Almas unidas

By Goddess-Artemiss

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Desde tiempos inmemoriales, las almas de la Princesa del Destino y del Héroe Elegido por las Diosas han estad... More

Notas de escritora
1. El designio de las Diosas
2. El encuentro
3. Amor sellado
4. Sentimientos estremecedores
5. Anuncio formal
6. Eterna unión
7. Buenos amigos
8. Más allá del deseo
9. El inicio de una agonía
10. Aceptando la derrota
11. El comienzo de lo inevitable
12. El regreso de antiguas hazañas
13. Marido y mujer
14. Íntimas confesiones
15. Malas intenciones
16. Misión encomendada
17. Heridas del alma
18. Descubrimientos misteriosos
19. Enfrentamiento mortal
20. Efímera tranquilidad
21. Almas unidas
22. Dudas angustiantes
23. Corazones destrozados
24. Nefasta revelación
25. Secretos al descubierto
26. Destino definido
27. El principio de una travesía
28. La llama sagrada de Farone y el regreso de un antiguo enemigo
29. Las puertas del Crepúsculo
31. Reavivando emociones
32. La llama sagrada de Eldin y la enfermedad del Héroe Elegido
33. Amor que sana
34. Cambios radicales
35. Nuevo comienzo
36. Tratos cumplidos
37. Sorpresivos encuentros
38. Firmes aclaraciones
39. Simples amantes
40. Juramento inquebrantable
41. Reanudando el camino
42. Misteriosas revelaciones
43. La llama sagrada de Lanayru y la otra cara de la moneda
44. Impredecible hallazgo
45. Grandes verdades
46. Impensable
47. Desgracias al acecho
48. Devastadores cambios
49. La invasión
50. La sagrada bestia de ojos azules
51. El Héroe del Crepúsculo
52. Abismo infernal
53. Lucha contra uno mismo
54. Indicias devastadoras
55. Todo tiene un comienzo...
56. ... Y también un final
57. El reencuentro de las almas
Epílogo

30. Situaciones inesperadas

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By Goddess-Artemiss

Zant continuó en el suelo, revolcándose de la ira al haberse enterado de la huida de la Princesa del Crepúsculo. Estaba enojado, decepcionado y enfermo de rabia por saber que su enemiga se había llevado una parte importante de la reliquia más valiosa y deseada por él, la Sombra Fundida.

- ¡No puede ser! ¡Cómo pudo haberse escapado llevándose la parte de la Sombra Fundida! ¡Maldita habitante del averno! – gritó exaltado.

- ¡Cálmate, imbécil! Alterándote no resolverás nada. – reclamó Ganondorf.

- ¿Cómo dominaré el Crepúsculo sin la Sombra Fundida? Con ella yo era mucho más poderoso que ahora.

- Recuerda que soy tu dios y te he otorgado grandes poderes, además te daré la otra parte de la sombra fundida. El hecho de que no esté completa, no significa que no sea un instrumento valioso.

Esas palabras lograron tranquilizar al Tirano de las Sombras, a pesar de su alteración por la huida de Midna, sin embargo, Grahim ya se estaba cansando de tantas consideraciones de su amo para con él.

- Mi señor, con todo respeto, yo no estoy de acuerdo que...

- ¡Guarda silencio, Grahim, yo sé perfectamente lo que hago!

El hombre decidió callarse, no solo por respeto a su amo, sino también porque verlo enojado era una de las situaciones que prefería evitar.

Ganondorf se acercó hacia Zant para entregarle la Sombra Fundida.

- Una parte de esta poderosa reliquia será suficiente para que domines el Crepúsculo, sin embargo, no olvides que debes servirme, pues con tus criaturas de las sombras podrás ayudarme a aniquilar al mocoso del príncipe, y de esa manera obtener el fragmento del valor que él posee.

Zant seguía consternado, su ambición por tener el poder de los malévolos antepasados de Midna sobrepasaba todos sus límites, sin embargo, también tenía deseos de gobernar su tierra natal lo antes posible.

- Está bien, creo que me conformaré con una parte de la Sombra Fundida, por ahora... pero eso no quiere decir que me quedaré dormido en los laureles, pues buscaré a la estúpida de Midna por todos lados, y cuando eso ocurra, pretendo hacerla mi reina, así sea que tenga que obligarla. Desde siempre me gustó esa mujer y sus rechazos continuos de antaño me devastaron una y otra vez. Ha llegado la hora de reclamar lo que debió ser mío desde el inicio. – dijo con sonrisa malévola.

- Creo que eso no podrás hacer... – dijo Ganondorf.

- ¿Ah no? ¿Por qué? – preguntó extrañado.

Ganondorf iba a responder, pero Grahim se le adelantó a la respuesta, pues quería deleitarse con la trágica expresión del Tirano de las Sombras al enterarse sobre la vida de Midna.

- Porque está casada.

Zant se impactó en sobremanera al escuchar las palabras del villano, sintió que todos los órganos de su interior se retorcían de la furia e ira.

- ¡Qué! ¿Casada?

- Así es, y eso no es todo... junto a su amado esposito tiene un hermoso y dulce pequeño. ¿Qué tal? Una tierna y unida familia feliz. – dijo sarcástico.

Zant volvió a tener otro ataque de histeria. Solo de pensar que Midna ya pertenecía a otro hombre lo molestaba enormemente, de ninguna manera iba a dejar que la mujer por la que sentía enferma obsesión no sea para él.

- Lo primero que haré al llegar al Crepúsculo será asesinar a su familia. No habrá nada que me separe de ella.

- Me parece acertado, así que es mejor que te vayas de una vez. – dijo Ganondorf.

- Aún no, mi venerable dios, me tomaré esta semana para planificar bien el golpe de estado, además debo volver a estudiar estos fragmentos de la Sombra Fundida para darle buen uso.

- Es una buena idea y te apoyo, tómate esta semana libre. Creo que es mejor que vayas a descansar, pues imagino que todas estas emociones te han agotado. – dijo gentil.

- Gracias por sus amables atenciones, mi señor.

- Ferrus, lleva al señor Zant a una de las habitaciones y trátenlo como me tratarían a mí.

- Lo que usted ordene, amo...

Ferrus siguió las órdenes de Ganondorf y escoltó a Zant a una de las habitaciones, oportunidad que aprovechó Grahim para conversar con su amo sobre un tema que lo estaba perturbando.

- Señor, ¿por qué tiene tantas consideraciones con ese sujeto? Primero se ve que es un completo demente, pues grita por cualquier motivo y se lanza al suelo a hacer rabietas como si fuera un mocoso inmaduro; y segundo, él lo terminó de fulminar en su pasada vida, en serio, no entiendo cómo usted...

- Pude notar que te hiciste esa pregunta una y otra vez, sobre todo cuando le entregué la Sombra Fundida. – mencionó sonriente.

- Exacto, pues me sorprende que le haya entregado algo sumamente valioso, que le serviría a usted para tener más poder.

- La Sombra Fundida es poderosa, pero nada se compara a la reliquia creada por las Diosas; es más, solo el fragmento del poder que poseo abarca mucho más que la reliquia crepuscular.

- ¿Ah? No lo comprendo...

- Yo sé cómo hago las cosas...

Grahim no dijo nada más, pues en ese instante entendió las posibles intenciones de su amo... siempre tan estratega.

...

En uno de los balcones del majestuoso palacio del Crepúsculo, se encontraba el príncipe Orión sumamente entristecido por los hechos que acontecieron en su vida de manera abrupta.

¿Qué podía hacer para afrontar la desaparición de su princesa? ¿Cómo consolaría a su hijo cuando este pregunte por su madre? Él se consideraba a sí mismo un hombre tranquilo, fuerte y con carácter para manejar ciertas situaciones, pero esa fortaleza la adquirió en la convivencia con Midna, y ahora que ella no estaba a su lado no tenía idea de qué camino iba a tomar.

A pesar de que fueron las mismas Diosas las que desterraron a sus antepasados a su oscuro mundo, no dudó un segundo en pedirles iluminación, pues estaba seguro de que el arrepentimiento demostrado con el pasar de los años era suficiente para ser escuchado por ellas.

El joven cerró los ojos y les pidió con todas sus fuerzas que iluminaran su perturbada mente, y fue en ese momento que las últimas palabras de su esposa regresaron, y con ello la solución que tanto necesitaba.

- Va a regresar... sálvense ustedes y al pueblo.

- ¿Midna? ¿Dónde estás? ¿Quién va a regresar?

- No tengo mucho tiempo. Muy pronto el mal regresará a invadir nuestro mundo... Zant, el Tirano de las Sombras, volverá a la vida.

- ¿Qué has dicho? ¡Eso es imposible! ¡Deja de decir tonterías y regresa de una vez!

- No puedo regresar, debo permanecer aquí para encontrar al Héroe Elegido por las Diosas, él nos salvará.

- ¿Al Héroe Elegido? Es decir que estás en...

- Salva al pueblo, ríndete ante Zant.

- ¿Te has vuelto loca? ¡Eso nunca!

- Te amo... a ti y a nuestro pequeño... cuídense, por favor...

- ¡No te vayas, mi amor! Me confundes, dime cómo hago para...

Lamentablemente, conversar con ella ese limitado tiempo no fue suficiente para despejar sus miedos y dudas. El joven aún seguía orándole a las Diosas y pidiéndoles iluminación, pues él, como soberano y futuro rey, debía buscar una solución para la catástrofe que se venía, pero ahora que estaba solo se sentía perdido.

- ¿Qué hago? ¿Cómo salvo al pueblo? ¿Cómo protejo a mi hijo? – se dijo a sí mismo, preocupado.

Fue en ese momento que el príncipe sintió que la suerte estaba de su lado, pues a su mente vino la solución más eficaz y eficiente para salvar a su pueblo, era riesgosa y muy dolorosa, pero era necesaria para que de esa forma Midna tenga más tiempo y pueda encontrar al Héroe elegido que llegaría para salvarlos.

El joven se disponía a retirarse del balcón, pero al darse la vuelta se cruzó con su consejero, un hombre sabio y anciano que siempre estaba atento a las necesidades de él y de la princesa.

- Majestad, no se preocupe por la desaparición de la princesa, le aseguro que nosotros...

- Ella no aparecerá, Yair... por lo menos no ahora. – dijo entristecido.

- ¿Perdón?

- Vamos a mi despacho, hay algunas cosas que debes enterarte. – dijo con seriedad.

Orión se retiró del balcón junto con su consejero, estaba decidido a contarle las horribles situaciones que estaban a punto de suceder en el reino, y de la única posible solución para evitar que todos salgan perjudicados.

...

Faltaban pocas horas para la llegada del amanecer en el pueblo del Bosque de Farone.

Mientras Navi dormía plácidamente en una de las almohadas de la cama, Link se despertó con el semblante entristecido. Asumir su papel como el Héroe Elegido por las Diosas, se había convertido en una carga muy pesada para él, no solo por el hecho de temer fallar en evitar que Ganondorf logre sus planes, sino por no tener a su esposa con él.

El motivo del viaje del príncipe no era solamente para cumplir con su destino, sino que también era para rescatar a su amada e impedir que nada ni nadie le haga daño, para que pueda seguir viviendo, ya sea a su lado o separados. ¿Cómo su tranquila vida pudo haber cambiado de un día para otro? ¿En qué momento toda la felicidad que vivió junto al amor de su vida se esfumó violentamente?

Link tenía muchos sentimientos atormentándolo, entre esos la culpa y el miedo. Se sentía culpable de no haber podido impedir que secuestren a su princesa, mil y un veces se reprochaba a sí mismo que, si él no se hubiera ido de casa, podría haber evitado tal tragedia, así sea que lo hubiera despreciado con las peores ofensas. Por otro lado, el temor de no salir vivo en su siguiente misión en búsqueda de la llama le preocupaba. ¿Cómo era posible que sienta miedo el portador del fragmento del valor? ¿Acaso las Diosas se habían equivocado al otorgárselo a él?

La pequeña hada empezó a estirar sus alas al despertarse, y pudo escuchar al joven entristecido.

- Link, ¿qué te pasa? – pregunto preocupada.

- Nada...

- ¿Cómo que nada? Te veo mal.

- No me pasa nada, aún es temprano, vuelve a dormir. – pidió, fingiendo tranquilidad.

Navi hizo caso omiso a la petición del príncipe, más bien volvió a insistir en que le diga la verdad.

- Estás pensando en ella, ¿verdad? En la princesa.

- Sí, nunca debí irme de mi casa, por mi culpa ella fue secuestrada.

- El espíritu de Farone ya te dijo anoche que ella se encuentra bien. – dijo animándolo.

- ¿Cómo es posible que yo, siendo su marido, no sepa dónde se encuentra? ¡Yo no merezco tener a una mujer como ella, no soy más que un cobarde que no fue capaz de cuidarla y protegerla! – exclamó alterado.

- ¡Cállate, tonto! ¡Nada de lo que dices es cierto!

- Es la verdad... no sé cómo puedo tener el fragmento del valor, si estoy que me muero de miedo.

- Link, hace miles de años, en la época en la que fuiste niño, tuviste mucho miedo a cumplir con tu destino. ¿Sabes por qué saliste triunfante en toda tu hazaña? Porque lo enfrentaste. Eres una persona, es normal que tengas temores, pero lo que importa es que tu valor esté por sobre ellos y que sigas adelante sin permitir que estos te repriman.

Las palabras de Navi, provocaron que el joven sienta una mejoría en su consternado espíritu, pues estaba seguro, que el hecho de sentir miedo, lo hacía alguien indigno de ser nombrado héroe, pero ahora las cosas eran diferentes, pues sería un verdadero cobarde, si no luchara por lo que quiere, por su esposa, por sus padres, por todos a los que quiere y aprecia.

- Gracias, Navi. Créeme que en estos momentos valoro mucho tu compañía.

- No tienes que agradecer, estás pasando por una depresión, algo normal por las cosas que han pasado últimamente en tu vida, pero con esfuerzo lograrás salir adelante. – dijo animada.

Luego de esas palabras, Link decidió ir a tomar un baño, estaba ansioso por salir del pueblo y dirigirse a la región de Eldin para encontrar la siguiente llama sagrada.

- Apenas estés listo, vámonos de aquí.

- Sí, pero antes quiero que vayamos al correo, hay algo importante que debo hacer ahí...

...

Al igual que en pueblo de Farone, en el reino de Ordon el sol se estaba asomando para alumbrar un nuevo día. Todos los habitantes se levantaban de sus camas para dar inicio a sus actividades, tranquilos y felices de saber que tenían un trabajo para sustentar a sus familias y poder tener una vida tranquila... pero lamentablemente no en todos lados se sentía esa dicha.

La duquesa Aitana se encontraba en el jardín observando a un halcón rojo acompañado de otro azul, volando en círculos alrededor del palacio. Ver a la pareja de aves encima de ella le hizo derramar unas cuentas lágrimas, pues recordó a su amado hijo en la época en la que era niño y como juntos, escapando de las responsabilidades y exigencias del consejo, se iban de paseo por la ciudadela y la pradera del reino; y entre esos momentos, cuando visitaban a los halcones y los llamaban con el sonido de las ramas silbato.

El duque Demetrio observaba a su esposa desde lo lejos, y al igual que ella se sentía entristecido por la ausencia de su hijo. La pena no se comparaba a la que sintieron el día que tuvieron que despedirse de él cuando tuvo que quedarse a vivir a Hyrule, esta que sentían era más profunda y dolorosa, pues sabían que el príncipe se estaba exponiendo a un sin número de peligros y las posibilidades que estas atenten contra su vida eran altas.

El hombre se acercó a su esposa pausadamente, y luego de eso se sentó a su lado para abrazarla.

- Estaba acordándome de cuando Link era pequeño, ¿recuerdas? – preguntó nostálgica.

- Claro que sí, hubiera querido ser un poco más suave con él en esa época. Hubo momentos en los que fui demasiado estricto, como las veces en las que no lo dejé salir a jugar porque le exigía que estudie más de la cuenta, pero al final siempre llegabas tú y me hacías entender que era solamente un niño, pues mi gran error era que olvidaba eso y lo veía como un hombre. Todas esas situaciones pasadas me hacen sentir culpable. – recordó consternado.

- Es cierto que eras muy firme, pero recuerda que luego regresabas a abrazarlo y a pedirle perdón por enojarte, y de ahí te ibas a jugar con él. Te has equivocado, pero rápidamente has rectificado, por esa razón Link te quiere tanto y para él pesa más el amor que ha recibido de ti que los regaños.

- Solo quise prepararlo para su destino de la mejor manera, que sea fuerte para que no se deje vencer por nada.

- Su espíritu es fuerte, sabes que eso es parte de Link desde que era niño. Lo único que me preocupa ahora es no saber nada de él. ¿Por qué no nos ha escrito? – preguntó angustiada.

- Sé paciente, mi amor, estoy seguro de que pronto lo hará.

La pareja se quedó en silencio varios segundos, hasta que la duquesa hizo un importante recordatorio.

- Falta muy poco para su cumpleaños, nuestro hijo cumplirá veintiséis.

- Lo sé, y eso que planeábamos visitarlo en Hyrule para celebrarlo junto a él, pero debido a lo que pasó, no se pudo. – dijo apenado.

- ¿Te acuerdas las fiestas que le organizábamos de pequeño? Él siempre fue tan generoso que invitaba a nobles y plebeyos, eran tantos los niños que venían que el palacio se repletaba. – recordó sonriendo.

- Siempre tuvo buen corazón, quería que todos disfruten de ese día junto con él.

Aitana no pudo evitar que las lágrimas cayeran de su rostro recordando aquellos felices días, mientras que su esposo la abrazó, tratando de contener su propia tristeza.

- No debemos estar tristes, nuestro hijo está haciendo algo muy valioso por su vida y la de los demás, y sobre todo, está vivo, nos apenamos como si estuviera muerto.

- Yo sé... pero me duele saber que se está arriesgando, solo espero que en el camino se cruce con buenas personas.

- Claro que eso ocurrirá, le sucedió en sus pasadas vidas y esta vez no será la excepción. Lamentablemente, la vida continua y nosotros tenemos que seguir gobernando este reino; al igual que él, debemos cumplir con nuestras labores. Tomemos lo que él hace como ejemplo y llenémonos de valor para afrontarlo todo. – indicó sonriendo, a pesar de su pena.

- Tienes razón, a partir de hora Link será un ejemplo para mí. En serio, nunca dejaré de agradecerle a las Diosas el haberte conocido, de no ser por ti, no tendría a la hermosa familia que tengo ahora.

- El que siempre tendrá que agradecerte soy yo, pues gracias a tu amor pude salir del infierno que me estaba consumiendo cuando era joven. Seguiremos juntos y fuertes luchando contra esta tristeza, para que cuando nuestro hijo regrese nos encuentre felices y orgullosos de él.

Luego de un intercambio de sonrisas, la pareja se dio un pequeño beso, pues a pesar de la tristeza de no tener a su hijo junto a ellos, la esperanza de que este regrese sano, salvo y victorioso les daba las fuerzas para luchar contra los obstáculos.

...

Link ya se encontraba listo para salir del pueblo de Farone. Para que nadie descubra a Navi decidió esconderla en su sombrero hasta partir del pueblo, pues no quería que alguna persona la viera y tratara de llevársela, pues por su condición de hada era una especie muy llamativa y poco común.

Antes de marcharse, el joven decidió pasar por el mercado comprando algunas provisiones para el camino, pues el viaje hasta Eldin tomaría algunos días y le tocaría pasar la noche debajo de un árbol o en alguna cueva, por lo que quería estar lo más cómodo posible.

El príncipe ya se disponía a irse, pero su camino fue detenido por la voz de una persona llamándolo.

- ¡Link!

Una vez que el joven se dio la vuelta, se sorprendió menormente al reencontrarse con un viejo amigo.

- ¡Vilan!

- Hace tiempo que nos vemos. ¿Cómo has estado? ¿Por qué estás vestido de esa forma tan extraña? Casi no te reconozco. – dijo riéndose.

- Yo... he estado bien y referente a este traje... lo uso para pasar desapercibido, no quiero que sepan que soy el príncipe de Ordon.

- Pero ¿por qué?

- Bueno...

Link no tenía idea de qué excusa dar. ¿Debía decirle la verdad? ¿Le creería? No le gustaba mentirle al joven.

- Estoy en una misión...

- ¿Misión?

- Estoy buscando a Zelda...

- ¿Qué cosa? ¿Le ha ocurrido algo?

- Lo que pasa es que ella...

Las palabras del príncipe fueron interrumpidas al ver como a lo lejos se acercaba Aurelio, quien sorprendido de verlo y sobre todo vestido así, se acercó a saludar.

- ¡Pero qué grata sorpresa! ¿Cómo está, príncipe?

- Hola, señor Aurelio, es un gusto volver a verlo. – respondió Link, sonriendo.

- Es extraño verlo vestido de esa forma, me recuerda mucho al héroe de una antigua leyenda. – recordó animado.

Las palabras del hombre hicieron que Link se sienta en más confianza, así que después de meditarlo un poco, se sacó el guante y le mostró la mano a Aurelio, quien al ver el símbolo de la Trifuerza casi se cae al suelo de la impresión.

- ¡No puede ser! Ese signo...

Aurelio, totalmente impactado, palpó la mano del príncipe para ver el signo, y fue en ese momento que se dio cuenta de que este no era una simple marca de nacimiento.

- Es auténtico... entonces la leyenda es real... eso quiere decir que usted es...

- Sí, señor... – dijo Link sonrojado.

- ¿Qué sucede, papá? ¿Por qué te has alarmado tanto al ver esa marca?

- ¡Vamos a casa inmediatamente! En serio, necesito que me cuente todo lo sucedido...

- Gracias por el ofrecimiento... porque en serio necesito hablar con alguien sobre esto.

El príncipe se sintió tranquilo de ver la oportuna la reacción del botánico. Por primera vez, desde que partió de su reino, podría hablar y desahogarse con una persona, aunque también le preocupaba contarle las cosas a Vilan, pues no entendía nada de lo que ocurría.

Link se bajó de su yegua y caminó junto con Vilan y su padre hacia la casa de ambos, sin saber que un ser de las sombras lo estaba analizando desde hace un buen rato, mientras reía.

...

Ya en casa del botánico, Link empezó a contarles a los hombres toda la verdad sobre su vida. A medida que iba relatando los hechos, como cuando le fue revelado ser el héroe elegido, la desaparición de su esposa y el destino de esta, se iba sintiendo más aliviado, pues podía hablar del tema con alguien de confianza, y mejor aún, si eran unos viejos amigos que lo apoyaron en el pasado.

- ¡Qué sorprendente! No puedo creer que, frente a mis ojos, se encuentre la reencarnación del Héroe Elegido por las Diosas. – dijo admirado.

- Papá, la verdad yo no recuerdo haber aprendido nada de esa leyenda, ya sea en la ciudadela de Hyrule o aquí en el pueblo.

- Los jóvenes no conocen sobre eso, pero los mayores como nosotros sí, pues el rey ordenó quemar toda esa información, jamás supe por qué, sin embargo, ahora que el príncipe nos ha contado entiendo las razones.

- La verdad no estoy de acuerdo con esa decisión que se tomó, pues mi padre también tuvo que ver en ello, pero bueno, contra el pasado no podemos hacer nada, lo hecho, hecho está. – dijo Link, frustrado.

- Muchas gracias por la confianza depositada en nosotros, y tenga por seguro que de nuestros labios no saldrá ni una palabra. – dijo Aurelio.

- Gracias, les agradezco tanto por su discreción.

- No tienes nada que agradecer, Link, a pesar de que no conozco esa leyenda, te creo y tienes todo mi apoyo. – dijo Vilan animado.

Link ya se disponía a retirarse del lugar para emprender su viaje, pero su camino fue detenido al ver que de una habitación, salía una mujer con una pequeña bebé en brazos.

- Link, te presento a mi esposa Malon, y esta pequeña que trae consigo es mi hija Romani. – presentó contento.

- Buenos días, príncipe, Vilan y mi suegro me han hablado mucho de usted, le agradezco tanto la ayuda brindada para recuperar nuestra vida.

- Buenos días, no tiene nada que agradecer, solo cumplí con mi deber. Los felicito a usted y a Vilan por su hija, está muy bonita. – dijo el príncipe observando a la pequeña.

- Muchas gracias por sus palabras. ¿A qué debemos el honor de su visita?

- Bueno, yo...

- Link está haciendo unas investigaciones, pero ya está de salida. – intervino Vilan, evadiendo el tema.

- Espera, hijo, creo que es mejor darle al príncipe unas cosas que le servirán para el viaje. – indicó Aurelio ansioso.

- Gracias, pero en serio no es necesario que se molesten.

- ¡Nada de eso! Espere aquí, mientras Vilan y yo vamos a verlas.

- Yo también quiero darle algo, príncipe, estoy segura de que le servirá para el viaje. – dijo Malon animada.

Luego de que la familia se retiró, Link se quedó solo en la sala, oportunidad que Navi aprovechó para salir.

- ¿Qué querrán darte estas personas?

- No lo sé, tenemos que esperar para ver que es. No salgas de tu escondite, por favor, no quiero que nadie te vea.

- Está bien, Link...

Luego de unos minutos de espera, la familia llegó con unos paquetes en las manos, Link tenía mucha curiosidad de saber lo que escondían.

- Link, quiero que te deleites con una de las creaciones del gran Vilan. Hace poco he estado trabajando en una fusión de elementos, según he leído en mis libros, hace tiempo existieron las llamadas "flores bomba". Estas plantas tienen la capacidad de explotar cuando la lanzas al suelo, y como son naturales no tienen ningún químico perjudicial para el ambiente o las personas. Aquí te doy un saco con cien de ellas, y si necesitas más solo planta una de sus semillas en la tierra, y en tan solo un día las tendrás.

- ¡Vaya, en serio, que increíble lo que me estás dando! ¡Gracias, Vilan! – exclamó el príncipe, admirado.

- Eso no es todo, príncipe, lo que le voy a dar le va a servir para su travesía; son dos botellas con pociones de salud, estas le permitirán recuperarse de cualquier herida, y lo bueno es que, una vez que se acabe su contenido, no tendrá que desecharlas, pues poseen la capacidad de preservar todo alimento u objeto que entre en ella; tienen una cualidad casi mágica. – dijo Aurelio.

- Príncipe, yo también le daré otra botella que tiene una leche muy nutritiva, la traje del rancho de mi tía ubicado en la región de Eldin. Puede beberla cuando desee, pues como explicó mi suegro, gracias a las cualidades de la botella, esta no se pudrirá.

- Gracias a todos, me siento mal con tantas atenciones. – dijo Link, avergonzado.

- No hay nada que agradecer, ahora debes partir hacia Villa Kakariko. Creo que ahí encontrarás a quién está buscando, ¿cierto? – preguntó Vilan.

- Así es. Bueno, ahora si me retiro, espero volver a verlos a todos.

- Claro que nos veremos y te pido que cuando res... digo, cuando veas a Zelda, le des mis saludos. – pidió Vilan apenado.

- Claro que sí, Vilan. Cuídense todos, por favor. Hasta pronto...

La familia salió de su casa a despedir al joven, quien se iba a alejando poco a poco en su yegua, camino a la región de Eldin.

- Link... ¿No sientes algo extraño? – preguntó Navi nerviosa.

- ¿Extraño? Pero si todos me trataron bien.

- ¡No me refiero a eso! Siento que alguien nos está siguiendo.

- Yo no siento nada, debes estar estresada, mejor descansa, pues el viaje será sumamente largo. – dijo de manera calmada.

- Sí, tienes razón, creo que son ideas mías.

Lo que Link no sabía es que la sensación que tenía Navi no estaba del todo equivocada, pues efectivamente, en la sombra de la yegua, una singular criatura los estaba acompañando...

...

En el templo ubicado en la parte más apartada del pueblo de las sombras, se encontraba Impa entrenando junto con el objeto de su responsabilidad.

Sheik perfeccionaba una de las técnicas características de la misteriosa raza, donde debía concentrarse en lo más mínimo para poder atacar a su enemigo valiéndose de su percepción, pues sus ojos estaban cubiertos con una venda.

Impa se movía a una velocidad asombrosa alrededor del sheikah, iba tan rápido que ni siquiera se la podía visualizar... fue en ese momento que Sheik encontró el punto perfecto para atacarla, y con solo un movimiento logró noquearla con una patada y enviarla a chocar directo contra una de las paredes.

Impa se sintió adolorida y a la vez sorprendida de la mejora de su estudiante, pues en muy poco tiempo había captado lo que a ella le costó aprender por muchos años. Ahí se dio cuenta de que su espíritu aún recordaba todo lo aplicado en sus pasadas vidas.

- ¡Me ha impresionado, ha mejorado notoriamente en tan poco tiempo! – exclamó admirada.

Sheik se acercó hasta la joven sheikah y la ayudó a levantarse.

- Me gustaría tanto que no me hables de usted, por lo menos que no lo hagas cuando me encuentre en este estado.

- Lo lamento, pero me cuesta tener un trato informal con usted.

- Yo... tengo mucho que agradecerte. Gracias a ti he recuperado grandes cosas de mi vida que creía perdidas, y con eso no me refiero solo a este estado en el que me encuentro. – dijo Sheik con seriedad.

- Yo he sido su servidora desde tiempos inmemoriales, solo cumplo con mi deber. – respondió Impa con seguridad.

- No lo haces solo por el deber, puedo ver que tienes muy buen corazón, a pesar de la dureza y firmeza que demuestras.

- No diga eso, lo que sucede es que han salido a flote viejos afectos, en mis vidas pasadas me dediqué a su cuidado y protección. – dijo sonriendo.

- Es cierto, en esa época, como no tuve a mi madre a mi lado, pasaste a formar una imagen de esta, pero ahora el cariño y el aprecio que siento por ti, es igual al de una hermana, la que nunca tuve.

- Yo siento lo mismo, por eso estoy orgullosa de servirla como lo hago.

- Espero que con el tiempo me empieces a tratar de manera más informal, porque como te dije tú y yo nos conocemos desde hace tiempo, no somos desconocidas.

- Haré un esfuerzo para ello... lo prometo. – indicó sonriente.

Luego de unos minutos de silencio, Sheik se disponía a retirarse, pero Impa detuvo su paso.

- ¿A dónde va?

- Voy a salir un momento...

- No irá a ver a...

- No... tengo muy claro lo que me dijiste, a pesar de que... todo es difícil. – dijo con tristeza.

- Sé que es difícil, pero necesario para el cumplimiento de esta misión. Vaya con cuidado, recuerde que absolutamente nadie debe descubrir su identidad.

- Lo sé...

Mientras que Sheik se desvanecía entre las sombras, Azael acababa de llegar al templo. El joven se acercó a Impa y empezó a conversar con ella.

- Se veía triste...

- Así es, pero ha aprendido a ocultarlo a la perfección. – dijo orgullosa.

- Con tus enseñanzas no lo dudo, finges ser una persona fría cuando no lo eres.

- Ese es asunto mío, no tienes por qué meterte.

- Si me meto, porque sabes que tú y yo nos amamos. – afirmó con una sonrisa.

- ¿Amarnos? Entre nosotros no existe nada de eso. – aclaró con desagrado.

- Siempre ha sido así y lo sabes. Hace algunos años nos lo confesamos y cuando te pedí que formalicemos, jamás lo quisiste por las absurdas ideas que te metió tu abuela en la cabeza. Si las cosas hubieran sido contrarias, a estas alturas ya estaríamos casados, y hasta con un hijo. – mencionó apenado.

- Mi abuela me dijo antes de morir que yo vine a este mundo con una importante misión, y ahora que la descubrí, debo dedicarme a eso. En todas las eras en las que he vivido, siempre he estado sola y así me he muerto; esta vez no será la excepción.

- Eres la reencarnación de la sierva de Hylia, pero también eres una mujer. Aún somos muy jóvenes y me parece absurdo que renuncies a lo que quieres por retrógradas convicciones. – reclamó enojado.

- No quiero seguir hablando de ese asunto, le hice una promesa a mi abuela y pienso cumplirla. Además, ¿qué estabilidad me darías tú? No creas que no me he enterado de que de vez en cuando te vas de fiesta con tus amigos, se hacen pasar por chicos normales para escabullirse entre los humanos e hylianos de los rincones de estas tierras. ¿Quién me asegura que tú no coqueteas con otras mujeres? Porque los hombres que te acompañan son todos unos sin vergüenzas. – mencionó enojada.

El joven se rio a carcajadas debido a las palabras de su compañera.

- Me da risa todo lo que me dices, pero al menos, viendo esos celos en ti, me doy cuenta de que sí me quieres. Solo salgo a tomar unos tragos y a divertirme sanamente, y aunque no lo creas, no todos buscan mujeres, los que están solteros lo hacen para pasar el rato, pero entre ellos yo soy la excepción, y la prueba está en que jamás se ha rumoreado nada de mí en este pueblo, ¿o sí? Si quieres averiguar, nunca se me ha visto borracho o relacionado con alguien, porque a la única que quiero es a ti. No sé por qué te resistes a lo que sientes. ¿Es el amor es algo malo? ¿Acaso nuestros padres nos concibieron del aire? ¡Por favor, reacciona! – preguntó con ironía.

- ¡Vete, Azael! La verdad poco me importa con quién te relaciones, no pienso cambiar de idea por nada, me mantendré así por siempre y punto final. – afirmó impaciente.

- Está bien, me iré, pero no me daré por vencido. No sé cómo le voy a hacer, pero juro por mis difuntos padres que te haré cambiar de opinión. – dijo sonriendo.

El joven sheikah, a pesar de su fingida sonrisa, se retiró consternado y dolido del templo, mientras que Impa se quedó sola, sintiéndose de la misma o peor manera que él.

...

La tristeza se encontraba invadiendo el ambiente del palacio de Hyrule. Todos los habitantes del lugar se sentían tristes por el secuestro de la princesa, no sabían con detalle cuáles fueron las causas de su desaparición, pero los que sí las conocían eran los seres más cercanos a ella, y, por lo tanto, los que más sufrían por su ausencia.

Por una parte, el rey Daphnes se encontraba en su despacho viendo algunas fotografías de la princesa, unas eran de cuando era pequeña, donde recordó lo orgulloso que se sintió al ver como su hija había heredado el cabello castaño, al igual que él; otras imágenes eran relacionadas con eventos importantes de su vida, como cuando cumplió quince años, culminó con sus estudios reales, y sobre todo el más reciente, su boda con el príncipe.

El hombre no pudo evitar abrazar el álbum de fotos, totalmente entristecido por la ausencia de su hija, mientras que con lágrimas en los ojos le pedía a las Diosas que la protejan de todo mal, desde dónde sea que se encuentre.

En otro rincón del palacio se encontraba la reina Celine en la habitación que utilizó su hija cuando aún era soltera. Al igual que su esposo, se encontraba recordando vivencias de la princesa, como la etapa en la que la estuvo esperando, pues por muchos años había anhelado tener un hijo, y al haber sido bendecida con Zelda fue la mujer más feliz del mundo. A su mente, también vinieron los recuerdos de cuando ella era pequeña y como juntas se iban de paseo por el lago Hylia a escondidas del consejo, a pesar de que siempre eran escoltadas por los guardias del palacio.

La mujer lloró hasta más no poder al recordar aquellos hechos, pues el vacío de no tener a su hija junto a ella la consumía. No había mayor dolor para una madre que el saber que sus hijos corrían peligro y no poder hacer nada para salvarlos. La impotencia le carcomía el afectado espíritu.

Luego de llorar por mucho tiempo, la reina se disponía a retirarse del cuarto, y justo en el momento que puso su mano en la perilla de la puerta, sintió una extraña ráfaga de viento. Se dio la vuelta asustada, y grande fue su sorpresa al ver las puertas del balcón abiertas de par en par.

- ¿Por qué el balcón se abrió así de repente? – se preguntó confundida.

La reina se acercó hacia el gran ventanal y se impactó en sobremanera al encontrar, entre los rosales, un sobre cerrado.

- ¿Una carta? ¿Qué será eso?

Invadida por la curiosidad, abrió el sobre, y sus ojos se sobresaltaron cuando empezó a leer los primeros párrafos de la misma...

.

Queridos padres:

Quiero que sepan que mi vida ya no corre peligro, pues gracias a unas buenas personas, pertenecientes a una escondida tribu, pude salvarme.

Ya conozco mi verdadero destino, la razón por la que yo vine a este mundo y en estos momentos me encuentro asumiéndolo con toda la valentía posible.

Pienso que las razones que tuvieron para ocultarme semejante noticia fue para protegerme, pero a pesar de que su silencio no fue el más acertado, no los juzgo, pues han sido los padres más maravillosos y amorosos del mundo, y por ser como son no merecen ningún reproche.

Ahora entiendo las razones por las que me comprometieron con Link, y como se los dije antes, nunca les dejaré de agradecer que lo hayan hecho, pues él es el amor de mi vida, y cuando haya oportunidad le pediré perdón por haber sido tan injusta, pues ahora sé que él nunca me fue infiel.

No podrán verme por un tiempo, pero no quiero que se preocupen, les aseguro que yo estaré bien.

Tengo como misión recuperar mis recuerdos pasados y prepararme en un sin número de entrenamientos, pues debo poyar a mi esposo desde el escondite de las penumbras, hasta que llegue el momento en que pueda revelarme a él.

No olviden que los amo con todo mi corazón, y que muy pronto volveremos a ser la familia unida y feliz de antes.

Los quiere,

Zelda

PD: Enséñale esta carta a Gracielle y a Cocu, pues imagino que a estas alturas ya están enterados de todo, y si no es así, díganles la verdad, pues por ser amigos de Link y míos, merecen todas las explicaciones.

.

Las manos de la reina temblaron sin control debido a la impresión de la carta recién leída, sentía una mezcla de felicidad y tristeza que no podía asimilar ni explicar.

- ¡Daphnes! – gritó a punto de llorar.

La reina se dirigió a buscar a su marido, pues estaba ansiosa de mostrarle la carta que su hija les había enviado, sin embargo, traspasando las cortinas del balcón abierto, apareció un misterioso ser, que con lágrimas en los ojos veía como la puerta de la habitación se cerraba completamente.

...

Una noche, luego de varios días de viaje, el príncipe llegó a la región de Eldin, específicamente a la Villa Kakariko.

El joven ya había visitado ese pueblo en la época que estuvo de luna de miel con su esposa. No pudo evitar que varios recuerdos hermosos invadan su mente, pues a pesar de que en esos tiempos ella aún no lo amaba, él ya había aceptado sus sentimientos por ella, y desde ese momento se juró a sí mismo cuidarla siempre.

- ¡Por fin llegamos! Este pueblo es grande, no es como el que yo recuerdo. Espero que el manantial esté cerca. – dijo Navi, emocionada.

- No hay que caminar mucho, y por suerte no hay tanta gente transitando la calle, así que podremos invocar a Eldin sin problemas.

- ¡Apresurémonos a llegar para que hables con él!

Link aceleró el paso de su yegua para llegar rápido a la fuente, pero de repente esta se alteró, provocando que el joven casi caiga al suelo.

- ¡Tranquila! ¿Qué te pasa, Epona? – preguntó alarmado.

- Link, ella está nerviosa, dice que al igual que yo siente que alguien nos está siguiendo.

- ¡Todo el camino has dicho eso, yo no siento nada!

- ¿Me estaré volviendo loca? ¡Es en serio, siento algo extraño rodeándonos!

- ¡Olvídate de eso y vamos a la fuente! – exclamó impaciente.

El joven una vez más evadió la sensación del hada, así que con prisa se dirigió a la fuente para invocar a Eldin.

Una vez que el príncipe llego con su acompañante a la fuente, se cercioró de que no hubiera nadie alrededor, y una vez que lo comprobó, inmediatamente invocó al espíritu de Eldin.

- Yo, Link, el Héroe Elegido por las Diosas, pido que tú, espíritu de Eldin, guardián y protector de esta región, te muestres ante mí, pues necesito que acudas a mis más grandes inquietudes...

Una luz empezó a resplandecer encima de las puras aguas de la fuente, y lentamente el brillo tomó la forma de una majestuosa ave. De esa manera se mostró a una de las deidades más importantes de la tierra, el espíritu de Eldin.

- Soy Eldin, el espíritu que protege las tierras de estas extensas llanuras. Bienvenido seas, Héroe Elegido, es un honor tenerte en mi presencia.

- Un gusto conocerlo, Eldin, he venido aquí para que me guie en el camino para encontrar la llama sagrada de esta región, pues necesito imbuir la Espada Maestra con la misma y fortalecerla.

- La llama sagrada de Eldin se encuentra en el escondido cráter de la Montaña de la Muerte, en un antiguo templo llamado el Gran Santuario Antiguo.

Link se dio la vuelta y pudo visualizar a lo lejos a la Montaña de la Muerte; solo de ver su altura y de imaginarse adentrándose en el cráter lo preocupó enormemente.

- ¿Tengo que subir esa montaña y llegar hasta el cráter? – preguntó impactado.

- Así es...

- ¿Pero cómo lo haré? La altura de ese lugar es monstruosa, y aparte de eso, no creo sobrevivir a las extremas temperaturas del cráter.

- No tienes nada de que preocuparte. El líder de los Gorons te ayudará en ese proceso.

- ¿Los Gorons? ¡Pero esa especie está extinta! – exclamó indignado, sintiéndose burlado.

- Nunca lo han estado, esa raza ha permanecido escondida en la montaña, esperando el regreso del héroe. Una vez que ellos te vean te aseguro que se mostrarán ante ti.

- ¿Cómo los encuentro para pedirles que me ayuden?

- Hay una puerta en la parte baja de la montaña, esta ha estado sellada por miles de años, y la única manera de abrirla, es por medio de un conjuro que se encuentra en un antiguo libro llamado "La llave de los secretos del fuego".

- Entiendo. Si fuera tan amable, me gustaría que me diera ese libro.

- Lamento decirte que yo no poseo dicha reliquia, así que tendrás que buscarla entre los rincones de este pueblo.

- Pero...

- Sé que conseguirás tu cometido de la mejor manera, Héroe Elegido. Que las Diosas te acompañen...

El espíritu de Eldin se desvaneció de la fuente, rodeado por su misma aura luminosa, dejando al príncipe totalmente inconforme con la información recibida.

- No entiendo por qué todos estos espíritus me ponen estas trabas. Latoan no me quiso contar cosas de mis vidas pasadas, Farone no me dijo dónde se encontraba Zelda, y ahora Eldin, que me deja con una gran encrucijada referente a ese libro. – refutó molesto.

- Pienso que estas cosas que suceden son algún tipo de prueba, ha de ser para que fortalezcas tu espíritu y aprendas a ser paciente. – mencionó el hada.

- Debe ser así, pero lo único que importa en estos momentos es encontrar ese libro.

- Debemos averiguar dónde está la biblioteca, estoy segura de que ahí habrá información. – sugirió el hada.

- La única manera de saber eso es preguntando a los habitantes, y el único lugar que veo abierto es esa taberna que está por allá. – indicó, señalando con el dedo el lugar observado.

- ¿Piensas ir a ese sitio?

- Claro que sí. Siento que ahí me darán información sobre la biblioteca... o aún mejor, sobre el libro que estoy buscando.

...

El príncipe caminó por unos minutos hasta un lugar llamado "La Tasca de Telma", pudo escuchar dentro de la misma a varios hombres riéndose y brindando por cualquier acontecimiento que los contentara. Por ser el único lugar abierto, en esa fría noche, no tuvo más opción que entrar y ver a quién podría pedirle información.

Por suerte pocas personas parecieron notar la presencia del joven, pues debido a su peculiar ropa no quería llamar la atención. Se sentó en la barra, hasta que se acercó a él una mujer robusta, cabello castaño rojizo y mostrando un gran escote llena de orgullo y coquetería.

- ¡Vaya, pero si ha venido a mi negocio un joven y apuesto muchacho! – exclamó emocionada.

- Buenas noches, señora. – saludó cortés

- ¿Cómo que señora? ¡Señorita! Aún no estoy casada.

- Lo siento, no quise incomodarla. – se disculpó avergonzado.

Link notó que en la parte del fondo de la barra, había un retrato de una mujer acompañada con un hombre alto y de larga cabellera. Esa imagen le pareció muy curiosa, y hasta extrañamente conocida.

- Disculpe, pero si usted no es casada, ¿quién es el hombre que la sale abrazando en el retrato? – preguntó confundido.

- ¿Esos? No guapetón, esa no soy yo. La que vez ahí fue la fundadora de este puesto, se llamaba Telma, así como esta servidora. Ella era originaria de la ciudadela del palacio de Hyrule, pero resulta que se enamoró de un shaman llamado Renado, quien fue el que cuidó esta villa hace miles de años, y bueno, al parecer con sus encantos y perseverancia para seguirlo, logró enamorarlo y se casaron. Por esa razón ella trasladó su tasca a villa Kakariko, y desde ese día vivieron felices los tres, y digo esto, porque él tenía una hija llamada Luda. Esa hermosa historia de amor se ha traspasado en mi familia de generación en generación. ¿Acaso no te parece romántico?

- Este... ¡Claro que sí, muy romántico! ¡Es una historia muy interesante! – exclamó Link, fingiendo interés.

- Sí, así es, pero bueno, no estamos aquí para hablar de mis antepasados. ¿Deseas algo de tomar? ¡Nadie entra a mi Tasca si consumir algo! – advirtió amenazante.

- Yo... ¡Claro, por supuesto! Deme una cerveza, por favor. – pidió con sonrisa nerviosa.

- Enseguida te la traigo, guapo... – dijo guiñándole el ojo, mientras le lanzaba un beso.

Link se incomodó enormemente de ver como la mujer le lanzaba un beso, cosa que provocó que Navi, escondida en el sombrero del joven, se ría a carcajadas.

- ¡Parece que te hiciste una conquista, apuesto príncipe!

- ¡No me molestes! – exclamó aterrado.

- Talvez esa mujer pretenda dejar de ser soltera contigo.

- ¡No lo digas ni en broma!

Luego de unos minutos, Telma llegó con un jarro de cerveza a la barra. A medida que Link la bebía, la mujer no le quitaba la vista de encima. Fue tanta la presión del joven al sentir la intensa mirada de la mujer encima de él, que de un solo trago se la terminó.

- Vaya, sí que eres un hombre de armas tomar. ¿Deseas otra? – preguntó en tono seductor.

- ¡No! Digo, no gracias. De una vez le pagaré, pues no pienso beber nada más.

- Ya veo, sabes controlarte, no como este montón de borrachos que vienen, en especial el joven que no ha de tardar en llegar, como cada noche.

- ¿Qué joven?

- Es un chico muy apuesto, vive en esta villa, pero en realidad nació en la ciudadela del palacio de Hyrule. Él vivió junto con sus padres en una de las zonas más importantes de ese sector, y como el señor era brillante para los negocios, expandió los mismos hasta aquí, mientras que su hijo se quedó en la ciudadela, junto con su madre, estudiando en la universidad la carrera de antropología, pues según lo que me contaron algunos conocidos, tenía una obsesión por aprender sobre esa antigua raza ya extinta, los Gorons.

- ¿Qué ha dicho? ¿Los Gorons? – preguntó impactado.

- Sí, guapo, él fascinado se dedicaba a sus estudios y se graduó con las mejores calificaciones, pero como su padre ya se jubiló y se fue a hacer un largo e indefinido viaje con su madre, él tuvo que venirse a vivir a Villa Kakariko para manejar sus negocios. No le desagradó del todo esa idea, pues al estar cerca de la Montaña de la Muerte, donde supuestamente viven los Gorons, se dedicó a sus negocios y al estudio de ese lugar.

- ¡Debo hablar con ese chico! ¿A qué hora cree que venga? – preguntó ansioso.

- No ha de tardar en llegar, pero no creo que puedas hablar con él.

- ¿Por qué? – preguntó Link.

- Porque el pobre no es ni la sombra del chico virtuoso y responsable que era, pues está tan deprimido que solo se dedica a la bebida, y creo que todo es por penas de amor.

- ¿Penas de amor?

- Hubo un tiempo que no vivió en nuestra villa, y siempre que venía de visita a revisar los negocios, nos contaba que se iba a casar con una hermosa mujer del palacio, y el día que supuestamente era la boda, regresó acompañado por una chica que no era su prometida. La verdad esa mujer nos caía muy mal a todos, era arrogante, hipócrita, y en sí, fue por culpa de ella que el chico terminó en la quiebra y tuvo que regresar a la ciudadela de Hyrule a buscar suerte, pero al parecer ahí tampoco le fue bien, pues regresó completamente solo a empezar de nuevo aquí.

- Ya veo...

- Mira, estás de suerte, acaba de llegar. – dijo señalando la puerta.

Link se dio la vuelta para ver al chico del que Telma le había hablado, y una vez que lo observó, se quedó completamente anonadado.

- ¿Él?

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