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Editado. 

Skyler

Chase me tomó de la mano y nos abrió paso entre la gente toda transpirada y borracha que había fuera de la casa. Me metí después de que él entrara, y agradecí que no me soltara la mano en ningún momento. Lo último que quería era perderme de entrada y quedarme sola en aquel lugar. Al menos a su lado tenía compañía.

La sensación de Chase tomándome de la mano me volvía completamente loca, me encantaba que hiciera eso, me hacía sentir segura, por más raro que sonara sabiendo lo que pasó. Me propuse dejar de pensar en que algo podría salir mal y me centré en disfrutar. Estaba con el chico del instituto que más guapo me resultaba, tenía que poner mi atención en él, en vez de ser negativa y andar lamentándome por mi decisión.

Su casa era bastante grande, muy hermosa y estaba a reventar de gente. A algunos pude reconocerlos del colegio, hasta incluso había alumnos del primer año que parecían no tener vergüenza alguna por cómo se movían y bebían de pico la cerveza. La sala de estar, en donde nos encontrábamos, me daba envidia, tenía unos sofás enormes para una familia numerosa. Fue entonces cuando recordé a sus hermanos, con los que quizá hoy me toparía.

—¿Dónde están tus padres? —pregunté cuando repentinamente varias personas empezaron a mirarnos como si tuviésemos algo en la cara.

Sí, lo entendía, que Chase estuviese de la mano con la chica nueva no era algo de esperarse. Menos a pocos días de haber entrado al colegio y con la pelea que tuvimos Chase, Jason y yo en plena clase. No me intimidaban, pero las chicas me veían de una manera muy desagradable, como si me dijesen con los ojos «yo soy más linda que tú», pero no dejé que me afectara.

—Nos dejaron la casa libre porque tenían planeado un viaje. Su vuelvo salió hace unas horas. Por eso pasamos la fiesta para hoy, porque tendríamos la casa sola. De todas maneras, ellos están al tanto de esto. No es el típico cliché —respondió sin mirarme, y conduciéndome hasta la cocina. Chase se dio la vuelta para mirarme—. ¿Qué quieres de tomar? Tengo vodka, tequila y cerveza. Pero si prefieres algo más fino como el vino o el whisky te puedo llevar al sótano a que escojas el tipo que prefieras.

De toda esa variedad de alcohol yo no quería ninguna. No era de tomar, no me gustaba mucho el sabor de ninguna bebida, mis preferencias estaban en las sodas, el jugo o el agua. Pero el alcohol no era para mí. Sin embargo, no es que no tomara nunca, a veces sí daba algún que otro sorbo, pero no más de un vaso.

Chase elevó las cejas, esperando a que le respondiera.

—¿Entonces...? —dijo.

—Emm... —pensé y miré las botellas. No sabía bien qué decirle; ¿le contaba que no me gustaba el alcohol y me abstenía a una segura burla de su parte, o simplemente le decía que me diera lo más fuerte que tuviera?

Porque a veces yo era así, con tal de quedar bien hacía cosas que no quería. Lo sé, es patético.

—Lo que sea que me recomiendes más —respondí con una sonrisa.

—Bien —leí de sus labios.

Fruncí las cejas ante la música extremadamente alta que no me dejaba pensar con claridad. Solo esperaba que no pusieran heavy metal porque, sino, realmente la cabeza me iba a estallar.

Mi acompañante tomó un vaso de vidrio y me sirvió vodka. Me lo tendió y esperó a que diera un trago mientras que él tomaba de la botella. Hasta haciendo eso se veía bien.

—¿Por qué no me diste en un vaso de plástico? —Señalé los vasos apilados que yacían sobre la mesada junto a toda esa cantidad de alcohol. Seguramente gastaron un gran dineral en ello.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora