Prólogo | AD2

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—¡Ya basta, deja de golpearlo! —le grité con fuerza, y me animé a acercarme a él para empujarlo. Pero Chase era un vampiro con fuerza y yo una débil bruja que no quería utilizar sus poderes para no hacerle más daño—. Chase, ¡te he dicho que pares! Le haces daño.

Pero él no me escuchó, y siguió pegándole a su hermano con toda esa rabia que siempre traía consigo. Lo arrojó al suelo y se sentó encima de él para continuar golpeándolo. Nunca había visto a Chase arremeter contra alguien que apreciara tanto, pero lo que descubrió minutos atrás le había nublado completamente el juicio.

Noté como aquel chico sangraba de la nariz y sus gestos de dolor ante los golpes, y supe que, por más que no quería generarle dolor a Chase, debía usar mis poderes para defender a Sam.

—¡Chase, no me obligues a usar magia! —lo amenacé, pero me ignoró completamente y siguió en lo suyo.

Presioné ambos de mis puños para generarle un fuerte dolor de cabeza. Chase perdió la estabilidad y se tomó las sienes para luego gemir de dolor y hacer una mueca de disgusto. Sam aprovechó el momento para pegarle a Chase y así quitárselo de encima. Sam se levantó y se acercó a mí.

Detuve el dolor de Chase y éste respiró agitadamente y se puso de pie, frunciendo las cejas y dejándome una horrible sensación de culpa en el pecho. Esa pelea empezó por mí, y temía que terminara en tragedia. Chase escondía una estaca bañada en sangre de hombre lobo entre su pantalón, y por cómo nos observaba, algo me advertía que tuviera cuidado. Chase siempre perdió los estribos con facilidad, pero esta ocasión era diferente. Él se sentía insultado, engañado y traicionado. Era entendible que se enojara y nos mirara de aquella forma, pero lo que sí no podía permitir era que quisiese cobrar una vida.

Me limpié las lágrimas.

—De todos los tipos en el mundo, ¿tenías que meterte con mi hermano, Skyler?

Bajé la mirada.

Sentía tanta pena.

—Las cosas pasaron, Chase... Tú estabas muerto, intentamos por mucho tiempo encontrar una manera de salvarte y las cosas... pasaron —le conté, sintiéndome pequeña a su lado.

—No —me detuvo—. No me vengas con esas estupideces, mierda. ¡Te miro y no te reconozco! Eres una porquería, Skyler. Hubiera preferido que te metieras con Jason, ¡pero no con uno de mis hermanos!

—No le hables así —se metió Sam, con su tono frío, su postura intimidante, y dando un paso hacia adelante. Chase también dio uno.

—Me das asco, Sam. En realidad, los dos me dan asco. Antes no querías a Skyler, no te caía nada bien. ¿Acaso era porque te gustaba? ¿Querías cogértela? ¿Querías estar en mi lugar?

Sam empujó a Chase.

—¡No le faltes el respeto!

Respiré pesadamente.

—Chase, por favor, hablemos de esto sin necesidad de insultar o golpear —supliqué.

—No, no podemos. Ambos son unos traidores.

—¡Tú estabas muerto y las cosas sucedieron! —le grité, furiosa con él y conmigo misma.

—¡Pero cuando te dije que fueras feliz no me refería a que te revolcaras con mi hermano!

—No me he revolcado con Sam —refuté. Quería explicarle tantas cosas, pero no podía. No podía hacer que me comprendiera si se ponía tan a la defensiva. Pero creo que me merecía estas cosas. ¿Cómo pude haberme metido con Sam mientras amaba a su hermano?

—La amo, Chase —confesó Sam, dejándome estupefacta. Él ya me lo había dicho, pero jamás creí que se lo diría a Chase, a su hermano.

Chase negó con la cabeza y nos miró a ambos. De pronto, sus ojos azules se volvieron completamente negros, y su respiración más pesada. Su parte demonio se había despertado.

Sacó la estaca de su pantalón.

—Si te mato, dejarás de amarla, Sam.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora