Capítulo Veintisiete: ¡Comienza un nuevo trimestre! ¿Las cosas pueden ir peor?

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Capítulo Veintisiete: ¡Comienza un nuevo trimestre! ¿Las cosas pueden ir peor?

8 de enero de 2013.

El sonido insistente de mi despertador hace que mi sueño pesado se vaya a la mierda y, como consecuencia, apague el cacharro sin delicadeza. Abro los ojos y bostezo mientras me destapo rápidamente y pienso qué día es hoy, dónde estoy y un montón de cosas más que no tienen sentido.

Vale, hoy es lunes, el primer día del segundo trimestre… un comienzo también en lo que se refiere a cantar pues por la tarde tendría que ir a la empresa… ¡Hoy iba a ser perfecto! Tenía un buen presentimiento, no sé porque, pero hoy no saldría nada mal… Me levanto de un salto y voy directa al baño. Me miro al espejo y repaso las imperfecciones de mi rostro como, por ejemplo, que tengo ojeras de campeonato y la marca de la almohada en mi mejilla derecha. En fin, cosas que no son del todo irreparables. Mi pelo alborotado pronto estará mojado a causa del baño que me daré… ¡Empecemos!

*~*~*~*

Decidí que lo que mejor me quedaría ese día era un pantalón pitillo de color añil, unas botas altas negras y una camisa negra también, sin escote y de manga larga. Apostaría lo que sea a que fuera hace un frío de miedo. Así que me puse un pañuelo con un estampado de círculos de diversos colores y cogí un abrigo azul marino con botones algo grandes…

En cuanto a mi pelo, me lo sequé y me lo recogí en una trenza de lado. Me miré de nuevo en el espejo y observé que estaba más blanca que la leche, por lo que me puse la base y un poco de lápiz de ojos. Un brillo en los labios y listos. En cuanto me sentí bien, bajé hasta el comedor y observé que no había nadie. Miré el reloj por si acaso me había levantado tarde, pero no, marcaba las siete y media. A ver, si mal no recuerdo, Daniel tenía el examen a las nueve menos diez, por lo que era demasiado temprano como para haber salido ya, aunque no sabía cómo actuaría en estas situaciones, a lo mejor prefería irse muy temprano y estudiar mucho, quién sabe…

No lo pensé demasiado y, cuando iba a ir a la cocina para hablar con Rosa, ésta se presentó detrás de mí y me dio un susto.

—Buenos días Rosa, no me des esos sustos mujer… —sonreí en cuanto vi su cara de culpa.

—Lo siento, ha sido sin querer. ¿Qué quieres para desayunar? ¡Espera! No me lo digas, te haré unas buenas tostadas con aceite y tomate. Quédate aquí. —me guiñó un ojo y la llamé antes de que se perdiera de vista.

—¡Rosa! —se volteó —, ¿sabes dónde están todos? —pregunté sonriendo.

—La señora Lidia dijo que hoy tenía una reunión importante con la empresa, ya sabes… El señor Luis dijo que hoy tenía cosas que hacer y se fue bien temprano por la mañana, y el señorito Daniel… —me miró y sonrió extrañamente —, se fue alrededor de las seis… ni siquiera me dejó que le preparara el desayuno. —puso los brazos en jarras, enfadada. —¡Si uno no desayuna estará mal todo el día!

Se fue refunfuñando algo y yo me senté en una de las sillas de la gran mesa y suspiré. Jo, no le pude desear suerte…

*~*~*~*

Al salir, un viento me recorrió y tirité sin poderlo evitar. Crucé el gran jardín y pensé por el camino a qué distancia estaría mi instituto… Si antes me llevaba diez minutos andando, ahora serán veinte porque estoy más lejos… En ese momento apareció el chófer —engalanado en un traje negro, como siempre — y me saludó educadamente.

—Señorita, ¿desea que la lleve al instituto? La señorita Lidia fue muy explícita y me pidió que la llevara. —sonreí fingidamente porque esto era demasiado. ¡¡Mis compañeros me verían llegar en limusina!! Como veis, son demasiado cotillas aunque, pensándolo mejor, ya todos deben saber que vivo con unos millonarios, ¿qué más da entonces?

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora