Canción 28

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You're taking my heart, by storm

I'm lost in your love, lost in your love

I can't hold back anymore


—¡Buenas noches, mis amores! ¿Cómo están? Espero que estén pasando una bonita noche de este miércoles. Aquí, desde el estudio de Radio Underground, Celestina y... Darcy les haremos compañía esta noche con la mejor música romántica de todos los tiempos.

A penas fui capaz de pronunciar el pseudónimo de Casiano, mucho menos mirarlo. Sabía que él estaba en la cabina, concentrado en los confrónteles como nunca antes lo había estado, poniendo todo su empeño en ignorarme como yo lo hacía con él.

Las cosas habían estado así con nosotros desde... Bueno, desde lo del beso.

♥ ♥ ♥

Ese domingo me desperté en el sillón de la sala, con D'Artgnan durmiendo sobre mi estómago y una resaca horrenda. Sin embargo, recordaba cada idiotez que había hecho la noche anterior: la fiesta con mis hermanas y amigas, la pelea con esa chica, estar llorando sola fuera del boliche y ser rescatada por Casiano, y... el beso.

Lo había hecho, había besado a Casiano.

Todavía podía sentir la sensación de sus labios en los míos y algo agitándose dentro de mi pecho. Besarlo había sido como chocar de lleno contra una pared de hielo. Casiano se quedó inmóvil por un momento, sin mover siquiera un musculo. Pero cuando tomó mis hombros y me apartó de él, su mirada no era para nada fría. Sus ojos ardían mientras me miraba. Y yo sentía como si me faltara el aire, como si hubiera probado el aire puro por primera vez en mi vida y quisiera más. Y quisiera vivir respirando ese aire por siempre.

Y luego, de pronto, ya no podía recordar nada. Busqué en mis recuerdos, pero no estaba segura de lo que había sucedido después de eso.

—Ey, ¿estás bien? —preguntó Blanca entando a la sala. Los demás seguían durmiendo.

—Creo que hice macana —respondí llevando una mano a mi frente. Mi cabeza estaba a punto de explotar.

—Lo sé —dijo con una sonrisa pícara mientras iba a la cocina a preparar el desayuno—. Volví ni bien Casiano me dijo que te traía. Cuando llegué acá ustedes dos estaban bastante acaramelados.

—¡Ay, Dios mío!

—Sip, metiste la pata en grande —desde el sofá escuché que ponía la pava para el café. Los sonidos del metal hacían estruendos en mis oídos—. Pero creo que fue dolo un pico y ni bien Casiano me vio, pegó un salto como si fuera un gato y huyó. Al menos eso es lo que yo vi. Vos te arrastraste hasta el sillón y digamos que me pareció una buena reprimenda por todo dejarte dormir allí.

—Soy de lo peor —gruñí e intenté ignorar los quejidos de mis músculos al levantarme. Todavía llevaba la ropa que me había puesto en la noche y seguramente tenía todo el maquillaje corrido.

—No sé bien lo que pasa, pero me doy cuenta de que las cosas entre vos y Jesse andan algo complicadas —comentó mi hermana sirviéndome un vaso de agua y medicina para la resaca cuando me senté en la mesa—. Aun así, no deberías estar besándote con otros chicos sólo porque está enojada con tu novio. Eso no mejora las cosas, te lo dice la voz de la experiencia.

—No besé a Casiano por despecho —dije sin pensarlo.

—Entonces ¿por qué lo hiciste? —preguntó más curiosa que molesta.

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