De Plebeya a Princesa

By FabiolaGp

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~¡Karma... mátame!~ Y el karma me diría: No me culpes de lo que te pasa por imbécil. Mi madre siempre dice qu... More

S I N O P S I S
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MEMORIAS DEL PRÍNCIPE PERFECTO
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Parte 105

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By FabiolaGp

¡Chachaaaaaan! Bien largo ea, pa que no me sus quejéis flores del campo!

Y todavía habrá alguna flor por ahí que se queja de que es corto... ¡en esta vida hay mucho inconformismo del güeno!




«Definitivamente el nombre está maldito» pensé una vez me dejaron a solas en la habitación después de comprobar que no había nada sospechoso y lo primero que hice tras despedirme de Sonia que hasta el momento había seguido enganchada al teléfono mientras me decía que enviaría la conversación grabada por correo urgente para evitar filtraciones de red, fue deshacerme de aquel vestido absolutamente precioso que estaba completamente manchado por haberme tirado al suelo.

Me duché rápidamente para quitarme toda la mugre y raspones que tenía en el brazo y parte de la cara, no quería perder demasiado tiempo, tenía la necesidad de saber que estaba ocurriendo y no estaba muy segura de si podría esperar pacientemente a que Bohdan regresara de aquello que estuviera sucediendo.

Iba a quemar aquella alfombra de tanto pasearme de un lado a otro por pura impaciencia y abrí la puerta tres veces tras escuchar pasos, pero solo eran aquellos dos guardias apostados en la puerta que me decían que tenían órdenes explícitas de que no saliera de mi habitación.

«Genial... ahora me he convertido en una presa» pensé mientras me dejaba caer sobre la pared.

Eran casi las dos de la mañana cuando al fin Bohdan abrió la puerta y salté de literalmente de la cama.

—¿Qué ha pasado? —exclamé—. ¡No habrán creído a ese engendro del demonio?

Bohdan me miró frunciendo el ceño un instante y luego pareció comprender lo que acababa de decirle.

—No —afirmó llevándose una mano a la cabeza como si ésta le doliera—. Afortunadamente no —aseguró y me acerqué hasta él con cautela mientras colocaba una mano en su brazo—, aunque imagino que vendrá muy bien esa grabación en el juicio pese a que lo más probable es que se declare mentalmente inestable para rebajar la condena.

—¡Definitivamente es más mala que un rayo! —grité.

—¿Estás bien? —preguntó colocándome las manos a ambos lados de mis mejillas—. Cuando Jeffrey me contó lo que había pasado esta mañana con el gato de mi madre y que no volvías me temí lo peor...

—¿Cómo lograste encontrarme? —pregunté sorprendida—. Puesto que ni siquiera me dio tiempo a gritar para pedir ayuda y dudaba que alguien hubiera visto algo teniendo en cuenta que todo parecía estar casi preparado...

—Observé que Annabelle se escabullía del salón y decidí seguirla —admitió—. No creí que fuese capaz de hacer lo que tenía pensado, pero desde lo que ocurrió con Dietrich no me fiaba de ella y esta noche confirmé mis sospechas, aunque hice mucho más que confirmarlas de hecho.

—Ni siquiera yo podía imaginar que era la culpable de la muerte de tu hermano o que perpetrara un plan tan maquiavélico para deshacerse de mi sin pestañear.

—Todo por la maldita ambición de la corona —suspiró.

—Ni se te ocurra culparte de todo lo sucedido, Bohdan —advertí—. No puedes ser responsable de los actos que cometen los demás a tus espaldas por muchas responsabilidades que ahora tengas, menos aún, de la muerte de tu hermano por esa muñeca maldita sin cerebro.

Un amago de sonrisa se asomó a sus labios y se me encogió el corazón que a pesar de todo lo sucedido, aquel rencor de Annabelle no le había consumido. Aunque estuviera mal pensarlo, si por su condición o por las artimañas que jugara a su favor conseguía rebajar así su pena de cárcel, me conformaría con pensar que no volvería a lucir su manicura perfecta.

«Ya podía haberle pinchao de paso una de las tetas, y así se terminaba de compensar» pensó mi lado maquiavélico.

—Creo que el único consuelo que ahora tengo es que mi madre ha abierto por fin los ojos y aún está en estado de shock por saber quién era realmente su sobrina predilecta.

—¿Se lo has contado a tus padres?, ¿Qué ella fue quien mató a Adolph? —exclamé aturdida.

—Si, no podía ocultárselo por más tiempo —admitió—. De hecho, he tardado un poco más porque mi madre sufrió un ataque de ansiedad tras comunicarle la noticia.

—¡Oh dios mío! —exclamé llevándome una mano a la boca e imaginándome la reacción de Margoret tras conocer que su amada y perfecta Annabelle había matado a su propio hijo y no tenía remordimiento alguno en acabar con el segundo si así llegaba a ser reina.

—¿Y ha confesado como le mató? —pregunté esperando que al menos la petarda de turno hubiera colaborado en eso.

—Lo hizo su secuaz —afirmó dejándose caer en la pared como si estuviera agotado y me arrastró hacia él de forma que me apoyé en su pecho para consolarlo—. Le tiraron una sustancia sobre el parabrisas del coche justo antes de una de las curvas para que perdiera la visibilidad y al intentar frenar a esa velocidad perdió el control y terminó precipitándose. Por eso no se detectó nada en su autopsia, ni tampoco en el coche que quedó completamente destrozado.

—Lo siento Bohdan —dije con pesar—. Siento que hayas tenido que enterarte de esa forma... —admití con cierta nostalgia porque yo misma podía ponerme en su lugar y lamentar lo que estaba ocurriendo.

No podía ser nada fácil enterarse no solo de que su hermano había asesinado y las razones de porqué le habían matado, sino el modo en que fue.

—Si te hubiera hecho algo... ¡Dios! —gimió—. No puedes imaginarte todo lo que tuve que controlarme cuando escuché como amenazaba con matarte... te juro que solo podía pensar en estrecharle el cuello hasta que dejara de respirar.

—Ya ha pasado todo —contesté abrazándole—. Al fin se ha sabido la verdad...

—Probablemente nadie olvidé como fue el final de mi coronación en años —musitó con gran pesar.

—No lo olvidarán porque serás un gran rey —aclaré sonriente y Bohdan se acercó hasta mi para depositar un cálido beso en mis labios.

Supuse cuando desperté aquella mañana y vi el hueco vacío en la cama que había dejado mi dios de dioses que debía estar demasiado ocupado ya fuera con todo lo referente a su nueva responsabilidad o al hecho del descubrimiento que tenían una asesina o más bien conspiradora en la familia. Salí de mi habitación encaminándome hacia el comedor donde normalmente se reunía la familia y me sorprendió ver solamente a Margarita con la mirada algo triste.

—Buenos días —dije casi en un hilo de voz.

—¡Oh, Celeste! —exclamó levantándose y lanzándose literalmente a mis brazos—. No puedo creerme que Annabelle quisiera matarte a ti también —gimió y supe que debían habérselo contado todo, así que me limité a acariciar su cabello para tratar de controlar aquellas lágrimas que parecían no tener fin.

Me daba cierto pesar que aquella pobre familia tuviera que apechugar con esa carga. No solo habían tenido que soportar la pérdida de un hijo en plena juventud y lleno de vida de un día para otro, sino que encima tenían al asesino dentro de casa, conviviendo con ellos e incluso con pretensiones sumamente altas de adentrarse aún más.

Para mi sorpresa la madre de Bohdan apareció poco después y supe por sus evidentes ojeras que no había dormido nada o prácticamente nada por la cara que llevaba. De hecho, creo que sus ojos hinchados eran por haber derramado unas cuántas lágrimas, pero allí estaba, acudiendo a tomar el desayuno como si no quisiera que la realidad le afectara aún más de lo que de por sí hacía.

—Buenos días Celeste —dijo de pronto y la miré para saber si de verdad había escuchado bien o solo era producto de mi imaginación.

¿De verdad me había llamado por mi nombre?, ¿Me había deseado los buenos días tal cual?

«Tal vez la noticia la había dejado en tal estado de shock que incluso había olvidado que me odiaba»

—Buenos días Margoret —contesté aprovechando la oportunidad.

—He hablado hace un momento con mi hijo y me ha comunicado que a pesar de todo te encontrabas bien, pero si necesitas cualquier cosa o te sientes mal, solo tienes que pedirlo y estaremos encantados de ayudarte en lo que haga falta.

«¿Hola? Creo que todavía estoy durmiendo en mi cama y aún no me he despertado. Bueno... eso o definitivamente me he muerto y esto no es real» pensé mientras me pellizcaba un brazo y probablemente le estuviera dedicando una cara de pez globo ante mi estupefacción de que esa mujer fuera amable conmigo que ni te cuento. Vale... el pellizco dolía, eso era real porque se supone que en los sueños uno no siente dolor, ¿verdad?»

—Claro... por supuesto... gracias —contesté arrastrando las palabras porque aún no salía de mi asombro.

—Yo... —comenzó a decir y vi que miró hacia otro lado como si intentara guardar la compostura para no empezar a llorar o estaba realmente pensando lo que iba a decir—, lamento si te hice sentir incómoda... pensé que solo eras un obstáculo para que mi hijo se casara con... —su discurso se interrumpió de pronto y miré a Margarita que parecía igual de asombrada que yo ante aquella confesión de su madre—. Ni siquiera sé como decir que de no ser por ti ese engendro del diablo se habría salido con la suya.

«Ala... las reinas o antiguas reinas también maldicen» pensé instantáneamente.

—No tiene porqué decir nada —contesté con calma—. Sé que debe ser doloroso para usted toda esta situación y espero que encuentre el consuelo que necesita en su familia —añadí señalando a Margarita.

Para mi sorpresa ella asintió e hizo un gesto hacia su hija con un pequeño amago de sonrisa, como si en el fondo quisiera hacerle ver que se encontraba bien a pesar de ser obvio que no lo estaba.

—Por cierto, Bohdan me pidió que te pasaras por su despacho cuando terminaras el desayuno, está reunido con un antiguo compañero de facultad que es abogado, pero no creo que tarde puesto que debe marcharse pronto.

—Yo te acompañaré —dijo Margarita—, ya que creo que no sabes donde está.

—Si sé donde está su despacho —admití—. He estado varias veces.

—Has estado en el despacho del príncipe, no del rey —contestó Margoret y entonces comprendí que debía ser el antiguo despacho de su padre y que ahora le pertenecía a él.

En cuanto terminamos de desayunar, Margarita fue acompañándome hasta que llegamos al supuesto despacho del rey donde había dos hombres custodiando en la puerta que impedían nuestro paso.

—Bueno... podrías quedarte esperando ahí o mejor te enseñaré un pequeño truco.

Sorprendida la seguí y llegamos a la biblioteca privada del rey.

—¿Una biblioteca? —pregunté confusa.

—Aquí hay un pasadizo que comunica con la antesala del despacho. Hay doble puerta con cámara para que nadie pueda escuchar desde fuera las conversaciones del rey. Ni siquiera los guardias.

—¿Y entonces porqué existe ese pasadizo? —pregunté sin entenderlo.

—El palacio está lleno por los tiempos de guerra, pero este resulta bastante útil si no quieres morir esperando o si se trata de algo urgente, mamá siempre lo utilizaba cuando tenía algo que decirle a mi padre y solo lo sabe la familia.

—Está bien —contesté con cierta curiosidad y Margarita giró una de las lámparas de pared de forma que se escuchó un click y uno de los cuadros que colgaban de la pared se abrió instantáneamente iluminándose un pasillo.

«Esto parece sacado de una peli de terror si no fuera porque la iluminación era aceptable»

—No se apagaran las luces en cuanto cierres esta puerta, ¿no? —gemí creyendo que me quedaría completamente a oscuras.

—Claro que no, se apagarán cuando abras el siguiente cuadro de la misma forma que este —aseguró y confiando en su palabra me aventuré por aquel pasillo hasta que encontré al final otra lámpara. En cuanto la giré y llegó a su tope la pared hizo click y vi el pequeño hilo de luz levemente iluminado. Salí con sumo cuidado para no hacer ruido con los tacones, de hecho, me quité los zapatos una vez que pisé ese pavimento de mármol brillante tan blanco y vi que aquella especie de recibidor era sumamente grande teniendo en cuenta que no había más que dos cuadros colgados a ambos lados de una doble puerta y un enorme tapiz como alfombra.

No tenía sentido de la orientación, pero imaginé que las puertas con el escudo real eran la entrada al despacho porque además estaba ligeramente abierta y se escuchaba sonido proveniente de allí. Me acerqué lentamente y escuché la voz de Bohdan perfectamente.

—Solo quiero ser precavido —afirmó— y tener todas las posibles estrategias de su defensa bien atadas.

Imaginé que estaban hablando de Annabelle y le estaba pidiendo consejo como abogado a su amigo.

—Si, lo imagino... espero que te haya sido útil mi ayuda, ya sabes que puedes llamarme para lo que necesites y estaré encantado de prestarte mis servicios tanto como profesional, como personal —contestó una voz desconocida para mi, pero que suponía era su amigo.

Debería marcharme... parecía que se estaban despidiendo y lo mejor sería volver por aquel pasadizo y esperarle realmente en la puerta como debería haber hecho desde un principio. No creía que a Bohdan le sentara mal que su hermana me hubiera confesado aquel atajo pese a no ser de la familia —al menos ya no oficialmente—, pero por si acaso...

—Lo sé —confirmó Bohdan—, y agradezco tu ayuda tanto ahora como la última vez que nos vimos en Las Vegas.

¿Las vegas? Pensé... debía ser uno de los amigos que estaba en su círculo, aunque lo cierto es que si me los ponían delante no sería capaz de reconocer a ninguno.

—Hablando de ese tema, me quedé esperando los papeles del divorcio, ¿Cuándo vas a enviármelos? Imagino que ahora que ya no necesitas estar casado, ni tampoco a la chica a pesar de que estaba buena, los recibiré pronto. Me debes una muy grande por pasarme tres horas redactando el contrato prematrimonial ese que parecía infinito.

«¿Qué? Pero, ¿De qué demonios estaba hablando?» procesaba mi cerebro una y otra vez.

—Creo que ya no hará falta. Las cortes anularon ayer el matrimonio afirmando que se concertó de manera improcedente.

—¡Vaya! Bueno... eso que te ahorras, seguro que te habría salido pidiendo una pequeña fortuna a cambio por hacerse pasar por tu prometida todo este tiempo.

—En realidad no sabe exactamente lo que ocurrió —admitió Bohdan y me llevé una mano a la boca para reprimir un grito.

«No puede ser... ¡No puede ser!»

—¿En serio no se lo has dicho? —exclamó aquel tipo—. Menudo marrón amigo cuando le pidas que se largue y se haya acostumbrado a la buena vida...

—No puedo dejar que se vaya ahora...

—¿Por qué? Ya no la necesitas, salvo para que testifique en el juicio contra tu prima, pero para eso puede venir de forma puntual... Lo mejor es que se lo digas cuanto antes ahora que tus problemas se han solucionado.

—Tienes razón —confesó Bohdan—. Esta noche se lo diré.

No puedo creerlo, ¡No podía ser real! Bohdan iba a pedirme que me fuese con viento fresco, que ya no me necesitaba y que me largara...

¡Y un cuerno! Pensé para mis adentros intentando volver a entrar dentro de aquel maldito cuadro con los zapatos en la mano y en cuanto entré cerré la puerta y volví con paso firme hacia el otro cuadro.

«Si cree que me va a echar, se va a quedar con las ganas, porque la que se piensa ir inmediatamente de allí, era yo»



Oh my god!

Quién cree que Celeste se pira?

Quién cree que Bohdan la detiene?





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