.- A ver, mi casa, mi pato, mis normas. Tu y, por supuesto, Bianca estáis en mi casa por lo tanto tenéis que seguir mis normas. A si que, Luk no es comida para bebés y si Bianca sigue enfadada, bien por ella, pero que no traiga a sus novios. Mi casa y mis normas, y los novios de mi mejor amiga, de puerta para fuera.

Durante todo mi discurso, Annabet me miró con atención pero, creo,  que sin entender mucho. Salí de la bañera poniéndome otra vez la toalla y enrollando a Annabet en otra. Parecía un gusano. La puse en la cama, rodeada de cojines y me vestí.

1 de Diciembre, hace sol y a la vez frío, pero es Londres, no se puede esperar mucho más. Annabet se niega a desayunar y a tomar su jarabe y Bianca sigue enfadada y encerrada en su habitación, y teniendo en cuenta que falta poco para las once, creo que va a llegar tarde a la Universidad.

-Que te tomes el desayuno.- le dijo por tercera vez a Annabet.

Ella empujó el biberón y miró para el suelo. Vale. ¿Quieres guerra? Pues guerra tendrás. La cogí en brazos y fui hasta el garaje. Miré por todas las estanterías hasta encontrar lo que estaba buscando. Lo cogí y, con Annabet aún en brazos, volví a la cocina. La senté en una silla, y con la cuerda que acababa de coger la até, lógicamente, no muy fuerte y le puse el biberón delante.

-Hasta que no esté vacío, no te desato.- la miré desafiante

Me senté al otro lado de la mesa y esperé a que se tomase la leche.

2 horas. 2 horas esperando a que se tome la estúpida leche y nada, ahí seguía el biberon bien lleno, y por cierto, Bianca seguía encerrada en su habitación como una marmota. Decidí desatar a Annabet. Me levanté, dejé mi taza de café en el fregadero y al girarme vi como se tomaba la leche. Al fín. Ya me empezaba a estresar. Ahora viene la guerra del jarabe. Llené la jeringuilla y me acerqué para dárselo, a la vez que apartaba el biberón. Sorprendentemente se lo tomó a la primera. Empiezo a pensar que la idea de estar atada a una silla no le gusta.

Le quito la cuerda y la guardo. La pongo sobre mis hombros y ella empieza a reír. Me paré en frente de la puerta de Bianca.  Le solté una mano a Annabet y llame a la puerta. Segundos después apareció Bianca en pijama, despeinada y con cara de dormida.

-¿Qué quieres?- dijo frotándose los ojos.

-Nada. Solo saber si piensas salir de tu cueva e ir a la Universidad.

-No, no pienso salir de mi cueva y no, no pienso ir a la Universidad.

-Bien.- bajé a Annabet y ella la cogió.- Quédate con ella, tengo que ir a ensayar, hoy por la noche tenemos concierto.

-Vale, pero ¿Hoy por la noche con quién se queda? Porque yo no puedo.

-No, no tienes nada que hacer, te quedas con Annabet.- bajé las escaleras seguido de Bianca.

-Vale, entonces le digo a Marcos que venga, y ya corto con el mañana.- se encogió de hombros.

-No, tus novios fuera de mi casa, te las arreglas Bianca, lo mio es trabajo, lo tuyo es zorrear.

Salí de casa sin esperar respuesta por su parte, no quería seguir discutiendo con ella.

Ensayar, la cosa que más pereza me da en este mundo. Me gusta, pero me da pereza.

-¿Que tal con Annabet?- me preguntó Niall mientras se comía una galleta.

-Bien, intentando que no se coma a Luk.

-¿Y Bianca? - Louis tan oportuno.

-Mal, se enfadó conmigo por preguntarle como se llama el chico que le gusta y aún por encima me dice que va a traer a su novio a casa. Yo a ese no lo quiero ni en mi casa y mucho menos en el mismo continente que Bianca.

 -¿Celoso?- preguntó Harry levantando y bajando las cejas.

-No, claro que no... Bueno, puede que un poco.

-Ya. Bueno, sigamos.- como siempre, Liam termina con nuestro tercer descanso en menos de dos horas.

Mientras los chicos se dirigían al estadio en el que dentro de tres horas tenemos un concierto yo voy a casa a por Annabet, para que Bianca pueda tener su cita y que Danielle conozca a la pequeña.

Abrí la puerta a la vez que escuchaba la risa de Bianca y Annabet, que provenían de la cocina. Me dirigí hacia la cocina y al entrar ví a una chica pelirroja, ojos verdes, piel blanca y un poco más baja que yo.

-Hola.- saludé mirándola extrañado.

-Hola, soy Sara, la niñera.

Un momento. ¿Desde cuando Annabet tiene niñera? Espero que esto no sea cosa de Bianca, aunque lo más probables es que lo sea. Me parece increíble, le pido que se quede ella a cuidar de Annabet y va y contrata a una niñera. Cada día la entiendo menos, que yo recuerde, era ella la que, cuando éramos pequeños, se quejaba porque no quería tener una niñera.

Suspiré y volví a mirar a la chica.Estaba apoyada contra la encimera mientras miraba su móvil.

-¿Y Annabet?

-¿Quién es esa?- ¿De verdad? No creo que haga un buen trabajo si ni siquiera sabe como se llama el bebé.

-El bebé que tienes que cuidar.

-Umm... No se, la deje en el salón. Creo.

Entré al salón y ví a la pequeña agarrada al borde de una estantería, de pie, intentando coger una figura de cristal.

-De eso nada, monada. No la cojas.- ella se giró y me miró a la vez que acercaba la mano hasta la figura.- No la cojas. No, Annabet, no la cojas.

Avancé hacia ella y la cogí antes de que tirase la figura. ¡Puf! Menos mal que no la tiró, me la había regalado mi madre y la apreciaba mucho. Subí a mi habitación, preparé la mochila de Annabet y baje de nuevo  a la cocina.

-Sara, te puedes ir, no hace falta que te quedes.

-¿Me vas a pagar?

¡Pero que morro!

-Pues claro que no.

-Pero Bianca me dijo que si.

-Mira, mañana hablas con ella y que te pague.

-Zayn, no es por ser grosera, pero necesito el dinero, yo no sé cuidar a bebés, pero Bianca me dio este "trabajo" para ayudarme. Necesito el dinero para pagar una operación para mi madre.

Lo pensé unos segundos y decidí ayudarla, sonaba sincera y me dio pena.

-Vale, la cuidarás.- sus ojos se iluminaron.- Pero no aquí, ahora tengo un concierto, a si que tu vienes.

-Vale.

Un bebé inesperado. (UBI #1)Where stories live. Discover now