Alissa ✔️

By Deborah_Coria

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Alissa
DEDICATORIA
♠ Prólogo ♠
♠ Ocultos por la luna ♠
♠ Noticia inesperada ♠
♠ Pequeños secretos ♠
♠ Nostalgia ♠
♠ Secretos oscuros ♠
♠ Camino a la perdición ♠
♠ Último recurso ♠
♠ La boda ♠
♠ La historia de Narisa ♠
♠ Sin perdón ♠
♠ Sombras en la oscuridad ♠
♠ Revelaciones ♠
♠ Pérdida de la Inocencia ♠
♠ Bienvenida a la Oscuridad ♠
♠ Condenada por Amor ♠
SEGUNDA PARTE ♠ Bienvenida al nuevo mundo ♠
♠ De regreso al pasado del nuevo presente ♠
♠ El Primer amor de Narisa ♠
♠ De Regreso a la Oscuridad ♠
♠ En busca del amor♠
♠ Prisionero del Deseo ♠
♠ Victoria ♠
♠ Rosas Negras ♠
♠ La Piedra de Luz ♠
♠ La Profecía ♠
♠ La Semilla del Mal ♠
♠ La era Oscura ♠
♠ La Rebelión ♠
♠ Lealtades y Traiciones ♠
♠ Preludio en tinieblas ♠
♠ El infierno se desata ♠
♠ Ensueño ♠
♠ Epílogo ♠

♠ Sedienta de Maldad ♠

214 20 17
By Deborah_Coria

Alissa se encontraba de pie junto a la ventana observando la inmensidad de la noche. El cielo nocturno era de un gris oscuro, amenazando con una gran tormenta. Su mirada perdida en el horizonte, en dirección a su antiguo hogar, la entristecía. Pese a dejar el luto de lado, hubiese deseado que fuera su padre quien la llevara hasta el altar.

Pese a su tristeza, se sentía feliz por casarse con Tadeus y estaba ansiosa por hacerlo. Esperaba que Victoria regresara con el velo para que la ayudara a colocárselo. Sus pensamientos vagaban entre la melancolía y la alegría.

La tormenta que amenazaba con caer esa noche, le recordaba un sueño que la acechaba desde hacía dos días. Ella escapaba una noche tormentosa junto a un hombre al cual no podía ver, mucho menos reconocer y se escondían en un establo. Tampoco sabía de qué escapaba o de quién, pero era algo maligno que podía acabar con sus vidas. No se había animado a hablar con nadie de ello, pues una pesadilla la tiene cualquiera. Pero despertaba inquieta, agitada y perturbada.

En ese momento, Victoria ingresó sonriente con el velo negro en sus manos. De forma inmediata comenzó a colocárselo. Al cabo de unos minutos en silencio, observó la tristeza en los ojos de Alissa.

—¿Qué te sucede? Hasta hace un rato se te veía feliz y ahora una sombra de tristeza se ha cernido en tu rostro.

—¿Tanto se nota? —la joven se apartaba para sentarse al borde de la cama seguida por la pelirroja—. Es que pese a haber dejado de lado el luto, hubiera deseado que mi padre me llevase al altar, que mi madre fuese mi dama de honor. En cambio, me siento sola.

—¿Sola? No puedo permitir que te sientas así. Nos tienes a todos nosotros que somos como tu familia. Estoy de acuerdo que no es lo mismo. Yo también extraño a los míos, pero aquí me siento como en casa.

—No quiero que Tadeus me vea así, se preocuparía en vano —dijo cabizbaja.

—Entonces, plasma la sonrisa que amerita la ocasión y vamos a terminar de arreglarte.

Se pusieron de pie y Victoria terminó de acomodar el velo. Alissa estaba hermosa en ese vestido negro que se ajustaba a su cuerpo, dejando notar aquellas curvas que enloquecían a Tadeus. Su cabello estaba recogido y sus rulos azules caían sobre sus hombros.

Abandonaron la habitación y caminaron por el gran pasillo oscuro, iluminado tenuemente con antorchas y velas que amenazaban con apagarse a causa del viento intimidante. Victoria sentía que su corazón se estrujaba en su pecho, pues el amor de su vida estaba a punto de casarse con otra mujer. Había roto su voto hacía muchos años atrás. Pero pese a desear acabar con la vida de Alissa o de revelarle la verdad, pesaba más en ella su lealtad hacia quien la había convertido en lo que era.

Mientras tanto, en la sala donde se celebraría la boda, Tadeus vagaba de un lado a otro para calmar su nerviosismo. Recordaba los hechos del pasado, pero sabía que ahora nada impediría que la boda se llevase a cabo. Uno de sus hombres se aproximó a él.

—¿Y mi padre?

—Está esperando a la novia.

Las puertas se abrieron y la música anunció la llegada de la novia. Alissa caminaba sonriente del brazo de sir Thoumas. No podía creer que al fin había llegado aquel día tan "esperado" por ella. Trataba de que los nervios no la consumieran, pero la verdad era que temblaba. Sentía todas las miradas posadas en ella. Muchas eran de codicia, pues ignoraba el gran poder que en realidad poseía.

Caminó tratando de olvidar a los presentes y enfocándose en su futuro marido, su compañero por toda la eternidad. Él estaba radiante en su traje blanco. Su sonrisa le demostraba los mismos sentimientos de amor que ella albergaba en su corazón. Ambos estaban deseando dar el "Sí". Pronto, sir Thoumas entregaba la novia a su hijo.

Y así la ceremonia comenzó. Ellos debían pactar con sangre su promesa de amor eterno. Tadeus pasaba una delicada daga sobre la palma de la mano de Alissa, y viceversa. Uno bebía la sangre del otro. Era la primera vez que la joven la probaba, aunque no lo sabía a causa de sus falsos recuerdos implantados, y le pareció exquisita. En cuanto el rito terminó, todos caminaron hacia el salón donde el festín los esperaba. Alissa era quien había decidido tener una ceremonia como los humanos, por lo que las siguientes dos horas estuvieron bailando junto a los demás invitados.

Mientras Alissa sonreía con júbilo al haberse casado con su amor, Victoria los observaba desde un rincón. En algún tiempo remoto ella había soñado con ser la esposa de aquel hombre que la dejaba de lado por la codicia. Sostenía su copa apoyada contra la pared, maldiciendo el hecho de que Leonardo no estuviese allí para detener la unión. Pero más le encolerizaba el ser tan leal a su amor. No se había animado a decirle a Tadeus que su rival se había marchado. De igual forma, supuso que él estaba al tanto por las bajas que habían sufrido la noche anterior. De todos modos, Tadeus no estaba inquieto ante tal suceso, ya que había conseguido —gracias a la pelirroja— alejar a Leonardo de su, ahora, esposa.

Pasada las dos horas bailando en el salón, los novios se retiraron a sus aposentos. Estaban deseosos de completar su unión mediante el acto carnal que los elevaría al paraíso por un rato.

Al ingresar a la habitación, enredados entre besos, Tadeus recordó que tenía un regalo de bodas muy especial para su joven esposa. Llamó mentalmente a uno de sus sirvientes, quien acudió de inmediato.

—Puedes traer el regalo para mi amada —ordenó con una sonrisa maliciosa y el sirviente obedeció—. Vas a amar mi obsequio.

Al cabo de unos minutos, su sirviente ingresaba con un humano encadenado. En otros tiempos, Alissa lo hubiese liberado, pero ahora podía sentir que la sangre la llamaba. El corazón palpitando acelerado a causa del terror en su víctima la excitaba, aunque ella trataba de no perder la compostura frente a su esposo. Sentía que no podía aguantar ni un minuto más sin hincar sus colmillos en la vena palpitante del hombre, que temblaba y palidecía ante su inevitable muerte. Tenía que drenar aquel dulce carmesí de una vez por todas.

Tadeus ordenó a su sirviente que se retirara, dejándolos solos para lo que vendría a continuación. Sabía que una vez que su amada esposa probara la sangre, ya no podría resistirse más a beberla a diario. Podía ver el pecho de la joven agitarse ante el deseo incontrolable de morder a su víctima. La tomó del mentón con fuerza y la besó. Era la primera vez que notaba los colmillos asomados en Alissa. Eso provocaba que él la desease más.

—Todo tuyo, querida.

La joven se lanzó sobre el hombre que rogaba por su vida. Pero ella no lo escuchaba, lo único que oía era el latido incesante del corazón. Una vez que cayeron al suelo, se le hizo más fácil vencer al hombre que trataba de poner algo de resistencia, pero en un parpadeo, el cuerpo sin vida era drenado sin piedad alguna.

Sentado en la cama, Tadeus se deleitaba con la escena. Era algo morboso de observar, pero era suficiente para él saber que ahora nada convencería a Alissa de cambiar de clan.

Una vez que la joven acabó de saciar su sed, se lanzó lujuriosa sobre Tadeus, quien disfrutó al verla de ese modo. Ni de Victoria había recibido tanto placer. Ahora restaba que concibieran un hijo. Si la profecía era cierta, Alissa tenía el don de concebir un heredero, en nombre del bien o del mal, para que reinara sobre la tierra, apoderándose del dominio del hombre.

****

Victoria se encerró en su habitación, se sentía más despechada que nunca. Tomó un pequeño bolso y guardó alguna de sus pertenencias decidida a irse, aunque su corazón le indicaba lo contrario. Pero estaba dolida por no poder ser parte de la vida de Tadeus.

Pensaba en volver a Inglaterra, donde su familia aún aguardaba por ella, como fue convertida en vampiro, les obsequió ese don a su familia para que la inmortalidad le diera mayor poder a toda una familia de brujos.

Se lamentaba por no haber escuchado a sus padres después de que Tadeus tuvo que abandonarla para cumplir con su compromiso. Pensó que como bruja lo podría manipular, pero estaba equivocada.

Abrió la puerta dispuesta a marcharse, llevándose la sorpresa de que del otro lado estaba sir Thoumas. En todo el tiempo que llevaban como aliados, nunca habían entablado conversación. Nunca tuvo su aprobación como amante y compañera de su hijo.

—Veo que tomas la mejor decisión.

Victoria ni se inmutó ante las palabras de Virtanen, lo aborrecía. El odio entre ellos era notable. A ella no le interesaba lo que él tendría para decirle, por lo que pasó por su lado sin decir nada.

—Tengo que tomar tu silencio como mi aliado. El que te vayas me deja muchas vías libres para decirle a mi hijo cómo debe hacer las cosas sin que recurra a ti.

Se detuvo. Una ira letal crecía en su interior, volteó a mirarlo, tratando de contener su impulso asesino que clamaba por salir. Dio unos pasos hacia él, no temía enfrentarlo.

—No me voy por ti, me voy por mí. He terminado mi trabajo. Tadeus ya obtuvo lo que necesitaba.

—Pero yo no he olvidado aquella chiquilla, enamorada de mi hijo, que le era leal.

—Todo ciclo tiene su fin, Thoumas. Pero no sufras, sé lo que estás pensando. No traicionaré a quien me dio la inmortalidad. Aunque eso no te incluye, tal vez algún día venga por tu cabeza... O se lo dejaré a Narisa, quien te cree muerto. Tu artimaña para engañarla puede ser descubierta. ¿Qué crees que pasará cuando tu máscara se caiga y ella venga por ti? Piensa en eso.

La pelirroja amaba quedarse con la última palabra, le hacía sentirse poderosa. Se alejó de sir Thoumas saboreando aquella pequeña victoria. Claro que ella no tenía pensado matarlo, pero tenía muchos otros planes en mente.

****

En la madrugada la tormenta arremetía con fuerza. Truenos y relámpagos jugaban en la oscuridad y la lluvia impactaba con fuerza sobre la tierra. Alissa tenía otra vez aquella pesadilla donde escapaba junto a un hombre, refugiándose de la tormenta en un establo. Como las otras dos veces, comenzaba a inquietarse, su respiración se aceleraba y se agitaba, provocando un vaivén violento en su pecho.

Sentía la lluvia a lo lejos mientras se entregaba al amor. Pero luego, una sombra oscura irrumpía en el establo, amenazando con acabar con su vida y la de su amante. Pronto se encontraba peleando por sobrevivir y por salvar al hombre que la había convertido en mujer.

—¡Leonardo! —gritó desesperada, despertando sobresaltada a la vez que se sentaba en la cama.

Llevó su mano al pecho en un intento por calmar su ansiedad. Miró hacia Tadeus, pero éste dormía profundamente. Se levantó y se dirigió hacia el balcón. Sentía algo extraño dentro de ella, no sabía con exactitud qué era. Emociones extrañas surgían cada vez que tenía esa pesadilla y la confundían. Esa noche fue la primera vez que soñó más allá del establo. Lo curioso era que los sueños se sentían muy reales. Pensó que tal vez la tormenta de la madrugada había influido en sus sueños.

—¿Todo bien?

La joven se sobresaltó al escuchar la voz ronca de Tadeus, quien había salido a su encuentro para luego estrecharla entre sus brazos. Notó cierta inquietud en la joven.

—Sí, la lluvia me despertó —comentó tratando de desviar la conversación.

—Vas a empaparte.

—Como si importara. Me encanta la lluvia, la hermosura de los rayos en armonía con los truenos.

Permanecieron en silencio. Dudaba en contarle acerca de sus sueños, los consideraba una simple pesadilla sin imaginar que en realidad no eran más que recuerdos.

—Oí que pronunciabas el nombre del asesino de tus padres.

Alissa se apartó de él la distancia necesaria para poder mirarlo. Sentía que el cuerpo le temblaba por completo, hasta creyó que se desmayaría. No parecía que él se hubiese percatado del grito de ella, pero solo fingió estar dormido.

—No recordaba su nombre. Me estresa soñar con aquella noche —confesó cabizbaja la joven.

—La tormenta acechaba como hoy. Me resulta curioso ver que todavía te gustan los días así.

Alissa se sentía un tanto confundida. Los sucesos de la noche en que perdió a sus padres no eran tan claros. Eran imágenes borrosas que intentaban desvanecerse en su memoria.

—No quiero verte mal.

—Es que no recuerdo casi nada. ¿Por qué?

—Porque me pediste que bloqueara tu memoria el tiempo que fuese necesario para que cicatrizaran tus heridas. Evidentemente tu subconsciente tiende a no querer olvidar, pero si me dejas puedo hacer un trabajo más completo y borrar todo tu pasado.

Tadeus llevaba sus manos hacia la cabeza de Alissa para comenzar con el proceso, pero ella se las tomó y las bajó.

—No es necesario. Quiero recordarlo para matarlo con mis manos. Han pasado muchos años desde que mis padres fallecieron, me he tardado mucho en planear una venganza. ¿No crees?

—Lo que tú digas. Ahora que eres la reina del inframundo, muchos tomarán alianza contigo para llevar a cabo tus planes.

Tadeus la rodeó con sus brazos y permanecieron contemplando el horizonte. El amanecer se aproximaba, pero no importaba, Tadeus estaba por completar sus planes: Alissa acabaría con la vida de Leonardo, lo que le aseguraría el reinado de oscuridad para toda la eternidad. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro, al fin las cosas salían a su favor. 

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