Capítulo 59

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El reloj marcó la una y media de la mañana y Melisa y Arturo seguían tirados en el suelo en el más puro silencio.

_Deberíamos levantarnos y comer algo. – Señaló la contable. – Llevamos todo el día entre cajas. Deberíamos recargar las pilas.

_Tu cuerpo es lo que me apetece comer.

_Hablo en serio.

Se levantaron y vistieron. Hicieron un pequeño asalto a la nevera. Cogieron todo lo que se vieron. Había sido un día ajetreado, por lo que sus energías estaban bajas.

_Cuando terminemos esto deberíamos ir a la cama. Mañana quiero que hagamos un par de cosas. Te tengo algo preparado por tu cumpleaños.

_¿El qué?

_Mañana, Arturo, Mañana. Será una sorpresa.

Cuando terminaron la cena, llevaron los platos al lavavajillas.

Melisa cogió de la mano a su chico y le llevó hasta la habitación. El profesor, por su parte, también estaba ansioso.

A Arturo le palpitaba fuertemente el corazón. Sería la primera de muchas noches que pasaría en aquella habitación junto a Melisa.

_ ¿A partir de ahora esto es nuestro?

La contable asintió.

_Es nuestra habitación. ¿Te imaginas las aventuras que podemos vivir entre estas cuatro paredes? – Contestó ella.

Arturo sonreía. Claro que se lo imaginaba.

Aquel pequeño cuarto se convertiría en su palacio de juegos y sueños. Allí todo se uniría convirtiéndose en uno.

_¿Qué prefieres? ¿Volver a hacer el amor o dormir y guardar fuerzas para mañana?

_Melisa, no me hagas elegir. Sea lo que sea siempre te elegiré a tí. Siempre voy a preferir que tu olor se grave en mi piel.

_Entonces, ¿me dejas desnudarte? Quizás prefieras hacerlo por ti mismo. – Preguntó ella acariciando su cara.

Arturo la cogió haciendo que las piernas de su chica abrazaran su cadera.

Antes de que ambos pudieran darse cuenta, la ropa terminó por el suelo y ellos en la cama.

Melisa no podía dejar de gemir, de lo que el profesor se contagiaba.

El amanecer entró por la ventana sorprendiéndoles, sin que ninguno de los dos pudiera hacer nada por evitarlo. Estaban tan bien compartiendo tiempo y cama que no deseaban que aquellas horas terminaran.

_Suspiros, besos y caricias a primera hora de la mañana. ¿Puede haber algo mejor que esto con la mujer que amas?

Melisa se levantó. Se puso algo por encima y salió de la habitación.

_Ahora vuelvo. No te muevas de aquí.

Parecía una niña pequeña. Tenía más de una cosa preparada en la cocina.

Preparó café y cortó unos pedazos de tarta de melocotón. Exprimió unas naranjas e hizo unas tostadas.

Tenía preparado en el frigo unos batidos de chocolate, fresa y nata que la noche anterior Arturo no había visto.

Lo puso todo en una bandeja y lo subió al cuarto.

_¿Qué es lo que traes?

_Tu desayuno de cumpleaños.

_Sabes que esto se suele hacer al revés, ¿verdad? Quiero decir que debería ser yo quien te lo trajera.

_No cuando es tu cumpleaños. Desayunemos y démonos una ducha. Aún tengo pensado un par de cosas más.

_Que en nuestro primer día juntos me tengas que traer tú el desayuno...

El profesor comenzó por la tarta, siguiendo por el café y terminando por el batido.

_No puedo creerme que cocines tan bien. – La besó terminando todo lo que le había preparado. – Todo está buenísimo, Mel.

_Tenemos que arreglarnos. – Dijo la contable. – Tenemos que ir a recoger algo. Así que levántate y ve a la ducha que ya son casi las diez de la mañana.

Se ducharon, vistieron y salieron de casa.

_¿Dónde vamos?

_Primero a por tu regalo de cumpleaños.

_Creía que era la mudanza o el desayuno en la cama.

_Sí, eso es una parte. Te tengo algo más. En un principio son tonterías, pero espero que te gusten.

_¿Piensas decirme dónde vamos?

_Lo sabrás cuando lleguemos. Es una sorpresa.

En el centro, cerca de la plaza había una tienda de fotografía. Era un negocio familiar con un trato muy agradable.

Entraron en ella.

_Buenos días. – Saludó Melisa entrando en la tienda. – Tengo un pedido a nombre de Melisa García.

El dependiente buscó en el ordenador.

_Está pagado. ¿Se lo envolvemos para regalo?

_Sí, por favor.

La contable cogió el regalo y salió de la tienda junto a Arturo, el cual no paraba de preguntar sobre los planes que tenía para ese día.

_Me falta ir a un lugar, solo a uno. Después iremos a comer. Yo te invitaré que para eso es tu cumple.

_¿Dónde nos toca?

_A una librería.

Fueron a un pequeñísimo local al otro lado de la plaza mayor. Este negocio estaba especializado en libros antiguos.

Volvió a dar sus datos.

En todo esto no tardaron más de dos horas.

El corazón de un profesorWhere stories live. Discover now