Atracción destructiva +18

By DeniseAyleen

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Chase White es un chico problemático y frío. Skyler sabe que una oscuridad lo rodea, y que es mejor manteners... More

Prólogo
Reparto
Nota
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79 - Final
Epílogo
Sinopsis | AD2 | Destructivos
Prólogo | AD2
1 | AD2
2 | AD2
3 | AD2
4 | AD2
5 | AD2
6 | AD2
7 | AD2
8 | AD2
9 🔞 | AD2
10 | AD2 | Parte 1
11 | AD2 | Parte 2
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16 | AD2
17 | AD2
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19 🔞 | AD2
20 🔞 | AD2
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22| AD2
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24 | AD2
25 | AD2
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44 | AD2 | Parte 1
45 | AD2 | Parte 2
46 | AD2 | Parte 3
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69 | AD2
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71 (Cap especial) | AD2
72| Parte 1 |AD2
72 |Parte 2 |AD2
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By DeniseAyleen

Skyler

«Te quiero.»

El vibrato en su voz, la suavidad con la que lo dijo, la soltura y la sinceridad que sus ojos desprendieron en aquel momento me sacaron más de cien sonrisas, según llevaba la cuenta. Nunca nadie me lo dijo. Y que él fuera el primero en hacerlo y después de haberme hecho el amor de la mejor manera posible, fue especial. Chase subía día a día medio escalón más. Realmente temía terminar en la perdición. Porque me encantaba. Chase tenía mil y una cosas malas, pero yo lo quería de igual manera. Porque esas mil y una cosas eran las que convertían a Chase en el chico que me gustaba. Puede que sonara morboso, y lo entiendo si es lo que se te pasó por la mente.

Hoy me sentía cansada. Pero en el buen sentido. Sin embargo, no lograba pegar un ojo ya que las imágenes de lo que pasó hace más o menos tres horas se repetía en mi mente para sacarme sonrisas y no dejarme dormir. Me di la vuelta con lentitud para que Chase, quien estaba completamente dormido, no se diera cuenta de que lo iba a observar.

Me mordí el labio.

Sus párpados estaban cerrados, sus labios juntos, sus mejillas algo coloradas y su pelo un poco desarreglado. Y de lo último soy culpable. Después de tener nuestro primer encuentro, quizá unos veinte minutos después, el fuego de la pasión volvió a encenderse y repetimos el acto sexual, aunque, esta vez, conmigo encima de él. Debo decirlo, fue incómodo al principio, un poquito más doloso que la posición del misionero, pero fue cuestión de dejarme llevar por la excitación y la costumbre que se consiguió con el correr de los minutos, porque luego pude sentirme más libre, más en conexión con él. Me dejé llevar tanto que, cada vez que él presionaba fuertemente mis caderas con sus manos, yo le tiraba un poco el pelo hacia atrás. Lo mejor era que le gustaba. Literalmente, hoy había sido la mejor noche de mi vida.

Chase fue amable conmigo, y eso le sumó muchos puntos en su currículum como novio. Bueno, aún no éramos novios, en ningún momento me lo pidió. Mucha gente piensa que es una etiqueta, y sí lo es, pero aunque yo no haya soñado con tener un príncipe azul a mi lado se me hacía algo bonito que me lo pidieran. Y más alguien como él, porque Chase me gustaba en absoluto y hoy me había entregado a él de la manera más completa.

Le acomodé un poco el pelo. Se veía lindo despeinado, pero me gustaba tocar su pelo. Asomé una sonrisa cuando se removió en la cama y se acostó boca arriba. Su torso se encontraba desnudo. Solo la fina tela de la sábana cubría su parte más privada.

—No me gusta que me miren mientras duerno. ¿No te lo he dicho antes, nena?

—¿Nena? —elevé las cejas de manera divertida. Chase seguía con los ojos cerrados.

—¿Algún problema con el apodo?

—No —me encogí de hombros—. Se siente lindo que lo digas así. Bueno, de ser otra persona no me gustaría tanto, pero en ti se escucha lindo. ¿Estabas despierto?

—No. Estaba dormido, pero me despertó la mirada fija y acosadora de alguien.

Rodé los ojos.

—Eres un molesto.

—Me gustaría que Jason sepa lo que hicimos hoy —confesó sin reparar en mi comentario. ¿Por qué quería que Jason supiese lo que hicimos? Supongo se refería al sexo. Y conociendo el poco agrado que ambos se tenían, seguramente Chase deseaba aquello para provocar a mi amigo.

—Jason es mi amigo. No te quiere y creo que nunca lo hará. Es más, apenas soporta lo que tenemos. ¿Para qué quieres hacer daño?

Abrió los ojos y me observó. Se puso de costado para verme mejor. Vi que su mirada bajó hacia mis pechos y me tapé bien con la sábana para que no se viera nada que no tuviera que verse. Tuvimos sexo tres veces seguidas, pero todavía me sentía algo tímida respecto a mi cuerpo.

—Porque le gustas y quiero que cualquier tipo de ilusión que tenga se esfume de su cabeza.

—No seas así. Jason te salvó la vida, ¿recuerdas? Y ten en cuenta que el hechizo lo dejó muy cansado. Demasiado. Regresarte a la vida lo dejó agotado. No seas malo con él.

—Solo no quiero que se haga más ilusiones.

—No se hace ilusiones. Chase, Jason no quiere nada conmigo. ¿Cuándo lo vas a entender? —quise saber. Chase asomó una sonrisa pícara que me hizo fruncir las cejas—. ¿Ahora por qué sonríes?

Se me acercó y con su brazo me atrajo más hacia él. Su frente chocó con la mía.

—Se me para cuando te molestas —murmuró cerca de mi boca. Que dijera eso me recordó a la vez que hizo que lo tocara.

Tragué saliva.

—Chase... —quise alejarlo.

—¿Te molesta si llevo tu mano a mi pene?

Joder. Me puse como un tomate. ¿Por qué me decía esas cosas? Él sabía que me ponía incómoda, pero no tenía que hacer esto. No tenía que hacerme sonrojar de tal manera. Además, ¿qué esperaba que le respondiera? ¿Sí, Chase, quiero tocar tu pene? ¿Eso quería? Porque no. Claro que no le iba a decir eso.

No dije nada.

Tomó mi mano y la llevó bajo la sábana. No tardó mucho para que sintiera que su miembro estaba duro.

—¿Ves cómo me pones?

—Sí... —contesté sin querer.

—Ahora tengo muchas ganas de hacerlo otra vez. De sentirte —musitó y me besó de la manera que me volvía loca mientras hacía que lo masturbara.

Yo también quería volver a hacerlo. No solo por el placer que sentía, sino también porque quería aprovechar lo que quedaba de la noche con él. En la mañana tendríamos que volver a casa de Violett antes de que mi madre pasara a recogerme.

—¿Qué dices? ¿Lo hacemos de nuevo?

Le mordí el labio en respuesta. La captó de inmediato.

—¿Podemos intentar alguna otra posición? —pregunté y le robé una sonrisa.

Afirmó y me besó en los labios para luego levantarse a buscar otro preservativo. Su trasero quedó al descubierto y me enganché mordiéndome el labio. Vaya culo que tenía.

Me senté en la cama cuando se acercó. Me regaló otro beso y luego murmuró:

—Ponte en cuatro.

Agrandé los ojos un poco.

—¿En cuatro?

—En cuatro —afirmó mientras se colocaba el condón.

—Bueno —dije dudosa. No por miedo a que me resultara doloroso, sino a estar tan expuesta a él.

Aun así, hice lo que me dijo.

—Inclínate un poco más abajo —ordenó con voz seductora. Le hice caso.

Chase masajeó mi trasero unos segundos y, luego, sin esperármelo, me dio una nalgada que me hizo gemir. No fue ni fuerte ni suave. Estuvo en medio. Y se sintió... interesante.

—Hazlo otra vez —pedí.

No lo veía pero podía apostar a que sonreía.

—Te estás volviendo toda una traviesa, Skyler.

—Tú eres el culpable —contesté.

Me dio otra nalgada con la misma intensidad. Seguramente ahora mi piel se encontraba enrojecida, pero no era un problema para mí ni nada que me detuviera a seguir permitiendo lo que Chase hacía. Como si leyera mis pensamientos, volvió a palmear mi trasero. Lo presionó con fuerza y luego subió su mano por mi espalda, tocándome y sintiéndome con disfrute.

—Voy a entrar.

—No pidas permiso.

Sentí que su miembro tocó mi entrada y, a continuación, presencié una presión dentro de mí. Para ser sincera, esta posición fue bastante dolorosa al principio. Más que las demás. Solté gemidos de dolor y él dejó de embestirme levemente para quedarse quieto.

—¿Quieres que pare? Te estoy lastimando y no me gusta. Puedo sentirlo.

—No —pedí.

—Skyler, si te duele no va...

—No —interrumpí. No quería que esto me dejara como alguien a quien le gustaba el dolor, porque detestaba sentir hasta la más mínima molestia, pero en el sexo era diferente. Yo sabía que se calmaría. Mientras más tiempo pasara, más me acostumbraría—. Muévete —le ordené.

—¿Segura?

—Sí.

—Está bien. Pero lo haré lento —avisó. Empezó a deslizarle lentamente dentro de mí, provocando gemidos de mi parte. Me perdí en su respiración irregular, en su agitación por el deseo, y en sus manos tocando mi trasero. Eso lo hizo más llevadero. Minutos después, esa incomodidad ya no se llamaba así. Ahora era placer. Parecía cliché, pero era la vedad.

De acuerdo él fue viendo que para mí la posición de perrito no era tan molesta como al principio, decidió aumentar la velocidad, no sin antes preguntarme si me parecía bien. Le dije que sí porque empezaba a disfrutarlo de verdad. Tan solo el hecho de saber que él se encontraba detrás de mí, haciéndomelo, agitado y excitado. Juntó mi cabello y lo jaló hacia atrás, pero sin hacerme daño.

—¿Te gusta? —preguntó jadeante.

—Sabes que sí —le contesté—. Quiero más, Chase —le pedí sin ningún tipo de vergüenza.

—¿Quieres que te lo haga más fuerte ahora?

—Hazlo.

Gimoteó.

—Me encantas, mierda —lo escuché decir. Eso me robó una sonrisa.

Después de, quizá, unas cuatro horas, desperté para tomarme una ducha junto a Chase. Después de que termináramos de hacerlo por cuarta vez, mis energías llegaron hasta el cero, por lo que recosté mi cabeza en la almohada, me tapé con las sábanas y esperé a que Chase me abrazara para poder descansar. Esta noche fue distinta a las demás porque me dejé llevar y me sumí en un sueño profundo hasta que sonó la alarma. Yo no me desperté porque no la oí, pero Chase se encargó de lograr lo que mi teléfono no.

—¿Te la has pasado bien, Skyler? —me preguntó al meterse bajo la regadera.

—Creo que eso quedó claro —sonreí. Dibujé círculos en la piel desnuda de su pecho, mientras que las palmas de las manos de Chase se posaban en la pared detrás de mí. Me tenía acorralada, con muy poco espacio, pero disfrutaba de esto.

Mis padres pasaron por mi mente por primera vez desde que llegué aquí. El otro día le recriminé a mamá que era una nefasta, que pensó en ella y no se dio cuenta que su egoísmo podía traernos problemas a los demás. Yo estaba haciendo lo mismo, pensaba en lo que Chase y yo queríamos y no en lo que podíamos causar si permanecíamos juntos. Recordar su expresión al escucharme me hacía sentir culpable. Yo era una hipócrita.

Chase levantó mi mentón.

—¿En qué piensas?

Negué con la cabeza, pero con una mueca involuntaria que hizo que Chase me mirase raro.

—En nada.

Me miró con seriedad.

—No me gusta que me mientan, Skyler.

—No te estoy mintiendo.

—¿Ah, no? Entonces, ¿por qué tu corazón ha empezado a latir con rapidez? Soy vampiro, ¿recuerdas?

Pasé mis brazos por sus hombros y lo observé directo a los ojos, dispuesta a decirle la verdad.

—Pensaba en lo que le dije a mamá.

—¿Sobre lo del egoísmo?

Afirmé. Quise agregarle alguna palabra a mi ademán, pero Chase se me adelantó.

—No tienes por qué sentirte mal ni nada por el estilo.

—Soy una hipócrita.

—No. No lo eres.

—Chase —hablé claro, pero negó con la cabeza.

—No quiero que pienses en esas cosas.

—¿Por qué no debería pensarlas? Dime por qué no soy una hipócrita. No soy diferente a mi mamá.

—Lo eres porque ella se acostó con tu padre sabiendo lo que un vampiro y una bruja pueden procrear.

Entrecerré los ojos.

—Chase, entonces tú y yo somos peores. Podemos procrear algo aún peor. No porque no tenga mis lados activados significa que no crearemos algo mucho peor. La abominación destruye a lo sobrenatural. ¿Qué tal si creamos algo que destruye a todo el mundo? —refuté.

Chase, para mi sorpresa, se rio en mi cara.

—Quédate tranquila que tú y yo no procrearemos nada. ¿De acuerdo? No te embarazaré. Yo me cuido y tú empezarás a hacerlo también. Puedes tomar la pastilla o ir al médico una vez al mes para que te inyecte. ¿Podrías, por favor, no arruinar este momento?

—Mi intención no es esa. No quiero arrui... —empecé a decir, pero Chase acalló mis palabras con su boca. Me besó lentamente, y quise empujarlo un poco hacia adelante, pero terminé por caer ante el hechizo de sus labios.

Después de la ducha salí de la cabaña para ver el cielo azul. No había ninguna nube que lo estropeara. Colgué mi bolso en mi hombro mientras esperé a que Chase terminara de cerrar la puerta.

—Antes de irnos, quiero llevarte al lago. No te preocupes, no está tan lejos. —Tomó mi bolso y lo metió dentro del auto—. Iremos caminando.

—¿No podemos ir en auto?

—No. Dije que no está tan lejos.

Rodé los ojos, pero le seguí el paso sin protestar cuando empezó a caminar con rapidez.

—No camines tan rápido —me quejé.

—¿Le pasa algo a tus piernas que no puedes caminar más rápido? —se burló.

Sí. Algo pasaba. Y eso era culpa suya.

—Mis piernas aún siguen débiles por lo que pasó ayer.

—¿Y qué pasó ayer? —siguió molestándome. Le adelanté el paso y lo vi sonreír. Cómo le gustaba molestarme. Maldito Chase.

—Hice ejercicio —respondí sonriendo.

—¿Y te gustó?

—Pudo haber estado mejor —mentí. Lo de anoche fue perfecto y no lo cambiaría por nada del mundo. Muchas personas dicen que la primera vez es un poco incómoda, dolorosa y mala. Para mí fueron los dos primeros adjetivos, el tercero no se ajustaba a mi noche pasional.

Caminé más rápido para alejarme un poco de su lado después de soltarle aquella broma. Solté un pequeño grito cuando Chase me levantó bruscamente y me colgó en su hombro. Le dio una palmada fuerte a mi trasero.

—¿Escuché bien, Skyler Rice? ¿Acaso dijiste que no fui lo suficientemente bueno en la cama?

Me reí.

—Tal vez —respondí.

La posición era un poco incómoda, pero me dejaba la vista perfecta de su trasero. Aproveché para tocárselo.

—Tienes un lindo trasero —admití.

—Te voy a castigar —me amenazó y me nalgueó, provocando un gemido de mi parte—. Y no te va a gustar. El agua del lago es muy fría.

¿Qué? No.

—Ni se te ocurra, Chase White.

—Tú te lo buscaste —respondió.

—Oye, no... —dije, pero él empezó a usar su velocidad para correr. Sentí un cosquilleo enorme en la panza ante la velocidad a la que íbamos—. ¡Bájame! —grité. Quise que mi voz saliera firme, pero era imposible porque Chase estaba corriendo—. ¡Bájame! —volví a gritar, pero él no me hizo caso.

Me daba risa que Chase jugara así conmigo, que me amenazara con algo tan inocente como tirarme al lago. Sabiendo todas las cosas malas que pasaban, este momento de entretenimiento, exactamente como el día que pasamos ayer, era necesario para nosotros. Esa cabaña fue el lugar en el que le entregué algo importante a Chase, y las paredes de ese cuarto fueron testigos de lo que Chase me dijo. Cuando estuve en el hospital confesó que una parte suya empezó a quererme, pero esa vez no fue tan directa como la de anoche.

—¡Bájame! —le supliqué. Oí su risa. Su risa endulzaba mi sentido auditivo.

Y pensar que Chase fue bipolar y ahora, remplazando aquello, padecía de una depresión profunda. Me sentía especial al saber que yo fui quien provocó una risa reciente en Chase. Adoraba ver que reía. Él tenía características que cualquier persona podía llegar a tener, pero que en ninguna se vería tan especial como en Chase.

—¡Voy a saltar!

—¡No! —grité, pero era demasiado tarde. Chase saltó y enseguida nos sumergimos bajo el agua. Abrí los ojos y nadé hasta arriba para tomar aire y golpear juguetonamente a Chase.

Cuando lo vi sonriendo, me reí.

—Y pensar que eras un idiota cuando te conocí...

—Sigo siendo el mismo. Solo que soy un idiota enamorado —se acercó a mí. Le arrojé agua para que no viera cómo de sonrojada me encontraba.

Me atrajo hacia su cuerpo y pegó su frente a la mía.

—No me gustan las cursilerías —admitió—, pero sé que a ti sí. Así que, tengo que preguntarte algo. Algo importante.

Oculté una sonrisa.

—Te escucho, Chase.

Acomodó mi pelo mojado hacia atrás para poder verme sin nada que estropeara mi cara.

—Anoche, mientras dormías plácidamente me quedé observándote... te veías sumamente guapa. Y sumergido en el silencio, entendí que todas las cosas que pasaron fueron por algo. Todos vamos caminando hacia nuestro propio destino. Y si suena cursi en mi mente sé que sonará aún peor en voz alta, pero tú eres parte de mi destino. Siempre odié el vampirismo y todo este mundo de locos. Pero de haber vivido una vida normal, ayer no hubiera tenido una de las mejores noches de mi vida. Sé que soy un desastre, una mala persona, alguien que hizo desastres... pero espero que aceptes estar conmigo. Skyler, ¿te gustaría ser mi novia?

——

Se acerca el final. Comenten mucho qué les pareció.

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