♠ Ocultos por la luna ♠

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La oscuridad de la noche se alzaba abrazando todo a su paso. Una espesa neblina cubría el paisaje obligando a los pueblerinos a permanecer en sus hogares. Eran muchas las leyendas que solían contarse respecto de noches así. La única que parecía no temerle a nada era la joven hija del rey, Alissa, quien aprovechaba las sombras para escabullirse hasta un frondoso árbol para encontrarse con Leonardo, un inmigrante italiano que le debía la vida a la reina Narisa.

Había aparecido en circunstancias extrañas como único sobreviviente en el navío en el que viajó como polizón. La muerte rodeaba al joven y todos los ojos se posaron en él culpándolo de la desdicha. ¿Pero qué culpa podría tener respecto de las pestes de aquellos tiempos?

Narisa había convencido al rey de decretar su inocencia, alegando que el joven había pasado por mucho desde el momento en que escapó del hambre que azotaba toda Italia. No le costó mucho convencerlo, la mujer poseía grandes encantos y muchos decían que se debía a poderes otorgados por alguna bruja.

Hubo una noche en particular, la más fría de todas, en la que uno por uno fueron muriendo los esclavos y la servidumbre del castillo. Los cuerpos eran encontrados sin una gota de sangre y tenían una palidez nunca antes vista. El rey recurrió a la iglesia y a curanderos, no podía definir el tipo de enemigo al que se enfrentaba.

Narisa aprovechó la oportunidad para recomendar a Leonardo, puesto que necesitaba un trabajo y un lugar donde dormir sin andar vagando por la fría noche, aguardando por una muerte segura.

—Él ha traído la maldición aquí —protestó Patrick Van der Vaart ante el extraño pedido de su esposa.

—¿Qué daño puede ocasionar un joven tan indefenso como él? —objetó la reina.

Y al día siguiente Leonardo ocupaba un lugar en la cocina, así fue como conoció a la intrépida joven. Una muñeca de porcelana con el cabello más oscuro que la noche misma y carnosos labios carmesí. Ella notó su presencia de inmediato e ingresó a la cocina para analizar al joven que la observaba.

—¿Tú eres Leonardo? —preguntó mientras se posicionaba frente a él. Aquel hizo una reverencia y ella dejó escapar una risa.

—Usted ha de ser la princesa —más que una pregunta era una aseveración.

—¿Tan cruel lo trataba su país para venir a un lugar tan lejano? Aquí no fue bienvenido por las masas y no los juzgo, yo también sospecharía que fuese el único sobreviviente de una embarcación fantasma.

—Lo siento, no quise resultar una amenaza. Yo creo que la muerte viene por mí y de algún modo he logrado evadirla.

Alissa permaneció en silencio por un breve momento. Había sido un tanto grosera con alguien que apenas podía reponerse de la desgracia que lo acechaba.

—Lo siento, creo que he sobrepasado los límites, pero tenía que ver por mis propios ojos al culpable del terror de mi pueblo.

—¿Y cuál es su veredicto? —se animó a preguntar.

—Eso aún está por verse.

Sin darle más vueltas al asunto, Alissa abandonó la cocina intentando crearse una idea respecto del inmigrante.

Esa misma noche, ignorando las advertencias de su padre, la joven realizó su rutinario paseo nocturno. La neblina lo cubría todo y el frío calaba hondo en sus huesos. La llama de su antorcha se apagó por completo al llegar a la zona limítrofe con el bosque. Ramas crujientes, búhos y demás animales nocturnos deambulaban siguiendo los pasos de Alissa. Un gruñido fue lo único que logró erizar su piel y obligarla a detener su marcha. Inmovilizada y sin poder acudir a la ayuda de algún guardia, comenzó a rezarle a su dios pidiendo protección, sintiendo cómo su respiración se agitaba a medida que los gruñidos parecían acercarse a ella. Sus piernas pesaban y un cosquilleo las adormecía. En cuanto sintió que aquello que la espiaba desde las tinieblas se abalanzó sobre ella, cubrió su rostro y cayó de inmediato al suelo.

—¡Señorita! —La voz agitada de un hombre la hizo volver en sí. A lo lejos se podía ver la flamante llama de una antorcha. Leonardo corría hacia su dirección para socorrerla.

Los ojos atemorizados se clavaron en el joven y, aferrándose a él, Alissa logró ponerse de pie. Su cuerpo tembloroso buscaba refugio en el pecho del joven que agitaba la antorcha en busca de lo que ocasionó el estado de la princesa.

-—C...Cómo...? —Alissa estaba al borde del colapso y le costaba articular las palabras.

—Tranquila, está a salvo.

—¿Usted también lo escuchó?

—¿El gruñido? Sí. Ahora volvamos al castillo, estará más segura allí.

Una vez dentro, en la cocina, la joven comenzó a calmarse. Aún no sabía si estar agradecida o dudar del joven. Con un tazón caliente entre sus manos y el fuego de la chimenea, estuvo dispuesta a hablar de lo sucedido.

—¿Cómo sabía que estaba allí? —inquirió sin apartar la vista de Leonardo, quería estudiar a fondo sus expresiones.

—Su madre recurrió a mí por ayuda. Estaba preocupada por sus salidas nocturnas y las cosas extrañas que han estado aconteciendo. Fue entonces que un gruñido extraño me alertó de una posible amenaza y, al no poder detectar el lugar de origen, me enfoqué en buscarla en el lugar al que la vi ingresar. —Ante el silencio incómodo que llenó la habitación, Leonardo se animó a preguntar- ¿Cuál es su veredicto respecto a mí?

Alissa pareció pensativa, esbozó una sonrisa y sus ojos brillaron con intensidad.

—Me ha protegido a costa de su propia vida. Seremos leales el uno al otro.

Y con aquellas últimas palabras no se equivocó. Cadenas invisibles ataron sus corazones y vencieron toda diferencia entre ellos. Lo que nos regresa al comienzo, donde el firmamento cubre sus cuerpos en la oscuridad y los eleva hasta el majestuoso cielo. Esa noche irían por más, dispuestos a desafiar todo, Leonardo pediría la mano de Alissa.

El temor, presente en el corazón de los amantes, se apoderó aún más al ver una lujosa carroza, con detalles en oro, justo frente a la puerta principal del castillo.

—No sabía que tendríamos visitas, menos a estas horas —murmuró Alissa.

—No importa, eso no nos detendrá. —Leonardo sonaba seguro y sin más tiempo que perder, tomó con fuerza la mano de su amada y continuó avanzando.

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Alissa ✔️Where stories live. Discover now