Capítulo Treinta y cinco: El juego...

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Capítulo Treinta y cinco: El juego…  

Elisa

Miércoles, 17 enero.

La estúpida brisa del viento hacía que mi trabajado peinado se deshiciera poco a poco. Fruncí el ceño, molesta con el peluquero que siempre me atendía. No iría más a su peluquería de porquería. Me encontraba en la terraza de mi mansión y, mientras esperaba que la sirvienta me trajera un café bien cargado, vi las noticias del canal 1. Con satisfacción, sonreí al ver mi rostro en la pantalla plasma, hablando sobre mi compromiso con el famosísimo Ren. ¡Estaba tan feliz! Y lo mejor es que lo tenía donde yo quería, a él y a la piojo de Miriam. La muy tonta no diría nada sobre mi chantaje puesto que yo sabía de la mentira que mantenían a las espaldas de Lidia.

Cuando me enteré solo pude reír y reír pues, a parte de ser un gran incordio entre Daniel y yo, era una idiota remilgada. ¡Ahora tendría un juego de cartas a mi favor! Y todo por la estupidez de su grandioso padre. ¿Quién apostaría su casa? ¡¿En qué mundo vivimos?! Era de locos, pero bueno, a mi esto me beneficiaba, así que… En cualquier caso, últimamente me sentía eufórica, tenía en mi poder a Daniel, a incontables reporteros, y a un gran infiltrado en la mansión de la gran Lidia Saldivar.

Esto último era mi mejor juego, el que he aprovechado, a mi parecer, al máximo. He sabido tocar las piezas necesarias como para que el infiltrado me brindara apoyo incondicional. He sabido camelármelo para llevarlo a mi terreno sin que se diera cuenta. Y es que, ¿cómo se podía ser tan idiota como para caer en las redes de la mujer de hielo? Obviamente me refiero a Lidia, pues esa mujer ha demostrado ser igual de fría y calculadora que yo al dejar a su hijo en las manos de dios.

Por otra parte, desde que esa zorrita de Miriam entró en la vida de Daniel, supe que cambiaría mis planes. En teoría, nada podría haber interrumpido mi relación con Daniel si no fuera por que Miriam entró y metió sus garras, para arrebatármelo. Pero bueno, son riesgos a los que me expongo y, por ahora, ninguno me ha detenido. Sin embargo, algo dentro de mí no estaba nada tranquilo cuando supe que Miriam estaría en su misma casa, a escasos metros de la habitación de mi novio… ¡Me ponía de los nervios!

Por supuesto sabía lo que hacían esos dos desde un primer momento puesto que mi infiltrado y las cámaras que él instaló en la mansión así me lo hacían saber. Las miradas que se echaban, las bromitas entre el señor y la criada… TODO, y no soportaba seguir siendo la segunda en el corazón de Daniel, por lo que intervine mostrando toda mi fuerza, todo lo que podía hacer si ella me lo quitaba.

No es que esté enamorada de Daniel, ¡ni pensarlo! Pero me escocía que me engañara con otra, ¡yo no era el segundo plato de nadie! Por lo que les chafé los planes antes de que él cortara conmigo.

Por otra lado, tenemos al inservible Alejandro, director de la empresa… ¡Vaya ayuda! Con él no podía contar ni en broma… Al principio pensé que podría alejar a Miriam de Daniel, pero el muy inútil era demasiado blando. Así que opté por aconsejarle un par de cosas… Como lo del ascensor… Obviamente, yo no me esperaba ese resultado lamentable, pero algo era algo. Solo le dije lo necesario, lo que quería oír para que se lanzase. Pensé que la quería realmente y por eso daría su mayor esfuerzo, pero me equivoqué. Me equivoqué una sola vez… Aunque debo reconocer que la vez en la que casi viola a la mocosa de Miriam mereció la pena. Recuerdo perfectamente que, a la mañana siguiente, mi infiltrado me explicó la situación en la casa y casi me moría de la risa. Debo admitir que me esperaba que ella hubiera salido peor parada, pero ¡cómo no! El héroe Daniel tuvo que meterse y estropearlo todo. A partir de ahí, no supe realmente nada de Alex pero, ¿para qué centrarse en ese perdedor? Después de haberlo investigado, supe que no significaba una amenaza para mí, por lo que lo dejé de lado.

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora