Canción 30

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And I will always love you

I will always love you

You, my darling you


—¡Buenas noches, mis amores! ¿Me han extrañado? —dije al micrófono con entusiasmo y, desde la cabina, Percy asintió con la cabeza—. Pues yo los extrañé a horrores.

Eso era verdad. Lo que más había extrañado de la capital había sido la radio. Su aroma, el ronroneo del viejo aire acondicionado, los llamados y mensajes de los oyentes, la presencia de Casiano...

«Shh. Concentrate, Celeste» me regañé a mí misma.

De igual manera, él no estaba aquí ahora. Mi nueva compañera era Percy. Ella misma me había ido a buscar a Villa Gral. Belgrano y me había traído de las rastras a la normalidad.

Mi vuelta a la radio estuvo llena de mensajes de bienvenida y mucho amor por parte del público. Por lo que podría decirse que aquella noche fue bastante calmada y alegre, nada fuera de lo ordinario.

Luego de leer varios pedidos de canciones, Percy puso a reproducir Torero de Chayanne. No pude evitar quedarme mirándola por un momento. Ella siempre había llevado su cabello afro y ropas de estilo boho-chic. Y siempre desprendía un aura de paz y calma que sería imposible, para quienes no la conocían, adivinar su pasado.

"Yo ya sabía que eras un desastre cuando me ayudaste aquella vez, y aun así siempre valoré tus palabras... y tu amistad más que nada" recordé las palabras que me había dicho.

♥ ♥ ♥

—¡Con que acá estabas! —La voz de mi mejor amiga irrumpió en el silencio del bosque.

Últimamente había estado haciendo mucho de eso: salir a caminar y meditar. Incluso probé hacer yoga y descubrí que no era tan flexible como imaginé. Esa tarde simplemente estaba deambulando alrededor de una cascada cercana al hotel cuando la figura morena de Percy apareció un instante después de que su grito espantara a las aves cercanas.

—¿Pe-percy? ¿Qué hacés acá?

—¿Qué voy a hacer? Vine a llevarte de vuelta a la capital. Ya tuvimos demasiado con tu retiro espiritual o lo que sea —respondió casi enojada. Era raro verla así.

—No estoy en un retiro espiritual —repliqué, desviando la mirada—. Solamente...

—Estás siendo una cobarde.

Me quedé mirándola. Quería decirle que se equivocaba, que solo necesitaba tiempo para pensarlo, pero las dos sabíamos que ella tenía razón. Yo estaba siendo una cobarde.

—Mirá, no sé bien qué pasó entre Casiano, Elliott y vos. Y admito eso me molesta un poco porque se supone que soy tu mejor amiga y no me dijiste nada —dijo revolviendo sus rizos oscuros con frustración—. Pero no podés simplemente dejarlo todo y esconderte en un bosque. No sos Blancanieves.

—¿Creés que no sé eso? —murmuré.

—Entonces hacé algo al respecto. Se supone que sos una adulta, Cele, actúa como tal. No podés descuidar tus estudios, o la radio...

—¿La radio? —exclamé—. ¿Realmente creés que me da la cara para ir a la estación y decirle a la gente qué hacer? ¡¿Con Casiano allí también?!

Ella se quedó viéndome por un momento y luego lanzó un pesado suspiro para intentar calmarse.

—Mi psicóloga siempre dice esto: "no es santo quien nunca ha pecado, sino quien aprendió de ello" —contestó, más suavemente, se acercó a mí y posó sus manos sobre mis hombros. Ella era bastante más alta que yo—. Vos sabés lo que es tener un corazón roto, lo que es meter la pata y lastimar a alguien. Y está bien, a todos nos ha pasado eso. No necesitás tener un historial intachable para ayudar a la gente, solo saber escuchara. Yo ya sabía que eras un desastre cuando me escuchaste aquella vez, cuando ni siquiera me conocías, y aun así siempre valoré tus palabras... y tu amistad más que nada.

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