Canción 23

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Aimer, c'est voler le temps

Aimer, c'est rester vivant

Et brûler au coeur d'un volcán


—Buenas noches, mis amores. ¿Han tenido un buen fin de semana? —dije al micrófono intentando sonar lo más alegre posible—. San Valentín está a la vuelta de la esquina. Aquel día en el que nos dedicamos a nuestras personas más amadas: pareja, amigos, familia, lo que sea. El amor invade el aire, cupido afila sus flechas y nosotros preparamos el mejor repertorio de música romántica, sólo aquí, por FM 93.2, Radio Underground.

Debería estar feliz, San Valentín era como la navidad para los románticos, el día donde Stereo Hearts brillaría más que nunca. Pero la verdad era que me sentía miserable.

Había sido la peor amiga del mundo. Y la presencia de Percy en la cabina de controles no dejaba de recordármelo. Casiano no podría venir al programa por varios días y, aunque tenerlo aquí sería mortificante, eso sería mejor que saber que me estaba ignorando. El me odiaba completamente y con razón.

Esta vez, yo la había cagado feo.

♥ ♥ ♥

Con los días, las cosas se habían ido calmando un poco.

Luego de que Marlene hiciera pública su historia, tanto en la radio como en sus redes sociales, su ex novio desapareció de la faz de la tierra. Al parecer, se había hecho tanta mala reputación que trasladó su trabajo a otra ciudad, lo que era un alivio. Sintiéndose más segura y habiendo recibido sus pertenencias de vuelta, Marlene estaba a punto de volver a su viejo departamento.

Y Eros también ya debía ir a su nuevo hogar. Así que una tarde fui por última vez al departamento de los Ivanov a recoger a Eros.

—Lo vamos a extrañar —dijo Cassy, entregándome al cachorro que había crecido hasta convertirse en una enorme bola de pelo blanca.

—Podrás ir a visitarle dentro de poco —respondí—. La boda de mi hermana se hará en el hotel de nuestra familia y como la banda va a tocar seguramente Casiano te llevará con él. Están todos invitados.

—¡Oh! Eso sería muy lindo —dijo con entusiasmo. No cabía duda de que Cassy era toda una romántica—. Una boda...

Ella se quedó pensativa por un momento, probablemente soñando con la posibilidad de casarse algún día... con Pato quizás. Aunque los dos eran demasiado jóvenes todavía y ella era, al fin y al cabo, una novicia.

«Su fe la ayudó a sanar» había dicho Casiano. Desde que él me había contado su historia no había dejado de pensar en aquel par de hermanos en un intento por reorganizar la imagen que tenía de ellos. En especial de Cassidy. Ella me había parecido tan tranquila y tímida en un principio, pero estaba tan llena de vida y luz que era casi imposible ver las cicatrices de su oscuro pasado.

Ella estaba a punto de decirme algo, pero entonces sufrió un ataque de tos que la hizo caer de rodillas al suelo.

—¡Cassy! Cassy, tu... tu nebulizador, ¿dónde está?

Aterrada, intenté buscar su medicamento, pero antes de que pudiera encontrarlo la toz terminó. En ese instante vi la mano que Cassidy se había llevado a la boca. Estaba llena de sangre.

—Cassy, tu...

—Ya... ya estoy... bien —intentó responder con voz rasposa.

—Estás mal —sentencié, arrodillándome a su lado y dándole mi pañuelo para que pudiera limpiarse—. Tenemos que ir al hospital. Llamaré a Casiano...

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