♠ Sedienta de Maldad ♠

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Alissa se encontraba de pie junto a la ventana observando la inmensidad de la noche. El cielo nocturno era de un gris oscuro, amenazando con una gran tormenta. Su mirada perdida en el horizonte, en dirección a su antiguo hogar, la entristecía. Pese a dejar el luto de lado, hubiese deseado que fuera su padre quien la llevara hasta el altar.

Pese a su tristeza, se sentía feliz por casarse con Tadeus y estaba ansiosa por hacerlo. Esperaba que Victoria regresara con el velo para que la ayudara a colocárselo. Sus pensamientos vagaban entre la melancolía y la alegría.

La tormenta que amenazaba con caer esa noche, le recordaba un sueño que la acechaba desde hacía dos días. Ella escapaba una noche tormentosa junto a un hombre al cual no podía ver, mucho menos reconocer y se escondían en un establo. Tampoco sabía de qué escapaba o de quién, pero era algo maligno que podía acabar con sus vidas. No se había animado a hablar con nadie de ello, pues una pesadilla la tiene cualquiera. Pero despertaba inquieta, agitada y perturbada.

En ese momento, Victoria ingresó sonriente con el velo negro en sus manos. De forma inmediata comenzó a colocárselo. Al cabo de unos minutos en silencio, observó la tristeza en los ojos de Alissa.

—¿Qué te sucede? Hasta hace un rato se te veía feliz y ahora una sombra de tristeza se ha cernido en tu rostro.

—¿Tanto se nota? —la joven se apartaba para sentarse al borde de la cama seguida por la pelirroja—. Es que pese a haber dejado de lado el luto, hubiera deseado que mi padre me llevase al altar, que mi madre fuese mi dama de honor. En cambio, me siento sola.

—¿Sola? No puedo permitir que te sientas así. Nos tienes a todos nosotros que somos como tu familia. Estoy de acuerdo que no es lo mismo. Yo también extraño a los míos, pero aquí me siento como en casa.

—No quiero que Tadeus me vea así, se preocuparía en vano —dijo cabizbaja.

—Entonces, plasma la sonrisa que amerita la ocasión y vamos a terminar de arreglarte.

Se pusieron de pie y Victoria terminó de acomodar el velo. Alissa estaba hermosa en ese vestido negro que se ajustaba a su cuerpo, dejando notar aquellas curvas que enloquecían a Tadeus. Su cabello estaba recogido y sus rulos azules caían sobre sus hombros.

Abandonaron la habitación y caminaron por el gran pasillo oscuro, iluminado tenuemente con antorchas y velas que amenazaban con apagarse a causa del viento intimidante. Victoria sentía que su corazón se estrujaba en su pecho, pues el amor de su vida estaba a punto de casarse con otra mujer. Había roto su voto hacía muchos años atrás. Pero pese a desear acabar con la vida de Alissa o de revelarle la verdad, pesaba más en ella su lealtad hacia quien la había convertido en lo que era.

Mientras tanto, en la sala donde se celebraría la boda, Tadeus vagaba de un lado a otro para calmar su nerviosismo. Recordaba los hechos del pasado, pero sabía que ahora nada impediría que la boda se llevase a cabo. Uno de sus hombres se aproximó a él.

—¿Y mi padre?

—Está esperando a la novia.

Las puertas se abrieron y la música anunció la llegada de la novia. Alissa caminaba sonriente del brazo de sir Thoumas. No podía creer que al fin había llegado aquel día tan "esperado" por ella. Trataba de que los nervios no la consumieran, pero la verdad era que temblaba. Sentía todas las miradas posadas en ella. Muchas eran de codicia, pues ignoraba el gran poder que en realidad poseía.

Caminó tratando de olvidar a los presentes y enfocándose en su futuro marido, su compañero por toda la eternidad. Él estaba radiante en su traje blanco. Su sonrisa le demostraba los mismos sentimientos de amor que ella albergaba en su corazón. Ambos estaban deseando dar el "Sí". Pronto, sir Thoumas entregaba la novia a su hijo.

Alissa ✔️Where stories live. Discover now