Capitulo Cuatro: Sorpresa y Trato.

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Capítulo Cuatro: Sorpresa y trato.

Estábamos en la habitación de Daniel, su cuerpo tan cerca del mío, me ponía nerviosa. No dejaba que me escapara, era su rehén y no me gustaba serlo, me sentía acorralada por todas partes…

¡Vamos a poner las cosas en orden!

Yo he descubierto que él no es un tonto como aparenta ser delante de TODOS. También sé que no quiere que le descubran y que, ahora que yo tengo ese conocimiento, él está metido en un lío… Luego Daniel descubre, no sé como lo ha sabido, que estamos engañando a Lidia, y eso nos empata en secretos. Entonces… ¿por qué narices tengo que obedecerle a él si yo puedo desvelar su secreto? Ya, porque él sabe el mío, mas no puedo caer en su trampa. Si el quiere guerra, yo se la daré, lo que no es justo es que tenga que hacer de criada para el señorito.

Aunque, por otro lado, lo que él sabe es mucho más grave que lo que yo conozco de él… además de que es imposible sospechar de la apariencia de Daniel porque la camufla genial… ¿qué diantres quiere demostrar con eso? No lo sé, ¡pero estoy fatal con esta situación y no puedo negarme, diantres!

–Entonces, ¿aceptas, santita? –inquiere sin apartarse ni un centímetro. Desvío mis ojos al suelo y asiento sin ganas.

–Si con eso no desvelas el secreto… acepto. –añadí a regañadientes –. ¿¡Pero para qué me quieres hacer tu criada si tienes a todos los empleados a tu disposición!? –. Espeté disgustada. Daniel se alejó conforme y se cruzó de brazos a la vez que me miraba con perversión.

–Esos empleados no pueden hacer lo que yo te voy a ordenar… –susurró con voz ronca y me miró de arriba abajo. ¡Qué descarado!

–¡Oye! ¿Qué pretendes? –esto se me ha ido de las manos. ¡Estaba loco si pensaba hacerme algo más allá de lo debido! –. Si no querías que estuviera en tu vida, ¿por qué me obligas a esto? –Daniel pareció fingir que pensaba en la respuesta.

–Porque he cambiado de opinión… además de que me vendría bien algo de ayuda… y solo puedo pedírtela a ti. –explicó descruzándose de brazos. No lo entendía del todo… ¿con qué tendría que ayudarle?

–Bueno, primero voy a dormir y ya mañana me lo explicas, ¿de acuerdo? –le aconsejé mientras abría la puerta dispuesta a irme.

Daniel se acercó rápidamente a mi y me cerró la puerta de golpe, ¿es que no se cansaba? Me di la vuelta para encararle y éste me susurró al oído…

–Ni se te ocurra decirle nada a nadie, tenemos un trato… –antes de alejarse me dio una cachetada en el culo y, sin creérmelo, me guiñó un ojo. Como es normal en mi, me puse más roja que el tomate y salí de allí por patas.




A la mañana siguiente, me desperté cansada y eso que eran las 12:30… Con todo lo ocurrido, no me había dormido hasta las 5 de la madrugada, por lo que ya podéis imaginar el aspecto que ofrecía… Además, había soñado con mi “amado” hermanastro y no se trataba de un sueño agradable…

Bajé a desayunar encontrándome la mansión vacía. ¿Dónde se habían metido todos los empleados? No le di mucha importancia porque vi a la cocinera cuando entré a la cocina. Era una mujer regordeta a la que le gustaba hablar hasta la saciedad. La había conocido esta semana que pasé conociendo mi nueva “casa”.

–¡Buenos día, Rosa! –saludé intentando disimular mi desgana tan temprano. La mujer se giró, se ve que estaba haciendo alguna comida pues traía las manos pringosas, y sonrió abiertamente.

–¡Buenos días, Miriam! ¿Has dormido bien? – ¿tanto se nota que no he descansado lo suficiente?…

–Pues, más o menos… no me acostumbro a mi nueva habitación aún… –mentí mientras miraba qué hacía Rosa.

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora