Capítulo Cuarenta y nueve: Confesión, preocupación.

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Autora: ¡Hola! Mucho tiempo sin publicar. Lo siento. ¡Pero ya estoy aquí! He leído todos los comentarios, ¡muchas gracias por vuestro apoyo! 

Este capítulo es el penúltimo y espero que os guste. Creo que es bastante emocionante. O al menos eso pienso. El caso es que no os entretengo más. ¡Leed y disfrutad!

Capítulo Cuarenta y Nueve: Confesión, preocupación.

 Un día después. 11:15 h.

Rodeé con mis brazos aun más la almohada y hundí mi rostro en ella, todavía con los restos de un maravilloso sueño en mi cabeza. Abrí los ojos poco a poco y la luz de la mañana inundó mis sentidos. Desde la ventana podía ver el maravilloso día que me esperaba. El sol había salido débilmente de entre las espesas nubes y daba a la estancia un color dorado agradable. Emití un bostezo y noté mi propia saliva pegada en mi mejilla. Sonreí como una boba y luego me puse boca arriba en mi inmensa cama; pensando en lo que pasó anoche. Aun no podía creerme que Alex volviera, ¡como tampoco lo cambiado y seguro que parecía! Claro que tuvo su momento de debilidad, como era lógico al saber que tus padres podrían repudiarle. Aunque yo creí realmente necesario añadir que ellos estarían siempre con Alex aun sabiendo sus preferencias sexuales. Simplemente, sería de tontos no querer a tu hijo por eso. Y aunque Francisco realmente daba un poco de miedo por lo estricto que era —doy fe de ello pues he pasado un mes en la empresa con él como director—, eso no quería decir que se alejara de su hijo por una cosa así.

Luego mi mente decidió recordar a mi querido Daniel. ¡Ayer fue tan…! ¡Ahh! No puedo expresarlo con palabras. Simplemente lo adoro. Debí reconocer que desde hacía semanas creí que yo no le atraía, que incluso me evitaba, pero tonta de mí saqué conclusiones erróneas. Sin embargo, ¿qué pensaría una chica de mi edad al estar junto a un actor terriblemente sexy? Que no valía para estar a su lado, que debería buscarse a otra chica mejor… Y aunque me falten cuatro meses para cumplir los dieciocho, estoy nerviosa pues soy una cría todavía. Y él es tan… En fin, mi cabeza ha decidido tomarse unas vacaciones y no pienso con coherencia. No encontraba la manera de expresarme bien y todo era culpa de Daniel.

Pero, como en todo día feliz, una nubecilla oscura se cernía sobre mi consciencia. Ayer no pensé con claridad, es más, estaba tan feliz que no procesé nada más que las sensaciones que Daniel me producía. Hasta tal punto de que lo hicimos sin protección…

En ese momento levanté mi cabeza y cogí la almohada, para luego ponerla encima de mi rostro. Soy idiota. Simplemente soy imbécil, cabeza hueca y una subnormal. ¿Por qué decidí seguir adelante aun sabiendo los riesgos que eso conlleva? Debería irme a la cárcel por ser tan tonta. Aunque pensándolo bien, mejor no, que Elisa estará por allí. ¡Ahh! ¿En qué estaba pensando?

Suspiré y tiré la almohada a un lado de la cama. Me eché las manos a la cara. Creo que estoy más roja que un tomate, mi cabeza solo da vueltas a lo de anoche, intentando pensar en lo que dije para que siguiéramos con lo nuestro. ¡Mierda! Si, las palabras exactas fueron:

“—Miriam, no aguanto más y no llevamos protección.

—No te preocupes….”

¿Yo dije, no te preocupes? ¿NO te preocupes? ¿En serio? Fui tan tonta… Ahh, pero sus manos estaban sobre mí y su cuerpo… Mmm, vale, no me arrepiento. Además, primero debo pensar qué día fue ayer.

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Where stories live. Discover now