Las canciones de Celestina

By MoonRabbit13

199K 27K 8.6K

Cada medianoche, en una radio independiente, comienza el programa de La Celestina. Una misteriosa locutora de... More

Sinopsis
Canción 1
Canción 2
Canción 3
Canción 4
Canción 5
Canción 6
Canción 7
Canción 8
Canción 9
Canción 10
Bonus Track
Canción 11
Canción 12
Canción 13
Canción 14
Canción 15
Canción 16
Canción 17
Canción 18
Canción 19
Canción 20
Canción 21
Canción 22
Canción 23
Canción 24
Canción 25
Canción 26
Canción 27
Canción 29
Bonus Track
Canción 30
Canción 31
Canción 32
Canción 33
La última canción
Bonus Track - Epílogo
Agradecimientos
Otros títulos y... ¿continuación?
El consultorio amoroso de Celestina para personajes en apuros
Extra I: Un tiempo despúes
Extra 2: Historias que inspiraron a Las canciones de Celestina
Extra 3: Preguntas y Respuestas
Especial de San Valentín 1° Parte
Especial de San Valentín 3° Parte
Especial de San Valentín 2° Parte

Canción 28

3K 559 316
By MoonRabbit13

You're taking my heart, by storm

I'm lost in your love, lost in your love

I can't hold back anymore


—¡Buenas noches, mis amores! ¿Cómo están? Espero que estén pasando una bonita noche de este miércoles. Aquí, desde el estudio de Radio Underground, Celestina y... Darcy les haremos compañía esta noche con la mejor música romántica de todos los tiempos.

A penas fui capaz de pronunciar el pseudónimo de Casiano, mucho menos mirarlo. Sabía que él estaba en la cabina, concentrado en los confrónteles como nunca antes lo había estado, poniendo todo su empeño en ignorarme como yo lo hacía con él.

Las cosas habían estado así con nosotros desde... Bueno, desde lo del beso.

♥ ♥ ♥

Ese domingo me desperté en el sillón de la sala, con D'Artgnan durmiendo sobre mi estómago y una resaca horrenda. Sin embargo, recordaba cada idiotez que había hecho la noche anterior: la fiesta con mis hermanas y amigas, la pelea con esa chica, estar llorando sola fuera del boliche y ser rescatada por Casiano, y... el beso.

Lo había hecho, había besado a Casiano.

Todavía podía sentir la sensación de sus labios en los míos y algo agitándose dentro de mi pecho. Besarlo había sido como chocar de lleno contra una pared de hielo. Casiano se quedó inmóvil por un momento, sin mover siquiera un musculo. Pero cuando tomó mis hombros y me apartó de él, su mirada no era para nada fría. Sus ojos ardían mientras me miraba. Y yo sentía como si me faltara el aire, como si hubiera probado el aire puro por primera vez en mi vida y quisiera más. Y quisiera vivir respirando ese aire por siempre.

Y luego, de pronto, ya no podía recordar nada. Busqué en mis recuerdos, pero no estaba segura de lo que había sucedido después de eso.

—Ey, ¿estás bien? —preguntó Blanca entando a la sala. Los demás seguían durmiendo.

—Creo que hice macana —respondí llevando una mano a mi frente. Mi cabeza estaba a punto de explotar.

—Lo sé —dijo con una sonrisa pícara mientras iba a la cocina a preparar el desayuno—. Volví ni bien Casiano me dijo que te traía. Cuando llegué acá ustedes dos estaban bastante acaramelados.

—¡Ay, Dios mío!

—Sip, metiste la pata en grande —desde el sofá escuché que ponía la pava para el café. Los sonidos del metal hacían estruendos en mis oídos—. Pero creo que fue dolo un pico y ni bien Casiano me vio, pegó un salto como si fuera un gato y huyó. Al menos eso es lo que yo vi. Vos te arrastraste hasta el sillón y digamos que me pareció una buena reprimenda por todo dejarte dormir allí.

—Soy de lo peor —gruñí e intenté ignorar los quejidos de mis músculos al levantarme. Todavía llevaba la ropa que me había puesto en la noche y seguramente tenía todo el maquillaje corrido.

—No sé bien lo que pasa, pero me doy cuenta de que las cosas entre vos y Jesse andan algo complicadas —comentó mi hermana sirviéndome un vaso de agua y medicina para la resaca cuando me senté en la mesa—. Aun así, no deberías estar besándote con otros chicos sólo porque está enojada con tu novio. Eso no mejora las cosas, te lo dice la voz de la experiencia.

—No besé a Casiano por despecho —dije sin pensarlo.

—Entonces ¿por qué lo hiciste? —preguntó más curiosa que molesta.

—No lo sé.

—¿Él te gusta?

—¡No!

—Bueno, usualmente la gente besa a alguien que le gusta —comentó mientras servía tres tazas, dos de café y una de cocido con leche para Olivia.

—No, yo no... —quise responder con convicción, pero entonces...— Él no me gusta, ¿verdad?

—Eso solo lo sabés vos. Y sé que darte consejos a vos, "Celestina" —dijo marcando las comillas—, es como hablar con una pared, te entra por un oído y te sale por el otro. Pero deberías intentar poner en orden tus pensamientos y emociones. Porque si seguís así solo vas a lastimar a esos chicos y a vos misma.

—Lo sé.

♥ ♥ ♥

Lo sabía.

Y en eso estaba, en tratar de poner todo en orden. Pero era difícil cuando mi corazón se había vuelto un caos y la única emoción que prevalecía por sobre las demás era la culpa.

Me sentía fatal. Había engañado a Jesse, le había puesto los cuernos. Había traicionado su confianza, era la peor basura existente. Dios, quería que la tierra me tragase. No tenía ni idea de qué hacer al respecto.

—Celeste, hay una llamada entrante —casi pego un salto al escuchar la voz de Casiano.

—S-si —tartamudeé, contestando el teléfono—. ¡Ho-hola! Estás saliendo al aire por Stereo Hearts. Soy Celestina, ¿en qué puedo ayudarte?

—Yo vengo a pedir ayuda —dijo la voz gruesa. Aunque no era tan extraño, era inusual que hombre llamen a la radio en busca de consejos—. Yo... creo que mi esposa me engaña.

Me quedé congelada, aguantando el impulso de mirar a Casiano.

Esto parecía ser una broma.

—¿Querés contarme lo que pasó? ¿Por qué decís eso? —logré decir, poniendo todo mi empeño en ser Celestina y no Celeste.

—Desde hace un tiempo la noto rara, distante —comenzó a relata con voz calmada pero triste—. Nosotros nos casamos de muy jóvenes, tenemos tres hijos y tenemos un matrimonio ordinario. Pero desde hace meses, ella ha salido más de lo normal, diciendo que iba a casa de amigas que no veía en años, e incluso llegaba con ropa nueva diciendo que se las regalaba su madre o su hermana. Tampoco se despegaba jamás del celular. Y, ahora de la nada se fue de vacaciones con esas amigas. Pero cuando las llamé ellas me dijeron que ni siquiera se estaban viendo con mi esposa. Creo... Creo que son pruebas suficientes para creer que ella tiene un amante.

—¿Y se lo has dicho? —pregunté—. ¿Hablaste con ella?

—No. No tengo el valor para hacerlo —respondió —. Temo saber la verdad. Temo saber que ya no me ama. Ella es el amor de mi vida, no quisiera perderla.

—Te entiendo, pero si seguís así esta duda sólo te hará mal a vos, te irá carcomiendo de a poco.

—Lo sé, y aun así no logro juntar coraje para enfrentarla —dijo con una voz cargada de emociones contradictorias—. Y si ella me dice que.... Y si ella....

—Si ella te confirma que tiene un amante, ¿qué harías? —pregunté suavemente, en parte para no incomodarlo y en parte porque tenía un poco de miedo de su respuesta. Es decir, ¿qué me diferenciaba a mí de su esposa adúltera?

—Realmente no lo sé —respondió luego de un largo silencio—. La amo, pero no sé si sería capaz de perdonarla.

♥ ♥ ♥

Esa noche, cuando salí de la facultad, Jesse estaba esperándome fuera del edificio. Me despedí de Guido y caminé hacia Jesse.

―Hola ―dije.

―Hola ―dijo él con una sonrisa. Pero no era la misma de siempre, era algo tensa.―. ¿Podemos hablar? ¿Te molesta si te acompaño a casa?

No sabía qué decir, así que negué con la cabeza y comencé a caminar. Jesse me siguió, caminando a la par.

Al principio solo deambulamos en silencio por las calles, hasta que encontramos una pequeña plazoleta y decidimos sentarnos allí. La tarde caía junto con las hojas de los árboles, alborotada por las personas que iban y venían de sus actividades, pero en aquel banco reinaba una calma absoluta, parecida a la calma que precede a la tormenta.

—¿Qué pasa? —pregunté, a punto de enloquecer por su silencio.

—Lo siento —dijo de pronto, volviéndose a mí con solemnidad—. Lamento haberte herido el otro día, haber sido tan brusco contigo. Lamento haber descargado todas aquellas malas emociones en ti, que no has hecho nada malo.

—¿Y haber desaparecido luego?

—Y eso también —respondió agachando la cabeza, avergonzado—. Lo siento. Creo que en parte necesitaba tiempo para procesar todo aquello, y en gran parte estaba avergonzado por cómo me comporté. No sabía cómo remediarlo todo.

—Perdonado —dije posando mis manos sobre las suyas, y esta vez él me dio una sonrisa genuina. Pase lo que pase, sabía que no podía estar mucho tiempo molesta con él, no con mi Jesse.

Pero entonces se instauró un silencio algo incómodo en el que nuestras miradas se encontraron al fin. Y sabía que no me quedaba más que hacer aquella terrorífica pregunta.

—¿Y qué vas a hacer? —susurré.

Jesse dejó escapar un suspiro antes de responder.

—No estoy muy seguro. Sé que debo volver pronto a España y cuando esté allí tendré una larga charla con mi madre —dijo, apretando los puños debajo de mis manos—. Y creo que luego intentaré ponerme en contacto con Melissa. Entiendo sus motivos, ella hizo sus elecciones y cargó con toda la responsabilidad. Pero es hora de que yo también me haga cargo de mis responsabilidades.

—Entiendo —dije, bajando mi mirada. Él haría lo correcto y, aunque me doliera un poco, estaba muy orgullosa de él.

—Oye —dijo tomando mi barbilla para que lo mirase a los ojos—. A pesar de que me tendré que ir, cosa que sabíamos desde el principio. A pesar de que acabo de descubrir que tengo un hijo. A pesar de absolutamente todo, tú eres y siempre serás mi primera elección. Te amo, Cele.

—Y yo te am... También te amo a vos —respondí, horrorizada porque por un momento no pudieron salirme aquellas palabras.

Entonces no lo soporté más. Debía decírselo, debía contarle lo del estúpido beso y quitarme toda aquella carga. Debía acabar con todo aquello.

Pero en cuanto abrí mis labios para hablar, estos fueron interceptados por los de Jesse.

Sus labios eran cálidos y dulces como siempre, no tenían nada de aquel fuego helado de Casiano. Y mi corazón recibía aquellos besos con gusto, sabiendo que esos besos eran el lugar donde debería estar. Jesse era mi hogar. A él era a quien amaba.

♥ ♥ ♥

—Comprendo tu situación —le dije al oyente que me había llamado y no dio nombre—. Pero como he dicho en otras situaciones, a otras personas, la honestidad siempre es el primer paso. Si no sos sincero con vos mismo y con quienes amas, las cosas difícilmente se solucionarán.

Mientras decía aquellas palabras, sentía la presión de la mirada de Casiano, y un dolor en mi pecho se extendía. No había logrado decirle lo que había sucedido a Jesse. Había sido demasiado cobarde y me había dejado seducir por una sencilla y tentadora idea:

«Lo que pasó no tenía importancia» me decía una y otra vez.

Había sido un acto impulsivo de una borracha, no significaba nada.

Había sido con Casiano, quien apenas me toleraba, seguramente no había tomado en serio mis acciones.

Había sido solo un pico, un accidente, un detalle sin importancia. No había necesidad de molestar a Jesse con algo tan minúsculo. No había necesidad de pensar en ello, sólo tenía que olvidarlo, extirparlo de mi mente y todo volvería a ser como antes.

Pero entonces recordaba aquella mirada de Casiano, cuando él rompió el beso. No podía pensar que aquella mirada no significaba nada. Pero tampoco podía pensar que significara algo. Porque ese "algo" me aterraba y yo ya me había probado cuán cobarde podía ser.

—Comprendo tu miedo —le dijo Celestina al oyente, porque Celeste no podía ser de ayuda en este momento—. Pero en tu situación lo primero es poder tener una charla con tu esposa. Hablar bien, sin violentar al otro, y poder expresar sus emociones y las razones por la que ambos han pensado y actuado como lo hicieron. Porque cuando te has hundido en mentiras, la única manera de salir a flote es diciendo la verdad.

—Quizás tengas razón, Celestina —me dijo el hombre, pensativo—. Sea como sea, creo que hablar con vos ya me ha quitado un peso de encima. Ahora tengo que juntar coraje para hablar con mi esposa y ver qué pasa, ¿no? Gracias por todo.

—No hay de qué. Fue un gusto poder hablar contigo, te agradezco que confiaras en mí —dije con mi amabilidad habitual, aunque me sentía terriblemente hipócrita intentando ayudar a una persona cuando yo no sabía qué hacer en semejante situación.

Luego de aquel llamado, sólo vinieron algunas canciones y publicidades más y finalmente me despedí por aquella noche. Honestamente, mi ánimo seguía malo y no me sentí capaz de dar una reflexión final, como solía hacer a veces.

♥ ♥ ♥

I can't help but love you

Even though I try not to

I can't help but want you

I know that I'd die without you

Cuando me estaba retirando de la radio, como lo hacía cada noche para dejar solo a Casiano con su programa de rock, algo me detuvo. Por alguna extraña razón me quedé más de la cuenta parada frente de la puerta de salida. Me quedé escuchando la música de Casiano. En su programa estaba sonando una canción de una serie del momento, quizás algo atípica para su programa.

—¿Y vos estás siendo honesta? —preguntó Casiano de pronto, hablándome por primera vez en toda la noche.

—¿Qué?

—Olvidalo, no dije nada —dijo, sin mirarme.

—Casiano... —comencé a decir con timidez—. Si es por lo de la otra noche, yo... Quiero decir, eso...

—Está bien —me interrumpió—. Eso no fue nada, ¿verdad?

—Casiano no es así.

—¿Y cómo es? —dijo y al fin se volteó hacia mí, pero no me miraba a mí, sino a la bandera de la banda que colgaba detrás de mí—. Vos tenés novio, Celeste. ¿O acaso sos de esas chicas que le gusta jugar a dos puntas?

Me quedé mirándolo, a su sonrisa burlona y a esos ojos azules que no me veían. Estos habían vuelto a ser tan fríos como siempre. Casiano había vuelto a levantar aquella muraba y la había fortificado.

—Tenés razón —admití, bajando la mirada—. No fue nada. Yo estaba demasiado ebria y no sabía lo que hacía. Perdón si te causé problemas.

—No pasa nada, solamente olvídalo—dijo parándose a buscar un poco de agua del minibar—. Ahora andá a casa, ya es muy tarde.

—Sin embargo... —comencé a decir mirando la espalda de Casiano, la forma elegante de sus hombros y su cabello rubio.

¿Por qué siempre hacíamos aquello? ¿Por qué siempre que estaba a punto de alcanzarlo, él se me escapaba como arena entre los dedos? ¿Por qué yo deseaba romper aquella muralla con tanto ahínco? ¿Por qué siempre deseaba estar más cerca de él?

—Sin embargo, vos me pediste que sea honesta —dije en voz muy baja—. Y yo... Yo no he sido sincera conmigo misma. No he podido serlo porque ni siquiera me entiendo —confesé y las palabras comenzaron a atropellarse entre sí—. No entiendo por qué las cosas son así con vos, por qué sos así conmigo. Siempre te mantenés alejado de todos, como si nada te importase. Sos grosero y siempre buscás la manera de hacerme enojar.

—Celeste —mirándome al fin.

—Pero cuando necesito de alguien, vos siempre estás ahí, y luego simplemente vuelves a ser el mismo idiota de antes. Y entonces me dejás ahí, sin entenderte —seguí, sin darme cuenta de que había comenzado a llorar—. Sin entender por qué mi corazón late tan rápido cuando estás así de cerca. ¿Por qué me siento tan sola cuando te vas? ¿Por qué sos el único que me hace sentir toda esta confusión?

—Celeste...

—¿Por qué? —exclamé finalmente—. ¿Por qué siento que no quiero ser solo tu amiga?

Y entonces, como se rompía una cuerda de guitarra cuando es tensionada hasta el extremo, Casiano se rompió. En un movimiento rápido, él tomó mi rostro en sus manos y me llevó hasta la pared y me apretó contra ella. Sus manos eran ásperas y sus dedos tenían callos a causa de la guitarra, pero aun así su tacto era tan suave y tembloroso como un suspiro.

—Yo me pregunto lo mismo —dijo y sus ojos tenían el color de una tormenta eléctrica—. ¿Por qué, de todas las personas, tenías que ser vos?

Casiano estaba a solo unos centímetros y su respiración chocaha contra la mía y mi corazón tronaba tan fuerte que estaba seguro que él podía escucharlo. Y el aleteo de una mariposa en mi estómago había provocado un huracán entre nosotros.

Y entonces la tormenta estalló cuando su boca se posó sobre la mía.

Tomo mi rostro entre sus manos y me besó. Sus labios sabían a menta y tabaco, fríos y cálidos a la vez. Pero su tacto era tan suave, tan etéreo que por un momento pensé que era solo un sueño.

Y luego cambió.

Me besó de nuevo, esta vez con más fuerza, casi con desesperación, como si intentara memorizar la sensación de mis labios sobre los suyos. Como si supiera que todo esto estaba mal, terriblemente mal. Y estaba listo para ir al infierno. Y si lo condenaban, haría que valiera la pena.

Llevé mis manos hasta su cuello y las hundí en la suavidad de su cabello y lo traje más hacia mí. Porque no era suficiente. Porque quería más de él. Sus manos, inseguras y hambrientas, bajaron por mi espalda y se aferraron a mi cintura. Él me tocaba como si yo fuera la estatua de una santa, con miedo a romperme, con dulzura y devoción.

Pero no era ninguna santa. Yo estaba cayendo. Porque me estaba dirigiendo al infierno junto a él y también haría que valiera la maldita pena. Y no me importaba. Y el mundo podría irse al carajo porque mi corazón tenía todo lo que siempre había deseado justo aquí, entre mis manos.

Continue Reading

You'll Also Like

205K 18.5K 34
Hyunjin es el chico más guapo y coqueto de la preparatoria, Felix es un chico estudioso y el líder del club estudiantil. ¿Podrá Hyunjin lograr que Fé...
940K 41.7K 49
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
333 118 7
En el tranquilo pueblo de Brookside, Clara y su hija Emma llevan una vida apacible en su casa en el bosque, alejadas de la sociedad y sus juicios. Pe...
3.3M 160K 88
"Aquella persona dice que fue mi culpa, mi gemela murió por una causa misteriosa, la veo en todas partes, en el liceo, en el baño, en mi habitación...