Capítulo Quince: Beso con sabor a tarta de queso

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Capítulo Quince: Beso con sabor a tarta de queso.

Después de lo que ocurrió en el ascensor con Elisa –estoy empezando a odiar a esas máquinas –, Daniel y Alex nos esperaban en sus respectivos coches. Me pareció extremadamente raro la manera de actuar de Elisa, es decir, ella siempre ríe y va de buena onda, pero me ha mostrado su cara oculta. Su faceta malvada… ¿por qué me había dicho “tan amablemente” que no me separara de Alex? Era tan extraño todo que temí que la tarde fuera también de esa manera. Además, ya se había mostrado así antes, dejándome indefensa ante los periodistas.

Mis ganas de pasar una tarde/noche con Elisa eran del 0%. Nulas, imposibles, como quieran llamarlo. No quería ver como Daniel se besuqueaba con ella aun sabiendo que era tan malvada… porque no tenía otro adjetivo para calificarla. Hasta su tono había cambiado cuando me dijo aquello. Su voz parecía menos chillona pero igual de molesta.

 –Miriam, ¿te vas a montar o qué? –preguntó Alex mirándome extrañado. Asentí automáticamente y me subí al coche, en el asiento del copiloto. No me fijé en la reacción de Daniel, pero vamos, tampoco me iba a morir por ello.

Cerré la puerta y Alex se montó enseguida. Oí el rugido del motor proveniente del coche de Daniel, y luego vi como se alejaba de nosotros a toda velocidad. Miré al primo algo preocupada y él se encogió de hombros.

 –Es un crío. –argumentó arrancando. Sonreí, no le iba a quitar la razón.

 –¿A dónde vamos? –pregunté mientras giraba una esquina.

 –¿No lo has escuchado? –negué sonrojada. Estaba pensando en Elisa –. A una cafetería donde hacen unas crepes para chuparse los dedos.

 –¿Te gusta lo dulce, eh? –paró el coche y bajó la ventanilla. Sacó el brazo e introdujo la tarjeta en el parquímetro para poder salir. Una vez la barra ascendió, salimos sin problemas y Alex me contestó.

 –No más que tu. –lo miré sonrojada y sorprendida.

 –A mi si me gusta mucho… excepto la vainilla. – cambié de tema y arrugué la nariz. Era extraño pero verdad, no me gustaba nada.

 –Ya veo… Por cierto, ¿cómo vas? –dejé de mirar las nubes que empezaban a oscurecerse para fijar mi vista en él. En la mañana nevaba, y ahora había parado, pero temí que lloviera... prefería que nevara de nuevo, era tan bonito...

 –Bueno… la verdad es que, contando con que me han cambiado de casa, tengo una nueva madre, tengo un hermano y un primo algo… ¿desequilibrados?, ahora formo parte de una empresa de actores, voy a cantar y, lo más importante, ¡¡me hacen la comida!!, lo llevo bastante bien a decir verdad. ¿No te parece? –me señalo y hago una pose de mujer dura y él se ríe.

 –¿Yo soy un desequilibrado? –asiento.

 –Pegar a tu propio primo por una chica es una estupidez propia de desequilibrados. Yo no digo nada… –alzo las manos en señal de paz y él bufa.

 –Yo creo que si es importante, el amor es importante, ¿no crees? –para en un semáforo en rojo y me mira intensamente. Trago saliva.

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora