Canción 21

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Y habla al corazón de una sensación

Grande como el mar

Algo entre los dos cambia sin querer

Nace una ilusión, tiemblan de emoción


—¡Buenas noches, corazones! Hoy arrancamos febrero, mes del amor, pero también mes de los finales —dije al micrófono a la vez que Casiano reproducía una tonada de violín exageradamente triste—. Pero para comenzar el mes con todas las pilas y la mejor onda, en Stereo Hearts les preparamos un especial con las mejores canciones de películas animadas.

Entonces comenzó a sonar la primera canción de la lista, Hombre de acción de Mulan, la más indicada para este inicio.

Mientras sonaba sentía como aquella canción me llenaba de optimismo y valor. Ciertamente lo necesitaría para afrontar lo que se vendría, especialmente con Jesse.

♥ ♥ ♥

Conocer a los padres de Jesse fue tan traumático como había creído.

La cita se había dado aquel mismo domingo cuando eran las cinco de la tarde aquí y las diez de la noche en Madrid. Jesse se esforzó por que al menos parte de su departamento se viera ordenado, y de igual manera yo hice todo lo posible por verme lo más presentable posible al punto de que podría pasar por la hermana menor de la princesa Leticia.

Pero todos mis esfuerzos por peinarme y maquillarme quedaron opacados por mi acento. Era conocido que los cordobeses teníamos un acento muy particular, muy cantarín y que hacía que todo lo que decíamos sonara en broma. Y lo peor es que se le había pegado a Jesse; pude ver el desagrado en el momento exacto en que lo notaron.

Los padres de Jesse también se veían como si se hubieran esforzado en su atuendo, pero yo sabía que ellos vestían así siempre. Su papá llevaba un sweater que se veía muy caro y su mamá tenía una chaqueta Chanel original y una falda tubo, y su cabello estaba recogido en un rodete extremadamente prolijo. Definitivamente yo no pertenecería nunca a ese mundo.

—Debemos irnos, cariño —dijo la mamá de Jesse, pero no hubo dulzura en su voz—. Mañana debo estar en Congreso a primera hora.

—Sí, no te preocupes mamá —respondió él, aunque se veía más aliviado que triste por despedirse de su madre a quien no veía en meses.

—Nos vemos, hijo. Fue un placer conocerte, Celeste —dijo su papá.

—Igualmente —casi mentí con mi sonrisa más radiante.

La reunión duró apenas una hora, pero fue tan incómoda que me pareció eterna. Y me sentía terriblemente mal por el inmenso alivio que me invadió cuando sus padres cortaron la comunicación.

—Perdóname por eso —se disculpó Jesse recostándose en su cama. Se veía terriblemente cansado.

—No tenés por qué disculparte —respondí tirándome a su lado—. Vos también la pasaste algo mal al conocer a mis padres.

—Para nada. Fue algo... intimidante al inicio. Especialmente tu padre, pero tu familia fue amable conmigo. En cambio, mis padres... Había desprecio en sus rostros, lo sé.

Quería decirle a Jesse que no era cierto, que estaba exagerando, pero yo también lo había visto. Yo, una muchachita del interior de Argentina y sin nada destacable, había sido la causa de que su correcto hijo haya postergado un año en su brillante carrera; ellos me odiaban. Como si la distancia no fuera ya suficiente problema ahora Jesse y yo nos chocábamos con un nuevo obstáculo: sus padres.

Las canciones de CelestinaWhere stories live. Discover now