De envidia la luna lloraba al mirar, como a la estrella la querían más.
Al día siguiente, María José acompañó a Brenda hasta su departamento y al llegar se encontraron con Javier en el estacionamiento. Se notaba desvelado y desaliñado, era como si hubiera abandonado una fiesta para ir en busca de su novia.
—Mi amor— la interceptó— ¿dónde estabas? Llevo toda la noche buscándote.
—No me toques— lo rechazó y continuó su camino.
—Dime que estas bien— la sujetó para volver a detenerla.
—Lo estoy y no es gracias a ti— intentó avanzar, pero él lo seguía impidiendo.
—Javier, creo que ni tú, ni Brenda están en condiciones como para hablar de lo ocurrido— María José intercedió— será mejor que te vayas a casa y regresa más tarde.
—Deja de darme lecciones de amor porque esto, es un asunto entre mi novia y yo. Así que no te metas y mejor vete a hacer alguna colecta.
—Por si no lo sabes, la Cruz Roja hace su recaudación entre los meses de marzo y abril.
—Entonces búscate otra entretención y déjanos en paz.
—No vuelvas hablarle así— Brenda la defendió.
—No me digas tú lo que debo hacer.
—Ni ella, ni yo soportaremos tus groserías— experimentó segundos de valentía.
—¿Por qué te importa tanto?— él enfureció, la sujetó del brazo y le dio un fuerte jalón para acercarla a su cuerpo— responde, ¿por qué siempre la prefieres antes que a mí?
Por un hecho traumático de su pasado, Brenda sufría crisis de pánico, situación que con el paso de los años logró superar, pero cuando ocurrió el accidente automovilístico, esta condición regresó a su vida por lo que ahora, cada que su tranquilidad se veía interrumpida, volvía a experimentarlos. Era como si el aire escaseara y provocaba que respirara con dificultad.
—Suéltala Javier, la estas lastimando— María José le pidió.
—¡Te dije que te largaras!— gritó.
—¡Suéltala!— exigió con voz más demandante.
—¿Cuál es tu maldito problema?— liberó a su novia para encarar a la otra chica, la cual solo pretendía mediar la situación.
—No tienes por qué tratarla de esa manera.
—Ya te dije que no me vas a decir cómo tengo que ser con mi novia.
Por encima del hombro izquierdo de él, María José notó que Brenda seguía en su lucha por conseguir un poco de oxígeno y miraba al suelo sin saber qué hacer.
—Bren— llamó su atención y sus ojos negros se encontraron con los de ella— respira— pidió.
—¿Por qué siempre quieres estar metida en nuestra relación?— y con un simple movimiento, interrumpió su contacto visual.
María José intentó acercarse a Brenda para brindarle ayuda, pero él no lo permitió. Javier intentó la misma estrategia de sujetarla, pero con ella no obtuvo el mismo resultado porque al instante se liberó.
—No me vuelvas a tocar— reclamó.
—Que intensa resultó ser la princesa— se burló.
—Brenda necesita ayuda.
—Ella está bien, solo exagera porque le fascina ser el centro de atención. Así que ya te puedes marchar. La salida queda por allá— señaló.
—Solo déjame ayudarle y después me iré.
—Ya te dije que no.
—Bren— volvió a buscar su mirada y notó algo de mejoría— ¿estás bien?
—Si.
—Te veo luego, ¿vale?
Respondió de manera afirmativa con el movimiento de su cabeza.
Decidió marcharse para no seguir entorpeciendo la situación, pero logró escuchar cómo es que Javier culpó a Brenda por lo acontecido y la chica pidiendo ser soltada de nueva cuenta porque la estaban lastimando. María José podía soportar todo, menos que alguien dañara a un ser querido y para ella, Brenda era más que especial, así que, sin pensarlo, regresó para enfrentarlo y ponerle un alto.
—Te dije que no la molestaras.
—¿Estás demente?— reclamó después de sentir el golpe sobre su rostro y se palpó la cara— me rompiste la nariz— con sus dedos intentó detener el flujo de la sangre.
Brenda decidió acercarse para brindarle un poco de ayuda.
—¿Estás contenta con lo que has provocado?— pero él decidió reclamarle.
—¿La culpable soy yo?
—¡Brenda, mírame!— le gritó— la loca de tu amiga acaba de romperme la nariz.
—¿Quieres que te revise?— María José cuestionó.
—Aléjate— retrocedió.
—Respira por la boca e inclina tu cabeza hacia adelante.
—Esto no se quedará así— intentó enfrentarla otra vez, pero la chica dio dos pasos hacia atrás para evitar un nuevo enfrentamiento y Brenda alcanzó a sujetarlo del brazo para detenerlo.
—Te llevaré al hospital— le dijo— vete María José— pidió— vete, por favor.
—¡Pagarás por esto!— le gritó antes de que ella se marchara por completo.
Cuatro días después, la chica paramédico volvió a saber de Javier porque él cumplió su amenaza.
—María José— alguien le habló.
Ella se encontraba en la central de la Cruz Roja, detuvo su caminar por uno de los pasillos y dio media vuelta para averiguar quién había mencionado su nombre.
—Te trajeron esto— Damián le entregó un sobre blanco.
—¿Qué es?— preguntó mientras lo abría.
—Un citatorio para que respondas ante una denuncia por agresión.
—¿Una qué?— sorprendida comenzó a leer.
—Al parecer atacaste a Javier San Martín— Damián continuó— ¿hay algo que quieras decirme?
—No.
—¿Por qué no me contaste sobre eso?
—Porque no había nada que decir. Él se puso intenso con Brenda y me tocó calmarlo.
—¿Por qué las últimas semanas el único nombre que tienes en la boca es el de ella?
—Porque es mi amiga y haré todo para que este bien, aunque te moleste.
—¿Y por eso te agarras a golpes con su novio?
—Fue en defensa propia, ¿o qué querías? ¿Qué también me dejara agredir?
—Lo único que quiero es que te des cuenta que Brenda te está arrastrando a su enfermiza relación y esto— sujetó el citatorio— es una prueba de ello.
—Lo arreglaré.
—Y que sea antes de que el tema escale y la directiva tenga que poner a trabajar a los abogados para defenderte porque si eso ocurre, estarás fuera de la institución. Las reglas son claras, los elementos problemáticos causan baja definitiva.
—Lo sé.
—¿Él te hizo algo?
—No.
—Solucionaremos esto juntos.
—Gracias— lo besó.
Y por la noche, Brenda pasó de visita por su departamento; tenían una cita para cenar juntas.
—¿Y esto qué es?— tomó el citatorio que se encontraba sobre la mesa.
—Nada importante, solo...— María José intentó evitar que lo leyera, pero la curiosidad de su amiga fue más rápida.
—¿Javier te demandó?
—Solo es una denuncia, pero se arreglará. Tengo un presentimiento de que todo irá bien.
—¿Y por qué lo hizo?
—Porque le rompí la nariz.
—Él comenzó todo, tu solo me defendiste.
—Es un San Martín, esa familia nunca pierde.
—Le llamaré— hurgó en el interior de su bolsa para encontrar su celular.
—No Bren, no es necesario.
Ignorando la petición, buscó el número entre sus contactos y mientras esperaba ser atendida, pensó en colocar el altavoz, pero declinó a esa idea.
—¿Qué quieres Brenda?— él contestó.
—¿Por qué demandaste a María José?— inició.
—¿Ya lo olvidaste? Me golpeó.
—¿Y a ti se te olvidó que lo propiciaste?
—¿Solo para eso has llamado?
—Necesito que retires tu absurda denuncia.
—No estás para exigirme nada. Me golpeó y tiene que pagar las consecuencias, se lo advertí.
—Estás muy equivocado. Esta ocasión, no ganarás.
—¿Quieres ayudar a tu amiga? Hagamos un trato.
Brenda guardó silencio para escuchar la propuesta.
—Regresa conmigo y nos olvidamos de este tema, ¿te parece?
—¿Y con esa actitud tan nefasta pretendes que pase por alto todas tus bajezas?
—Soy un hombre de objetivos y tú, siempre serás uno de ellos.
—Javier entérate, no soy de tu propiedad.
—Princess, tu mejor que nadie sabe quién pierde más con esta situación porque si me lo propongo, puedo destruir todo lo que se interponga en mi camino, incluida tu querida amiga.
—A ella déjala fuera de esto.
—La solución la tienes en tus manos.
—De acuerdo. Acepto.
—¿Ya viste que si me perteneces? Dile a la paramédico que mañana hablo con mis abogados para acabar con esto.
—Gracias.
—¿Dónde estás? Te invito a cenar.
—En mi departamento— mintió.
—Arréglate, pasó por ti en treinta minutos. Te amo.
Finalizó la llamada.
—Listo— intentó fingir que todo estaba bien mientras guardaba su móvil.
—¿Qué te dijo?
—Nada interesante, pero lo importante es que todo se solucionó.
—Bren, no quiero ocasionarte más problemas con él.
—Todo está bien— continuó con la falsa apariencia de felicidad— ¿posponemos la cena para otra noche?
—Si— María José besó su mejilla para despedirla.