Almas unidas

By Goddess-Artemiss

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Desde tiempos inmemoriales, las almas de la Princesa del Destino y del Héroe Elegido por las Diosas han estad... More

Notas de escritora
1. El designio de las Diosas
2. El encuentro
3. Amor sellado
4. Sentimientos estremecedores
5. Anuncio formal
6. Eterna unión
7. Buenos amigos
8. Más allá del deseo
9. El inicio de una agonía
10. Aceptando la derrota
11. El comienzo de lo inevitable
12. El regreso de antiguas hazañas
13. Marido y mujer
14. Íntimas confesiones
15. Malas intenciones
16. Misión encomendada
17. Heridas del alma
18. Descubrimientos misteriosos
19. Enfrentamiento mortal
20. Efímera tranquilidad
21. Almas unidas
22. Dudas angustiantes
23. Corazones destrozados
24. Nefasta revelación
25. Secretos al descubierto
26. Destino definido
28. La llama sagrada de Farone y el regreso de un antiguo enemigo
29. Las puertas del Crepúsculo
30. Situaciones inesperadas
31. Reavivando emociones
32. La llama sagrada de Eldin y la enfermedad del Héroe Elegido
33. Amor que sana
34. Cambios radicales
35. Nuevo comienzo
36. Tratos cumplidos
37. Sorpresivos encuentros
38. Firmes aclaraciones
39. Simples amantes
40. Juramento inquebrantable
41. Reanudando el camino
42. Misteriosas revelaciones
43. La llama sagrada de Lanayru y la otra cara de la moneda
44. Impredecible hallazgo
45. Grandes verdades
46. Impensable
47. Desgracias al acecho
48. Devastadores cambios
49. La invasión
50. La sagrada bestia de ojos azules
51. El Héroe del Crepúsculo
52. Abismo infernal
53. Lucha contra uno mismo
54. Indicias devastadoras
55. Todo tiene un comienzo...
56. ... Y también un final
57. El reencuentro de las almas
Epílogo

27. El principio de una travesía

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By Goddess-Artemiss

Esa noche, el príncipe se encontraba cabalgando en Epona buscando la fuente de Farone. Ya habían pasado dos días desde que había llegado a la región y no lograba encontrarla.

El joven estaba empezando a desesperarse debido a la prisa que tenía por contactar al espíritu, pues aparte de que fue el primero que le confesó sobre su destino, también era el único que podía indicarle cómo encontrar la primera llama sagrada.

- Es mejor encontrar un lugar donde dormir, príncipe.

- Navi, ya te dije que no me digas príncipe, y sobre todo recuerda que nadie debe saber que lo soy, pues eso complicaría las cosas. Te invitaría a que vayamos a dormir a la cabaña de mi familia, pero no quiero que los sirvientes de ahí me vean vestido como estoy, y aparte de eso, estamos muy lejos de ahí; sería peligroso caminar a estas horas hacia allá.

- Es cierto, pero yo puedo dormir donde sea, el que me preocupa eres tú, pues no estás habituado a dormir en el suelo. Siempre has estado rodeado de lujos y camas cómodas.

- Es verdad, pero no me queda otra opción que adaptarme a las circunstancias. Ahora el príncipe no existe, solamente soy un simple joven que tiene una misión que cumplir, tanto por Zelda como por todo el mundo. No te preocupes por mí, por lo pronto frío y hambre no vamos a tener, pues equipé a Epona con todo lo necesario para el viaje y traje varias mantas para cubrirnos.

- ¡Qué suerte! Gracias, Link.

- No agradezcas, esperemos que más adelante encontremos...

De repente, el príncipe se agarró el pecho con fuerza debido a que sintió una horrorosa punzada. Ese signo alarmó enormemente a Navi.

- ¡Hey, Link! ¿Qué te ocurre? – preguntó el hada, preocupada.

- No lo sé, tengo un intenso dolor en el pecho, pero no es algo físico, es más bien como un mal presentimiento, como si algo terrible estuviera pasando. – respondió, tomándose el pecho con angustia.

- Estás estresado debido a que no hallamos la fuente, pero tranquilo, vas a ver que la encontraremos.

- Yo sé que tarde o temprano la encontraremos, pero en serio me preocupa esto que siento.

- ¡Mira! A lo lejos veo una cueva, vamos a descansar ahí, verás que así te sentirás mejor.

A medida que el hada empujaba con su pequeño cuerpo a la yegua para que camine a la cueva, Link pensaba en su esposa, Tenía miedo de que ella se encontrara en peligro, pero al mismo tiempo recordó las palabras de Latoan, él le aseguró que ella estaba bien, así que decidió confiar y tratar de estar tranquilo.

Una vez que llegaron a la cueva, el príncipe le agradeció a Navi que se haya preocupado por él, y mientras la observaba volando contenta debido a su mejoría, recordó el momento en el que se encontró con ella, luego de que la salvó de las garras de aquellos monstruos....

*.*.*.*.*

Navi huyó rápidamente debido a la culpa que sintió al ver al príncipe, estaba tan avergonzada de estar en su presencia que no pensó en otra cosa que esconderse.

Llegó a una pequeña cueva donde creyó poder ocultarse completamente, pero para su infortunio Link logró alcanzarla.

- ¿Por qué saliste volando de esa manera? – preguntó extrañado.

- Por favor, vete. No soy quién para mirarte a los ojos. – pidió llorando.

- ¿Por qué? ¿Qué te sucede?

- ¿Acaso no recuerdas nada? Me fui sin siquiera despedirme de ti aquella vez.

- ¡Recordar, recordar, recordar! Desde que salí de mi tierra, esa palabra me mortifica. ¿Cuáles son las cosas que debo recordar? – preguntó hastiado.

El hada se quedó analizando con más detenimiento al joven frente a ella. Sin duda, el alma que este poseía era la misma que conocía, pero al mismo tiempo era distinta. Físicamente, se parecían un poco, tenía algunas facciones similares, su cabello era una tonalidad más oscura y de edad era mayor. Era imposible para un hyliano vivir tantos años, así que en ese momento se dio cuenta de que se trataba de la esencia de su amigo en un cuerpo distinto.

- Tu alma es la misma, pero físicamente eres un poco diferente.

- ¿A quién? – preguntó impaciente.

- ¡A Link, al Héroe del Tiempo! A un amigo que tuve hace miles de años. Iniciamos un viaje juntos para acabar con Ganondorf y una vez que esa misión finalizó, me fui de su lado sin explicarle nada.

Fue entonces que Link se dio cuenta de lo que estaba hablando Navi. Ella estaba describiendo una de sus anteriores vidas.

- Es decir... ¿Qué tú me conociste en mi anterior vida?

- Así es.

El príncipe estaba impactado. Ver a esa hada por primera vez lo había impresionado, pues se le hizo familiar de inmediato. Pero lo que más lo alarmó es que sin planearlo empezó a recordar un sueño que tuvo hace meses... uno que lo perturbó en terriblemente.

- Yo... hace meses tuve un sueño, donde me mencionaban como el Héroe del Tiempo, pero nadie me creía y tuve que iniciar un viaje para buscar a un ser que probaría que yo sí lo era... un hada... ¿Acaso...?

Esas palabras fueron suficientes para que a la mente del joven vengan un montón de desconocidas, borrosas y confusas imágenes. Observó una aldea, donde solo vivían niños acompañados de hadas parecidas a la que tenía en frente, no comprendía qué lugar era, pero se le hacía familiar. Luego se vio con un hada similar a la que ellos llevaban, mientras viajaba por diferentes sitios y recolectaba valiosos objetos. Después se vio luchando contra Ganondorf a las afueras de un palacio en ruinas, y finalmente colocando una espada idéntica a la que llevaba en su pedestal, y cuando esta fue encajada, el hada que lo acompañaba desapareció sin decir palabra alguna.

¿Qué eran todas esas imágenes? ¿Qué significado tenían para su vida? ¿Por qué salieron a flote apenas se encontró con Navi? ¿Acaso eso era parte de sus recuerdos dormidos? En ese momento lo comprendió... indudablemente lo eran.

El príncipe se colocó una mano en el pecho con fuerza, mientras mantenía los ojos cerrados, y a medida que esas imágenes pasaban como relámpago en su mente, unas pocas lágrimas cayeron de sus ojos.

Ahora recordaba, logró recordar unos cuantos fragmentos de una de sus vidas pasadas y eso provocó que de sus labios salga una involuntaria, pero ansiada pregunta.

- ¿Por qué te fuiste? – preguntó resentido, sin entender por qué.

- ¿Has recordado? – preguntó sorprendida.

- He recordado algunas cosas de manera muy vaga, pero la que tengo muy presente es esa sensación de abandono que sentí cuando te marchaste, incluso relacionando esto con el sueño que tuve, yo inicié un viaje para buscarte, pero como no obtuve éxito me regresé a mi lugar de origen. ¿Por qué te fuiste, Navi? ¿Por qué? – preguntó resentido.

Ni el mismo Link sabía por qué se sentía dolido, simplemente tuvo esa incómoda sensación en su corazón. Necesitaba una respuesta que justificara el abandono de su compañera para que sea esa manera pudiera calmar su perturbada alma.

- Por ser mi amigo, te responderé con la verdad. El motivo de mi abandono sucedió por dos razones. La primera fue porque tú no eras un Kokiri, no necesitabas tener un hada a tu lado, pues fuiste un hyliano que fue dejado en la aldea por su madre antes de morir.

- ¿Kokiris? ¿Son esos niños con los que vivía en aquella aldea?

- Así es, tú no pertenecías ahí y la prueba de ello es que creciste, pues los niños de ese sitio se mantenían eternamente en esa etapa.

- Entiendo... – dijo atento.

- La segunda razón por la que te dejé fue porque había alguien que me estaba esperando en el Bosque Perdido, mi hermano Flero.

- ¿Tu hermano? – preguntó sorprendido.

- Sí, en ese tiempo no te lo comenté, pues no quería que por mis penas nuestra labor se vea afectada. Él y yo teníamos una vida tranquila en el Bosque Perdido, y a diferencia de las demás hadas, nosotros éramos más poderosas que ellas, pues aparte de mantener el equilibrio natural del mismo, nos encargábamos de impedir que se cumpla la maldición para las personas que se perdían, que los niños se transformaran en Skullkid y los adultos en Stalfos. El Árbol Deku me invocó para guiarte en la misión que ya conoces, por ser la hermana mayor, debía hacerlo y me indicó que no podría regresar a mi hogar hasta que todo termine. Al inicio, obedecí sin quejarme, quería cumplir rápido lo encomendado y marcharme con mi hermano, pero con el pasar del tiempo me sentí a gusto contigo, me parecías una persona leal y valiente, te acompañé en las etapas de tu niñez y adolescencia, y en el proceso compartimos varias y enriquecedoras aventuras... pero una vez que todo acabó, mi función de acompañarte había llegado a su fin, tenía ansias de volver ver a mi hermano, pero al mismo tiempo me dolía dejarte, por eso me fui sin decirte nada, por cobarde, no tuve el valor de despedirme debidamente, de agradecerte por cada momento. Simplemente, me fui y desaparecí de tu vida.

A medida que el joven escuchaba dicha explicación, el resentimiento de su alma se iba apaciguando. Tuvo una sensación tranquilizadora recorriéndolo, como si una sed eterna que lo aquejó enormemente se hubiera calmado, pues la duda que lo había perturbado desde hace tiempo, por fin fue despejada.

- Entonces, ¿fue por tu hermano que te fuiste?... ¿Tanto te costó contarme eso? ¡Yo lo hubiera entendido! – reclamó indignado.

- Eras un niño en ese entonces, eras huérfano y tu máxima aspiración era tener un hada como los demás, por eso no tuve el valor de revelarte que me tendría que ir de tu lado una vez acabara mi misión. Mi ausencia en el bosque provocó que algunos perdidos seres se transformen en Skullkids y Stalfos, pues como te indiqué hace un rato, mi hermano y yo nos encargábamos de mantener el equilibrio en ese sitio. Ya una vez que regresé a mi hogar, llamé emocionada a mi hermano, pero lamentablemente él ya no estaba, lo busqué por todos lados y no lo hallé, y por eso decidí marcharme de ese lugar para encontrarlo. Te preguntarás, ¿por qué no te transformaste en Skullkid cuando fuiste a buscarme al bosque perdido? Bueno, fue porque antes de irme dejé un sello protector en el sitio, para que cualquiera que entre no sea transformado, aunque lastimosamente la duración del mismo no iba a ser perpetua debido a mi ausencia.

- Eso quiere decir... ¿qué una vez que ese sello se rompió, cualquiera que entró a ese bosque se convirtió en cualquiera de esas cosas? – preguntó espantado.

- Así es...

- Ahora entiendo por qué me sucedió eso. – dijo con voz ahogada.

- ¿Qué cosa? – preguntó extrañada.

- En ese sueño que tuve yo entraba al Bosque Perdido a buscarte, y cuando me adentré lo suficiente empecé a sentirme mal. El cuerpo me comenzó a arder horriblemente, me costaba respirar y luego vi como la piel se me desgarraba hasta el punto de ver mis huesos.

Navi no pudo evitar llorar amargamente al escuchar esas palabras, varias lágrimas brillosas salían de su luminoso cuerpo debido a la culpa. Sin duda el arrepentimiento le carcomía la conciencia. Jamás se imaginó que abandonar el bosque iba a causar la muerte de su más preciado amigo.

- ¡Perdóname! Jamás pensé que mi abandono a ti y al bosque te causaría eso. No debiste ir a buscarme ¿Por qué lo hiciste? – preguntó entristecida.

- ¡Lo hice por Zelda! Nadie creía que yo era el Héroe del Tiempo, y la única que podía probarlo eras tú, pues los sabios estaban enclaustrados vigilando el sello de sus templos, no podían salir de ahí. Zelda era la única que podía estar en el palacio por ser la líder de los mismos. Nadie más que tú podía probarlo, pues el ser un hada envidada por el árbol Deku, era una garantía. ¡Si tú hubieras podido probar mis hazañas, yo hubiera podido estar con ella! – reclamó consternado, entre lágrimas.

¿Por qué reclamar eso ahora? Ni el mismo joven lo entendía, inexplicablemente lo hacía por inercia. A pesar de que ya fueron cosas que vivió hace tiempo, su alma aún seguía resentida, todas esas desgracias se hubieran podido evitar, pero lamentablemente las cosas no fueron así.

- Mi falta de sinceridad y cobardía causaron todas esas cosas, por favor, perdóname. Hubiera deseado tanto que seas feliz junto a la princesa, desde niño te agradó, y cuando creciste encontrarla y protegerla se volvieron una obsesión para ti. Siempre supe que tú y ella estaban predestinados, a pesar de que las dolorosas circunstancias los separaron.

El príncipe se quedó en silencio por bastante tiempo, asimilando una y otra vez la revelación del hada y el retorno de sus amargos recuerdos. Es cierto que se sentía dolido por su abandono, y que por causa del mismo él haya muerto en aquel bosque, pero de qué servía lamentarse por el pasado. El tiempo no iba a regresar, además la vida con la que había renacido era diferente, él se había casado con la que siempre fue su amada, y a pesar de que su matrimonio estaba a pique por a los malos entendidos, fue feliz. Las Diosas se apiadaron de él y le permitieron estar junto al gran amor de su vida una vez más, así que con eso ya no tenía caso lamentarse ni culpabilizar a otros.

- ¿Sabes una cosa, pequeña hada? Ya de nada sirve lamentarme por eso, porque el pasado nunca vuelve y además la vida que he tenido hasta ahora ha sido muy buena.

- ¿En serio?

- Quiero que sepas que en esta época no soy huérfano, pues tengo unos padres maravillosos que me quieren y se preocupan por mí, y aparte de eso estoy casado con la princesa Zelda. – dijo sonriente, secándose las lágrimas.

- ¿Qué has dicho? ¿Es tu esposa? – preguntó sorprendida.

- Así es, y aunque está secuestrada, agradezco a las Diosas por tener la vida y fortaleza para luchar por ella.

- Link...

- Navi... yo te perdono... y también te pido perdón por no haberte entendido al principio, talvez si en esa época no hubiera mostrado mi obsesión por tener un hada, tú hubieras podido decirme la verdad. Yo no soy quién para juzgarte por tus actos. Te sugiero que dejemos todo atrás y retomemos la amistad que hace siglos nos unió, es cierto que no recuerdo mucho de esa vida en la que nos conocimos, pero con lo poco que sé me basta para saber que fuiste una buena amiga.

Link estiró la mano para que la pequeña hada se pose en ella, fue la manera en la que se le ocurrió sellar ese pacto que estaba haciendo... y en ese momento, Navi voló hacia sus dedos y se aferró a ellos llorando.

- ¡Gracias, Link! Gracias por haberme perdonado, siglos de tormento he vivido por no lograr perdonarme a mí misma por el daño que te hice. Así como tú, he olvidado varias cosas de nuestras aventuras, con el paso de tantos siglos es algo normal, pero lo que nunca dejé de recordar fue el haberte dejado y también la desaparición de mi hermano. Esas son las dos cosas que más me han mortificado. ¡Las Diosas me castigaron para que tenga siempre presente eso!

- Ya no pienses en eso, lo único que importa es que todo ya fue aclarado... pero lo que quiero saber es si finalmente lograste encontrar a tu hermano.

- Nunca lo encontré, mi búsqueda fue un total fracaso. Me sentí tan dolida por no haberlo hallado que no logré regresar a mi hogar y por eso me dediqué a vagar como alma en pena por todos lados, solo me he dedicado a vivir de esa manera. Es más, ni siquiera recuerdo como llegué a esta parte del bosque, talvez fue el destino que quiso que nos reunamos de nuevo.

- Lamento tanto que te hayas perdido por tantos siglos, pero desde ahora eso llegó a su fin y por eso te propongo un trato.

- ¿Un trato?

- Acompáñame en la misión que tengo encomendada, y yo te ayudaré a buscar a tu hermano.

- No creo que él aparezca, han pasado siglos que no lo he visto. Ya ha de estar muerto. – dijo apenada.

- ¿Por qué tú no has muerto?

- Por qué las hadas podemos vivir indefinidamente, hasta que las Diosas designen lo contrario, es algo parecido a lo que ocurre con los Skullkid naturales, o sea los que no fueron niños anteriormente.

- Entonces quiere decir que talvez tu hermano sigue vivo, y debe haber tenido alguna razón para no esperarte en el bosque. Como tú dijiste, el destino quiso que nos volvamos a reunir, talvez apoyándonos mutuamente podamos encontrar lo que buscamos.

Las alentadoras palabras por parte del príncipe permitieron que Navi tome una importante decisión.

- Como siempre tan optimista. Está bien, iré contigo en esta misión, como en los viejos tiempos.

- Muchas gracias, Navi.

Luego de unirse como equipo, el príncipe decidió sincerarse un poco más con el hada, así como ella lo había hecho. Le contó todo sobre él, de donde venía, quiénes eran sus padres y todos los detalles que tenían que ver con su actual vida.

*.*.*.*.*

...

En el Patíbulo del Desierto, Ganondorf y todos los presentes estaban estupefactos, sin asimilar lo que acababa de ocurrir delante de sus ojos. La espada de la princesa que iba dirigida hacia ella para acabar con su vida, había tomado un desvío, y eso era debido a que dos extraños seres estaban cubriéndola.

- ¿Qué es lo que ocurre? ¿Quiénes son ustedes? ¡Cómo osan a interferir en mi ejecución! – preguntó el rey, irascible.

Ganondorf observó detenidamente a los seres frente a él, y se dio cuenta de que se trataban de un hombre y una mujer de aproximadamente treinta años.

La mujer tenía el cabello blanco recogido por una larga cola, mientras que un mechón decorado por listones rojos sobresalía delante de su rostro. La joven poseía en su ojo izquierdo un singular tatuaje, dos picos gruesos color naranja, y de vestimenta usaba un extraño traje conformado por una bufanda marrón tapándole el cuello, un traje color azul cubierto por unas armaduras en los brazos y cintura, el pecho estaba cubierto por unas vendas blancas, que parte de ellas estaban tapadas por la ropa y la otra por un extraño objeto, una especie de ojo soltando una lágrima. Tenía en las manos una gran espada, que a simple vista parecía pesada.

El joven que la acompañaba también tenía un tatuaje cubriéndole el ojo derecho, pero a diferencia de la mujer a su lado tenía un mediano y alborotado cabello negro. Estaba usando un traje color azul marino cubierto por una corta capa color negra con el símbolo del ojo sobre la misma y sus musculosos brazos estaban cubiertos por vendas blancas. En la parte del pantalón tenía un sinnúmero de pequeñas y afiladas lanzas, y sus botas negras estaban cubiertas por una armadura plateada.

A pesar de que los jóvenes eran distintos, Ganondorf observó en ellos una similitud que lo sorprendió en sobremanera. Ambos tenían la piel ligeramente bronceada, poseían ojos color carmesí más intensos que el mismo fuego, y sobre todo, ese extraño símbolo del ojo que se mostraba en su traje. Esos rasgos, le permitió hacer un indeseado y molestoso descubrimiento.

- ¡Sheikahs! – gritó impactado.

- ¡Por fin te diste cuenta, Ganondorf! – dijo la mujer con seriedad.

- ¿Cómo es posible? Se supone que su raza se extinguió hace siglos.

- ¿Quién te ha dicho eso? Nosotros siempre hemos vivido en las sombras. El hecho que no nos vean, no quiere decir que no existimos. ¿Verdad que es así, Impa? – preguntó el joven con sonrisa arrogante.

- Así es, Azael. Nosotros siempre hemos vivido bajo las sombras, pero ese momento llegó a su fin, pues no permitiremos que cumplas con tus fechorías... y en lo que me concierne no permitiré que asesines a la princesa.

El rey de las tinieblas estaba enfurecido, frente a él se encontraba Impa, la sierva de la Familia Real desde tiempos inmemoriales. A la mencionada Sheikah, siempre se le encomendó el cuidado de la princesa Zelda, y en esta época no era la excepción. No podía creer que ella se encontraba ahí, ¿cómo pudo haberse descuidado en ese detalle? Definitivamente, se sentía enojado consigo mismo.

- ¡Malditos, ustedes no se la llevarán a ningún sitio! ¡Ferrus, detenlos! – ordenó furioso.

- ¡Muévanse, inútiles, detengan a esos Sheikahs inmediatamente!

Ferrus ordenó a los súbditos de Ganondorf que ataquen a los recién llegados Sheikahs, estos por nada del mundo iban a permitir que se lleven al único medio para devolverle a su amo el poder.

- ¡Azael, desencadena a la princesa, mientras tanto yo me encargaré de estos miserables!

- ¡Voy a ayudarte!

- ¡Ya hablamos de eso! Esto solo me corresponde a mí y lo sabes. No intervengas. – respondió impaciente.

Impa sacó su gran espada para luchar contra toda la horda de monstruos, no le fue ninguna dificultad acabar con ellos, pues con sus grandes habilidades como Sheikah, más el arte de manejar su gran espada, lo estaba logrando exitosamente.

Mientras tanto, Azael se acercó hacían donde estaba Zelda, quien totalmente confundida no asimilaba todo lo que estaba pasando frente a sus ojos.

- Ustedes... – dijo la joven perturbada.

- Princesa, lamento que nos conozcamos en estas circunstancias, pero no se preocupe, desde ahora nadie le hará daño. – le indicó con una sonrisa cálida.

El Sheikah por medio de su magia rompió las cadenas que ataban a la princesa. Esta enseguida cayó desplomada debido a la debilidad que su cuerpo tenía, pues aparte de haber usado toda su energía para impedir que Ganondorf abuse de ella, no había comido desde hace mucho tiempo. Su estado era crucial.

- Está muy débil y herida, creo que será mejor que descanse para que no sienta dolor alguno.

Azael colocó una mano en los ojos de la joven, y esta enseguida cayó dormida en sus brazos. Esa acción no solo fue por lo herida que estaba, sino también porque espiritualmente la percibió perturbada, así que decidió que lo mejor era que no presencie más violencia, al menos por ahora.

Por otra parte, Impa ya había acabado con gran parte de los monstruos, provocando que Ganondorf se llene de inmensa ira al ver que estaba perdiendo.

- ¡Imbéciles, se están dejando ganar de una mujer! ¡Ferrus, encárgate de ella y demuéstrale quién es más fuerte! – ordenó el villano descontrolado.

- ¡Enseguida, señor!

Ferrus se colocó frente a Impa y se puso a luchar contra ella, espada con espada. El tamaño del villano y la armadura que lo protegía eran una desventaja para la sheikah, pues debido a que ella no tenía una protección segura para cubrirse de los golpes, tuvo que esquivarlos rápidamente para evitar salir herida.

- ¡Ahora si estás en mis manos, estúpida! Solo es cuestión de un segundo para decapitarte con mi espada.

- ¿Eso crees? Pues veamos a quién lograrás decapitar.

Impa conjuró un hechizo originario de su raza, donde ella misma se dividió físicamente y varias de sus copias se pusieron alrededor de Ferrus, provocando que el monstruo se confunda en sobremanera.

- ¿Qué sucede? ¿Acaso no sabes cuál es mi verdadero yo? – preguntó la joven, riéndose a carcajadas.

Ferrus estaba totalmente intrigado, no sabía a cuál copia golpear para vencer a la Sheikah. Golpeó a la que tenía frente a él, pero esta se desvaneció, hizo lo mismo con la siguiente, pero sucedió lo mismo, hasta que de la nada sintió un profundo y doloroso golpe en la espalda, pues la joven lo había tumbado sin que él se diera cuenta.

- ¿Qué sientes al haber sido vencido por una mujer, imbécil? – preguntó arrogante.

Azael observaba maravillado la pelea mientras tenía a la princesa en sus brazos. Definitivamente, Impa era una guerrera nata... pero su sonrisa se desvaneció cuando a lo lejos observó que Ganondorf se acercaba directo a la Sheikah para atacarla a traición...

- ¡Hasta nunca, maldita! – exclamó con una esfera de energía oscura en las manos.

Impa se sorprendió al ver que no pudo notar la presencia de Ganondorf detrás de ella, pero ya era tarde para escapar, así que cerró los ojos esperando ser aniquilada, pero sorpresivamente unos sonidos metálicos la intrigaron.

Abrió los ojos y vio a Ganondorf siendo sostenido por unas filosas y pequeñas dagas en una de las paredes de lugar.

- ¡Con ella no te metas, bastardo! – gritó el sheikah, enfurecido con varias dagas en sus manos.

Impa se sintió aliviada al ver que aún seguía con vida, pero al mismo tiempo le molestó que su compañero se haya metido en la pelea.

- ¡Azael, te dije que no intervinieras, esto solo me corresponde a mí! – reclamó enojada, agarrándole el cuello.

- ¿Y ver como ese miserable te mata? ¡Ni hablar! No seas ingrata y agradéceme como debe ser. – reclamó sonriente.

- ¡No respetas ni tiempo ni espacio para molestarme! ¡Tomemos a la princesa y larguémonos de aquí!

Impa y Azael se acercaron a Zelda. El joven se puso frente a las mujeres, sacó de sus manos una especie de esfera y la lanzó al suelo, provocando que los tres se desvanezcan del Patíbulo del Desierto, cual sombra nocturna...

Ganondorf, junto a los pocos esbirros que quedaban con vida, se quedaron enmudecidos con la desaparición de los Sheikahs y la princesa, estaban aterrorizados, pues sabían que eso provocaría la más grande de las furias en su amo y señor de las tinieblas.

- ¡SON TODOS UN MONTÓN DE INSERVIBLES!

Dejándose llevar por la ira, Ganondorf empezó a lanzar rayos oscuros por todos lados. Las malévolas criaturas corrían despavoridas por todo el lugar tratando de huir de la furia de su amo, pero todo fue inútil, pues el villano acabó con la vida de todos ellos.

Ferrus recién estaba recuperando el conocimiento y se asustó al sentir como Ganondorf lo tomada de los hombros.

- ¡Dejándote vencer por una mocosa a la que le doblas en estatura, imbécil!

- ¡Perdóneme la vida, se lo suplico, amo! – rogó, juntando sus manos, desesperado.

- No te mato porque aún te necesito. Debes encontrar a la princesa, quiero que me la traigas junto con esos Sheikahs para aniquilarlos a los tres juntos.

- Haré lo que sea para encontrarlos, pero antes le sugiero que reclame su espada. Ha llegado el momento de que le devuelva sus poderes.

Con esas palabras Ganondorf se calmó, dejó caer a Ferrus al suelo y se llevó una mano al mentón, mientras caminaba como frenético por el sitio.

- Tienes razón, el hecho de que la princesa no esté en mis manos, no quiere decir que voy a descuidar mis planes. Gracias a que tengo el fragmento del poder podré revivir a uno de mis más fieles servidores, y solo él podrá ayudarme a realizar mi tan esperada venganza.

Ganondorf posó su mirada al pedestal roto del espejo. A medida que lo observaba, unos ojos y sonrisa llenos de malicia se asomaban en su rostro. Fue en ese momento que Ferrus se preocupó en sobremanera.

- ¿Qué es lo que planea, mi señor? ¿Acaso es lo que estoy pensando? – preguntó alarmado.

- Si no eres tan idiota, puede ser que sí.

- ¡Pero amo, eso...!

- ¡Cierra la boca, cuando llegue el momento te darás cuenta de todo!

...

La sombría noche combinaba a la perfección con el ambiente del apartado pueblo, un lugar que se creía abandonado debido al paso implacable del tiempo, sin embargo, todas esas teorías no eran del todo acertadas, pues dicho sitio era la morada de los guerreros de las sombras, los denominados protectores de la Familia Real desde tiempos inmemoriales.

Alguna vez fue la primera Villa Kakariko, y actualmente la reconocían como el Poblado Olvidado.

El Poblado Olvidado se encontraba en las alejadas zonas rocosas de la región de Lanayru, ahí vivían en secreto la pequeña tribu de los Sheikahs.

En la zona más apartada del poblado se encuentra una pequeña construcción, el Templo de las Sombras, en el mismo vivía Impa, pues ella por ser la máxima líder de la tribu debía permanecer ahí y vigilarlo.

Gracias al portal mágico que creó Azael pudieron llegar a salvo con la princesa, quien aún seguía inconsciente debido al conjuro que fue lanzado hacia ella.

Con anticipación, los jóvenes habían preparado una acogedora habitación para Zelda, así que una vez que pusieron un pie en el templo, el sheikah se dirigió a la misma llevando a la princesa en brazos y la acostó en la cama con delicadeza.

Hubo un momento en el que Azael se retiró de la habitación para que Impa cambie de ropa a la princesa por una más cómoda, pues el vestido que tenía puesto estaba malogrado y era incómodo para que descanse.

Una vez que estuvo lista, el joven entró a encontrarse con su compañera.

- ¿Podrías verificar su estado, Azael? – pidió Impa, preocupada.

- Claro que sí, lo haré enseguida.

Azael no solo se caracterizaba por ser un buen guerrero y hechicero, también poseía grandes habilidades medicinales, como sanar a través de su energía y también percibir las emociones de las personas con facilidad.

Los dos Sheikahs tenían muchas cosas en común, pero a la vez grandes diferencias. Los dos eran considerados los mejores guerreros de su clan, con un enorme sentido de honor y capacidad de entregar sus vidas por las causas justas, pero la desigualdad entre ellos radicaba en el carácter.

Impa siempre había sido una mujer de buen corazón, pero fría para resolver algunos asuntos. Sonríe poco y solo lo hace si en serio algo le causa gracia, cosa que se ha dado en pocas ocasiones. Azael, en cambio, actúa con seriedad para muchas cosas, pero al mismo tiempo es alegre y siempre tiene una sonrisa para los demás, incluso en los peores momentos. A diferencia de Impa, él es más sensible y un soñador empedernido, pues en el fondo de su alma tiene un gran anhelo, uno que desde pequeño ha luchado por cumplir y no piensa darse por vencido hasta conseguirlo.

- ¿Cuándo la despertarás? – preguntó ansiosa.

- Creo que es mejor dejarla dormir hasta mañana, está demasiado perturbada con todo lo que ha pasado. Solo ella sabe qué cosas vivió al lado de ese sujeto.

Los jóvenes no pudieron evitar conmoverse de ver a la princesa en un estado tan lamentable. Estaba pálida y al parecer había perdido peso debido al estrés y a la poca ingesta de alimentos.

- Es tan bonita, no puedo creer que Ganondorf haya intentado matarla, es un canalla. – dijo el joven frustrado.

- Mejor no te hagas ilusiones, ella es una mujer casada. Sabes que su esposo no es nada más y nada menos que el Héroe Elegido por las Diosas, que aparte de eso es el príncipe de Ordon.

- No te pongas celosa, solo fue un halago lo que dije. Sabes que mis sentimientos están por otro lado. – le dijo sonriendo.

- No digas tonterías, vámonos de aquí para dejarla descansar. No te preocupes por ella, yo la vigilaré y si algo llega a pasar, te avisaré.

- Tienes razón, mañana regresaré a ver cómo sigue.

- Otra cosa antes de que te vayas... ni una palabra sobre esto, Azael. Nadie debe saber que la princesa está en el templo, por lo menos no ahora.

- No te preocupes, mis labios están sellados. Que descanses.

Una vez que el joven se retiró del lugar, Impa observó a la princesa por última vez antes de cerrar la puerta de la alcoba.

- Descanse, princesa, muy pronto empezará a cumplir con su verdadero destino.

...

A la mañana siguiente, Azael regresó al templo tal y como lo había dicho. Lo primero que hizo luego de saludar a Impa fue subir junto con ella a la habitación de la princesa. Al entrar la encontraron profundamente dormida, pero sin perder ese semblante perturbado provocado por las angustias que tuvo que pasar. El joven se acercó despacio a la cama de ella, colocó una mano en su frente y empezó a despertarla.

- Princesa, ya despierte, por favor. Es hora de que abra los ojos. – dijo el joven con voz tranquilizadora.

Zelda abrió los ojos lentamente, y una vez que se dio cuenta de que frente a ella se encontraba Azael, se alarmó en sobremanera y lo empujó para que se aleje.

- ¡No me haga daño, por favor! – rogó desesperada, aferrándose a las sábanas.

- Tranquila, no pienso hacerle daño. Solo queremos ayudarla.

Cuando la princesa observó a los Sheikahs con detenimiento, su memoria se clarificó. Recordó que estuvo a punto de morir en las manos de Ganondorf y que los jóvenes que tenía frente a ella fueron los que le salvaron la vida.

- Ustedes... fueron los que me rescataron. Se los agradezco mucho. – manifestó nerviosa.

- Así es, princesa. Mi nombre es Impa y él es Azael. Ambos somos Sheikahs.

- ¿Sheikahs? Creí que ustedes...

- ¿Estábamos extintos? Claro que no. Nosotros siempre hemos estado vivos, solo que hemos vivido en este Poblado Olvidado. – indicó Azael.

Zelda se quedó callada unos cuantos segundos observando a los Sheikahs, luego de eso recordó las horribles situaciones que vivió con Ganondorf; como este le confesó hechos sobre sus vidas pasadas que aún no comprendía, y sobre todo, cuando trató de abusar de ella y luego intentar aniquilarla públicamente. Recordar eso la hizo sentir miedo, tanto que no pudo evitar llorar debido al terror que la perturbaba.

Los jóvenes se sintieron mal de ver llorar a la princesa, así que Impa se acercó a ella, la tomó de las manos y le habló con paciencia.

- No se preocupe, le aseguro que aquí está a salvo. Ganondorf nunca encontrará este lugar, pues la magia de nuestra tribu lo protege. Es totalmente secreto.

- No sé... estoy confundida, él me dijo tantas cosas, me mostró imágenes de cosas sobre mí, sobre Link. No sé qué decir.

- Creo que es mejor que usted e Impa se queden hablando a solas. Ella le contará las cosas que Ganondorf le confesó con más calma, pues de seguro ese villano no tuvo ningún tino para decírselas.

Azael estaba dispuesto a salir de la habitación, pero antes colocó sus manos a los lados de su cuerpo y apareció sobre las mismas el florete y la lira de la princesa.

- ¡Lograste recuperarlos! Creí que se habían quedado en el patíbulo. – dijo Impa sorprendida.

- Jamás iba a dejarlos, ambos serán muy importantes para la princesa. – dijo sonriente, mientras colocaba los objetos encima de la cama.

- Muchas gracias.

- No es nada... Bueno, ahora si me retiro para que hablen.

Una vez que el Sheikah se retiró, Impa empezó a conversar seriamente con la princesa.

- ¿Qué fue lo primero que le dijo Ganondorf?

- Él me dijo que yo poseo el alma de una Diosa, y que mi esposo era el Héroe Elegido por las Diosas.

- Así es, desde tiempos inmemoriales ustedes son han luchado juntos para vencer a ese villano.

- Me mostró por medio de un oráculo varios eventos de mis vidas pasadas... y también me dijo que por mis poderes él pudo recuperar el fragmento del poder de la Trifuerza. Yo no recuerdo haber hecho eso.

- Ese miserable la manipuló, no fue culpa suya. Gracias a la lira que Azael le ha entregado pudo hacerlo, pues ese instrumento posee grandes poderes. Esta le pertenece desde que usted era inmortal.

- Ya veo, pero no entiendo cómo pude tocarla. Yo solo sé tocar el violín, jamás en mi vida he usado una lira.

- Sus recuerdos, princesa, dentro de usted aún duermen varias habilidades y poderes que usted no ha asimilado, pero no se preocupe, con mi ayuda logrará hacerlo.

- No creo poder hacerlo, yo no soy fuerte, si fuera así hubiera podido vencer a Ganondorf. – dijo frustrada.

- Por favor, no se lamente, la misión de derrotar a Ganondorf no es solo para usted, también es para su marido. Solo juntos lograrán vencerlo y devolver la paz a estas tierras.

Zelda trató de asimilar poco a poco las palabras de la Sheikah. Le parecía imposible creer que ella era la encarnación de la Diosa Hylia y de todas esas mujeres guerreras. De la noche a la mañana su vida se había vuelto totalmente confusa y distorsionada.

- Aunque no lo crea, la entiendo perfectamente. Por medio de un sueño pude ver cuál era mi verdadero destino, yo no tenía idea que mi misión en esta vida era protegerla y ayudarla a recuperar sus recuerdos. Sé que es difícil, pero le aconsejo que deje de lamentarse y asuma lo que le toca con valentía.

- Sé qué debo hacerlo, solo que es difícil aceptar todo esto, además tengo deseos de ver a mi familia... sobre todo a mi esposo, tengo muchas cosas que decirle y aclararle.

- Por el momento eso no será posible, lo lamento. – dijo tajante.

- ¡Pero quiero verlo, es mi esposo! – exclamó angustiada.

- Usted debe centrarse en cumplir con su deber y dejar todo sentimentalismo de lado, pues solo siendo fuerte y endureciéndose logrará salir victoriosa. Por favor, princesa, no insista, primero debe recuperar sus recuerdos, créame que en menos de lo que se imagina le indicaré cómo ayudar al príncipe. Usted es una gran hechicera, así que será cuestión de días que usted aprenda varias cosas.

- Está bien... – aceptó inconforme.

- Empezaremos todo este proceso mañana. El día de hoy dedíquese a descansar para que recupere fuerzas. Le traeré algo de desayunar en este momento, pues se ve a simple vista que no ha comido en varios días.

- Gracias... – dijo apenada.

Luego de que Impa se retiró, Zelda se quedó pensando en todo lo que le dijo. Estaba dispuesta a asumir la responsabilidad de recuperar sus recuerdos y apoyar a Link para vencer a Ganondorf, pero al mismo tiempo estaba asustada, no se sentía lista para asumir semejantes retos y sobre todo si su corazón albergaba la profunda tristeza de estar lejos del amor de su vida.

...

Luego de varios días de búsqueda, Link y Navi lograron encontrar la Fuente de Farone. El joven y su acompañante se sentían muy felices de haberla hallado, pues ya estaban empezando a desesperarse debido a las múltiples vueltas que dieron recorriendo el lugar.

Una vez que el príncipe se puso frente a la fuente, recitó la misma oración que le dedicó a Latoan, solo que esta vez las palabras fueron dirigidas a Farone.

- Yo, Link, el Héroe Elegido por las Diosas, pido que tú, Espíritu de Farone, guardián y protector de esta región, te muestres ante mí, pues necesito que acudas a mis más grandes inquietudes...

Luego de esas palabras, una intensa luz iluminó toda la fuente, mostrando a una gran criatura de apariencia similar a un mono abrazado a un luminoso orbe, el Espíritu de Farone.

- Soy Farone, el espíritu que protege las tierras de estos extensos bosques. Bienvenido seas, héroe elegido, es un honor volver a verte.

- El honor es mío, Farone. Ahora que lo escucho hablar, puedo comprobar que fue usted el que me otorgó este sayo y el que me llamó por primera vez héroe elegido.

- Así es, joven héroe, pues yo soy el representante de la Diosa que te otorgó tu fragmento. La Diosa Farone es tu más fiel protectora, por esa razón tú y yo estamos íntimamente relacionados.

- Ya veo... he venido ante ti porque necesito que me indique dónde se encuentra la primera llama sagrada, pues tengo que encontrarla para poder fortalecer la Espada Maestra.

- La llama sagrada de Farone se encuentra en el que antaño fue la Gran Caverna Ancestral. Actualmente, el sitio está en totales ruinas debido al paso de los siglos.

- ¿Dónde se encuentra la caverna ancestral?

- Para llegar a ella debes tomar un atajo que encontrarás en Templo del Bosque, este está cerrado desde hace mucho tiempo, debido a que la sabia que lo habitaba murió protegiendo la espada que tienes en las manos, pero una vez que llegues ahí, lo abriré para ti, pues ese lugar está esperando tu llegada desde hace tiempo.

- Entonces, ¿es en serio que aquella joven murió protegiendo la Espada Maestra? Es algo muy lamentable. – indicó entristecido.

- Ella solo cumplió con la misión que tenía encomendada, pero no te lamentes por eso, recuerda que todos tenemos la oportunidad de regresar a la vida en una nueva época, y estoy seguro de que eso ocurrirá con ella cuando las Diosas lo designen.

- Ojalá sea así, pues sin conocerla le estoy y le estaré eternamente agradecido.

- Eres noble y honorable, y por eso sé que tus palabras son sinceras.

- Voy a ir a la caverna ancestral inmediatamente, gracias por su ayuda.

- ¡Espera! Antes de que te vayas debes saber que el hecho que llegues a la caverna no te garantiza la victoria. Primero tendrás que pasar un montón de pruebas para poder activar la llama, y solo la Ocarina del Tiempo, te ayudará a conseguirlo.

- ¿Cómo la ocarina me ayudará a activarlas?

- Debes entonar la canción que representa a esta tierra, por medio de ella la llama, regresará del pasado.

- ¿Tocar una canción? Pero yo no...

- Puedo percibir que estás nervioso debido a que desconoces cómo entonar la ocarina, pero te aseguro que lograrás usarla en su momento. Me retiro, pero antes de hacerlo quiero que veas la alforja que vino equipada en tus ropajes sagrados.

Link buscó por su cuerpo el objeto del que hablaba Farone, y una vez que se tocó la cadera pudo notar que en el cinturón que sostenía su túnica había una pequeña alforja.

- ¿Qué tiene de especial esta alforja? – preguntó confuso.

- Es una alforja mágica, se ve pequeña, pero aunque no lo parezca, dentro de ella puedes guardar todas las armas e instrumentos que irás adquiriendo a lo largo de tu travesía.

- Vaya, qué impresionante. Nunca creí que algo como eso existiera. – manifestó admirado.

- Sé que le darás un buen uso... Ha llegado la hora de retirarme, joven héroe. Te deseo toda la suerte y que las Diosas te acompañen.

Y luego de despedirse, el Espíritu de Farone se retiró, dejando al joven más tranquilo, ya que pudo conocer la localización de la llama, pero al mismo tiempo no sabía cómo iba a usar la ocarina.

- ¿Navi? ¿Tú recuerdas como se tocaba esta cosa? – preguntó, enseñando el instrumento musical a su compañera.

- ¿Qué es eso? ¿Esa es la ocarina de la que hablaste con Farone?

- ¿No lo recuerdas? Es la Ocarina del Tiempo, se supone que la usé en la vida que compartí contigo.

- Ya te dije que con el paso de los siglos me he olvidado de algunas cosas. No recuerdo que hayas usado ese objeto, lo lamento.

- Ya veo, no te preocupes. Confiaré en las palabras de Farone, pero tengo curiosidad de saber cómo la usaré... porque para serte sincero la clase de música nunca fue mi mayor fortaleza. Los maestros que tuve en mi niñez y adolescencia nunca pudieron lograr que toque alguna canción, era todo un desastre. – admitió avergonzado.

- ¡Ay, Link! ¡Cómo siempre un descuidado! – exclamó riéndose.

- ¡Ya no te burles, me haces sentir peor! Primero vamos al Templo del Bosque a encontrar el atajo para llegar a la Gran Caverna Ancestral, luego le pediré a las Diosas que se apiaden de mí y me den el don de la armonía musical. – indicó juntando sus manos en dirección al cielo.

...

Una vez que llegaron al templo del bosque, Link se acercó a la puerta cubierta por las enredaderas.

- Está cerrado, ¿cómo lograremos entrar? – preguntó el hada, preocupada.

- Farone dijo que una vez que lleguemos aquí, se iba a abrir esta puerta, ya no debe tardar en...

Las palabras del príncipe fueron calladas debido a una gran sorpresa, las enredaderas de la puerta del templo se estaban retirando poco a poco, y de esa forma la entrada del mismo quedó completamente despejada.

- ¡Se abrió, Link! ¡Entremos de una vez! – exclamó contenta.

El joven y el hada se disponían a entrar al templo, pero su paso fue detenido debido a que de las alturas descendió un Stalfos de cuatro brazos, directo a atacarlos.

- ¡Cuidado, Link! – advirtió el hada, alarmada.

Link desvainó su espada y se puso a luchar contra el Stalfos, primero trató de encajarle la espada en el centro del pecho, pero este con sus brazos y su arma se protegió. Fue en ese momento que el joven decidió dirigirse a las piernas del monstruo para rompérselas y poder acabar con él, pero finalmente eso no le dio resultado, pues los largos brazos del esqueleto andante pudieron protegerlo del ataque.

El príncipe se sintió sorprendido al ver que su plan había fallado, y esa oportunidad de confusión fue aprovechada por el villano, quien inmediatamente lo golpeó con la espada y lo tumbó directo a una pared cercana a la zona.

El impacto que recibió Link en la cabeza fue tan fuerte que quedó seminconsciente y con dificultad para poder moverse.

- ¡Link!

El hada se acercó al rostro del joven para reanimarlo, provocando que Link poco a poco vaya recuperándose.

- ¡Rápido, se está acercando a nosotros!

Link se puso de pie para seguir luchando contra el monstruo, pero debido al mareo cayó de nuevo al suelo. Navi, asustada, se escondió detrás de la espalda del joven, pues presentía que esta vez iban a ser aniquilados.

Pero de repente, se escuchó una canción a lo lejos siendo entonada por unas cuerdas. Esta melodía provocó que el monstruo sea rodeado por una barrera de energía y sea eliminado de inmediato.

Link y Navi se sorprendieron viendo como el esqueleto caía pedazo por pedazo al suelo, y de esa forma revelando tras él la identidad del salvador de los mismos... una persona con el rostro parcialmente cubierto y con una majestuosa lira en las manos.

...

Comentarios iniciales:

Voy a aclarar ciertos puntos de este capítulo:

- ¿Por qué Navi le dijo a Link que su hogar siempre había sido el Bosque Perdido? Porque en el manga de "Ocarina of Time" ella le dice a Link estas palabras una vez que devuelve la Espada Maestra al pedestal: "Link, te has convertido en un héroe maravilloso. Ahora puedo regresar en paz al bosque". Por ese motivo, es que ella le dijo que regresó al bosque. (Sé que el manga no es canon, pero esta historia tampoco lo es XD)

- Muchos creen que el Stalfos de Twilight Princess es el Link de Majora's Mask, pues esa teoría a mí siempre me ha parecido errónea, pues en ese caso Link se hubiera convertido en Skullkid, ya que cuando viajó a buscar a Navi y tuvo su aventura en Termina, era un niño, así que es imposible que se haya convertido en Stalfos. (Esto es una simple opinión personal, no sé si estaré equivocada, pues hay demasiadas teorías sobre este tema)

- Referente a los Sheikahs, en los juegos han mencionado que existe una tribu o civilización de esta raza, pero siempre sale Impa sola representándola, por ese motivo quise que aquí aparezca la tribu, y también ponerle un compañero a Impa, que tendrá una labor importante en la historia.

- Y finalmente, ¿quién habrá sido la persona que salvó a Link? Creo que eso es algo obvio, pero no crean que luego de eso las cosas serán fáciles para el joven héroe y para ese personaje. Ya se darán cuenta más adelante.

Bueno, espero que hayan disfrutado el capítulo.

Saludos ^^

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