El corazón de un profesor

By IolantMoon9

34K 2.5K 238

Álvaro, es un profesor de literatura que lleva casi toda la vida dando clases en el mismo colegio. Tiene una... More

capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Captítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72 (FINAL)

Capítulo 5

556 38 0
By IolantMoon9


Arturo se había levantado temprano con el único objetivo de ver pasar a Melisa. Esperaba que siguiera pasando por el mismo camino.

La alumna era una chica de costumbre y siempre seguía la misma ruta para ir al trabajo. Por esto Arturo estaba seguro de verla.

Aunque hacía unos días le había dicho que esperaba que pudieran quedar todos juntos, no tenía la intención de invitar a su mujer. Esa situación no era para nada deseable. No quería exponerla a una situación que pudiera ser, como poco, incómoda. Tampoco quería someterse a sí mismo a más tensiones con Miriam.

Le hacía ilusión volver a ver a una vieja alumna como era Nuria. Esas cosas siempre hacían mucha ilusión. Ver a una persona adulta sabiendo qué él, en alguna medida había ayudado a formar, era una situación única. Solo los profesores eran capaces de entender ese tipo de sentimiento. Eso sin contar con que con ella, vería a su mejor amiga.

Solo los miércoles tenía clase a primera hora de la mañana. El resto de la semana solía entrar a segunda o a tercera. Esto le permitía poder ir a desayunar a un bar en la misma calle donde se encontró con Melisa por primera vez. Sabía que pasaría por allí.

Todas las mañanas la saludaba y hablaba durante unos minutos con ella. Eran los minutos del día.

_¿Algún día me responderás a los mensajes que te mando? – Bromeó él.

_Si algún día me decido a mirar alguna de las cosas que me escriben, prometo ver los tuyos los primeros.

Bien era cierto lo que le había decía. Ella no solía estar muy pendiente del móvil. Apenas respondía a sus mensajes.

"Y yo con tanta necesidad de tener noticias tuyas..." Pensaba él a diario.

Mirian se estaba empezando a enfadar. Sabía bien que su matrimonio no había empezado con buen pie y que era por su culpa, por sus engaños para contraer nupcias con él. Era consciente que tenía amantes, lo sabía a la perfección. Él nunca se lo había ocultado. Y hacía mucho tiempo, meses, que no compartía cama con ella.

Nada de eso le importaba. No demasiado, al menos. Lo que le molestaba era que se levantara temprano, que estuviera cada vez más arisco con ella, que ya no se molestara en mirarla. Algo había, algo le ocultaba y, si no era amor por otra mujer, era algo que se le parecía mucho.

Esto hacía peligrar su matrimonio. No le importaba sus infidelidades, pero que se enamorara... Eso sí le dolía.

Sospechaba que su marido le era infiel, pero siempre había vuelto a casa, a su lado. Hasta entonces no se había comportado de esta manera.

Una tarde, poco después de las dos y media de la tarde, saliendo del instituto y justo antes de entrar en el coche, Arturo llamó a Melisa. Mientras sonaba el tono de llamada, el profesor se acomodaba en el interior del automóvil.

_Buenas tardes, señorita García. – Dijo sonriendo, sabiendo que estaba al punto de volver a escuchar su voz.

_Hola, Arturo. ¿Por qué me llamas? ¿Ha sucedido algo?

Él se quedó paralizado. No esperaba ese tipo de saludo.

_No, no sucede nada. Solo... Solo quería hablar un poco. Bueno, si puedes.

_Sí, sí, claro. Estoy haciendo la comida, pero puedo hablar sin problemas. Dime, ¿Para qué me quieres?

_De nada especial. Ha sido un día un poco... Raro, cansado. – Mintió. – Solo quería escuchar una voz amiga.

_¿Qué ha sucedido? ¿Problemas con tus alumnos?

_No. Es decir, nada fuera de lo normal. Me siento cansado y... No lo sé.

_¿No me quieres contar lo que te ha sucedido?

No es que no quisiera contarle nada, es que no tenía qué contarle. Había sido un día normal y corriente dando clase.

_No es eso. Si no es que haya pasado nada grave. Creo que es solo cansancio, la rutina.

_¿No deberías decirle esto a tu mujer? Quizás deberías salir con ella unos días de viaje, un fin de semana romántico. Así te despejarías. A ella seguro que le hace ilusión.

"No, eso nunca. Implicaría salir de la ciudad y no me apetece." Pensó Arturo.

_Ella tiene un negocio al que atender. No puede desatenderlo tan fácilmente. Y no tengo muy claro que quisiera hacerlo.

Melisa se quedó en silencio. No tenía mucha confianza con él y no sabía qué decirle.

_Oye, realmente no sé qué aconsejarte. Ve a tomarte unas cervezas con unos amigos. Eso siempre viene bien. Desahógate con ellos. Te conocen mejor que yo y sabrán cómo guiarte.

_Si, haré eso. Planearé algo con ellos. Pero la verdad es que da pereza salir de casa con el frío que hace.

_Bueno, propón a Miriam una tarde de película y cena romántica. A las mujeres nos encanta esas cosas y es un buen plan para relajarse. Una charla bajo esas circustancias te ayudará a sentirte mejor.

Arturo suspiró. No podía decirle nada de sus problemas con su esposa. Eso implicaría darle muchas explicaciones. Todavía no estaba listo para eso, para contarle por qué se casó con una mujer que realmente no amaba.

_Esa también es una buena idea. – Dijo el profesor. – Gracias por atender mi llamada y dejar que escuchara tu voz.

Tras esas breves palabras, Arturo colgó el teléfono.

Se recostó sobre el respaldo del sillón del conductor y cerró los ojos durante unos segundos.

No podía quitarse a esa chica de la cabeza. Cerró los ojos y se la imaginó a su lado, sentada como su copiloto. No pudo evitar sonreír ante esa situación.

Cuando llegó a casa la mesa ya estaba puesta. Aunque no tenía hambre, se sentó a comer con Miriam. No quería ser descortés y, menos aún, discutir. Sabía que si no probaba bocado iba a arder Troya en aquella casa.

Tras probar un poco de comida, fue a la cama. Estaba cansado, realmente cansado.

Posando su cabeza sobre la almohada se puso a pensar en su alumna.

"¿Por qué no puedes ser tú la que me espere cuando llego a casa?

Melisa, escuchar tu voz al entrar en casa tiene que ser lo más bonito del mundo."

Pasaban los días y por más mensajes que le mandaba a aquella chica, ella no respondía a ninguno.

Se sentía morir.

"¿Por qué me pongo así solo porque una niña no me responda a lo que le escribo? Esto no es normal en mí."

Cada noche soñaba con ella. No era nada especial. Eran pequeñas cosas, insignificantes.

Una noche soñaba que tomaba un café con ella. Otra que, unos amigos y ellos dos iban a cenar. Cosas pequeñas, insignificantes, pero que hacían que se levantara de buen humor.

Las vacaciones escolares de Navidad se iban acercando.

Tres días antes de que se suspendieran las clases, Arturo fue de compras. Quería comprar los regalos de reyes para su mujer y, por supuesto, algo para Melisa. Le hacía ilusión tener un detalle con ella.

Continue Reading

You'll Also Like

1.9K 252 19
Susana, una chica de 15 años con un futuro favorable en lo artístico y con un pasado oscuro detrás de ella, el destino la cruzo con 5 chicos, los cua...
17.5K 678 79
Una chica normal de 18 años, sueña en entrar a un estudio de baile muy importante. Su madre le revelará una verdad que cambiará su vida por completo.
191K 7.2K 35
Mi nombre es Samantha y Bueno, por un estúpido juego terminé embarazada de Cameron Dallas. ------- -Cameron, tengo que decirte algo. -Dime. -Estoy em...
398K 14.6K 39
Sandra, una joven fotógrafa de 23 años, le surge el trabajo de su vida: fotografiar los partidos de la selección alemana en el mundial de Brasil. Al...