♠ Último recurso ♠

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Alissa fingió quedarse bajo llave en su cuarto ante su "impredecible" enojo durante el desayuno. En un ataque de ansiedad y angustia, cogió un pequeño bolso y guardó algo de dinero y joyas que podrían servir para escapar. Salió cuidadosamente por la ventana, bajando por la enredadera que la bordeaba. Fue sigilosa para que nadie la viera o la escuchara. Recordó que Snow nunca regresó al castillo, tal vez algún animal salvaje lo había atacado y su pobre corcel se había convertido en su cena.

Atravesó el jardín a gran velocidad, escabulléndose por entre los arbustos y los rosales que lo decoraban. Llegó al bosque, esta vez decidida a no entrar y tomar uno de los caminos. Pero sus planes se vieron frustrados, pues uno de los caballeros de la guardia del rey arrastraba el cadáver de su corcel, quien no poseía cabeza. Horrorizada ante tal escenario, se escabullo por el interior del tenebroso bosque, ahogando sus gritos con sus manos.

Recordó aquel suceso extraño cuando algo macabro la acechó la noche anterior. Rogaba que no volviera a suceder lo mismo y que pronto estuviera en el pueblo. Pero todos sus deseos se desvanecieron al sentir que alguien la seguía. Apresuró su paso, mientras el pánico asaltaba su corazón.

Presa del pavor y, después de tanto paso apresurado, notó que estaba perdida, como le sucedía últimamente cada vez que algo la atemorizaba en aquel oscuro lugar. Le resultaba extraño que algo así le sucediese, puesto que conocía muy bien el bosque. Estaba en la parte más oscura y sabía que algo aterrador e inexplicable estaba tras ella. Tal vez fue aquello lo que acabó con la vida de Snow, pero no tenía intención alguna de averiguarlo. No era un animal y no era un humano, era la misma bestia que la había perseguido la noche anterior. Sentía que todos sus miedos se materializaban e iban tomando forma a medida que escuchaba que se aproximaba, haciendo crujir las ramas por las que pasaba.

Buscó dónde esconderse por un rato, para despistar a quien la seguía y encontró una pequeña cueva de ramas secas que un día conformaron un arbusto. Se introdujo en aquel pequeño lugar, esperando que todo acabara pronto. Cerró sus ojos tratando de calmarse y sin darse cuenta se encontró susurrando el nombre de su amado, deseando que él apareciese de la nada. ¿Pero cómo iba a saber lo que le sucedía?

Escuchó unos pasos acercándose a su refugio. Cubrió su rostro en un intento de escabullirse y no ser vista, pero no tenía el don de ser invisible con solo cubrirse con sus brazos. Tenía su corazón a punto de escapar de su pecho, la respiración se le entrecortaba ante tal amenaza. Estaba perdida, aterrada y lo peor de todo era que nadie sabía que estaba allí.

Luego escuchó un golpe seco y un silencio rotundo envolvió aquel lugar. Era como si toda amenaza se hubiese desvanecido en el aire. Levantó su rostro, secando las lágrimas que la habían desbordado. Alguien extendió su mano por entre las ramas secas y pronunció su nombre. Alissa salió con miedo y su corazón dio un vuelco de felicidad cuando se encontró con Leonardo. Lo abrazó y besó envuelta en el júbilo que significaba verlo.

—Tuve mucho miedo —susurraba en los brazos de su amado.

—No debes andar por estos lados del bosque. Hay muchos animales salvajes que pueden atacarte y acabar con tu vida.

—No era un animal. Esa misma cosa me siguió anoche cuando te fui a buscar al pueblo. Eso no era ni un animal ni un humano, su velocidad era increíble.

—¿Y cómo sabes que no era un animal? ¿Pudiste ver bien lo que era?

—No... Pero como te dije, la velocidad no era normal.

—¿Y qué hacías ahora atravesando el bosque?

—Iba a buscarte.

—Alissa, no fue lo que acordamos —la regañó como a una niña.

—No entiendes, Tadeus me traicionó y la boda será esta noche. Debemos escapar ahora mismo si es necesario.

Leonardo no mostró sorpresa ante las palabras de Alissa, ya sabía lo que iba a suceder, el mismo Tadeus se lo había advertido. Pero no dejaría que lo separaran de ella. Trató de calmarla entre sus brazos, como solía hacerlo cada vez que la ansiedad la carcomía por dentro.

—Vuelve al castillo. Déjame apresurar los planes. Antes de que te cases, estaré yendo por ti.

Alissa asintió con la cabeza. Leonardo la besó dulce y apasionadamente. Ella sentía que las esperanzas se apagaban con cada segundo que pasaban separados, pero confiaba en él. Sabía que Leonardo jamás la traicionaría. Caminaron juntos en dirección al castillo en completo silencio hasta llegar al jardín, donde se despidieron tras un largo beso.

A pesar de que Alissa no deseaba regresar a su habitación, no tuvo otra opción. Corrió por el extenso jardín y trepó por las enredaderas hasta su balcón. Una vez que ingresó, vio todo tal cual lo había dejado, nadie había ido por ella en ese lapso de tiempo. Escondió el bolso bajo su cama y se acostó. Tal vez ahora sí conciliaría el sueño y todo el cansancio abandonaría su cuerpo joven. 

 

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Alissa ✔️Where stories live. Discover now