Capítulo Dos: Preparativos de Boda

41.6K 993 60
                                    

Capítulo Dos: Preparativos de boda.



Ese chico espantoso se quedó paralizado mirándonos a mi padre y a mi. ¿Cómo se supone que tengo que reaccionar? Vale, hasta ahora me he comportado más o menos bien, pero, ¿ahora? ¿Nadie me dijo que iba a tener un hermanastro. ¡Agg! Irónico momento de mi vida, ¿qué va a ser ahora de mi? Bueno, a lo mejor me estaba pasando y ese chico, por muy feo que fuera, seguro que era una buena persona. ¡Venga, ánimo!

Saliendo de mis pensamientos, sonreí nuevamente y Lidia carraspeó incómoda. Mi padre solo podía disimular el disgusto que le provocaba el careto del chico.

   –Hijo, ¿por qué no dices nada? No te he educado para que te quedes ahí pasmado. –sugirió Lidia reprobándolo con la mirada. El chico, como si nada, dejó de mirar a su madre y se dirigió a nosotros.

   –Hola, soy Daniel, encantado de conoceros. –tendió una mano a mi padre y luego,  me dio dos besos. ¿Cómo podía hablar con ese timbre? Parecía que tenía un pito en la voz. ¡Qué horror!

   –Buenas, igualmente. –susurré sonriendo como una tonta. Luego, Daniel miró a mi padre pensativo y pensé, por un momento, que descubriría el pastel.

   –¿Y bien? ¿Os apetece sentaros? –sugirió Lidia mientras hacía lo propio. Todos la imitamos sonriendo como palurdos. ¡A mi padre se le veía el plumero!

   –Bueno, Miriam, ¿cómo ves esto? –preguntó mirándome fijamente. Ahora observo el color de sus ojos, azules oscuros.

   –Bien, creo que, si estáis enamorados, es la mejor forma de expresarlo. –expliqué tratando de sonar convincente. Lidia suspiró aliviada, parece una buena mujer, a excepción de que es asquerosamente rica, lo cual no es malo del todo.

   –¡Genial! ¿Y tu, Daniel? –preguntó mirando a su hijo. Éste sonrió enseñando sus braquets de colores y asintió.

   –Está bien. –anunció mirando hacia… ¿hacia dónde? Por culpa de esas gafas no divisaba sus ojos. Se acomodó en el sillón y empezó a balancear las piernas de un lado a otro, como un niño chico.

   –Muy bien, si todos estáis conformes, ¡ya no hay problema! –exclamó haciendo palmaditas. –Y, ahora, vamos a conocernos mejor…

Empezamos a lanzarnos preguntas y respondiendo a todas. Casi todas iban dirigidas a mí o a Daniel, ya que, nosotros éramos los que no nos conocíamos de nada. Me preguntaron dónde estudiaba, si era feliz allí, cómo eran mis amigas, mis aficiones… ¡todo! A lo que les respondí amablemente. A Daniel, por su parte, le preguntaba mi padre, en vez de Lidia, para conocerlo mejor. Parece que a él le ha pillado de sopetón, como a mi. Me alegra, así que yo no soy la única estúpida…

   –Bien, como ya nos conocemos – ¡Y una porra! –, ya podemos dar un paseo –. Hace una pausa para luego mirar el reloj de la pared –. ¡Uy! ¡Qué tarde es! Mejor si os quedáis a cenar, ¿qué os parece?

Mi padre y yo asentimos ante la perspectiva de cenar en condiciones, y no esas latas horribles que saben a vómito. Últimamente no hacíamos más que comer alimentos en latas, bueno, solo yo ya que, mi agraciado padre, se la ha estado pasando bien con Lidia, seguro que comían en restaurantes de lujo… ¡Qué vergüenza!

Mientras estaba pensando, veo que Daniel se levanta bruscamente y mira a su madre de una manera muy inquietante. Se ve que la quiere mucho porque la admira con veneración. Mi padre y ella se adelantaron y nosotros nos quedamos un poco atrás. Me incomoda pensar que voy a tener un hermanastro, ¿mayor? Hombre, por la pinta que tiene parece un chico más pequeño que yo, pero, nunca se sabe. Entonces, opto por preguntarle.

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora