Atracción destructiva +18

By DeniseAyleen

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¿Qué tan dispuesto estás para renunciar a tu vida por la persona a quien amas? Chase White convive con un p... More

Prólogo
Reparto
Nota
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79 - Final
Epílogo
Sinopsis | AD2 | Destructivos
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9 🔞 | AD2
10 | AD2 | Parte 1
11 | AD2 | Parte 2
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44 | AD2 | Parte 1
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71 (Cap especial) | AD2
72| Parte 1 |AD2
72 |Parte 2 |AD2
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By DeniseAyleen

Skyler

No sabía qué hacer para matar el tiempo. Los nervios estaban comiendo mi cabeza y mi cuerpo y la tensión amenazaba con hacerme llorar.

Chase seguramente ya estaba metido en aquel ritual. Nuestra última conversación había sido en la mañana, cuando subió por la ventana para darme un abrazo y decirme que todo estaría bien. Pero vi en sus ojos que no estaba del todo seguro. Nadie podía asegurarse de que las cosas no se saldrían de control allí en el infierno. Por algo se le llamaba así.

Tan solo de pensar en que le hacían daño, un cosquilleo similar al que sentí cuando mis poderes se activaron, recorría mi cuerpo levemente, y me daba miedo que el efecto del hechizo que mi familia hizo para mí dejara de tener resultados positivos. Por eso intentaba controlarme, intentaba pensar en otra cosa, pero se me hacía casi imposible. Y, para colmo, también me traía preocupada eso: el tiempo de cordura se me agotaba.

Llamé a Jason.

—Amiga.

—Jason, hola.

—¿Cómo estás?

—Más o menos. ¿Podrías venir a casa? Estoy teniendo una crisis.

—¿Con tus poderes o por lo de Chase?

—Con lo de Chase. Y bueno, un poco por lo otro.

Carraspeó su garganta.

—Tengo que terminar de hacer algo, pero como en veinte minutos estaré allí contigo. ¿Quieres que lleve algo para cenar? ¿O ya comiste?

Sonreí.

Jason era mejor que tener amigas.

—¿Estás agitado? —abrí grande los ojos cuando llegué a oír algo extraño al otro lado de la línea.

—Eh... —dudó un momento—. Después hablamos, Skyler, en un momento voy.

Ni siquiera me dejó responder porque me colgó. Pero no importó, luego lo tendría en mi casa y le preguntaría en qué cosas andaba. Mi primer pensamiento era que yo lo había interrumpido en un momento de placer. Eso me sacó una sonrisa que me hizo olvidar por unos segundos de lo que me traía tan preocupada.

Bajé las escaleras en busca de mis hermanos y solo di con mis tíos y mi madre en la sala.

—¿Dónde están lo chicos? —pregunté y ellos giraron su cabeza para verme. Los tres lucían un poco preocupados, estaban al tanto de lo que Chase estaba haciendo, al tanto de la respuesta que los brujos de la asociación esperaban tanto.

Además de incómodo y trágico, era raro esto de ser la destructora del mundo sobrenatural. Siempre, en toda mi vida, me había sentido inferior a todos, nada especial. Y de repente, cuando menos lo espero, la noticia me da un golpe fuerte en la cara y mi vida cambia en todos los sentidos. Ya no me sentía tan ciega como antes. Comprendí en aquel instante que tenía mucho poder en mí, pero aunque era interesante lo poderosa que me hacía sentir, como dije, era trágico.

Sentía que yo era una enfermedad para el mundo y, a decir verdad, lo era. No por nada también me apodaban La Peste. Sin siquiera pensarlo y sentirlo, yo podía expandir malas energías, y eso algunas veces creaban efectos grandes en las personas. Sin desear arrebatarle nada a nadie, ya le había quitado vida a la gente. Incluso a mis hermanos y a mi amigo.

No quería morir. No quería que nadie supiese la manera de terminar con mi vida y tampoco que supieran que era yo la que provocaba todo lo malo. Pero sabía que era correcto que mi muerte sucediera. Yo estaba aquí, en el mundo, un poco loca gracias a lo mismo, pero también estaba sana, era fuerte, con ganas de disfrutar de todo lo que la maravillosa naturaleza pudiera darme. Pero todo volvía a reducirse a la maldad que yo creaba. Porque mientras yo pisaba la tierra, mucha gente tenía que despedirse de sus vidas, de su estadía en la tierra. Y todo por mí.

—Chicos —pronuncié al asomarme por la puerta del patio. Los tres se giraron a verme. Estaban sentados en uno de los bancos de madera que el tío construyó hace poco y que la tía pintó de color plata para simbolizar la paz en estos tiempos de incertidumbre y desconsuelo.

Cosas de brujos experimentados.

—¿Tienes alguna novedad? —Quiso saber Ryan. Tenía la mirada de todo un curioso.

Sentí un pinchazo de miedo en el medio del pecho.

Dejé escapar un suspiro mientras caminaba hacia ellos y me senté entremedio de Luke y Sara.

—No sé nada. Ni siquiera sé si llegó o no. Chase ha estado muy raro hoy. El último mensaje que me envió fue a las ocho treinta, y ya son casi las nueve y veinte. ¿Creen que el ritual ya haya comenzado?

—Lo más seguro es que sí —asintió Sara.

Chase realmente no tenía que haber hecho esto. Si él no regresaba, me echaría la culpa de por vida. Y la mía era muy larga.

—Así que ha estado un poco raro hoy, ¿eh?

—Así es, Luke. Cuando vino a despedirse, me dio un beso, me abrazó fuerte para calmarme, pero él no se notaba como siempre. Seguía con su típica oscuridad en él, pero esta vez se sentía... no sé. Pero supongo que es porque Chase odiaba el infierno. Ha estado allí en más de una oportunidad. Y claramente no le fue bien ninguna de esas veces.

—Estaría loco si no lo odiara —acotó Ryan.

—Lo sé, pero sabes a lo que me refiero. Sé que me quiere, y es lindo que me ayude, pero no estuvo bien lo que hizo. Debería haberme preguntado antes de ofrecerse. Si no despierta, lo habré perdido. Y si llega a despertar, algo malo traerá consigo.

—Al menos, si despierta o no, ya se habrá ganado mi respeto —soltó Ryan y volteé mi cara para verlo.

¿Había escuchado bien?

—¿Lo aceptarás? —me brillaron los ojos.

—Como dije, se ganará mi respeto.

—Ya se lo ha ganado —siguió Luke.

—No cualquiera hace eso por alguien —concordó Sara—. Obviamente te quiere. Pero si llega a despertar y piensa abrir la boca para decirle a todo el mundo lo que eres y cómo puedes morir, no podrá. Hemos hecho un hechizo para que su garganta se queme y no pueda hablar —su tono fue de superioridad.

Elevé las cejas.

—¿Realizaron un hechizo?

—Sí. No te enojes, si no te hemos dicho nada es para que no insistieras en que no. Además, ya sabes en qué situación solamente será utilizado.

Aún así, no era lindo.

De todas formas, sabía que Chase no haría nada para eliminarme de la existencia, así que podía sentirme tranquila.

Que los chicos empezaran a darse cuenta de que Chase sí me quería y que no era simplemente un monstruo como ellos pensaron desde un primer momento, me hacía sentir muy bien. Era importante para mí que lo aceptaran porque, así como Chase sentía aprecio por mí, yo también lo sentía por él. Cada tiempo que pasaba a su lado me daba cuenta de lo especial que era su presencia en mi vida, porque él, a pesar de todo lo malo, seguía tomándome de la mano y vencía la imagen que todos tenían del Chase bipolar.

—Depararía mucho en la parte de que tienen un hechizo para quemarle la garganta a mi novio, pero entiendo la razón y me enfoco en que lo están aceptando. Es realmente muy importante para mí que ustedes empiecen a ceder un poco, porque como ya sabrán, lo quiero demasiado. Me quitan un peso grande de los hombros diciéndome esto.

Luke rodeó mis hombros con su brazo y me acercó para darme un beso en la cabeza.

Me quedé pensando, mirando las estrellas, me quedé perdida en mi propio mundo.

—Tranquila, Sky. Todo estará bien.

—Tengo miedo de que no —niego.

Casi treinta minutos después escuché que mi madre me llamó desde la cocina para avisarme que Jason estaba en la casa.

—Llegaste un poco más tarde.

—Sí, perdona. Traje para preparar palomitas y una peli.

—Ve a mi cuarto, tengo la computadora sobre la cama, debajo de la almohada. Pon la peli mientras yo preparo las palomitas.

Lo vi asentir y subir las escaleras rápidamente.

Mientras esperaba a que las palomitas se hicieran y tomaba un vaso de gaseosa, pensaba en que Jason tenía las mejillas muy coloradas cuando lo vi, y la idea de que anduvo con alguna chica volvió a pasar por mi mente. Él, desde que lo conocía, siempre se ponía colorado ante ciertas cosas. Y mi lado de bruja me decía que estaba en lo cierto.

Me reí un poco y mi madre me observó divertida junto a la tía mientras preparaban la cena.

—Creo que Skyler está pensando en lo mismo que yo —habló Jane—. En las mejillas sonrojadas de Jason.

Volví a reírme.

—¡Sí!

—Conozco mucho a ese chico. En algo anduvo —afirmó—. Además, mi sentido de bruja lo dice.

Subí las escaleras con un cuenco lleno de palomitas y dos vasos de gaseosa.

—Carajo —maldije cuando tropecé con un escalón y casi caigo. Por suerte la comida estaba sana y salva.

Jason se encontraba sobre la cama, renegando con mi vieja computadora. Dejé las cosas en mi mesita de noche.

—¿No funciona?

—Tu computadora está muy mal, deberías descartarla —bromeó.

—Sí, claro, pero dame dinero para comprarme otra nueva —le seguí el juego, sentándome a su lado. Me miró—. ¿En qué andabas, Jason?

Se rio y se tapó la cara por un momento.

—¿Estuviste con una chica? Cuando te llamé estabas agitado. Y no me mientas —apunté sonriendo.

Volvió a reír.

—Sí, estuve con una chica.

—Y, ¿por qué me atendiste la llamada si estabas en pleno acto?

—Ella me la estaba... —se detuvo—. Nada, nada.

—Oh, por Dios —me tapé la cara. Cuando volví a mirarlo, estaba algo colorado y eso me dio más risa.

—Dejemos el tema ahí.

—Bien —respondí.

Mientras esperábamos que mi computadora reaccionara, le conté lo que me estaba pasando. Él lo sabía, sabía que Chase era un problema para mi mente y para mi corazón. Estaba asustada porque el tiempo pasaba y seguía sin saber de Chase. Necesitaba oír su voz diciéndome que todo estaba bien, que no había sido tan difícil, que todo se solucionaría.

—Si te hace sentir mejor, tengo la sensación de que Chase volverá del infierno. Despertará, lo sé —me rodeó con su brazo.

Intenté creerle.

—Si él estuviera aquí diría que tú quieres algo conmigo.

Se ríe.

—Parece que lo dices como si se hubiera muerto. Aún hay esperanzas.

—Si llega a estar vivo tendrá que irse... No podrá volver a este pueblo, Jason. ¿Cómo le haremos para seguir con nuestra relación? ¿Qué pasa si le gusta otra?

—Yo tengo la leve sospecha de que Chase será un grano en el culo para ti toda la vida. No creo que te deje. Te quiere.

Lo miré.

—¿Ya te cae bien?

Me acaricia la cabeza.

—Con esto realmente demuestra que te quiere.

Un rato después, mi mente empezó a maquinar miles de cosas. No sabía qué estaba pasando. No tenía ninguna llamada de ningún White y eso me ponía como loca. En mi familia todos estaban igual de nerviosos que yo, querían alguna señal de vida de Chase, querían saber cómo había ido todo en el ritual y si tenía alguna respuesta. Les pregunté si podían hacer algún hechizo para averiguar dónde se encontraba, pero algo parecía bloquear la búsqueda.

Llamé a todos sus hermanos pero sus teléfonos estaban todos apagados. ¿Y si les había pasado algo también a ellos? La tía Jane decía que los brujos de la asociación ya no eran de confiar como antes, estaban cegados con obtener más poder y obsesionados con las reglas. Todo era más intenso que años atrás.

Jason se había ido a su casa y, aunque en un momento quise su compañía, ahora agradecía que no estuviera en casa. Estaba muy nerviosa y hasta algo enojada por no saber nada de nada, que necesitaba estar sola para pensar. La presencia de las personas me ponían inquieta.

Apagué las luces de mi habitación y esperé atenta a que el teléfono sonara, pero no lo hacía. Llamé y llamé hasta quedarme dormida con el pensamiento de que lo había perdido. También lloré de la impotencia. Porque si Chase hubiera estado bien, ya me habría avisado. Y ya habían pasado cuatro horas desde el último mensaje que recibí de él.

Pero una sensación rara me despertó a las tres de la mañana y, cuando miré a mi alrededor, llegué a divisar una figura en la oscuridad, una figura sentada en mi cama, y me sobresalté hasta sentarme en la cama.

—¿Chase? —pronuncié.

Su silencio fue la respuesta.

Encendí rápidamente la lámpara de noche. Y efectivamente sí era él.

—Chase —volví a decir, y esta vez me miró por encima de su hombro. Por cómo su cuerpo estaba posicionado, parecía cansado.

—No lo resistí —dijo.

—¿Qué no resististe? —me puse de pie y caminé hacia él con desconfianza. Quería verlo a la cara.

—Matar —respondió.

Y cuando pude verlo de frente, noté sus manos y sus labios ensangrentados.

—Dios, Chase, ¿qué hiciste? —lo miré horrorizada.

—No lo resistí. Los maté. Los maté a todos.

—¿A quiénes mataste? —pregunté con miedo.

—A mi familia.

Eso no podía ser posible.

—Chase...

—Maté a los White.

Dudé un momento, pero su mirada me confirmó que era cierto.

—Los maté.

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