Canción 3

7.9K 926 319
                                    

 And if you ask me if I love him...

I'd lie.


El cartel se encendió y sonreí al micrófono.

—¡Buonanotte, benvenuto a Stereo Hearts! —dije en un perfecto italiano—. El mejor programa de música romántica de la provincia... Bueno, en realidad es el único. Pero eso no quita que sea el mejor y sólo está aquí en 93.2, Radio Underground. Y sin más preámbulos arranquemos con algunas canciones.

En cuanto terminé decir aquello, comenzó a sonar She de Elvis Costello.

Gracias a Dios tenía un vidrio que me protegía de Casiano, porque en ese momento él se veía como si se estuviese muriendo de ganas de tirarme con lo que fuera que encontrara. Pero yo simplemente me recosté cómodamente en mi sillón y tomé mi jugo de manzana aguantando la risa mientras él intentaba taparse los oídos con bolitas de papel. Tomé un cuaderno que tenía a mano y le escribí:

Dale, boludo. No es tan malo.

Y se lo mostré. A lo que él me contestó levantando su dedo medio. Muy elegante.

Mientras pasaba otra canción, me permití mirarlo un momento. Casiano, como siempre, tenía el ceño fruncido y se estaba mordiendo una uña mientras manejaba los controles. Hoy llevaba una remera de Metallica a la que le había arrancado las mangas y mostraba sus delgados brazos llenos de tatuajes. Se había acomodado su largo cabello en una cola desordenada que dejaba ver sus altos pómulos y un mechón rubio caía sobre sus ojos claros. En verdad sería un chico atractivo si no se esforzara tanto por caerle mal a la gente. El único que parecía aguantarlo era Guido.

Como el sábado anterior, cuando todos los chicos de la banda, la radio, la facultad y algunos más nos juntamos a comer en el departamento de arriba por el cumpleaños de Guido...

♥ ♥ ♥

—¿Te vas a poner eso? —exclamé cuando vi entrar a mi melliza a mi cuarto con un vestido rojo que apenas le cubría el culo, botas negras y su pelo rubio suelto en sensuales ondas. ¿Acaso no se había enterado que estábamos en invierno y afuera hacía como cinco grados?

—¿Y vos te vas a poner eso? —replicó, viéndome con desaprobación.

—¿Qué tiene? —me examiné en el espejo postrado en la pared lavanda de mi habitación. Llevaba un enorme sweater peludo y un jean oscuro con unas botitas beige algo más bajas que las de Blanca.

Ella no me contestó, sino que fue hasta su cuarto y volvió con una blusa rosa y una calza negra. Me lanzó la blusa y ella comenzó a ponerse la calza.

—Si yo me cubro, vos te destapás —sentenció y supe que no tendría opción.

Ella estaba peinando mi cabello en una trenza desaliñada que se veía casual y atrevida cuando golpearon la puerta de mi habitación y, un momento después, entró Alec con Olivia en brazos.

—¿Che, está bien que esta glotona coma más pizza antes de ir a dormir? No quiero que después tenga pesadillas —se interrumpió en cuanto nos vio ya listas para la fiesta—. Guau. Están linda muy lindas chicas —agregó con un silbido, haciendo que me ruborice.

—Gracias —contestó Blanca coquetamente—. Y ese es un mito, Alejandro. Pero no, ella ya comió casi media pizza y ya es hora de dormir

—¡Ufa, mamá! Yo quiero pizza —se quejó la pequeña en los brazos de su tío—. ¿Pero puedo ver Digimon? —rogó con la carita de cachorrito que le enseñó a hacer Manuel.

Las canciones de CelestinaWhere stories live. Discover now