Dornstrauss

By PrinceLendav

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Todos piensan que un buen doncel no puede ser un soldado. Eso rompería con todas las reglas de conducta: los... More

Dornstrauss
Introducción
Introducción (2)
La Historia de Einar, Parte I: Un doncel mal educado
La Historia de Einar, Parte I: Un doncel mal educado
La Historia de Einar, Parte I: Un doncel mal educado
La Historia de Einar, Parte II: Un novato sospechoso
La Historia de Einar, Parte II: Un novato sospechoso
La Historia de Einar, Parte III: Un gran aspirante a ser soldado
La Historia de Einar, Parte III: Un gran aspirante a ser soldado
La Historia de Einar, Parte III: Un gran aspirante a ser soldado
◈Valkar◈
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
◈Celebración◈
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
◈Für Elise◈
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
Valor
Valor (2)
Valor (3)
Fuerza
Fuerza (2)
Fuerza (3)
Lealtad
Lealtad (2)
Lealtad (3)
Lealtad (4)
Lealtad (5)
Sabiduría
◈Anuncio◈

La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional

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By PrinceLendav

Parte I


Los soldados heridos emprendimos nuestro camino hacia Frizgal después de que se alejaran los que irían a Sorum. Quienes podíamos caminar tuvimos que hacerlo todo el trayecto, puesto que la aldea no estaba muy lejos y casi todos los caballos se fueron con el General Volksohn. Los demás fueron llevados en carretas.

Nos instalamos en varias posadas distintas en toda la aldea. Durante el tiempo que estaríamos hospedados, ahí se nos daría comida y podríamos descansar hasta que el General pasara por nosotros.

Rustam y yo compartimos cuarto en un parador cerca del centro de Frizgal. La habitación estaba en el primer piso, por lo cual Rustam tuvo que ser cargado por dos hombres y llevado hasta su cama; fue una odisea hacer eso sin molestar a los huéspedes.

La recámara era de espacio reducido, tenía dos camas separadas por una mesa de noche, un banco, un tocador y una ventana que iluminaba el lugar. Había un cuadro algo extraño colgado de una pared y en otra estaba el escudo de Valkar pintado sobre la madera.


Al caer la tarde de nuestro primer día en aquella posada, un doncel llamó a la puerta de nuestro dormitorio. Llevaba comida para una persona y, cuando me vio abrir y recibirlo, se mostró algo desconcertado.

—Una disculpa, me dijeron que en esta habitación había un soldado que no podía caminar y me encargaron traerle comida, pero parece que usted puede mover sus piernas perfectamente...

—No te equivocaste —interrumpió Rustam desde dentro antes de que yo pudiera decir algo—. Es solo que Einar tiene el descaro de no invitarte a entrar y ver si hay alguien más aquí.

Me aparté de la entrada inmediatamente para que el doncel pudiera dejar la comida en la mesa de noche. Lo hizo en silencio, pero su postura no reflejaba la timidez con la que solía ver a los donceles acercarse a otros varones, sino todo lo contrario: se paraba erguido, mirando al frente. Era lindo, de ojos y cabello marrones, cuerpo delgado, y poseía la típica cintura marcada que yo nunca tuve. Vestía una falda larga como las que yo tanto detestaba usar, pero a él se le veía tan bien que no pude evitar sentir algo de envidia.

—Pido disculpas por nuestra inconveniente inutilidad —agregó Rustam cuando el otro chico dejó la comida junto a él—. Te has topado con un par de soldados heridos de los cuales uno puede caminar, pero no mover los brazos, y otro puede mover los brazos, pero le es imposible caminar.

—Es un tanto irónico, no lo voy a negar—contestó el doncel soltando una risa discreta—. Sin embargo, supe que podría pasar algo así desde que me dijeron que recibiríamos soldados que venían del campo de batalla. No esperaba menos.

El doncel caminó unos pasos para salir de la habitación pero se detuvo cerca de la puerta, como si hubiese recordado algo.

—Hablando de ello, ¿puedo preguntarles algo?

—Adelante —contestó Rustam gentilmente.

— ¿Cómo es el campo de batalla? ¿Qué se siente pelear en una guerra?

A mi amigo le extrañó un poco la pregunta, pero yo sonreí, encantado.

— ¡Es de lo más horrible y emocionante que pudieras ver en la vida! —Exclamé con regocijo.

Entusiasmado por contar todo lo que había pasado en la frontera con el bosque, invité al doncel a sentarse en el banco que había en el cuarto, pero cuando Rustam me vio hacer eso, inmediatamente me llamó la atención.

—Einar, ¿no conoces la caballerosidad? Déjalo sentarse en tu cama, no seas descortés.

El doncel empezó a reírse.

—No hay problema —dijo entre risas, caminando para cerrar la puerta—. Estaba a punto de ser el primer varón que no me ofrecía su asiento, habría sido muy divertido.

Al escucharlo decir eso, noté que se me había olvidado por completo que estaba fingiendo ser un varón. Entre donceles, no solíamos cedernos el asiento.

El chico terminó sentándose cerca de la esquina de mi cama; yo me quedé un poco lejos, procurando tener mi espacio personal intacto.

Comencé mi relato hablando sobre lo que había pasado en la primera batalla, intercambiando comentarios con Rustam sobre lo desesperante que era pelear con más de una criatura que trepaba por nuestro cuerpo con furia. El doncel nos escuchó con atención, mas hubo un momento en el que nos interrumpió con una pregunta.

—A todo esto, ¿por qué Valkar está en guerra con el bosque? ¿Qué acaso el conflicto que tuvieron hace años no estaba resuelto, ya?

—Quedó pospuesto —contestó Rustam con seriedad—. Hace cien años, los Ferig fueron hechizados para caer en un sueño profundo que diera tiempo a Valkar y a Nachblut de unificarse y enfrentarse a las criaturas del bosque en mejores condiciones. Los Ferig iniciaron el conflicto, nosotros solo nos defendemos, era justo pedir algo de tiempo para poder responder.

El chico con el que platicábamos alzó una ceja, desconcertado.

— ¿Por qué dicen que ellos empezaron?

—El repentino ataque contra Valkar es más que suficiente para decir que ellos comenzaron esta guerra. Al ser asesinada la reina, el rey Folke no tuvo más que responder ante las provocaciones de los Ferig.

El doncel suspiró.

—Así que a ustedes también les cuentan esa versión de la historia, como a todos los demás —reflexionó con algo de desilusión—. Tiene sentido, no es conveniente para el reino ni para su gente mostrar lo que pasó realmente. Pocas personas me han contestado con la versión que yo conozco cuando les pregunto.

— ¿A qué te refieres? —pregunté, contrariado.

—A que el rey Folke no contraatacó por vengar a la reina Kaysa. Ella ni siquiera le importaba.

— ¿La reina Kaysa?

—Ni siquiera sabían su nombre, ¿verdad? —cuestionó el doncel con aire de inconformidad.

Ambos soldados negamos con la cabeza; el chico volvió a suspirar, levantándose de la cama y tomando el plato con el que había llegado, con la única diferencia de que ahora este estaba vacío.

—Tienen muchas cosas que aprender acerca del reino que defienden, soldados. Todos tenemos mucho que conocer sobre Valkar para entender por qué ahora todas las aldeas y ciudades cercanas al bosque están en peligro —. Se dirigió hacia la puerta e hizo ademán de salir—. ¿Les gustaría que el día de mañana les contara lo que sé sobre la reina Kaysa?

Rustam y yo asentimos con la cabeza, haciendo que el doncel esbozara una sonrisa. Antes de cruzar la puerta de nuestra habitación, se volvió una vez más.

—Disculpa —me miró—, no recuerdo bien, ¿cuál es tu nombre?

—Einar.

—Einar, deberías bajar a cenar lo antes posible o se terminará la comida. Nos vemos mañana.

El chico se despidió inclinando la cabeza ligeramente. Rustam intervino una última vez antes de que el doncel se fuera.

— ¿Podríamos saber cómo te llamas?

— Soy Hennig, gusto en conocerlos.


Al día siguiente, cerca del mediodía, Hennig volvió a subir a nuestra habitación, esta vez cargando un par de libros.

—No tienen idea de cuánto me apasiona hablar sobre la reina Kaysa —dijo el doncel mientras cerraba la puerta—. Ni siquiera sé por dónde empezar.

— ¿Qué te parece iniciar desde el tiempo en el que la reina no conocía al rey Folke? —Propuso Rustam—. Yo oí que él la conoció en el bosque, ¿sabes si es cierto?

Hennig colocó uno de los libros sobre la mesa de noche, tomó el banco que había en nuestra habitación y se sentó en medio de las dos camas, abriendo el otro libro con cuidado.

—La reina Kaysa conoció al rey Folke por forzada casualidad. Ella creció en el bosque bajo el cuidado de los Ferig. Se dice que era hija de una pareja de exploradores; las personas como ellos solían visitar el bosque hace mucho tiempo, cuando la relación con sus habitantes no era más que de indiferencia. Lo inconveniente de todo esto es que los Ferig hacen magia y manipulan la naturaleza a su voluntad, ¿sabían eso?

—Sí, aunque no los he visto usar esas habilidades —respondí—. Me parece impresionante, pero es posible que nos traiga problemas dentro de poco tiempo.

—No creo que su magia ahora les traiga más problemas que los que le causó a Valkar hace años: los Ferig le enseñaron a Kaysa a manipular la naturaleza, y esa fue la principal razón por la que el rey Folke, que todavía era un príncipe cuando conoció a la reina, se interesó en ella.

— ¿Si el rey tuvo contacto con la magia de los Ferig, entonces por qué no hay registro de su uso en el reino? —Pregunté repentinamente—. No hay magos en Valkar, hasta donde yo sé.

Hennig me dirigió una sonrisa enigmática, sacando un mapa de entre las páginas del libro que tenía en las manos y señalando distintos lugares.

—Folke siempre se interesó en el territorio de Nachblut, así como muchos soberanos antes que él: es un lugar que posee oro, hierro y tierras fértiles, además de que es la única manera de acceder a los reinos al Este de Valkar; es un lugar pequeño, pero muy importante. Toda la vida de Folke estuvo dedicada a conquistar ese lugar; se acercó a sus fronteras montones de veces con ejércitos enormes, dispuesto a pelear por el territorio, pero había algo que se lo impedía: su protectora, una hechicera, siempre defendió el borde de su tierra con fervor. La única vez que Folke logró atravesar la frontera antes de conocer a la reina Kaysa, se dio cuenta de que lo mejor sería apropiarse del territorio sin poner un pie en ninguno de sus poblados.

—Casi todas las aldeas en Nachblut solían ser muy pequeñas —reflexionó Rustam para sí mismo—. Asediarlas habría acabado con la abundancia del territorio.

—Exactamente —continuó Hennig sin dejar de sonreír—. Ante la dificultad de conquistar un lugar sin siquiera tocarlo, la única opción que quedó fue tomar Schwinsel, que antes era la capital de esas tierras, y pelear contra la hechicera directamente. Lo malo en ese caso era que, contra la magia, ni el ejército más grande que Folke pudiese conseguir habría sido suficiente.

—Necesitaba magia para poder conquistar Nachbut —volvió a agregar mi amigo de cabello castaño.

— ¿El rey Folke envió a la reina para que peleara contra la protectora de Nachblut? —interrumpí, casi gritando.

—Oh, no, ni en sueños —contestó el doncel—. A Folke, como a muchos varones, no le parecía buena idea involucrar mujeres en asuntos de territorio.

—Entonces, ¿optó por pedirle a la reina que le enseñara a usar magia? —inquirió Rustam.

Hennig negó con la cabeza.

—Folke no podía siquiera considerar aprender magia, pero conocía muy bien lo que los Ferig eran capaces de hacer con ella. Los rumores sobre una mujer que había crecido en el bosque lo llevaron a explorar la zona donde se decía que la habían visto y, al encontrarse con Kaysa, decidió seducirla. Ella se enamoró perdidamente de Folke y aceptó casarse con él apenas habiéndolo conocido. El plan era tener hijos varones a quienes la reina pudiese enseñarles sobre la magia de los Ferig para así enviarlos a pelear por Nachblut.

—Era un plan horrible, en muchos sentidos —comenté. Hennig se rió, y Rustam concordó conmigo.

—La coronación y el matrimonio se celebraron el mismo día, y a partir de ese momento Kaysa no volvió a pisar el bosque. Folke casi no la dejaba salir del castillo y ella jamás protestó. A pesar de eso, el rey vio su plan un tanto retrasado porque, dos años después de haberse casado, Kaysa todavía no había tenido hijos varones; se dice que perdió a dos de sus niños antes de que naciera el heredero del rey Folke.

—Aquel heredero fue quien aprendió a usar la magia de los Ferig, supongo —dijo Rustam, severo.

—Así es. El rey Folke obligó a la reina Kaysa a enseñarle a usar magia a su hijo y, mientras tanto, él lo entrenó para volverlo un gran soldado; se cuenta que casi no se le veía en el castillo, ni a la hora de la comida... Cuando el nuevo príncipe tuvo edad suficiente, fue junto con su padre a pelear contra la protectora de Nachblut. El hecho de que ahora ese lugar sea una parte de Valkar da a entender que el heredero salió victorioso.

— ¿Qué pasó con la reina, entonces? —Pregunté, esforzándome por enlazar cada parte de la historia—. ¿Pudo salir del castillo cuando Folke logró adueñarse de Valkar?

—Las cosas empiezan a ser menos claras a partir de la conquista de Nachblut —contestó Hennig guardando el mapa que tenía en las manos y abriendo el otro libro que había traído consigo. Sacó un par de notas y nos las dio para leerlas. Eran cartas que parecían tener muchos años, y hablaban sobre las sospechas de alguien que trabajaba en el castillo.

—Dicen que la reina Kaysa jamás quiso volver a salir del castillo; algunos cuentan que se encerró en una habitación y que no dejaba entrar ni siquiera a su hijo. Ella murió en ese lugar, antes de que los Ferig atacaran a Valkar.

— ¿Estás diciendo que la reina no perdió la vida en el bosque? —Cuestionó Rustam con escepticismo—. De haber sido así, entonces el rey Folke no habría contraatacado por venganza, sino por otra razón...

—Los Ferig tenían montones de razones por las cuales molestarse: Folke se había llevado a alguien que adoraban para no permitirles volverla a ver, no fueron notificados de la muerte de la reina y, desafortunadamente, se enteraron de que alguien que no era ella había usado su magia sin su permiso. Cualquiera de esos motivos podría haber sido suficiente para hacerlos enfurecer.

—Tiene sentido que no quieran compartir su magia con otros; debe ser poderosa si la resguardan de esa manera. Por eso nadie más que Kaysa y el heredero del rey Folke han sido capaces de usarla; difundir lo que sabían sobre la magia de los Ferig habría traído aún más problemas —completó Rustam, como si estuviera descifrando lo que Hennig iba a decir.

—Exactamente, por eso el rey no pidió que su hijo luchara contra los Ferig al ver que atacaban a Valkar. Como su territorio apenas se unificaba con el de Nachblut, por otro lado, arriesgarse a entrar en guerra habría comprometido la integridad de sus tierras. La hechicera que solía proteger a Nachblut aún vivía para cuando los Ferig atacaron, y accedió a dormir a los habitantes del bosque con tal de que Valkar se preparase lo suficiente para enfrentar a enemigos tan poderosos. Ustedes son la prueba de cuánto se esforzó el reino por fortalecer a su ejército.

—Dices que la reina murió en el castillo antes de que los Ferig se levantaran en contra del reino pero, ¿sabes cómo fue que murió, entonces? —Pregunté, hilando las partes de la historia. Era demasiada información, y me costaba un poco de trabajo digerirla, pero las piezas de ese relato encajaban mejor que las de la versión que se nos había contado en la escuela de la guardia real.

Hennig me miró con gravedad, cerrando el libro que tenía en las manos y tomando las cartas que nos había mostrado.

—No estoy muy seguro pero... —Guardó silencio un momento—. He oído de personas que dicen que el rey Folke le quitó la vida, otros dicen que lo hizo ella misma.

Rustam y yo nos quedamos sin habla.

— ¿Cómo sabes todas esas cosas acerca de Valkar? —Preguntó Rustam tras unos segundos de silencio. Yo aún no podía decir palabra.

El doncel tomó los libros que había traído consigo y se los dio a mi amigo con confianza.

—He leído y escuchado mucho —contestó—. En la biblioteca de Frizgal hay uno o dos libros que hablan de cómo era Valkar hace cientos de años. Además, paso casi todo el día aquí, en esta posada. Durante la hora de la cena me he encontrado con montones de personas interesantes cuyos familiares sabían lo que pasaba en el castillo hace mucho, todos ellos tienen su versión de la historia, pero siempre concuerdan con que el hijo del rey Folke casi no era visto, y que la reina nunca salió del castillo. También he hablado con gente que se dedica a investigar a profundidad todo lo que pasó en Valkar en ese tiempo. No soy el único al que le interesa la parte borrosa de la historia reciente de Valkar.

Rustam volvió a quedarse callado unos instantes.

—No entiendo —reflexionó—. Yo conozco a la princesa, y ella parece no saber nada de esto. ¿Cómo es posible que no se haya enterado de algo tan importante, si sucedió en su misma familia?

—Tal vez no se lo dijeron, o ella no te lo ha contado —. Hennig miró a Rustam con suspicacia—. Hay montones de razones para no revelar esos secretos a cualquiera.

Con lo que el doncel acababa de decir, noté que Rustam estaba contrariado. A juzgar por las preguntas que estaba haciendo, era evidente que dudaba mucho de las palabras de Hennig.

A mí, por el contrario, lo que decía el doncel me causaba curiosidad. Era difícil creer en una nueva historia, pero todo concordaba mejor que como lo hacía con la versión que yo conocía. Quería saber más, pero a la vez me causaba algo de desazón conocer la verdadera razón por la cual los Ferig se habían levantado contra Valkar.

—Si es verdad lo que dices, Hennig —logré decir, todavía muy inseguro—, entonces los Ferig no cargan con la culpa de haber iniciado esta guerra. El rey Folke empezó el conflicto al utilizar magia a sus espaldas y ser injusto con la reina...

Sentí escalofríos después de oírme decir eso.

—Estamos peleando a favor de una injusticia —reflexioné en voz baja.

—Tu causa no es defender ni apoyar los errores que cometió el rey Folke hace cien años, ¿o sí? —Preguntó Hennig.

—No. A nosotros se nos entrenó para proteger el territorio y evitar que quede en manos de los Ferig.

—Si tu causa es proteger a quienes no podemos hacerlo por nuestra cuenta, entonces no estás del lado equivocado —concluyó.

—Pero estamos atacando a quienes no son culpables del todo...

—Por lo que he escuchado, los Ferig no dudarán en destruir aldeas y ciudades, supongo que para desquitar la ira que han acumulado durante todos estos años. De no ser porque los soldados como ustedes defienden las fronteras de Valkar con su vida, muchos poblados ahora estarían en ruinas. Los Ferig también están cometiendo errores al canalizar su furia destruyendo lugares y matando inocentes, pero es difícil explicar a las dos partes que pelean en una guerra el por qué ambas están equivocadas.

La serenidad de Hennig era contagiosa. Escucharlo hablar y verlo expresarse disminuyó ligeramente el disgusto que me causaba la mayoría de los donceles. Si lo hubiese conocido antes de entrar al ejército, de seguro habríamos sido buenos amigos.

—Lamento haberte hecho dudar de tu misión como soldado —. Hennig me miró con tranquilidad, como si quisiese darme calma con una débil sonrisa—. No tengo malas intenciones, solo quería hablarle a alguien sobre algo que me apasiona. Creo que es muy necesario que la gente sepa que la historia es escrita por los ganadores de las batallas, y el mejor ejemplo es la historia de Valkar.

El doncel se levantó de su asiento con delicadeza, sin que su enigmática sonrisa se borrara de su rostro.

—Debo irme —concluyó, con algo de desilusión—. El día apenas empieza, y hoy tengo bastantes cosas que hacer en la posada. Nos vemos más tarde, nobles guerreros. Gracias por haberme tenido paciencia.

—No tienes nada qué agradecer —contesté con cortesía.

Hennig se despidió en silencio. Rustam y yo volvimos a quedarnos solos en la habitación antes de siquiera notarlo.


La habitación permaneció en silencio por una eternidad. Rustam, así como yo, reflexionaba sobre lo que había dicho Hennig ese día.

—La princesa Maia no sabe nada de esto —. Observó con preocupación—. Debería contarle todo, tal vez ella pueda investigar y averiguar algo más en la biblioteca del castillo, ¿no lo crees? Le escribiré una carta y pediré que la envíen. Para el tiempo que estaremos aquí, no me parece que haya problema si nos escribimos una o dos veces.

—Ancel y Ansgar también deberían saber qué fue lo que escuchamos.

—A ellos no podemos decirles —objetó mi amigo con severidad—. Al menos no por el momento.

— ¿Por qué no?

—Ancel y Ansgar también podrían dudar de su misión como soldados, y eso es muy peligroso en este momento.

—Podríamos decir lo mismo que dijo Hennig, todos seguiríamos luchando para defender a la gente de Valkar.

Rustam sacudió la cabeza.

—Ansgar ha pasado toda su vida preparándose para serle fiel al rey a toda costa. Él le tiene devoción a la familia real, así como lo hacen sus padres y sus hermanas; si llega a enterarse de lo que nosotros escuchamos, su fidelidad a la corona podría verse vulnerada... Todavía no podemos decirle lo que posiblemente haya pasado, podría tener consecuencias fatales si no lo hacemos en el momento adecuado.

— ¿Y Ancel? ¿Por qué a él no podemos decirle?

—Él es de Nachblut, y si no sabe nada de cómo Valkar unió ese territorio al suyo, es porque ninguno de los que viven ahí lo sabe con claridad. Las dos tierras se unificaron bajo promesas de paz y prosperidad, Ancel me ha dicho que solía escuchar a los más viejos decir que cada vez se vive mejor en Nachblut. Si él se entera de cómo Valkar derrotó a la protectora de esa tierra, puede llegar a creer que el territorio fue arrebatado injustamente. Necesitamos aclarar un poco más las cosas si queremos que Ancel y Ansgar no duden de su deber como soldados cuando sepan la verdad. Perder miembros de un ejército a mitad de una guerra es de lo peor que podría suceder.

A pesar de lo mucho que quise oponerme a las medidas que estaba tomando mi amigo para resguardar la información que poseíamos, Rustam hablaba con la razón y la lógica de un rey; eso me impidió seguir tratando de convencerlo. Me quedé en silencio.

—La información es poderosa —agregó—. Lo mejor no siempre es decirle la verdad completa a todo el mundo. No niego que el rey Folke haya cometido injusticias en su tiempo, pero no es razón suficiente para no ser precavidos con lo que ahora sabemos. Cuando pueda caminar nuevamente, Einar, iremos a la biblioteca de Frizgal y buscaremos respuestas, ¿te parece?

Asentí con la cabeza, todavía guardando silencio.


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