♠ Noticia inesperada ♠

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Las velas iluminaban tenue el vestíbulo, donde el frío se percibía igual que en el exterior. Desde allí era posible escuchar las risas y voces de las personas reunidas. Alissa miró de reojo a Leonardo y suspiró, buscando el valor para continuar. Caminaron con sigilo tratando de entender lo que decían los invitados, pero no había nada más audible para la joven que su inquieto corazón. A esas alturas daba por sentado que sabían de su ausencia y aquel acto traería sus consecuencias. A cada paso que daban las velas parecían danzar regalando formas de sombras que los seguían hasta perderse en el siguiente candelabro.

Los amantes ingresaron a la sala, aún tomados de las manos, buscando con la mirada a Narisa y Patrick, quienes se encontraban sentados en elegantes sillones de cuero y piel de oso. Junto a ellos estaban los visitantes, sir Thoumas Virtanen y su bella esposa, Gladys. Las miradas de los cuatros se posaron en ellos y, en especial, en sus manos que habían tomado un color blanquecino a causa de la fuerza del agarre.

Los dos se sobresaltaron ante la aparición repentina de un joven. Sus ojos se clavaron primero en Leonardo y luego en Alissa, a quien sonrió con cierta gracia para luego tomar su mano y depositar un beso a modo de saludo.

—Sir Tadeus Virtanen. —El joven acompañó su presentación con una reverencia. Se las ingenió para separar las manos de los jóvenes y guiar a Alissa hacia la sala.

Ella volteó a mirar a Leonardo tratando de entender la situación que se presentaba ante ellos.

—Hija, ven con nosotros. Leonardo, ¿nos puedes dejar a solas? —Usaba un tono gentil, pero escondía algo tras sus palabras. Algo que le dibujaba una sonrisa triunfante en su rostro.

—Padre, madre, yo... —titubeó con un poco de miedo para regresar su vista hacia el joven.

—Está bien. Podemos hablar después, no te preocupes. —Leonardo bajó su cabeza y caminó hacia el vestíbulo sabiendo lo que pasaría a continuación. Posó su mano en la perilla y titubeó antes de abrir la puerta, mirando con recelo hacia atrás. No había nada que hacer respecto de lo que vendría.

Alissa permaneció inmóvil en medio de la sala. El silencio que se produjo incomodó a todos los presentes hasta que Narisa habló con delicadeza para invitarla una vez más a sentarse, pero ahora junto a ella, dando pequeños golpecitos en el sofá. Alissa miró con recelo a su madre y decidió sentarse frente a la ventana, lo cual provocó un gesto iracundo en sus progenitores. Ella entendió lo que vendría a continuación, quería huir de allí, fugarse con Leonardo para no volver nunca más.

—Hija, Tadeus ha regresado de Inglaterra luego de terminar su doctorado en medicina —comentó Patrick con seriedad, haciendo una presentación formal del joven.

Ahora lo recordaba, lo había visto en muy pocas ocasiones cuando eran niños, por eso no lo había reconocido. Había cambiado mucho desde su infancia.

Una ira comenzó a crecer en el pecho de Alissa y se extendía por todo su cuerpo, provocando que sus mejillas adoptaran un leve color rosa. De todos modos, algo la mantenía dócil y atada al sofá: el respeto hacia sus padres. Las palabras no hallaban espacio entre sus labios para oponerse a lo que vendría.

—Sí, acepto —musitó, al mismo tiempo que llevaba con delicadeza una de sus manos a la sien, frotándola suavemente para aliviar el dolor.

Todos brindaron con sus copas de vino en representación del júbilo que sentían ante la respuesta de la joven. Luego continuaron hablando acerca de los preparativos de la boda, mientras Alissa permanecía ajena a la situación.

Se sentía aturdida, perdida ante el mundo que la rodeaba, era como si todo girara a una velocidad mayor. Un dolor punzante en su pecho hizo que posara sus manos allí para dominar el dolor. Las lágrimas contenidas en sus ojos estaban deseosas de danzar por sus mejillas para desembocar en sus labios, pero se mantuvo fuerte. Entonces, recordó el anillo de diamantes y zafiros que Leonardo había depositado en su dedo anular con la ilusión de llevarla al altar y reafirmar su amor ante Dios como testigo. Ese anillo le había costado muchas horas de trabajo y esfuerzo, podía recordar la alegría plasmada en su rostro cuando una noche, bajo delicados copos de nieve, le pidió que fuera su mujer.

Alissa ✔️Where stories live. Discover now