Dornstrauss

By PrinceLendav

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Todos piensan que un buen doncel no puede ser un soldado. Eso rompería con todas las reglas de conducta: los... More

Dornstrauss
Introducción
Introducción (2)
La Historia de Einar, Parte I: Un doncel mal educado
La Historia de Einar, Parte I: Un doncel mal educado
La Historia de Einar, Parte I: Un doncel mal educado
La Historia de Einar, Parte II: Un novato sospechoso
La Historia de Einar, Parte III: Un gran aspirante a ser soldado
La Historia de Einar, Parte III: Un gran aspirante a ser soldado
La Historia de Einar, Parte III: Un gran aspirante a ser soldado
◈Valkar◈
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte IV: Un soldado excepcional
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
◈Celebración◈
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
◈Für Elise◈
La Historia de Einar, Parte V: El mejor guerrero de Valkar
Valor
Valor (2)
Valor (3)
Fuerza
Fuerza (2)
Fuerza (3)
Lealtad
Lealtad (2)
Lealtad (3)
Lealtad (4)
Lealtad (5)
Sabiduría
◈Anuncio◈

La Historia de Einar, Parte II: Un novato sospechoso

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By PrinceLendav

Parte B

No pasaron siquiera dos semanas desde que Dogvar Wieczorek me incluyó en los entrenamientos de la guardia real cuando, mientras salía del salón, noté que me observaba. Pasó otras dos o tres veces, sembrando algo de miedo dentro de mí. Llegué a pensar que me había descubierto, pero me llevé una gran sorpresa al encontrarlo una noche, camino a la habitación donde yo dormía, esperándome en el pasillo.

Lo saludé con respeto, tratando de ocultar la extrañeza que me causaba encontrarlo tan lejos de las habitaciones de los altos mandos de la armada.

Quise reducir a toda costa el tiempo que pasé frente al General, evitando que volviera a dirigirme la palabra. Para mi mala suerte, mientras abría la puerta de mi habitación se acercó a mí más que las otras veces que lo había visto.

—Me da mucha curiosidad saber cómo es que llegó un Dornstrauss a este lugar —dijo mientras se dirigía hacia mí—. Ellos no son guerreros, y alguien de su familia ganaría más en la cervecera que en el ejército.

No quise hablar. Se me heló la sangre y llegué a pensar que me sacaría del castillo a patadas por haberme descubierto. Sabía que pasaría, yo no iba a durar mucho tiempo ahí y él había notado que mi complexión no era como la de un varón común, que me quejaba más de los golpes y que ignoraba a los donceles en el comedor de los soldados. ¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía!

En mi mente repliqué una y otra vez el haber desafiado a mi familia y a los soldados y me repetí que, cualquier cosa que él fuera a decir, lo negaría.

Tenía que decir que no era un doncel...

—Ahora que lo veo, Einar, usted está aquí por algo: quiere ascender y ser reconocido —. Me sorprendió oír lo que decía, tanto que cerré la puerta del cuarto y me quedé a escucharlo, sin mirarlo a los ojos—. Tiene las habilidades, es el mejor de mi grupo, pero llegar a los puestos más altos le va a tomar mucho tiempo...

El General Wieczorek se paró frente a mí, demasiado cerca, y me hizo voltear por puro respeto. Mi corazón parecía querer salirse de mi pecho mientras lo veía agacharse y acercar su rostro al mío; podía sentir su respiración y oler el hedor que salía de su boca. Quise vomitar.

—Yo puedo ayudarlo a subir de nivel en menos de la mitad del tiempo —. Propuso, sujetando mi barbilla y mirándome a los ojos, mostrando sus intenciones con una mirada repugnante. Yo estaba muriendo de miedo—. Solo necesita hacerme un pequeño favor esta noche. No arriesga nada con intentarlo, ¿o sí? No creo que vaya a quedar preñado o algo, no es usted un doncelito.

Me besó, encerrándome entre la puerta y su enorme cuerpo de soldado. No pude gritar, no pude alejarlo, nada. Sentí sus horribles manos sobre mis hombros y, cuando me di cuenta, él había abierto la puerta de mi cuarto; me empujó con brusquedad y la gran sacudida que me di al caer sobre mi cama me liberó de la parálisis que había sufrido por el miedo, permitiéndome tomar conciencia de lo que estaba pasando.

Quise correr, pero él fue más rápido y me sujetó contra la cama, me encerró entre sus brazos y se desabrochó el pantalón. Intenté gritar, pero cubrió mi boca y trató de rasgar mi ropa. No quise seguir luchando, pues sabía que sería en vano.

Maldije miles de veces, sin saber si lo estaba diciendo en voz alta o no; quise llorar, quise aventarlo contra el suelo y matarlo a golpes, me importaba un bledo si era Dogvar Wieczorek, el guerrero más reconocido en Valkar y la mano derecha del rey Gunnar.

Era un desgraciado.

Con los ojos cerrados, solo pude escuchar un estruendo, la puerta abriéndose de golpe y muchos gritos. Una discusión. Alguien había entrado.

Dejé de sentir la presión sobre mis hombros además del peso sobre la cama y ya no olí la peste de la boca del General. Tuve el valor para abrir mis ojos y, como si fuese un milagro, vislumbré la silueta de un amigo.

Con la poca luz que había, proveniente de una vela colocada en la entrada, pude distinguir a Ansgar peleándose con el soldado. Él enviaba un golpe que el otro regresaba con más fuerza, pero antes de iniciar una contienda seria, mi amigo habló con diligencia.

—Tenga cuidado, General. Puedo decirles a todos los demás soldados que usted estaba a punto de forzar a uno de sus reclutas.

—No te van a creer —. Escuché al General reírse mientras se levantaba. Ansgar lo había tirado de un golpe.

— ¿Quiere apostar? A Su Alteza Gunnar no le gustará tener en su ejército a un depravado que fornica con otros varones sin su consentimiento, y mucho menos si se entera de que forzó a su nuevo estudiante preferido.

— ¡No te atreverías! —se defendió Wieczorek.

— ¡¿Quiere apostar?!

Hubo silencio. No me moví, solo contemplé cómo las dos siluetas se acercaban a la salida y una se iba, la otra entró en el cuarto y encendió otra vela, sin cerrar la puerta. Pude ver a Ansgar un poco más a detalle: observé el ondulado cabello negro que llegaba poco más abajo de sus hombros, sus ojos azules y la sonrisa de triunfo que se esfumó al verme, convirtiéndose en una mueca de preocupación.

— ¿Te hizo algo más? —preguntó, guardando su distancia.

—No, llegaste justo a tiempo —. Me incorporé, sentándome en la cama—. Gracias.

Él me sonrió, algo más tranquilo.

—Por fortuna, hoy decidí irme a dormir temprano. El ruido me llamó la atención y logré venir a ayudarte. En la posición que tenías, ni yo habría podido zafarme solo. A veces es una ventaja el que mi familia tenga una buena reputación con el rey, me da la posibilidad de persuadir a la gente como lo acabo de hacer.

Sonrió con satisfacción, dejando que un profundo silencio inundara la habitación; ninguno de nosotros quería decir más, yo apenas me estaba recuperando del susto y él se estaba incomodando por la escena en la que se encontraba.

—Cuídate mucho del General Wieczorek. Parece que en él la ética está peleada con la habilidad en el campo de batalla ­—. Se acercó a la puerta y, antes de irse, volvió a mirarme y me dedicó una sonrisa—. Buenas noches, Einar.

Al día siguiente, como si no hubiese pasado nada, el General Wieczorek me habló durante los entrenamientos solo para hacer observaciones casuales a mi desempeño, como a los demás jóvenes.

Ansgar permaneció a mi lado casi todo el tiempo, desde el desayuno hasta la hora de la comida, durante los descansos y en las actividades. Procuró sentarse a mi lado en la lección breve de estrategias de batalla y, cada vez que el General Wieczorek se dirigía a mí, se ponía alerta.


— ¿Qué pasa, Ansgar? —Preguntó Ancel, intrigado, durante la cena—. ¿Por qué proteges tanto a Einar hoy?

Una sonrisa pícara se esbozó en los labios de chico pelirrojo, quien miró a Ansgar recargando su cabeza sobre una de sus manos.

—Les digo más tarde —cortó el chico de cabello negro con sequedad, comiendo como si nada sucediera.

—Einar, ten cuidado, ¿eh? —Insinuó Ancel—. Tal vez le gustes a Ansgar y tú ni en cuenta—. Soltó una risotada que, de no ser porque en el comedor ya había mucho ruido, habría rebotado en todas sus paredes.

—Ya sabes que desposar a un varón no está en mis planes, Ancel.

—En los de ningún varón, lamentablemente —completó el otro, algo desanimado. El chico que me había acompañado todo el día le sonrió con melancolía. Ambos sabían algo que Rustam y yo no, pero tal vez no era el mejor momento para preguntar.

—Pues eso -continuó el varón de cabello negro para no permanecer en silencio —. Que yo pienso formar mi familia con una mujer y servir al rey como su fiel soldado hasta la muerte. No es que me guste Einar.

Ancel se encogió de hombros y volvió a comer. Rustam, quien no había hablado hasta ese momento, como era su costumbre, se rio un poco.

—Qué aburrido, Ansgar —comentó, jugando con su comida—. ¿En serio esos son los únicos planes que tienes para el resto de tu vida?

El varón de cabello negro se encogió de hombros con algo de indiferencia.

—Es lo que debo hacer, mi familia ha servido al rey de la misma manera desde hace años. Además, tú también piensas en casarte con una chica, Rustam.

Este último se quedó callado.

—Es cierto —agregué con intriga—. ¿Por qué llegaron todos ustedes aquí? Me refiero a la razón que los motivó a entrar en la escuela de la guardia real, ¿qué fue lo que les llamó la atención de estar en la armada?

Los tres chicos me miraron como si no hubieran tenido que hacerse la pregunta en ningún momento. Ancel sonrió y se atrevió a contestar primero.

—Quiero destacar —dijo con mucha confianza—. Como el menor de seis hermanos, la única manera que encontré para que dejaran de opacarme fue entrar a esta escuela. No es fácil resaltar cuando todos tus hermanos tienen la atención de tus padres menos tú —. Suspiró, algo desolado—. Además, soy más feliz aquí. Con el paso de tiempo he tenido más razones para quedarme y he conocido a muchas de las personas más importantes para mí. En Leif, la aldea donde vivía, rara vez me sentía a gusto.

El pelirrojo suspiró, divagando un poco.

—Creo que soy el único en esta mesa que de verdad echa de menos poder estar con su familia, ¿cierto? —Agregó Rustam después del discurso de su amigo-. Yo solo estoy aquí por algo: el amor de la princesa Maia.

— ¿La princesa? —Pregunté con asombro. Él sonrió.

—Su alteza Gunnar me puso como condición para cortejarla el que estuviese en la armada. Mi padre es noble, tiene tierras a las afueras de Valkar, en Neilung; cuando yo era un niño me traía al castillo a visitar al rey y a su familia. Conozco a la princesa desde entonces, y la he amado por años, pero necesito cumplir con ciertos requisitos si no quiero que el rey la comprometa con alguien más.

—Volverte soldado es uno de ellos, supongo.

—El otro es que ella también me ame.

—Seguro que lo hace —comentó Ancel—. Rustam finge no notar cuando ella le sonríe si lo llega a ver en los corredores del castillo, pero se percibe inmediatamente que el afecto es mutuo.

Rustam se sonrojó ligeramente, acomodó su cabello y se dedicó a terminar su comida, mientras que Ansgar se preparaba para hablar.

—Mi historia no es tan emocionante como la de Rustam o la de Ancel —dijo, poco entusiasmado—. Estoy aquí porque ese es mi destino. Nací en Hildberg, uno de los lugares más importantes en Valkar. Vengo de una familia de soldados y servidores del rey, casi todos los miembros de la armada me conocen y tal vez por eso sea uno de los estudiantes preferidos del General Wieczorek. Mi padre, mis tíos y él llegaron a luchar en la misma línea algunas veces, así que se llevan bastante bien. Además, mi madre y mis hermanas también trabajan para la familia real: mis hermanas son damas de compañía de la princesa y mi madre ayuda con la organización de reuniones o celebraciones en el castillo, como lo hacía la reina cuando aún vivía.

—La realeza lo ama -observó Ancel, sonriendo—. Tarde o temprano, nuestro amigo se volverá General y dirigirá un gran ejército.

—Será el soldado más fiel a Su Alteza que todo Valkar haya conocido —concluyó Rustam—. Además, es el único de nosotros que puede ver a su familia casi a diario.

— ¿Y tú, Einar? —Preguntó el chico de ojos verdes—. ¿Por qué llegaste aquí?

No lo pensé dos veces.

—Porque quiero estar aquí. Me gusta y es lo que he querido hacer desde que era pequeño. Podría buscar fama o amor, pero no sería lo mismo si no me gustara hacerlo. Creo que, si no amas lo que haces, da igual si eres el mejor en ello, ¿o no? Estoy aquí por mí, porque me hace feliz.

No paré de sonreír mientras hablaba. Incluso olvidé que estábamos comiendo. Ansgar me miró con suspicacia.

—Sigues siendo un novato sospechoso, Einar.

El chico de cabello negro me sonrió y señaló la comida. La expresión en su rostro evocaba tranquilidad y admiración. Me hizo sentir que estaba en el lugar correcto.

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