Especial de San Valentín 2° Parte

424 41 18
                                    

Llegaste a la cafetería a las cinco como todas las tarde

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Llegaste a la cafetería a las cinco como todas las tarde. Te sentaste en la que ya se sentía como tu mesa y, mientras buscabas tus cosas, el mesero de siempre llegó a pedir tu orden. Bueno, más bien a confirmarla. Él sabía que siempre pedías un frappé grande y dos cupcakes.

Bueno, en realidad aquel no era el mesero de siempre. Elliot había comenzado a trabajar en Brooklyn hace tan solo un par de meses. Pero se movía por la cafetería como si llevara años trabajando allí. Ya conocía a todos los clientes habituales, incluyéndote.

Como siempre, él te recibió con una amable sonrisa.

―¿Lo de siempre? ―preguntó.

―Lo de siempre ―respondiste, reflejando su sonrisa en tu rostro, mientras abrías tu computadora sobre la mesa y buscabas tu cuaderno de notas. Te esperaba una larga tarde de trabajo.

―Sábes... Hay una promo especial por el día de San Valentín ―comenzó a decir Elliot, su acento español teñido de timidez―. Se supone que es para parejas, pero puedo hacer una excepción.

Te lo quedaste mirando extrañada. ¿San Valentín? ¿Era por eso que, por el rabillo del ojo, habías visto tanto rojo y rosa en los escaparates al pasar? Por supuesto, no te detuviste a pensarlo. No había tiempo.

―Claro, por qué no ―aceptaste con un encogimiento de hombros―. Técnicamente vine con mi esposo― agregaste señalando la computadora con una sonrisa burlona―. Todos dicen que estoy casada con mi trabajo.

―Parece ser una pareja exigente ―bromeó él.

―¡Ni que lo digas! ―exclamaste con una mezcla de risa y resoplido.

Después de eso Elliot se fue con tu encargo y te pusiste manos a la obra.

Con otro resoplido, miraste todo lo que tenías por hacer. La compañía de diseño donde trabajás estaba tomando más trabajo de lo que podrían realizar en su horario fijado, por lo que cada día te veías obligada a ir a aquella cafetería a seguir trabajando. Ni siquiera te pagaban tan bien, pero era lo que había por el momento.

Una rutina estricta y la falta de vida social eran lo único que te ayudaban a mantener el ritmo. Eso y, quizás, Elliot.

El guapo mesero de cabello castaño y lindos ojos verdes era tu mimo diario. Una de sus amables sonrisas bastaba para recargar tus pilas.

―Bien, ¡a trabajar! ―te dijiste y comenzaste a atender tus pendientes.

Aunque aquella energía que vino con Elliot fue rápidamente consumida por la cantidad de cosas que tenías que hacer "para ayer". Tan inmersa estaban en tu trabajo que, para cuándo fuiste consciente, ya tenías tu pedido a un lado de tu computadora. Ni siquiera te diste cuenta de cuándo lo había traído Elliot ni la tierna mirada que él te dedicó.

Miraste con sorpresa el frappuccino de frutilla decorado con salsa roja y grageas de corazones, incluso tenía una oblea en forma de corazón sobre la crema. Junto a él había un par de cupcakes decorados de la misma forma. Tardaste un momento en recordar que Elliot te había ofrecido la promoción de San Valentín.

Suspiraste al darte cuenta de que pasarías otro año sola.

Tu trabajo no te dejaba mucho tiempo para conocer gente. Tampoco el que aprovecharas todo tu tiempo libre leyendo novelas en Wattpad o viendo dramas coreanos en Netflix.

«Quizás ya era hora de dejar de suspirar por romances ficticios y buscar uno real» pensaste, mirando distraídamente a Elliot mientras este atendía a los demás clientes. La mayoría eran parejas o grupitos de amigas que se negaban a pasar el día solas. Sentiste un poco de envidia por ellos.

Dejaste tus cosas a un lado y comenzaste a comer tu merienda, que también equivaldría a tu cena. Quizás lo mejor sería ir temprano a casa y echarte a ver alguna serie y beber vino. Después de todo, el amor propio también era amor, ¿no?

Pero entonces te diste cuenta de que, debajo de uno de los cupcakes, había quedado un papelito sobre el plato. No era algo que viniera con la temática. Estaba escrito con una letra desprolija:

"Por si nadie te lo ha dicho, hoy estás preciosa."

Levantaste la mirada, esperando cruzarla con la de él, pero no lo encontraste por ningún lado. Volteaste hacia la ventana y el reflejo que recibiste era el de siempre. No había nada nuevo ni extraordinario. Excepto por el rubor en tus mejillas.

Con una revolución de emociones, te dedicaste a terminar tu merienda y guardar tus cosas para ir a casa Pero antes de que te pararas, Elliot volvió a aparecer junto a tu mesa con algo en su mano.

―Yo no pedí nada más ―dijiste, confundida.

―Este va por la casa. Para la cena ―respondió entregándome una cajita de comida para llevar. Olía a sándwiches tostados.

―Pero ¿por qué?

―Bueno... ―comenzó a decir él, rascándose la nuca con un gesto de pena―. la verdad es que siempre que venís, te veo trabajar tan arduo hasta tarde que es difícil quitarte los ojos de encima. Creo que eres de esas personas que merecen que la consientan. Pero, eso quizás suena horrible ―se apresuró a decir, completamente ruborizado―. Quiero decir, mereces sentirte especial todos los días, pero quizás un poquito más hoy. Y quizás... si quisieras...

―Gr-gracias, pero creo que esto es mucho para mí ―dijiste, tomando la cajita para llevar y entonces vos también te armaste de valor―. ¿Te gustaría acompañarme?

―Creo que puedo ayudarte con eso ―respondió él con una sonrisa.

♡ Nota ♡

Holi, hoy les traje su cita con el bonito de Jesse Elliot. Si lo recuerdan, todos lo llamaban por su apellido salvo Cele y eso las incluye a ustedes. Sorry.

La pregunta de hoy: ¿Qué película lo invitarían a ver? 

Las canciones de CelestinaWhere stories live. Discover now