Canción 31

3K 479 165
                                    

Don't let me down

Don't let me down, don't let me let down

Can you dig it? Don't let me down


—¡Buenas noches, amores míos! ¿Cómo están en esta velada otoñal? Así es, el otoño ya ha llegado, con el crujir de sus hojas secas y fría ventisca. La estación perfecta para compartir un café con amigos, esa persona especial, o en compañía de Stereo Heats.

Mientras hablaba, Percy se dedicaba a reproducir una canción de Shawn Mendes como telón musical. Pero más allá de la música podía sentir el murmullo de la lluvia cayendo en la ciudad. No había parado de llover en tres días. Tres días desde que él se había ido.

Había pasado más de una semana desde que volví a la radio, y tres días desde que Jesse se había marchado a España. Casi parecía que el sol se había ido con él. Además, nada parecía haber vuelto a la normalidad. Percy continuaba siendo mi compañera porque Casiano seguía estando ocupado con las grabaciones de la banda.

Y ahora que Jesse ya no estaba, era terriblemente consciente de cómo había afectado mi vida por completo. Cuando encontraba una receta que quería compartir con él, debía recordarme que ya no íbamos a cenar juntos. Cuando descubría un dejo de su perfume en mis ropas me aferraba lo más que podía a él. En su corta estadía, Jesse había impregnado mi vida con su presencia.

♥ ♥ ♥

Jesse se fue un domingo, así que los chicos decidieron prepararle una fiesta de despedida sorpresa la víspera previa. Y como era sorpresa para él, yo tampoco supe nada hasta que Blanca me llevó a la casa de Percy y allí me encontré a todos. Los chicos de la banda y de la radio estaban allí. Incluso también mis hermanos y Cassidy estaban. El único que faltaba era Casiano.

Instantes después, Jesse llegó junto con Renzo y Guille.

—No pensaste que te dejaríamos volver sin una fiesta en tu honor, ¿verdad? —preguntó Guido dándole una jarra de Fernet al agasajado, al tiempo que los chicos le ponían una bandera de Argentina como capa.

Jesse miró a todos con una mezcla de confusión y agradecimiento. Y cuando su mirada se posó en mí, con sus ojos a punto de desbordar en lágrimas, supe que esta era probablemente la primera fiesta que le hacían unos amigos. Quizás hasta era la primera vez que tenía personas a las que podía considerar amigos de verdad, que no estaban por pena, interés o para jugarle una broma luego. Mi pecho se hinchó de ternura, él se merecía esta fiesta y más.

Los chicos cumplieron su promesa de dale una despedida bien argenta. Por toda la casa de Guido y Percy sonaban cuartetos de la Mona Giménez y la cerveza y el Fernet iban de mano en mano. Como la parrilla del patio era demasiado pequeño para preparar asado, Guille y Marcos cocinaron choripán* para todos.

Todo el mundo reía y hablaba mientras comían y bebían. Algunos, incluso improvisaron una pista de baile en la sala. Blanca me obligó a bailar con ella mientras Olivia bailaba con Renzo. Mi hermana me había dado todo un sermón cuando llegué a la capital. Pero su enojo había durado poco, como siempre. Ella también me había extrañado. Éramos mellizas, después todo; no podíamos esta mucho tiempo lejos de la otra.

—¿Me permite esta pieza? —preguntó una voz a mi espalda.

—Toda tuya —respondió Blanca y se marchó hacia donde estaban su hija y su novio.

Una mano tomó la mía y cuando me hizo girar, quedé cara a cara con Jesse. La suya estaba algo roja y no supe si era por el alcohol o el comentario de mi hermana. Ella se equivocaba, yo ya no era suya. Aunque me gustaba pensar que sí lo había sido, y que él había sido mío. Pero lo más probable es que nunca había sido así.

Las canciones de CelestinaWhere stories live. Discover now