¡¡Mis bellas florecillas!!!
Me alegro que os haya gustado la noticia de que nuestros protas sepan de esta historia y sobre todo nuestro príncipe sea tan amable con las lectoras, según él y cito palabras textuales: ¡es todo un placer ser nuestro príncipe!
Y ahora ¡¡¡¡disfrutaaaaaad!!!
—No te has olvidado —gemí en un susurro.
—Desde luego que no —afirmó mientras me rodeaba con una mano la cintura para atraerme hacia su cuerpo—. De hecho, ardo en deseos de aprender una nueva forma de jugar a este juego —añadió con esa voz ronca que a mí personalmente me volvía completamente loca.
«Y mojaba de paso mis bragas para qué engañarnos»
—Emm... umm... amm —comencé a balbucear sin saber qué decir exactamente.
—Prepáralo todo, me daré una ducha y enseguida estoy contigo.
«Que comience el juego baby»
Mientras se duchaba, valoré la opción de jugar sobre la cama, pero no me pareció oportuno, así que aprovechando que había moqueta por toda la habitación, coloqué el tablero y las fichas en el suelo y me senté a esperarle.
—¿Vamos a jugar en el suelo? —exclamó al verme reposada contra la pared esperándole.
—Si —afirmé.
—¿No crees que estaremos más cómodos en la cama? —sugirió.
—Créeme... para lo que tengo planeado hacer contigo, no —dije sonriente y le escuché toser mientras se giraba levemente—. Tres prendas —añadí.
—¿Cómo? —preguntó alzando una deja volviendo a mirarme.
—Debes vestirte con tres prendas para jugar —repetí para dejárselo claro.
—¿Por qué tres? —preguntó confuso.
—Luego te lo explico, pero solo tres —advertí.
—¿La camisa que llevas es mía? —me preguntó de pronto fijándose bien.
—Si —afirmé sonriente—. Te la he robado —añadí mordiéndome el labio—, espero que no te importara.
—No —contestó vagamente y vi que miró hacia otro lado y volvió a toser—, claro que no...
Cuando se sentó frente a mi, Bohdan se había colocado unos boxer, pantalón de chandal y camiseta básica interior... tres prendas tal y cómo le había dicho que hiciera, pero ¡Madre del amor hermoso que sexy estaba con el pelo aún mojado!
—Bien —comencé aclarándome la garganta—. El juego básico es el mismo, hay cuatro fichas para cada jugador, se saca una ficha cada vez que salga un cinco en el dado y la misión consiste en llegar a casa sin ser comido con las cuatro fichas —dije para ver si me estaba siguiendo.
—Si, eso ya lo sé —confirmó—, de pequeño he jugado más de una vez a esto con mis primos.
—Bien... ahora vienen los "pequeños detalles" —dije en un tono un poco agudo y con cierta sensualidad.
—¿Pequeños detalles? —sonrió de forma pícara.
—Si... son pequeños... minúsculos diría yo —contesté sin mirarle porque si lo hacía mandaba el parchís a tomar por saco y me tiraba literalmente sobre ese cuerpo de adonis creado para el pecado.
—Tu dirás —contestó incitándome a revelarle cuales eran.
—En cada ocasión que un jugador coma una ficha a su oponente, también deberá "comer" en una parte del cuerpo de dicho oponente donde éste elija siempre y cuando no esté cubierto con una prenda —en ese momento saqué el bote de nata montada y la nutella de debajo de la cama y Bohdan me miró con ojos abiertos de sorpresa—. Además, por cada ficha que salga de la salida al sacar un cinco, a cambio se penalizará con una prenda.
—Pero hay cuatro fichas —alegó Bohdan.
—Y llevamos tres prendas —contesté para que fuera evidente de que íbamos a terminar desnudos básicamente.
—Está bien —escuché en un tono de voz ronco—. ¿Algo más? —preguntó mirándome fijamente.
—Si —afirmé.
—En el juego tradicional, cuando un jugador consigue llegar a la meta avanza diez casillas con cualquier otra ficha y en este caso, además, besará durante diez segundos una zona erógena en el cuerpo de su oponente que éste elija. ¿Te parece bien?
—Muy bien —afirmó en un tono de voz ronca—. ¿Quién empieza?
—Tú... te daré esa ventaja —sonreí y le observé lanzar el dado hacia arriba para rebotar de nuevo en el tablero.
—¡Cinco! —grité después de varios intentos desafortunados y que Bohdan ya estuviera en calzoncillos... me deshice del sujetador sin quitarme la camisa y lo tiré sobre la cama.
—Eso no vale —dijo seriamente mirándome a los ojos.
—¿Por qué? —exclamé.
—Porque te has quitado una prenda, pero sigues estando cubierta por una prenda.
—Ah... se siente... —respondí alzando las manos.
—Tramposa.... Te vas a enterar —le oí decir con cierto aire de diversión mientras avanzaba con sus fichas.
A pesar de haber sacado más cincos, ni Bohdan se quitó los Boxer ni yo su camisa... y la tensión por comerse una ficha del otro era palpable.
—Seis... —susurró Bohdan cuando salió el número en el dado y sabía que se comería una de mis fichas—. Quiero la nata —añadió sonriente.
Me mordí el labio instintivamente y cogí el bote de nata par agitarlo, abrí un botón más de la camisa para que esta cayera sobre un hombro con mayor facilidad y tracé una línea desde el hombro hasta el cuello. Iba a terminar pringada, pero me daba absolutamente igual.
—Espero que tengas hambre —gemí en cuanto observé esa mirada de felino queriendo devorar a su presa, solo que no me sentía como un cervatillo precisamente, sino más bien... una presa que quería ser devorada fervientemente.
—Mucha —gimió antes de que sintiera como su lengua tocaba mi piel.
Sus labios se aferraban dando pequeños mordiscos provocando que tuviera que morderme el labio para no gemir. Sentía sus dientes clavándose sutilmente en mi cuello y cuando deseé que subiera hasta morder el lóbulo de mi oreja, cesó.
«¡Mierda! Si lo sé digo que hay que estar cinco minutos al menos "comiendo"»
Volvió a tirar y para mi sorpresa llegó a la meta con otra ficha por lo que le señalé sonriente la oreja... iba a salirme con la mía igualmente.
Noté sus manos en mis nalgas alzándome para colocarme a horcajadas sobre él y al instante su lengua apresaba mi oreja con tal devoción que a mí se me olvidó contar y jadeé por la sensación.
—¿Solo diez segundos? —preguntó despegándose de mi oreja.
«¿Dije diez?, quise decir diez mil» Me dieron ganas de responder... ¿En qué mundo diez segundos iban a ser suficientes con Bohdan? Gemí interiormente.
—Emm, si —respondí tratando de separarme para volver a sentarme en el suelo.
—No —negó evitando que cambiara de posición—. Podemos jugar así —sugirió y afirmé con un gesto mientras tiraba el dado y salía un cinco y me quité la camisa que llevaba para quedar completamente desnuda—. Mi camisa te sienta bien, pero sin ella estás mucho mejor —afirmó mientras le veía evaluarme desde su posición cercana.
Bohdan no tardó mucho más tiempo en perder sus boxer por el camino y antes de que su tercera ficha llegase a la meta, la intercepté. Aprovechándome de su desnudez, unté con nutella una hilera que iba desde su ombligo hasta la ingle y antes de bajar a comerme mi recompensa porque desde luego para mi no era una penitencia me metí el dedo con el que había untado la zona en la boca saboreándolo mientras le miraba observarme fijamente.
—Ummm que bueno está —gemí cerrando los ojos sabiendo que él me observaba.
Le escuché proferir una maldición y cuando abrí los ojos me miraba con tanta intensidad que juro que sufrí un orgasmo instantáneo.
Me incliné lentamente sin perderle de vista hasta que mi lengua se posó bajo su ombligo y comencé a saborear la nutella mezclada con el aroma de su piel.
¡Válgame dios! Si de por sí sabía a gloria bendita... ahora sabía lo que era la ambrosía de los dioses... sin duda tenía que ser aquello.
Fui descendiendo poco a poco hasta posar mi lengua sobre su ingle y le oí gemir.
—Me rindo... —gimió cuando pasé la lengua cerca de su miembro viril—. Me da igual perder, pero no me tortures más.
—¿Torturarte? —exclamé mientras rocé con mi nariz su entrepierna.
—Llevo queriendo hacerte mía desde el instante en que entré por esa puerta y te vi únicamente vestida con mi camisa —susurró.
Saber aquello me llenaba de éxtasis y de placer, conocer por sus propias confesiones que me deseaba solo alababa mi deleite hacia él así que cogí su miembro en mi mano y me lo metí en la boca saboreándolo completamente mientras le oía gemir extasiado.
Cuando Bohdan me alzó para colocarme sobre él después de que se colocara un preservativo que había cogido de la mesita de noche como siempre hacía, me guio con sus manos hasta que sentí su carne hundiéndose en lo más profundo de mi ser y mis gemidos fueron acallados por sus labios que me apresaban con tal ferocidad que estaba segura de que terminaría sangrando.
Su pasión no provocaba dolor alguno, sino que únicamente hacía incrementar mi ferviente deseo de aumentar el ritmo con el que acrecentaban sus embestidas hasta que me dejé caer hacia atrás mientras él me sujetaba de la cintura y la sensación de haber alcanzado el clímax me abrasaba provocando oleadas de placer recorrer todo mi cuerpo.
En ese momento no existía nadie más para mí en el mundo que no fuera él y saberlo me aterró al mismo tiempo que me dio la mayor felicidad que jamás había experimentado en toda mi vida.
«Le amaba, le amaba de una manera incondicional como jamás había amado a ningún hombre en toda mi vida»
pd: Me inventé completamente las normas del parchís erótico, así que no lo busquen por ninguna parte porque fue obra de mi perverso cerebro y mente calenturienta hahahaha